"Sus restos vuelven a la urna (...), espero que sigan allí en paz durante un nuevo siglo" Alba de Tormes: “Cuerpo”, santuario e icono de Santa Teresa

Sepulcro de Santa Teresa en Alba de Tormes
Sepulcro de Santa Teresa en Alba de Tormes EP

Teresa  de Jesús Cepeda y Ahumada (1515-1582),  es quizá el mayor “tesoro” del cristianismo moderno, más incluso que Lutero e Ignacio de Loyola. Así lo he “sentido” con cristianos ortodoxos, que la quieren como propia, y con protestantes que la sienten y admiran como signo de evangelio,  promesa de reforma radical de la iglesia.

 De sus reliquias  recolocadas  (26.5) en la tumba, tras haber sido estudiadas por especialistas y venerado por docenas de miles de personas,  traté el pasado 20 en FB y RD, indicando que el “cuerpo”  cristiano de Teresa no son sus restos corporales,  venerados con  gran piedad admiración en Alba, a pesar de protesta de algunos  menos tolerantes, sino sino su influjo y presencia en el conjunto de las iglesias y de la misma humanidad, que ha sido y sigue siendo enriquecida por ella

  Del verdadero santuario que lleva más de un siglo en construcción (desde 1998) trata en el fondo lo que sigue. Hay santuarios/catedrales que han tardado siglos en alzarse. Quizá no ha llegado en Alba una comunidad viva de cristianos que pueda terminarse santuario como icono del Cristo de Teresa para el siglo XXI o XXII 

Garcihernández to Alba de Tormes, Day Five, Part II on the Teresiano

Teresa de Jesús, un tema de iconos.

Normalmente, más que como Teresa de Jesús (de Cepeda y Ahumada) se le conoce   como Teresa de Ávila, porque allí nació y vivió gran parte de su vida, y allí están varios de sus santuarios: Su casa/iglesia natal, llamada Con “la santa”, con  la Encarnación y San José (sus dos conventos), y el Cites (centro internacional de estudios teresiano-sanjuanistas). También se debe recordar en esta línea el Teresianum o universidad teresiana de Roma.

          En ese contexto trataré del Icono de Teresa, como testimonio de oración y acción cristiana, a los quinientos años de su vida y muerte,  con la modernidad, la división de iglesias y la necesidad) de una Reforma Cristiana,  con Lutero, Ignacio de Loyola y especialmente con ella, Teresa de Jesús.

          Muchas y buenas cosas se han hecho en estos 500 años,  pero ha tocado a fondo un tipo de cristianismo y debemos volver a Jesús,  con Teresa,  Ignacio y Lutero etc. No se trata de luchar unos contra otros, sino de conocernos, escucharnos y amarnos en profundidad.

Teresa no será solución de todos los problemas, pero puede y quiere ofrecernos ejemplos, estímulos y caminos (como mujer, como creyente, como amiga…), no para repetir lo que  hizo, dijo y anunció hace 500 años, sino para reiniciar, con  los demás testigos/iconos de Jesús el programa  que propuso  Ef 4, 15  veritatem facientes in caritate, recorriendo en amor el camino de la verdad. Por eso presento hoy a Teresa como “icono” de Cristo y con Cristo, aprovechando y elevando (queriendo recrear) con fac-simil de su busto el programa de evangelio de su vida

Conflicto  de iconos. Un historia antigua

 El culto a los iconos surgió en las iglesias de oriente (Siria, Palestina, Egipto, Constantinopla) y de un modo especial en Roma, en los siglos III-VII d.C. Pero surgió poco después la reacción de los iconoclastas (enemigos de iconos) que a  a lo largo de un siglo (717‒843) se opusieron escribir, pintar, esculpir y imágenes de Dios (y de sus ángeles y santos), para que la religión fuera culto interior, sin tener en cuenta lo que Pablo había dicho de Cristo que era icono de Dios (Col 1, 15-20) y de los hombres que era imagen y presencia creada de Dios en Cristo (en línea de 1 Cor 13)[1].

El tema se resolvió de un magisterial en el Concilio de Nicea II (787), que justifica y defiende la oración y culto a los iconos, que no se dirige a la representación  material (que cerrada en sí sería un eidolon o engaño sino a lo que representan, sino a lo que representan y son en verdad: Un signo del Dios encarnado en Jesús y revelado a través de sus ángeles y santos.

En sentido puramente “material” las imágenes son idolatría, pero en cuanto iconos,    construidos y venerados en contexto religioso, esas mismas imágenes, “escritas” (pintadas, re-imaginadas en amor)   son  signo y mediación  misterio encarnado de Dios y de la resurrección y gloria de los santos, de forma que es bueno tomarlos como mediaciones de oración. Así dice el Concilio

Porque de esta manera se mantiene la enseñanza de nuestros santos Padres, o sea, la tradición de la Iglesia Católica, que ha recibido el Evangelio de un confín a otro de la tierra; de esta manera seguimos a Pablo, que habló inspirado por Cristo [2 Cor 2,17], y seguimos al divino colegio de los Apóstoles y a los santos Padres, manteniendo las tradiciones [2 Tes 2, 14] que hemos recibido…

Así, pues, quienes se atrevan a pensar o enseñar de otra manera; o bien a desechar… las tradiciones de la Iglesia, e inventar novedades, o rechazar alguna de las cosas consagradas a la Iglesia: el Evangelio, o la figura de la cruz, o la pintura de una imagen, o una santa reliquia de un mártir… ordenamos que sean depuestos…o separados de la comunión (Concilio de Nucea II, 787Denzinger 302-304; pág. 111-112; DH 600-603).

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 Esta declaración fue asumida por el Concilio de Constantinopla IV (869‒870), donde los iconos se comparan con los libros de la Biblia, como “escritura divina” en la vida y piedad de los hombres (por lo que siempre se ha dicho que ellos no se pintan, sino que se “escriben”). El aspecto más significativo de esa declaración fue la manera de comparar las palabras (hechas de sílabas) y las imágenes (hechas de pinturas y formas), como medio de conocimiento divino.

  • Decretamos que la imagen de nuestro Señor Jesucristo
  • sea adorada con honor igual que el libro de los Santos Evangelios,
  • porque así como por sílabas o letras externas de evangelios, alcanzan todos la salvación;
  • así, por influjo de los colores reflejados en la imagen,
  • sabios e ignorantes, puedan todos gozar de provecho,
  • porque lo que dice el lenguaje en palabras lo dice en colores la pintura … Asimismo honramos y adoramos la imagen de la Madre de Jesús, y las de   todos los Santos… (Denzinger 337-338).

         Esta vinculación del mensaje de la Biblia (sílabas, palabras) con el de los iconos (colores, imágenes) ha sido motivo de diálogo entre diversas tradiciones cristianas. No todas las tradiciones posteriores admiten  el Concilio de Constantinopla IV, ni aquellas que lo admiten lo hacen de igual forma, pero el tema de fondo sigue siendo importante para todas.  No se trata de condenarnos unos a otros,  sino de escucharnos y aprender unos de otros.

Cuerpo e icono de Teres. Una experiencia cristiana

    Estos días de “exposición” del cuerpo de Teresa en Alba se han repetido escenas y palabras del siglo de los “iconoclastas”. Algunos han hablado de “morbo”  de “cadáveres andariegos”, otros han repetido el mal uso de la mano de Teresa utilizada por conquistadores  y dictadores…

          Pero el tema actual no repetir posibles errores pasados, es escucharnos unos a otros y aprender a caminar de nuevo en Cristo, para así edificar (culminar) el santuario inacabado de Teresa en Alba, que lleva más de un siglo en construcción,  no por falta de dinero (que podría haberse encontrado fácilmente), sino  por falta de un verdadero espíritu icónico cristiano y teresiano.

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 La oración de los iconos constituye una experiencia de fe y piedad que se mantiene hasta el día de hoy (2025) en las iglesias de Oriente, desde Nicea II (787).  No todas las iglesias tenemos la misma experiencia del misterio de Cristo, pero todas podemos enriquecernos, en actitud de respeto y diálogo. Así dice P. Eudokimov (1901-1970), El conocimiento de Dios en la tradición oriental (Paulinas, Madrid 1969).

  • El icono de Jesús es imagen de Dios y del hombre a la vez,
  •  el icono de Cristo total: del Dios-Hombre.
  • Esta función reveladora de la humanidad de Cristo
  • se aplica a todo ser humano. 

          Nosotros contemplamos a la vez lo visible y lo invisible en  los iconos), no una cosa o la otra, sino ambas a laa avez: Contemplamos el rostro de Dios que nos mira y llama a través de los hombres, que viven, se mueven y son (resucitan) en Cristo. Éste es el milagro que está en el fondo   de la oración de los iconos que son una “ventana” abierta desde la vida humana hacia Dios” hacia Dios, pues la mirada de amor y comunión humana es mirada y presencia de Dios.

 Como representación de un rostro humano que mira y nos habla con su belleza, los iconos cristianos no son simplemente un altar alzado en Atenas al Dios desconocido, que ignoramos (cf. Hch 17), sino un símbolo elevado en honor de los hombres mujeres que nos miran y llaman, como Cristo y con Cristo. Al mirarnos en amor unos a otros (en otros) nos introducimos (somos asumidos) en el misterio divino.

El icono solo es signo y presencia de Dios en la medida en que nos  introduce en la comunión de/con lo divino. Un icono que no mira, que no habla,  que no nos enriquece con su palabra, como experiencia viva de comunicación personal  no es icono, sino imagen muerta  o de relación malsana.   Desde ese fondo se entiende la ley del Antiguo (Dt 5, 8-10):No harás” imágenes talladas, esculpidas, fabricadas de Dios porque sólo los hombres son una imagen verdadera de Dios.

Los iconos son signo de la presencia de Dios en los santos

Santa Teresa de Jesús Escribiendo | Monasterio de la Anunciación de ...

La oración de los iconos es signo de comunión de unos hombres con otros  Descubrir la gloria de Dios en el rostro del ser humano (cen­trado ya en Jesús), mirarle allí sin miedo (cara a cara), dialogar en amor con él y venerarle en gozo y gloria: ¡Esa es la estética suprema, ése es el culto verdadero, la auténtica religión cristiana! En esa línea son buenos los “iconos” de Jesús y de los santos, con los ángeles, tal como ha puesto y sigue poniendo de relieve la tradición de la iglesia ortodoxa, pero siempre que sigamos recordando que el verdadero icono de Dios son en Cristo y por Cristo los hombres y mujeres concretos que viven con nosotros.

Los cristianos no tenemos miedo al rostro humano como lo tuvo Moisés en otro tiempo; ya no tenemos que ocultar la humanidad para que brille el Dios celeste, en su divinidad, tapándonos el rostro. Sabemos mirar hacia el rostro de Jesús, descubriendo allí la gloria del Kyrios, la plenitud de Dios que se ha expresado en forma humana (2 Cor 3, 12-4, 6), de forma que mirándole a él y descubriendo a Dios en su amor y en su mirada podemos mirar y amar a los hermanos (hombres y mujeres) como presencia de Dios sobre la tierra.

En esa línea, Pablo y su escue­la han llamado a Jesús eikon o icono de Dios (2 Cor 4, 4; Col 3, l0). En una perspectiva algo distinta, el evangelio de Juan le ha llama­do Palabra de Dios (Jn 1, 1.14). Ambas expresiones resultan convergentes y trazar un camino único y doble de estética cristiana: La estética y religión de la imagen (más propia de la iglesia oriental) y la estética y religión de la palabra (más propia de la iglesia evangélica de occidente).

A través del diálogo con los iconos expresamos, por tanto, el sentido y profundidad del diálogo de unos seres humanos con otros, recibiendo, dando y compartiendo la vida unos con otros, en amor, pues al amarnos unos a los otros, viviendo así en amor mutuo, somos gloria y presencia de Dios.

En esa  se supera la prohibición de imágenes de tipo idolátrico y se abre un camino más hondo de experiencia y de piedad  cristiana (humana)  centrada en el rostro como imagen de Dios, en el cara a cara de nuestra comunión de amor.   No hay más oración que la comunicación de amor entre los hombres, y de los hombres con Dios.  

Santidad, el signo de los icono.

 la santidad cristiana se expresa en el cara a cara de Dios y de los hombres, conocer como somos conocidos,dialogar que dialoga con nosotros (1 Cor 13,12).

En ese sentido, como quiere y dice Pablo, en su culminación al canto al amor (1 Cor 13), que es  canto a la oración de los iconos, se centra eso que he querido presentando como icono Dios en la vida Teresa,  en el santuario que se sigue construyendo a su nombre en Alba de Tormes..

Los santos como Teresa de Jesús son rostro y presencia de Cristo, no por ley (rabinismo), ni  culto sacrifi­cial del templo antiguo, ni por la riqueza y orden exterior de los grandes edifi­cios... Lo que es verdaderamente hermoso, como signo de presencia y diálogo con Dios en Cristo, es el rostro de una persona que nos sigue llamando, dialogando, compartiendo con nosotros la palabra de su vida, como ha sido Teresa de Jesús,  una persona que con su mirada, su palabra y su “reforma eclesial”, empezando con grupitos (sínodos-eclesiales de mujeres) ha querido transformar la humanidad en Cristo.

Bello y santo es  rostro humano que puede expresarse sin velo, en verdad y misterio, el misterio del amor de Dios en Cristo, cara a cara, en comunicación de amor.  En perspectiva de AT  se podía hablar de la belleza de la Sabiduría, de la Ley del pueblo o templo. Pues bien, los cristianos han descubierto en Jesús la concreción de todos esos atributos, al llamar a Cristo  “sabiduría, justificación, santidad y redención de Dios” (cf. 1 Cor 1, 30). El encuentro personal con Cristo es la verdad del evangelio, Un grupo de creyentes (amigos, hermanos) orando juntos en Cristo y por Cristo son revelación y presencia de Dios, como dice Jesús en Mt 18, 20.

Éste es el icono de Cristo: Dos o tres reunidos en su nombre

  Esta es la estética, la piedad cristiana, el rostro real, concreto, sufriente y amoroso, de los hombres y mujeres, con quienes hablamos, y que nos siguen hablando tras su muerte, como Teresa de Jesús, porque tienen algo que decirnos  y nos lo siguen diciendo, por su palabra, por su ejemplo, por su cercanía de “resucitados” a nuestro lado. 

Estos son los santos de icono, como Teresa de Jesús. Ellos no quieren conducirnos hacia mundos puramente imaginario de que no existen; tampoco pretende llevarnos a experiencias de inmersión cósmica,  como si fueran unas drogas que tomamos para “ponernos”. La oración del icono es la de Jesús resucitado, la gracia y belleza de los resucitados con él, como Teresa, la gracia y llamada a la vida de los hambrientos, sedientos, desnudos, extranjeros que nos miran y preguntad, de tal forma que descubrimos en allos al Criso que nos dice: Tuve hambre, tuve sed, fui expulsado, encarcelado…. (Mt 25, 31-46).

 Belleza y santidad del icono es el mismo ser humano, bella es la conversación, el diálogo de amor y de vida entre los hombres, tal como ha venido a culminar en Cristo y tal como se expresa a través de sus amigos como Teresa de Jesús, que empezó con unas mujeres (un grupito como el de las mujeres de la tumba de Jesús, Mc 16, 1-8), hasta doce, no muchos, pues ellas eran toda la iglesia, asambleas sinodales de resurrección.

No empezó a cambiar las grandes iglesias, como quiso León X en el siglo XVI en Roma, ni otros papas posteriores, ni las nuevas comunidades alemanas, como Lutero, ni los grupos de militantes de la Compañía de Jesús (AMDG, con Ignacio de Loyola). Empezó con grupos “sinodales” de mujeres, como debe ser, como fue al principio de la iglesia. En ese sentido he querido evocar el icono de Santa Teresa desde Alba, donde terminó su camino terreno, donde está de nuevo  su “cuerpo” en la urna del Retablo de la Anunciación…  

La oración del icono no consiste en pensar por separado sino en dejarnos pensar, mirándonos y encontrándonos así uno en el otro   y todos en Dios. En ese sentido, los iconos se escriben y se leen, como ha dicho siempre la tradición. Hay “creyentes” que no necesitan icono, como  muchos musulmanes que se inclinan hasta al suelo sin mirarse entre sí. Hay muchos hindúes y budistas que buscan lo divino en su nirvana interior, alejándose de los demás, a través de un yoga de pura interioridad.

Pero muchos de nosotros, de tradición católica y ortodoxa, e incluso evangélica protestante nos sentimos muy bien orando ante el icono, sabiendo que hablar con dios es dialogar en amor con otros  hombres y mujeres con los que convivimos, de forma que el yoga verdadero es “yoga de amo”, unos en otros y con otros.

No se trata de dejar a la gente y “rezar” en lo escondido de tu vida, a solas con el solo, sino de orar dialogando con tu prójimo, a quien debes amar como a ti mismo, como dice Lev 19, 28, con Jesús en Mc 12, 28-35  y Pablo en Rom 13, 8-10-

En verdadero “yoga del icono” no es dejarlo todo y mirarte en el vacío puro (de dios y de ti mismo). El yoga (oración del icono) es dejarte mirar por el “santo” en Cristo, mirarle tú a tu vez, y compartir la mirada, la palabra de la vida  porque  donde se miran y se admiran, se hablan y responden en amor unos a otros, en vida compartid…. Allí está Jesús con ellos (Mt 18, 15-20)

Éxtasis de Santa Teresa (Bernini) Sculpture Du Bernin, Bernini ...

Se trata pues de orar con Teresa y con otros amigos como Teresa,  descubriendo juntos a Dios, descubriéndonos juntos unos a otros en otros, con otros, como los tres “ángeles” o amigos de Dios y de Abraham en Mambré (icono de la Trinidad de Roublev). 

Ampliación teológica     

 En este sentido tenemos que volver a unir la línea de la tradición paulina (2 Cor 1, Col 1) que nos habla de Cristo que es icono de Dios, con el Evangelio de Juan, que le presenta como Palabra. El verdadero icono o imagen se vuelve palabra (se hace presente en la palabra), es decir, en la comunicación de los rostros, de las persona. El verdadero icono o imagen se vuelve palabra. Ese es el principio del arte cristiano. Así culmina y se supera por dentro el proceso iconoclasta del AT. Se prohíben las imágenes hechas, que provienen de la acción fabricadora de los hombres) y se creando un tipo de más alto de iconismo: el mismo rostro del hombre es imagen de Dios en el Cristo.  

Presentación en la basílica de la Asunción de Alba de Tormes (Salamanca) del rostro original de Santa Teresa dentro del estudio hecho en Australia por el antropólogo italiano Luigi Capasso, a partir de sus restos mortales momificados.

El icono es signo de encarnación, pero de encarnación dialogal, pues la presencia de Dios (y/o de los santos) se muestra en el rostro de los humanos, haciéndose visible en la forma y signo de sus “cuerpos”, es decir, de su vida entera. Como expresión muy alta de la humanidad de Dios ha defendido la Iglesia de Oriente (y de Occidente) los iconos.

Et icono es signo de transcendencia… No se cierra el rostro en sí, no sc clausura lo humano dentro de unos límites que son sólo humanos. De manera expresa, en su armonía de colores, for­mas y actitudes, el icono abre el espacio/tiempo de los hom­bres, rasga su finitud y se convierte en signo de infinito'  Por eso, el icono supremo de Dios y de la vida humana se ha representado en los tres caminantes de Mambré….

Et icono es signo de cielo, como expresión del mundo superior y del futuro de la Pascua de Jesús. No habría icono sin resurrección, sin la experiencia del triunfo del Cristo, que ha elevado la carne humana, llevándola a su pleno futuro de gloria. Confesión de fe en el cielo de la Pascua de Cristo: eso son los iconos'

Reconstrucción facial de Santa Teresa de Ávila, por la profesora Jennifer Mann, de la Universidad de Monash (Australia).

Imagen

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Et icono es signo de participación en la economía salvadora, es decir, en el camino de la fe que ha sido recorrido por los antepasados del AT (y de todos los pueblos) que culmina en Cristo y que por Cristo se abre hacia la Iglesia. En ese aspecto, los iconos son un signo del valor de la fe, de la comunión de todos los santos en el único misterio de Cristo.

Conclusión

 Estos días pasados de redescubrimiento de las “reliquias” de Teresa de Jesús en Alba de Tormes, han sido para muchos de nosotros un tiempo de gracia. No por el “morbo” de sacar a un cadáver de su tumba y de verle más o menos modificado o incorrupto, sino por el redescubrimiento de la vida como experiencia y camino de comunión. Los restos de Teresa vuelven mañana (26-5.25) a la urna del retablo de la iglesia de la anunciación de Alba,  espero que sigan allí en paz durante un nuevo siglo.

Pero el icono verdadero de Teresa no son esos restos, ocultos pudorosamente en una urna de plata y mármol, porque así lo quieren muchos devotos que van todos los día a descubrir de algún modo su presencia. El icono de Teresa es su presencia vital en nosotros, animando el camino de vida de las iglesias a través de un camino que puede bien durar otros 500 años, un tiempo propicio  para releer y revivir su obra.

Personalmente me ha servido de ayuda el “busto” de Teresa que los especialistas de este siglo XXI han logrado “reproducir” con los medio más avanzados de la ciencia actual. Personalmente  me ha servido y me sirve de ayuda. Otros me han dicho lo mismo.  Pero ese busto no es todavía el icono verdadero de Teresa. Quiero que artistas de inspiración cristiana, expertos en la vida y obra de Teresa vayan pintando/escribiendo su icono, según estas indicaciones:

 -No quiero ni veo a Teresa a solas, sino  con Cristo, su amigo, pues el icono de Teresa no es ella a solas, ni tampoco Cristo, el icono son los dos, en la Séptima morada de la vida, que es el amor plenamente enamorado.

-No tampoco solos a Teresa y  Cristo,  sino formando parte de un corro o sínodo de amor compartido, un convento, como ella quiso que fuera cada una de sus comunidades religiosas…Teresa a solas no es Teresa, ni es cristiana. El icono teresiano es Teresa en convento de mujeres, cada convento es icono de Cristo, empezando por un grupo de mujeres (cf. Mc 16, 1-8).  

  • Pero tampoco basta Teresa y su convento de monjas (mujeres). Necesito una Teresa de mujeres y varones,  reformando/recreando la iglesia entera desde su “sínodo” particular… No cómo será, pero un buen principio hubiera sido un papa (varón y/o mujer) de carisma teresiano.  Todo se podrá andar, estamos en camino. Sólo una Teresa fundadora/reformadora/animadoras  de comunidades eclesiales podrá reasumir y recrear el santuario de Alba de Tormes, casi cien años parado, pareciendo una triste ruina más que una obra llena de esperanza… Esas “ruinas” en edificación del santuario de Teresa han sido y siguen siendo quizá el mayor reto teresiano del siglo XXI en Alba de Tormes, en la diócesis de Salamanca  y en todo el mundo.

Despedida

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Sólo me queda mostrar mi agradecimiento a los amigos carmelitas que, en medio de dificultades, con gran esperanza y generosidad me/nos han ofrecido como regalo este tiempo de gracia y comunión teresiana, con ocasión de este largo mes de cuidado y veneración del “cuerpo” de Teresa (mayo 2025) en Alba de Tormes.

Debería dar gracias a muchos de ellos, empezando por mi mujer, Mabel, que ha vivido con intensidad este “mes” teresiano, revisando el documento oficial que hoy (26.5.25) se colocará en la urna sellada de su cuerpo.

En especial, voy a citar a  dos compañeros, hermanos y amigos: Miguel Ángel González (prior de los conventos de Alba y Salamanca) y Miguel Márquez, prior general de la Orden del Carmelo Descalzo. Con ellos recuerdo y doy gracias a cada uno de los religiosos  carmelitas de Alba y Salamanca  ycada una de la Madres Carmelitas de los conventos de Salamanca (Cabrerizos) y Alba de Tormes.

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 NOTAS

[1] Desarrollo básico en Patrística. Cf. F. Boespflug y N. Lossky, Nicée II. 787-1987: Douze siècles d’images religieuses, Cerf, Paris 1987; F. Bœspflug, «Le décret de Nicée II sur les icônes» en Connaissance des religions, l'Icône, Paris 1999,7-23; C. von Schönborn, L'icône de Christ,P.. Universitaires, Fribourg 1976.

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