Biblia, Derecho penal y pena de muerte (Manolo Saco y J. Gelpi)

Mi amigo y colaborador J. Gelpi mi ha enviado un estudio sobre unas reflexiones desenfadadas y burlonas de periodista M. Saco (que tiene su propio blog: http://www.manolosaco.com/). Manolo Saco ha criticado duramente la celebración de un Congreso de Juristas Católicos, en el que Antonio Rouco mantuvo la Lección Magistral. Éstos son los temas de fondo del trabajo (¿) de M. Saco. (a)

No tiene sentido hablar de juristas católicos,
como no lo tendría hablar de fontaneros católicos, porque el Derecho es independiente de la Religión. (b) Además, muchos principios jurídicos de la Biblia van en contra de los derechos humanos y son sangrientos (con pena de muerte para homosexuales y adúlteros, por ejemplo). (c) El autor “desprecia” y satiriza las intromisiones jurídicas de R. Varela.
Personalmente, puedo comprender algunas afirmaciones de M. Seco, pero ellas deben matizarse con mucho cuidado. (a) El Derecho no es como la fontanería. Quien ignora las aportaciones de la Biblia al Derecho (en plano de responsabilidad, libertad, autonomía personal y sentido de la alianza, por ejemplo) se descalifica a sí mismo y no tiene “derecho” de hablar del Derecho (ese tema lo ha puesto de relieve J. Habermas, uno de los mejores teóricos del derecho social del siglo XX). (b) Quien ignora los estratos históricos, literarios y teológicos (jurídicos) de la Biblia y cita en el mismo plano jurídico el Código de la Alianza o el Sermón de la Montaña no tiene autoridad para hablar de historia, ni de religión, ni de derecho desde el punto de vista de la Biblia; es como si pusiera en el mismo plano las normas penales de los vaceos, el Código de la X Partidas y la actual Constitución española. (c) Quien desprecia al otro, como el Señor Saco desprecia a Rouco Varela no tiene derecho a que se le escuche.
Podía haber hecho yo mismo la lectura crítica del trabajo (¿) de Saco, pero las reflexiones que me ha enviado mi amigo J. Gelpi resultan suficientes. Dejo que los lectores valoren el comentario que M. Saco que saca las cosas de contexto y mira hacia la Biblia de un modo sesgado, y que reflexionen con J. Gelpi, que ha escrito un largo y hermoso comentario bíblico y cristiano sobre el tema..., desde una perspectiva más espiritual que puramente jurídica.

1) Introducción de J. Gelpi


Un amigo me remitió el artículo de abajo (de M. Saco) que, a decir verdad, en un principio me pareció inapropiado, pues, soy cristiano y en cuanto hijo en la fe de Abraham, también soy judío, y la utilización irrespetuosa de nuestros libros sagrados hiere nuestra sensibilidad. Pero después, el artículo me estimuló a reflexionar, lo cual tengo que agradecérselo a mi amigo Francisco y al autor del articulo, del cual sé ahora que es sevillano y tiene un blog.

La reflexión está hecha como cristiano que soy, y ahora, con todo cariño y humildad, quiero compartirla con ambos y con todos vosotros. No he pretendido rebatir un escrito, que aunque duro para nuestra sensibilidad cristiana y católica, si tiene razón en muchas de las cosas que dice. Tampoco he pretendido buscar ni tener yo la razón y llenarme de ella. Es una reflexión evangélica, pues, soy cristiano y también católico, si bien esta segunda etiqueta es muy secundaria respecto a lo fundamental de ser “cristiano”, es decir, “ser de Cristo”, con todo lo que esto exige, y sabiendo que “no doy la talla para ser considerado discípulo de Cristo”, porque cuando uno reflexiona sobre la exigencia moral de la enseñanza de Jesús y lo que uno está dando, no cabe más que asustarse por la tremenda diferencia que hay en la balanza. Pero Dios es Padre y nos acoge siempre en sus brazos como al “hijo pródigo” de la parábola que recoge Lucas (15, 11-32).

Pero, leamos primero de un tirón todo el artículo y después razonémoslo por partes


2) Manolo Saco, Una justicia divina de la muerte Sep 2009

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1) Que se sepa, nunca hubo un congreso de fontaneros católicos, o de arquitectos católicos, o de cocineros católicos, porque ser católico es un ingrediente inútil para estas profesiones… también. Y sin embargo, este fin de semana hubo un congreso de juristas católicos en la sede de ese oxímoron llamado universidad católica San Pablo CEU.

2) El caso es que allí dio su lección magistral monseñor Rouco Varela para aconsejar a los juristas reunidos que “no se puede legislar en contra de la ley de Dios”, que, como todo el mundo sabe, está condensada en ese libro de disparates conocido como Biblia.

3) De ese congreso saldrán sin duda propuestas divinas para un nuevo Código Penal.

4) Por ejemplo, una simplificación del derecho, y no la actual sucesión engorrosa de normas que sólo sirven para torturar a los opositores a judicaturas: “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, golpe por golpe, herida por herida”. (Éxodo 21:24-25).

5) Estos días pasados hablábamos de los problemas de la educación y la consiguiente falta de auctoritas del profesorado por culpa de que los niños de hoy no vienen educados de casa. He aquí el remedio en un futuro Código Penal elaborado por juristas católicos: “Si un hombre tiene un hijo obstinado y rebelde, que no escucha a su padre ni a su madre, ni los obedece cuando lo disciplinan, su padre y su madre lo llevarán a la puerta de la ciudad y lo presentarán ante los ancianos. Y dirán los padres a los ancianos: este hijo nuestro es obstinado y rebelde, libertino y borracho. No nos obedece. Entonces todos los hombres de la
ciudad lo apedrearán hasta matarlo. (Deuteronomio 21:18).

6) ¿Qué estamos dubitativos sobre la jornada laboral? He aquí la futura propuesta: “Trabajen durante seis días, pero el séptimo día, el Sábado, será para vosotros un día de reposo consagrado al Señor. Quien haga algún trabajo en él será condenado a muerte”. (Éxodo 35:2)

7) La Ley del Divorcio ha atraído sobre nuestras cabezas tantos males, o más, que la del aborto. Matrimonios rotos por un capricho, familias destruidas por una decisión tomada a la ligera. Todo está previsto por los juristas católicos: “Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto el adúltero como la adúltera serán condenados a muerte”. (Levítico 20:10)

8) ¿Y qué decir de los matrimonios gay, la mayor amenaza al santo matrimonio?: “Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables”. Levítico 20:13

9) ¡Cuánto ganará la justicia española cuando de una vez tomen el mando y la iniciativa los juristas católicos, convenientemente azuzados por /Monse/ Rouco Varela!


Ese es el texto del artículo. Veamos ahora



3) MI REFLEXIÓN CRISTIANA ANTE UN ARTÍCULO AGRESIVO (J. Gelpi).

Primer párrafo:

“Que se sepa, nunca hubo un congreso de fontaneros católicos, o de arquitectos católicos, o de cocineros católicos, porque ser católico es un ingrediente inútil para estas profesiones… también. Y sin embargo, este fin de semana hubo un congreso de juristas católicos en la sede de ese oxímoron llamado universidad católica San Pablo CEU”.


Cuando en el artículo se califica a unas personas de “católicos” entiendo que se refiere a “cristianos”, a seguidores de Cristo, a creyentes que quieren vivir conforme a la enseñanza de Jesús para quien no había acepción de personas y en su círculo íntimo, los que llamamos hoy “apóstoles”, se rodeó de pescadores y de un cambista, y en el más amplio de seguidores, había hombres y mujeres, algunas de éstas prostitutas, y entre unos y otras abundaban los pecadores, había gente culta y gente analfabeta, había ricos y pobres, había judíos y gentiles, etc. Y, tanto entonces como hoy, lo esencial del cristiano no está en adornar el cuerpo con un crucifijo ni en pretender mejorar la personal condición humana ni la posición social con la etiqueta de “cristiano”, quizás hubo momentos en los que erróneamente sí se pensó así, pero la esencia del cristiano está en el querer ser “algo” como Jesús, el Cristo, el Mesías prometido al pueblo de Israel, en querer vivir de acuerdo con su doctrina condensada en el “Sermón de la montaña”, que incluye las “Bienaventuranzas”, pero que es mucho más que éstas. Así pues, visto así el ser cristiano, como una exigencia moral que conforma a la persona y que es igual de exigente para todos y que de todos espera una respuesta muy exigente, por eso “confieso” con toda humildad que “no doy la talla como cristiano”, y no obstante, quiero ser cristiano.

Pues bien, leyendo el artículo, se ve claramente que el autor no deja títere con cabeza y, siendo suaves en nuestra apreciación, le parece mal la celebración de un “Congreso de juristas católicos”, así como que lo hagan en el ámbito de una Universidad “católica” y que les dirija la palabra un obispo, monseñor Rouco Varela. Y, a lo largo del artículo y con éste de conjunto, se busca la descalificación de los mencionados juristas, de la Universidad de San Pablo por tener la etiqueta de “católicos” y a monseñor Rouco Varela por otras insinuaciones. Con el calificativo de “oximoron” se descalifica a esta Universidad por su contradicción entre la “universalidad del saber” al que debería aspirar y su aparente “autolimitación” o “cerrazón” en el universo “católico”. Está claro que el autor está negando a todas estas personas y a esta institución derechos fundamentales que sí reconoce nuestra Constitución, como el “derecho de reunión”, el “derecho a la libertad de cátedra”, el derecho al tipo de formación que las personas demandan según su creencia. ¿No cree el autor que las personas responsables de la Facultad de Derecho de esta Universidad son muy libres y están en su derecho de organizar un congreso y de invitar como ponentes a las personas que crean convenientes?. Asimismo, ¿no pueden invitar a su congreso a un obispo que es especialista en Derecho, pero que no lo hacen por esta condición sino por el hecho de ser el “obispo de la diócesis” en la que tiene lugar el Congreso?. En realidad, para presidir la Eucaristía que concluiría el Congreso bien podría valerles cualquier presbítero vinculado al lugar y a la institución, pero quizás pensaron a lo humano en este asunto y no cabe duda que da más nombre el Señor arzobispo de la diócesis, no obstante ejercieron su derecho de invitar a quien les pareció más adecuado o conveniente. No sé si el autor del artículo tenía en cuenta otras connotaciones, que debería haber expuesto.

Ahondando en la ridiculización y descalificación de los susodichos juristas, de la universidad que los acogió y del arzobispo que se reunió con ellos, se afirma que “nunca hubo congresos de fontaneros católicos, o de arquitectos católicos, o bien de cocineros católicos, porque ser católico es un ingrediente inútil para estas profesiones”. En fin, congresos de estas otras profesiones que se mencionan sí que los hay, afortunadamente, aunque otra cosa es que lo hagan con el calificativo de “congresos” y de “católicos” y otra más que inviten o dejen de invitar a un obispo para que les vaya a hablar, pero, como es lógico, un jurista está más próximo a la moral de las personas y de la comunidad, que esos otros colectivos profesionales, aunque a nivel personal es necesario reconocer que todo profesional, de la actividad que sea, debe actuar conforme a unos principios éticos y morales y no podemos dejar de afirmar que detrás de muchas obras arquitectónicas hay un gran estudio humanístico y teológico.

El autor del artículo trata de “poner en guardia” a sus lectores ante el temor que le suscita el “coco” católico e insiste en que lo “católico”, para él sinónimo de “retrógrado”, trata de cerrar puertas y ventanas, y arrastrar a la sociedad a tiempos pretéritos. ¡En fin!, se ve claramente que es un temor infundado. Afortunadamente el humanismo cristiano que impregna a las personas reunidas en este congreso y en el ámbito de la institución mencionada, es sumamente respetuoso de la “dignidad, valores, derechos y deberes” de la persona y, si el autor del artículo hubiese prestado atención a todo el programa habría visto que el congreso concluía con la celebración de una “Eucaristía” presidida por monseñor Rouco Varela. Y no resulta nada baladí concluir de este modo porque nuestra “Eucaristía”, congrega a personas de todas las condiciones sociales y profesionales, incluso étnicas, pues, afortunadamente, nuestra sociedad se ha vuelto muy “cosmopolita”, y, en esa amalgama social, compartimos la “liturgia de la reconciliación y el perdón”, la liturgia de la Palabra, la ofrenda eucarística, la conmemoración de la muerte y resurrección de Ntro. Señor Jesucristo, y compartimos la “comunión”, y todo ello como expresión de ese querer conformar nuestras vidas individuales y nuestro ser social al mensaje de Jesús y construir su Reino de Amor y Paz ya en este mundo. Pero claro, volvemos a toparnos con que esta construcción del Reino de Dios afecta a las conciencias y a la moral y éstas, como estamos viendo en demasía, entra en conflicto con algunas leyes que aprueba una Cámara de Representantes del Pueblo y que dan lugar a la “objeción de conciencia” de aquéllas, de ahí que nuestros juristas, sean católicos o no, hayan sentido la necesidad de organizar un Congreso para estudiar y reflexionar sobre temas como:

- Derecho y Moral: implicaciones actuales
- Conflictos entre la Ley Natural y la Ley Positiva
- El Derecho ante la Ideología de género
- Antropología, Familia y Vida
- Objeción de conciencia

Pues, son las cuestiones que les plantean los ciudadanos en el día a día.

Fijándose pormenorizadamente en los temas que pretendían estudiar, se ve claramente que las reflexiones girarían en torno a la “justicia” y a la “ética” de la ley, así como en las relaciones que debe haber entre ley, conciencia y moral. Y analizando la publicidad e información que se daba, no se aprecia “restricción” de asistencia y parece correcto que adviertan que el congreso, las ponencias y los debates se hacen desde la “moral católica”, porque, a fin de cuentas, la gran mayoría de este país seguimos siendo católicos, y la aprobación de leyes, como ya he dicho, está poniendo a prueba nuestra conciencia y nuestra moral individual y colectiva. Sin embargo, en el artículo, no se hace mención de nada de esto y uno no puede dejar de preguntarse por el posible porqué del autor. ¿No es acaso plausible el esfuerzo “reflexivo” de este colectivo?, ¿qué teme el autor: que hubiesen hecho una convocatoria restringida al poner el calificativo de “católico” o que elaborasen una legislación paralela?. El autor de este artículo sí llega a afirmar esto último en el siguiente párrafo.

Segundo párrafo:

“El caso es que allí dio su lección magistral monseñor Rouco Varela para aconsejar a los juristas reunidos que “no se puede legislar en contra de la ley de Dios”, que, como todo el mundo sabe, está condensada en ese libro de disparates conocido como Biblia”


No he asistido al Congreso y, por la información que manejo, desconozco si monseñor Rouco Varela dio alguna lección magistral y, si lo hizo, no sé sus contenidos. Lo que sí sé por el programa es que monseñor Rouco Varela presidiría la Eucaristía con la que se clausuraría el congreso. También desconozco si hizo homilía en la misma y su contenido, pero, de haberlo hecho, no creo que haya ido en contra de los “principios cristianos que iluminan la moral” ni de los “derechos y deberes del ciudadano” reconocidos en nuestra Constitución o en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Y supongo que el autor del artículo que comentamos es consciente de que tanto unos como otros están impregnados del “humanismo cristiano”. De todos modos, por simple sentido común, supongo que tanto la intervención del señor arzobispo Rouco como las distintas ponencias y debates habrán girado en torno a la “justicia” y a la “ética” de la ley. Y reconocerá el autor del artículo que, por el hecho de que un “Parlamento” apruebe una ley, no es una razón suficiente para afirmar que tal o cual ley tenga la condición de “justa” y “ética”. De ahí se desprenden precisamente las grandes diferencias jurídicas entre países y entre momentos históricos.

Bien, avanzo en el artículo y veo que se le da a la Biblia el calificativo de “libro de disparates”. La Biblia, sabe bien el autor del artículo, es un conjunto de libros que los judíos y los cristianos consideramos “revelados” o mejor “inspirados” por Dios y que en ellos se entremezclan las palabras humanas con las que podemos atribuir a Dios. Y, aunque haya en ellos pasajes de difícil comprensión, debemos considerarlos siempre dentro del conjunto, que es como hay que leerlos, pues, sólo así se les puede dar explicar y comprender. Asimismo, en estos libros sagrados se entremezclan “leyes humanas” y “leyes de Dios”, que debemos ver además en una evolución temporal y condicionadas, sobre todo las humanas, por el momento histórico del pueblo de Israel. Otra cosa es pretender “entresacar” de su contexto algunos versículos o “mandamientos” como hace el autor del artículo con la pretensión de desprestigiar y ridiculizar.

Tercer párrafo:

Se hace una afirmación categórica en la que se priva a los demás de todo derecho y de toda capacidad de pensar y de llegar a conclusiones racionales y aceptables para el conjunto de la sociedad. Actúa el autor como un crítico “clarividente”, “mordaz” y “desconfiado” e, irónicamente, se aventura ya un resultado:

“De ese congreso saldrán sin duda propuestas divinas para un nuevo Código Penal”


El autor emplea hábilmente y con socarronería el concepto de “divinas”, junto con las afirmaciones e insinuaciones de otros párrafos, no sólo para “desprestigiar” y “condenar” a todas las aludidas personas y su posible trabajo de reflexión en el congreso, que muy bien puede ser útil a la sociedad de la que forman parte, sino que además da por sentado que pretenderán presentar “nuevo Código Penal”. Y para reafirmarse en esta condena y descalificación, fundamenta su afirmación en unos versículos del Antiguo Testamento que, efectivamente contienen “normas de conducta y leyes” que sí fueron aplicadas en un contexto social e histórico, pero que afortunadamente hace ya tiempo que son un triste mal recuerdo.

Ahora bien, toda esta descalificación que hace el autor del artículo se asienta sobre una premisa errónea que ya ha dado por establecida con anterioridad, esta premisa no está expresa pero sí implícita en el sentido que le da al escrito y que podemos expresar de este modo “como son católicos no se puede esperar nada bueno de ellos”, que viene a ser como aquel “de Galilea no puede salir nada bueno”, pero sí salió el Cristo, afirmamos los cristianos.

¡En fin!, que el maximalismo que rezuma este artículo es de una contundencia que asusta.

Cuarto párrafo:

Por ejemplo, una simplificación del derecho, y no la actual sucesión engorrosa de normas que sólo sirven para torturar a los opositores a judicaturas: “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, golpe por golpe, herida por herida”. (Éxodo 21:24-25).


A pesar de reconocer que el actual panorama jurídico [español] es una “sucesión engorrosa de normas” hace dos descalificaciones más de este congreso y de todos los juristas en él congregados: por un lado aventura que pueden hacer “una simplificación del derecho” y por otro, afirma que no serán capaces de ir más allá de una norma “bárbara” como es la ley del talión que, por cierto, no es original del pueblo hebreo, sino de todos los pueblos de Oriente Medio y que alcanzó su máximo esplendor con el Código de Hammurabi. Esto códigos, que hoy nos parecen “bárbaros” en el sentido de “brutos”, en su momento, fueron considerados códigos de justicia avanzados, por eso eran copiados por los pueblos de su entorno. Y en este movimiento jurídico estuvo envuelto también el pueblo hebreo.

Ahora bien, frente a este Código se alza el nuevo mandamiento de Jesús: “38Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente.39Pues yo os digo que no opongáis resistencia al que os hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en [tu] mejilla derecha, ofrécele también la otra.40Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto.41Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil.42Da a quien te pide y al que te solicite dinero prestado no lo esquives.43Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.44Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen.45Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.46Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué premio merecéis? También hacen lo mismo los recaudadores.47Si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? También hacen lo mismo los paganos.48Sed, pues, perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto (Mt 5, 38-48).

¿Empieza a comprender el autor del artículo por qué el que escribe esta réplica ha confesado de entrada que no da la talla como “cristiano”?

Pero sigamos con la enseñanza moral de Jesús, quien juzgando el conjunto de la Ley, la Torá, en su “Sermón de las bienaventuranzas”, que es el centro de toda su doctrina moral, nos propone un enigma que nos resulta difícil de entender: 17No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas. No vine para abolir, sino para cumplir.18Os aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una letra, ni una coma de la ley dejará de realizarse.19Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos preceptos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el reino de Dios. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será considerado grande en el reino de Dios.20Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de Dios (Mt 5, 17-20)

Quinto párrafo:

Estos días pasados hablábamos de los problemas de la educación y la consiguiente falta de auctoritas del profesorado por culpa de que los niños de hoy no vienen educados de casa. He aquí el remedio en un futuro Código Penal elaborado por juristas católicos: “Si un hombre tiene un hijo obstinado y rebelde, que no escucha a su padre ni a su madre, ni los obedece cuando lo disciplinan, su padre y su madre lo llevarán a la puerta de la ciudad y lo presentarán ante los ancianos. Y dirán los padres a los ancianos: este hijo nuestro es obstinado y rebelde, libertino y borracho. No nos obedece. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta matarlo. (Deuteronomio 21:18).


Sigue el autor del artículo condenando, pero esto es lo que dice Jesús, el Cristo, el cual nos pide un cambio de valores y de actitudes. Por ejemplo, cuando le anuncia el “gran misterio”, lo que será la esencia del kerigma o esencia de la fe cristiana, sus discípulos se van hacia la consecución de honores y poder, hablando en un plano puramente humano: “En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: — «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.». Pero [los discípulos] no entendían aquello [de lo que les hablaba], y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: — «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.». Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado” (Marcos 9, 30-37)

Es decir, que para ser el más grande es necesario hacerse el servidor de todos y en este cambio de perspectiva el modelo a imitar es el niño, el más débil y el más inocente, por eso Jesús es tremendamente amenazante defendiendo al niño: «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar” (Mc 9,42). ¡Y hay tantas formas de escandalizar a los pequeños en el ámbito de la familia y en el ámbito de la sociedad!

Los padres no pueden eludir su responsabilidad en la educación de sus hijos y, para afrontar esta responsabilidad, la primera es “formarse ellos” y responder antes sus hijos con su conducta humana y moral, porque, de lo contrario no servirán de nada los esfuerzos de la sociedad, pero también ésta en su conjunto ha de mejorar mucho para dar lugar a las condiciones idóneas de desarrollo de la persona humana.

Sexto párrafo:

¿Qué estamos dubitativos sobre la jornada laboral? He aquí la futura propuesta: “Trabajen durante seis días, pero el séptimo día, el Sábado, será para vosotros un día de reposo consagrado al Señor. Quien haga algún trabajo en él será condenado a muerte”. (Éxodo 35:2)


Sobre la Ley del sábado es muy fácil contestar: 23 Sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. 24 Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?» 25 El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, 26 cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?» 27 Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. 28 De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.» (Mc 2,23-28).

Pero, por si fuera poco la enseñanza teórica, el dio ejemplo práctico: “1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. 3 Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» 4 Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. 5 Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano. 6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle. 7 Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él” (Mc 3, 1-8). Y en Jn 9,1-41 se puede leer el impresionante relato de cuando Jesús curó a un ciego en sábado.

Jesús nos obliga a dar una respuesta moral adecuada en todo momento.

Séptimo párrafo:

La Ley del Divorcio ha atraído sobre nuestras cabezas tantos males, o más, que la del aborto. Matrimonios rotos por un capricho, familias destruidas por una decisión tomada a la ligera. Todo está previsto por los juristas católicos: “Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto el adúltero como la adúltera serán condenados a muerte”. (Levítico 20:10)


La respuesta de Jesús sobre el adulterio está representada en el relato de Jn 8,1-11: “1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» 6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» 8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. 10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» 11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (Jn 8,1-11)

Jesús no condena a la adúltera, la defiende, la perdona y le pide que “no peque más”. Pero, para sorpresa nuestra, Jesús sí va más allá del adulterio en su exigencia moral: “27Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.28Pues yo os digo que quien mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.29Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que ser arrojado entero al infierno.30Y si tu mano derecha te lleva a pecar, córtatela y tírala lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que terminar entero en el horno.31Se dijo: Quien repudie a su mujer que le dé acta de divorcio.32Pues yo os digo que quien repudia a su mujer --salvo en caso de concubinato-- la induce a adulterio, y quien se case con una divorciada comete adulterio” (Mt 5, 27-32).

Octavo párrafo:

¿Y qué decir de los matrimonios gay, la mayor amenaza al santo matrimonio?: “Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables”. Levítico 20:13


Sobre gays y lesbianas no hay en el Evangelio un texto específico y sí en las cartas apostólicas, pero para esta respuesta, bien puede valer la enseñanza de Jesús sobre la mujer adúltera y este otro genérico sobre la conducta de cada uno: 43 «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. 44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. [Pues así también] 45 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca” (Lc 6,43-45). Y es que cada uno ha recibido unos dones, unos carismas y su obligación moral es el desarrollarlos.

Noveno párrafo:

¡Cuánto ganará la justicia española cuando de una vez tomen el mando y la iniciativa los juristas católicos, convenientemente azuzados por /Monse/ Rouco Varela!

El autor termina el artículo del mismo modo que lo comenzó: ¡descalificando y condenando! Yo, sin embargo, acogiéndome a ese principio constitucional de que todo ciudadano actúa de buena fe, creo que estos juristas, como cristianos que son, interpelados por su llamada cristiana simplemente tratan de acercarse a lo que Jesús nos dijo sobre la perfección personal: “13Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Sólo sirve para tirarla y que la pise la gente.14Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte.15No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa.16Brille igualmente vuestra luz ante los hombres, de modo que al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo” (Mt 5, 13-16).

Este mandato de ser sal de la tierra y luz del mundo no es para buscar la gloria humana, ni el poder ni las riquezas, sino que es la consecuencia de la “gracia que nos ha sido dada gratuitamente por el Cristo: nos ha dado la dignidad de ser Hijos de Dios y tenemos que obrar como Hijos de la Vida, de la Luz y del Amor en la construcción del Reino de Dios”. “Venga a nosotros tu Reino”, rezamos en el Padre Nuestro, pero tenemos que pensar que decimos “danos tu gracia para construir tu Reino”.

Para concluir, parece que el autor del artículo se empeña en atribuirnos a los cristianos y, en especial, a los católicos, una obsesión enfermiza por la pena de muerte como castigo, obviando que en este país la pena de muerte la hemos prohibido por la Constitución que hemos sancionado una grandísima mayoría de católicos. No obstante, sí podemos reconocer que en la conducta del hombre, no sólo de católicos, sino en general, hay una tendencia al empleo de la violencia, tanto para defenderse como para castigar, y Jesús se enfrentó a esta actitud manifestada también entre sus Apóstoles: “51 Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. 54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» 55 Pero volviéndose, les reprendió; 56 y se fueron a otro pueblo” (Lucas 9, 51-56)

Ya el Salmista iba más allá de los castigos atemorizantes y afirmaba que la integridad ética de la persona es lo que cuenta para Dios: “1 Yahveh, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte? 2 El que se comporta honradamente, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón, 3 y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo; 4 no se deja arrastrar por el impío, y escucha a los que conocen a Yahveh; que jura en su perjuicio y no se retracta de la palabra dada. 5 No presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño del inocente. Quien obra así jamás vacilará” (Salmo 15, Vulgata 14).

Y Jesús incide en que esa actitud moral tiene que tener su máxima expresión en la caridad para con el hermano: “21Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás; el homicida responderá ante el tribunal.22Pues yo os digo que todo el que se deje llevar por la cólera contra su hermano responderá ante el tribunal. Quien llame a su hermano inútil responderá ante el Consejo. Quien lo llame loco incurrirá en la pena del horno de fuego.23Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti,24deja la ofrenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda.25Con quien tienes pleito busca rápidamente un acuerdo, mientras vas de camino con él. Si no, te entregará al juez, el juez al alguacil y te meterán en la cárcel.26Te aseguro que no saldrás hasta haber pagado el último céntimo” (Mt 5, 21-26).

Y nos da una vuelta de tuerca más en esta exigencia moral cuando nos habla del Juicio final: “31 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. 32 Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." 37 Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" 40 Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". 41 Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." 44 Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" 45 Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." 46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.» (Mt 25,31-46)

Me gustaría quitar de esta enseñanza la referencia al castigo eterno y a la vida eterna, pero es la enseñanza del Señor, aunque como hijo, quiero confiar más en el amor que se nos da gratuitamente, aunque no lo merezcamos, y nosotros estamos en la obligación moral de compartir con los hermanos, también contigo, hermano, a quien agradezco que con tu artículo me hayas obligado a meditar sobre el fundamento de mis enseñanzas cristianas.

¡La paz sea contigo!
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