Esperanza, fraternidad y acogida: la Navidad del arzobispo de Compostela
Prieto: "La Navidad trae consigo una esperanza, que es Cristo, que abraza nuestra historia, nuestras vidas y también nuestras heridas, y nos pone en pie"
El arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, ha dirigido su tradicional mensaje de felicitación navideña a la diócesis compostelana con una llamada a renovar la esperanza, abrir las casas y los corazones y hacer de la Navidad un tiempo de fraternidad y solidaridad, especialmente con quienes más sufren.
En su mensaje, pronunciado desde Santiago de Barallobre, el prelado subrayó el sentido profundo de la Navidad como la llegada de Dios a la vida de las personas. “Dios vuelve a nacer en medio de nosotros”, afirmó, evocando las palabras del profeta Isaías sobre la luz que brilla para el pueblo que camina en tinieblas. Una luz que, según explicó, se hace presente en las familias, en las parroquias, en las comunidades y en el corazón de la humanidad.
La mesa de Navidad debe ser “una mesa de fraternidad y de solidaridad”, abierta a los heridos, a los olvidados y a quienes no tienen con quién compartir: “Abramos nuestras casas y abramos nuestras vidas”
Monseñor Prieto destacó que la Navidad trae consigo una esperanza, que es Cristo, y que “abraza nuestra historia, nuestras vidas y también nuestras heridas, y nos pone en pie”. En ese contexto, recordó el ejemplo de los Reyes Magos, que se llenaron de alegría al ver la estrella, e invitó a los diocesanos a vivir estas fechas con ese mismo gozo y confianza.
El arzobispo hizo también un llamamiento a no olvidar a quienes viven estas fiestas en soledad o en situaciones de dificultad. La mesa de Navidad, señaló, debe ser “una mesa de fraternidad y de solidaridad”, abierta a los heridos, a los olvidados y a quienes no tienen con quién compartir: “Abramos nuestras casas y abramos nuestras vidas”.
Finalmente, monseñor Prieto Fernández deseó una feliz Navidad y un año nuevo bendecido a todas las comunidades, parroquias, grupos, movimientos y familias de la diócesis de Santiago. Un año, dijo, “lleno de vida y de esperanza”, animando a los fieles a caminar día a día con la alegría de quienes encontraron la luz y regresaron gozosos a su tierra.