"Quiero evocar siete dificultades del barco de la iglesia, para presentar después siete esperanzas y tareas" Gracias, Francisco, por tus doce años. Cúrate y saca el barco del puerto Vaticano

Gracias, Francisco, por tus doce años
Gracias, Francisco, por tus doce años

Hace doce años (13.3.13) los cardenales eligieron al Papa  Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco de Asís, recordando que la Iglesia debía volver a la pobreza hecha fraternidad, al evangelio sin glosa.

Doce años son muchísimo tiempo para los que esperan impacientes unos cambios que parecen necesarios, aunque resulte difícil concretarlos. Pero son poco para el ritmo de tiempo de una Iglesia hecha de siglos, parada en el XVI y XIX (Trento y Vaticano I), atrancada en el XI (reforma gregoriana), arraigada en el IV (sistema sacral helenista y romano). Con esta ocasión quiero evocar siete dificultades del barco de la iglesia, para presentar después siete esperanzas y tareas

Loup Besmond de Senneville - Catholic news – La Croix International

No todas las esperanzas dependen de que el Papa se cure y tome de nuevo, al menos por un par de años, el timón del barco de Pedro. Pero es bueno que se cure, que nos anime unos años, que deje enderezado el rumbo de la iglesia católica, sacando su barca del puerto Vaticano, para que también nosotros pongamos al viento del aire de Dios y de la vida nuestros barcos. 

SIETE DIFICULTADES. UN BARCO VARADO EN LA ARENA  

¿Tiene miedo de salir al alto mar? Ciertamente, Francisco ha realizado signos significativos, en su lenguaje más cercano, en su forma de acercarse a los marginados, en su libertad frente a las instituciones de poder, en su manera de condenar un capitalismo despiadado, con la destrucción anti-ecológica de los pobres, criticando las instituciones de poder. Pero no todos están de acuerdocon esos pequeños movimientos, especialmente entre sus hermanos de episcopado. Así me lo ha dicho un amigo (colega de escuela, obispo en las Américas): “Desengáñate, Xabier, todo esto es un bluff, un maquillaje de imagen, nos está engañando. Hace que se mueve, un paso hacia adelante, para quedar otra vez donde estaba, en la vía muerta de la arena vaticana, convertida. Tú has estado en Roma, sabes lo que es aquello. Se dice que algo cambia para que no cambie nada. La maquinaria sigue indiferente a lo que diga el Papa.

Que cambie todo para que no cambie nada. Así me ha dicho un Catedrático de Teología: “Francisco dice cosas, y algunas importantes, pero donde no tenía que decirlas”:Volviendo tras un viaje de avión, en rueda de prensa informal, ante periodistas, pero luego nada… Le falta seriedad: Repite ocurrencias de momento, titulares de periódico, para que la gente se entretenga. Pero los que estudiamos y enseñamos historia de la iglesia vemos que es poco más que engaño. Pequeños cambios externos, mucho protagonismo, Viva il Papa otra vez, con pequeños matices en el nombramiento de obispos, pero luego todo igual. El Papa crítica a ciertos grupitos de iglesia, pero luego nada”. El evangelio no ha pasado por muelle del Vaticano, convertida en Sepulcro donde han enterrado a Pedro para que no salva a vivir a la calle con el aliento de Jesús”.  

Descargar LA PALABRA SE HIZO CARNE /TEOLOGÍA DE LA BIBLIA de Xabier ...

En la familia todo igual. Un antiguo me sigue rebatiendo, después de haber leído un libro que escribí sobre la familia en la Biblia, según el Vaticano: Sí, le interesa el tema de la familia. Conoce la calle algo más que los papas anteriores, pero la conoce por haber pasado algunas veces por allí, sin haber vivido y sufrido sus problemasCiertamente, ha querido que la Iglesia sea realista ante la nueva realidad de la familia, parejas de hecho, amores y soledades múltiples, libertad sexual, formas de ser distintas (con hetero- y homo-sexualidad y otros asuntos)… Sin duda, quiere una mater-paternidad responsable… Esas cosas de las que tú has hablado en tu libro sobre La Familia en la Biblia. Pero luego todo sigue igual. Seguimos ante una iglesia de clérigos que sólo conocen la problemática familiar de un modo sesgado, de oídas y escondidas”.

. Parece que la joya de su corona es la lucha contra la pederastia clerical… me dice otro, y está muy bien. Fíjate que ha dedicado a eso la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¡Qué diría Pio V si levantara la cabeza! Pero resulta que todo termina en una foto y en unas cuantas frases. Mientras no cambie el tipo de clero (¡que no está para cambiar!) todo seguirá lo mismo. Tú sabes bien que todos, incluidos los ministros del evangelio (y ellos más que todos los restantes, pues han de ser maduros en amor) necesitan un “escape”, un desaguadero, como decía Teresa de Jesús, que algo sabía de estas cosas.Sólo cuando la afectividad del clero sea clara y claramente se despliegue, como testimonio de evangelio y no al servicio del poder eclesial podrán aclararse algunos temas. Una parte del clero de la iglesia, con su valor inmenso, vive en estado de frustración. Y por lo que parece, el Papa no ha hecho todavía en ese campo nada. Quizá el problema es que haya simplemente clero, es decir, clericalismo. El Papa dice muchas cosas sobre esto y las dice bien… pero entre el dicho y el hecho hay mucho trecho  Quizá no puede más…Hace falta tiempo y evangelio.

¡Ah, el dinero! Está muy bien lo que va diciendo el Papa Francisco, añade un cristiano de base, comprometido en la lucha contra la pobreza. Noticias y más noticias, me recuerda, comisiones y más comisiones sobre el IOR y el Banco Vaticano, con expulsiones y protestas de los expulsados. Pero en el fondo todo sigue igual. Napoleón decía que “cuando quiero que una cosa se haga la hago, y cuando no quiero se haga nombro una comisión”. Así parece que estamos en el reino de las comisiones, con cardenales o funcionarios de Curia en la foto, pero siempre los mismos, sin cesar lo mismo, pequeños retoques que llegarán, a lo más, a la supresión del secreto bancario,con lo que debía haberse empezado. ¡No, no ha hecho nada este Francisco, me dice diciendo este cristiano! ¡Tenía que haber empezado con un golpe de mano, cambiar las cosas desde el fondo, suprimir toda pareja de hecho entre Vaticano y Capital…! ¡El Papa tiene autoridad para hacerlo, pues que lo haga, y que no se ande con medias tintas, que sólo sirven para titulares de prensa que a algunos nos están cansando! Y si hace falta suprimir el estado Vaticano que se suprima, que no pasa nada.

El sexto pecado no es el sexo, sino la Curia Vaticana, me dice un viejo amigo, que quisiera volver a creer en la Iglesia, pero que no encuentra aún razones para ello. El Papa Francisco nombró hace tiempo una comisión de C8 cardenales encargados de la Reforma, que se juntaban un par de veces al año para decir cada vez que el Papa es muy bueno y que las cosas andan bien, que llegará la luz… pero ese parto esperado de montes no llega. Estas cosas, añade, hay que hacerlas rápido, y no basta una Reforma, que desemboca en un más de lo mismo. Es necesaria una Ruptura, romper la baraja del sistema, del matrimonio con el capital, abrir un camino que sea radicalmente evangélico (como Jesús, que empezó en la calle), para trazar una forma distinta de comunicación cristiana, fundada en el encuentro directo entre personas, sin nudos  de poder superior, como los de ahora, volver a la raíz, “rifare daccapo” como decían los sabios cardenales de antaño y ese capo o cabeza desde el que se debe rehacer, recrear no es otro que el Jesús caminante, que no necesitaba este tipo de curias. (¡Pienso que el Papa Francisco está decidido a retomar y trazar un nuevo camino en este campo; sino, tiempo al tiempo, si el papa se cura. Lo que pasa es que los temas se resuelvan cuando las cosas están maduras... Esperemos que viva muchos años Francisco). 

Xabier Pikaza, La familia en la Biblia by Iglesia Presbiteriana Ammi ...

El séptimo es la mujer o, mejor dicho, la igualdad en la iglesia. Hay docenas de titulares en los que el Papa habla de la dignidad de la mujer, de la igualdad de los hombres y mujeres en la Iglesia, me dice Eloísa, que me llamó el otro día, día de la mujer (8.3.25), diciendo: “He visto a tu Papa echando flores a las mujeres desde la barrera del balcón del Vaticano, pero no permite que ellas sean sin más personas en la iglesia, en igualdad de derechos y deberes”. Es como si la Iglesia tuviera un miedo ancestral a las mujeres, como si necesitara “domesticarlas”. Así me decía Eloísa, no sé si es cierto. Pero me ha dicho que en los barracones del Puerto del Vaticano hay un letrero que dice “vietato a donne” o “divieto di ingresso per le donne” (prohibido entrar a las mujeres). Estas cosas (de la importancia e igualdad de las mujeres en la Iglesia) no se dicen, se hacen, sin más programas, sin más discusiones, volviendo a la raíz del evangelio (¡no hay varón, no hay mujer, hay seres humanos” Gal 3, 28).

Si se ponen a buscar razones los escolásticos de turno podrán encontrar justificaciones para todo, como el Diablo de las tentaciones de Jesús. (Parece que el Papa ha dicho que en el campo del "sacerdocio" de las mujeres la cuestión está zanjada. Se pone como excusa el tema de la mujer como distinta del varón, por género o por sexo… Pero en nuestro caso el tema es el del sacerdocio  Sólo la nueva visión de los ministerios con la igualdad radical entre hombres y mujeres hará que podamos creer en el evangelio en la iglesia). No es quizá bueno centrarse en estos siete "pero" de la marcha de Francisco, pues través de ellos se ofrece una visión sesgada de su pontificado. Quizá el problema radical sea la muerte de un tipo de “religión de  obediencia y poder. El problema es el deseo de poder, un tipo de lucha universal de todos contra todos, un miedo  cerval al fracaso y a la muerte, con una indiferencia total por los otros…  Pero quizá para empezar esos siete problemas de estos doce últimos años con Francisco sean importantes.

SIETE A FAVOR. LA “NAVEGACIÓN” DE FRANCISCO

Recordando la famosa palabra de Galileo Galilei, frente a los siete peros anteriores (¡aquí nada/nadie se mueve), me gustaría contestar “eppur si muove”, y sin embargo se mueve. Galileo se refería a la tierra, que muchos preferían parada/clavada en el suelo del centro de todos los espacios. Yo quiero referirme al barco de la Iglesia de Francisco que lleva varadoen su pequeño puertoVaticano desde hace siglos. Nadie recuerda cuándo se movió por última vez, aunque intentó hacerlo en el Concilio (1962-1965), pero cuando empezaba la máquina a moverse la pararon. Éste es el tema, que Francisco y otros muchos con él pongamos en marcha un barco viejo, para que navegue no a la cabeza de la humanidad sino con la humanidad, al servicio de la vida, es decir, del Dios encarnado por Jesús en la historia concreta de los hombres. Desde ese fondo, antes de precisar los siete puntos del sin-odo o “syn-navegacion”de ese baarco, quiero recordar los cinco momentos del programa de Francisco en Evangelii Gaudium:

  1. Primerear, tomar la iniciativa. Jesús ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, la Iglesia sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos.
  2. 2. Involucrarse. Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, así tiene que «oler a oveja».
  3. 3. Acompañar. La Iglesia debe acompañar a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico.
  4. 4. Fructificar. La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña.
  5. 5. Festejar. Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar». Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien.

1.Recuperar a Jesús, volver al evangelio

Éste es el punto de partida, volver a la calle y marde los hombres, como hijo Jesús… Estoy convencido de que es esto lo que quiere hacer Francisco. En un mundo sin certezas, con grandes dolores, los cristianos deben ofrecer y proclamar el mensaje de Jesús, como experiencia gozosa de vida, testimonio de trascendencia y compromiso de humanidad, al servicio de los más necesitados. Ese mensaje no sirve para confirma lo que había (un orden superior ya dado, un Vaticano), ni para sacralizar el sistema imperante, sino para encender una luz y ofrecer una experiencia alternativa de humanidad en la navegación de la vida La Iglesia sólo puede ofrecer ese mensaje a través de su palabra y con el testimonio de su vida, volviendo con Jesús al mundo concreto de los hombres y mujeres que parecen y están a veces muy perdidos en el mundo. El principio de renovación de la iglesia es Jesús. Lo que la Iglesia puede aportar en la singladura de la humanidad navegante por mares y espacios de vida es Jesús, Reino, un proyecto que los primeros cristianos han retomado tras la pascua (por la pascua) de la entrega de vida de Jesús.

Éste es un Jesús a quien ahora (principios del siglo XXI) debemos situar ya en un mundo post-cristiano, donde ya no puede probarse la existencia de Dios en un nivel científico-social, pues todo sucede como si Dios no existiera y la Iglesia no importara. Pues bien, en este mundo, la Iglesia de los seguidores de Jesús no puede entenderse ya en un plano de poder (con privilegios especiales, como Estado o sistema religioso), sino como grupo que ofrece el testimonio de su vida y mensaje en un contexto esencialmente pluralista. Creo que por ahí avanza barco que Francisco quiere poner en marcha, sacándolo de la arena o puerto cerrado del Vaticano

2. Un mundo distinto, Dios encarnado y comprometido

Por eso, los cristianos ya no pueden entenderse como “sociedad total” (con pretensión de verdad sobre los otros), sino como presencia kerigmática es decir, como fermento, dentro de una sociedad civil autónoma donde nadie puede arrogarse una pretensión de saber y poder absoluto (ni los creyentes, ni los no creyentes; ni los cristianos, ni los fieles de otras religiones). La iglesia ya no está por encima de los otros, como Madre y Maestra que resuelve todos los problemas desde su “trascendencia”, sino que ella se inserta en el espacio de una humanidad amenazada por su propio diluvio (en medio de un diluvio universal de 40, 400 o 4000 años de aguas amenazanates,, para así dialogar con todos, ofreciendo sin imposición superior su ejemplo de vida. Pienso que eso quiere, que está empezando a realizar el papa Francisco. Según eso, antes que la Iglesia como poder está el hombre concreto, los hombres en riesgo y riqueza vital…No se trata de discutir y echarse la culpa unos a otros, sino de apoyarse y ayudarse unos a otros en la gran travesía de la vida, con los animales al lado, en el gran arca de Noé.

En este barco pensado para cruzar mares y superar diluvios hay muchos que saben, pero entre ellos está Jesús, que es testigo del Dios compañero, que no se impone con poder desde lo alto (como clave ontológica de realidad), sino que se ofrece en Persona, ofreciendo su Vida y entrando en la vida de los hombres, asumiendo el sufrimiento de la realidad, de un modo purificador y creador, en compromiso personal, para transformar todo lo que existe. 

Pienso que aquí se sitúa el programa de Francisco, en el paso de un “Dios de poder” (que organiza las cosas desde arriba, para tenernos sometidos) a un Dios hermano, es decir, de “kénosis”, un Dios de Jesús que se introduce y vive en la vida de los hombre. Éste es el gran anuncio de la Iglesia, la buena noticia (evangelio) de su vida que algunos creyentes de cristiandad envejecida parece que no han entendido todavía, pues da la impresión de que quieren que la Iglesia se pueda seguir imponiendo como antes sobre el mundo.

3.  En gesto de solidaridad, a paso de hombre Francisco sabe que el mensaje y camino de Jesús ha de entenderse como experiencia y tarea de solidaridad, dirigida a superar en lo posible el sufrimiento, ofreciendo y compartiendo unos estímulos de vida. Pues bien, en ese contexto, los cristianos no pueden apelar a una verdad antecedente para imponerla desde arriba (su verdad no se prueba, ni refuta con razones), pero pueden (y deben) ofrecer un camino compartido de experiencia y esperanza sanadora, que les permite superar la angustia de la muerte. Por eso, ellos no quieren crear un sistema sagrado, que domine sobre el mundo, sino abrir para mujeres y hombres unos espacios de libertad y diálogo interhumano, en gesto de comunión personal. En principio, el Dios de Francisco (de sus discursos y sus gestos) ya no aparece como Señor impositivo (dominando desde arriba la historia de los hombres), sino como amor y vida encarnada, al servicio del despliegue de la vida, desde el interior de la historia. El dios de la filosofía y de la práctica ontológica de un tipo de Iglesia imperial no responde al evangelio. El cristianismo  del barco ha de insistir en lo que he llamado la kénosis de Dios, es decir, su abajamiento  y compañía, para navegar con todos, con su presencia creadora y redentora en el interior de la vida de los hombres: Dios no está sobre el mundo (creación) para dominarlo desde arriba, ni en sus bordes para limitarlo, sino en su mismo centro, para así animarlo, siendo así su alma, en gesto de participación, sufrimiento compartido y transformación. Según eso, el Dios de la Iglesia de Cristo es el Dios del mismo camino de la historia de los hombres.

4. De la teocracia a la comunión

Francisco quiere pasar del Dios teo-crático (autoridad dominadora) y del aparato tecnocrático (de la IA, de las bombas inteligentes, que matan sin remordimiento ni conversión posible) al Dios interior y compañero de la comunión personal y de la comunicación amorosa entre los hombres, como habían descubierto los israelitas en su camino de desierto y como supieron los cristianos al situarse ante Jesús. El Dios teo-crático dominaba sobre el hombre y le imponía su pretendida verdad desde arriba. El Dios tecnocrático de la IA domina desde arriba, sin manos que acaricían, sin ojos que sonríen, sin ternura ni esperanza de vida sobre el mal.

Por el contrario, el Dios de Jesucristo penetra en la vida de los hombres y mujeres, potenciando su diálogo en amor y superando así el poder de la muerte (en esperanza de resurrección). Sólo en ese contexto se puede hablar de un designio de Dios, que no se impone por ley física o social, sino que abre un camino de futuro (resurrección) por desbordamiento gratuito de vida. Dios no traza (ni impone) un designio establecido de antemano, sino que abre un camino, que él mismo recorre con (a través) de los hombres. Ese Cristo de Dios de Francisco no es emperador supremo,  ni de Roma ni de Babel,  sino el hombre Jesús, aquel en quien Dios ha encarna de manera privilegiada su proyecto de amor, comprometido en el despliegue de la historia de los hombres. Ese Cristo de Dios no sobre-viene sobre un mundo ya hecho, para dirigirlo desde arriba, sino que se introduce como hombre de amor en el despliegue de la historia de los hombres. Así lo hizo Jesús en Galilea, así quiere hacerlo Francisco desde el Vaticano, donde lo tiene inmensamente más duro. Jesús salió del ámbito sacral del templo para iniciar su camino. Francisco sólo a salido a medias de su Vaticano simbólico para retomar la marcha del evangelio.

5. Iglesia de sínodo, navegación compartida

Desde el fondo anterior ha de entenderse la Iglesia como experiencia de comunión, abierta a los que creen en Jesús, es decir, de los que creen en los hombres, unos en otros, todos en la vida como encuentro de amor, de ojos y manos, de deseos y esperanzas,   que aceptan y promueven el misterio de la vida en actitud de encuentro mutuo, sin imposición intelectual ni moral (ni social), pero con una gran creatividad. Hoy, por vez primera, tras  siglos de visión sacral impositiva (con grandes jerarcas religiosos dirigiendo en desde arriba a los ), es posible  entender y vivir el cristianismo (la Iglesia) en forma de navegación compartida, abierta por Jesús a la culminación pascual de Dios (es decir, de la Humanidad). Todos hablan en la Iglesia de comunión de hermanos (de iguales), desde los más pobres, pero de hecho se trata de una “comunión protegida” a través de una especie de dictadura sacral donde algunos dicen lo que otros han de hacer. Pues bien, Francisco ha querido iniciar un camino distinto, en el que su palabra no se impone, sino que penetra como fermento (con Jesús) en el diálogo y palabra de los hombres, para caminar todos los que quieran en igualdad y amor, desde el misterio de Dios. Eso significa que Francisco no tiene  que poner en marcha barco de la Stazione Vaticana, sino tomar su barco y salir fuera del puerto para asumir el camino de la navegación humana, con Jesús en el corazón y en los labios.

6. Una Iglesia para el evangelio.

No es el evangelio para la Iglesia, sino la Iglesia para la evangelización, es decir, para la extensión del mensaje y presencia del Reino de Dios. Eso implicará un cambio de estructura eclesial, que es difícil programar de antemano, pues ello sólo puede hacerse a medida que se avanza en el camino. No se trata de tirar por la borda lo que ha sido la tarea histórica de la Iglesia, sino de asumirla para recrearla (superarla sin negarla) según el evangelio. El antiguo paradigma ontológico (un cristianismo entendido como instancia de verdad que podría imponerse de algún modo sobre el mundo) no responde a las nuevas experiencias de la vida social y de la ciencia. Por impulso científico/social y, quizá por influjo de fondo del mismo evangelio, la modernidad ha destruido ese paradigma, de manera que las formas de religión antigua (ontológica) están perdiendo su sentido. 

Según todos los indicios, nos hallamos en un momento clave de transformación, de manera que si la jerarquía de la Iglesia sigue defendiendo su modelo antiguo acabará perdiendo su sentido (y se opondrá además al evangelio). Pues bien, el nuevo paradigma emergente, por el que Dios no aparece dominando desde arriba, de un modo necesario todo lo que existe, abre un camino nuevo para el cristianismo. Quizá por vez primera, tras siglos de imposición religiosa, que ha corrido el riesgo de velar el evangelio, los cristianos pueden recuperar el poder radical de la propuesta de Jesús. Ésta no es ocasión para pequeños retoques estéticos, sino para un cambio radical, en línea de evangelio y de modernidad, en clave católica, pero aceptando y compartiendo los retos e impulsos de otras tradiciones cristianas (ortodoxa, protestante), retomando un impulso religioso de trascendencia y encarnación que también puede encontrarse en otras religiones.

7. ¿Un nuevo concilio? ¿Devolver la Iglesia a los pobres?

Algunos cristianos quieren que, en este contexto, a los sesenta años del Vaticano II (1962-1965), aprovechando el tirón de Francisco se convoque un nuevo Concilio abierto a las diversas confesiones cristianas y, en el fondo, a todas las religiones. Quizá es idea buena, pero tendría que ser un concilio distinto, que no sea exclusivo de obispos (de estos obispos que apenas asumen el espíritu de Francisco, muchos de ellos agazapados, esperando que acabe este paréntesis argentino de la Iglesia,  que muera el papa en Gemellli, no en el cuarto oscuro del Vaticano para tomar ellos el poder). 

Pienso que un Concilio con los obispos actuales de la Iglesia no lograría mucho, no sólo por lo que siguen siendo estos obispos, sino porque un concilio de verdad no puede ser ya sólo de obispos. Sería necesario un concilio distinto, de tipo evangélico, fundado en la realidad del ser humano, desde los pobres del mundo, el concilio de aquellos cojos-mancos-ciegos con los que se encontró Jesús que le llevaron a salir de las instituciones establecidas para iniciar una marcha de evangelio.

Por eso, para volver a la imagen del comienzo, quizá sería necesario olvidar el viejo Puerto Vaticano, para recrear el espíritu de Jesús desde las calles y plazas de la vida, desde los márgenes, como quiso Jesús. Creo que eso quiere el papa Francisco, aunque quizá debería apresurarse… 

Yo quiero que se cure, que siga viendo, palpando, sintiendo, sonriendo,… para dar un día, pronto, un gran “golpe de evangelio”, para sacar a la Iglesia de los muelles y arena de este puerto muerto del barco del Evangelio, parado demasiado tiempo en una estación o embarcadero por el que algunos dicen que no pasa la vida de Dios que sabía navegar en la tormenta.

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