Llagas de Cristo, llagas de la Iglesia Las cinco llagas. Con J. A. Benito, Cruzado de Santa María

Llagas de Cristo/Iglesia, Cruzados de Santa María

José Antonio Benito
Publiqué ayer una primera  versión del tema, retomando una postal antigua de RD (10.02.10). Quería simplemente evocar este motivo clásico de las Cinco Llagas o dolores de la Iglesia, relacionado con la  que,  la devoción de las Cinco Llagas de Jesús (dos manos, dos pies, un costado) que algunos movimientos católicos siguen venerando con gran devoción, con los Siete Dolores de Santa María y con el motivo muy hondo del Ciervo Vulnerado (que es el Otro vulnerado) del camino de amor de Juan de la Cruz,  en un contexto en el que podía citarse el poema famoso de M. Hernández (con tres heridas vengo...)

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              Pero esta mañana, navegando por la red, he vuelto a recordar el comentario antiguo de un Cruzado de Santa María, llamado José Antonio Benito, de quien tengo un difuso y amable recuerdo de nuestro tiempo común de Salamanca.

J. A. Benito (Rollán, *1958), estudió en Salamanca y Valladolid (Pedagogía e Historia), ingresó en los Cruzados de Santa María y lleva mucho tiempo en Lima, donde anima la vida de diversos grupos de Iglesia: Enseña en varios centros académicos (como el seminario Redentoris Mater de los neocatecúmenos), escribe libros, publica artículos de historia, y  tiene un blog muy frecuentado (https://jabenito.blogspot.com/ ), con una entrada de FB que encontrará fácilmente quien quiera. Además ha sido amigo de algunos mercedarios a quienes recuerdo con mucho cariño. Por todo eso, y por el buen recuerdo que tengo del P. Morales, fundador de los Cruzados (a pesar de que tengamos visiones distintas de teología) me siento muy vinculado con él, y con su forma de entender las llagas de la Iglesia.

Un tema común

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              Como he dicho, J. A. Benito publicó en su blog una postal que se titula: Las Cinco llagas de la Iglesia (https://jabenito.blogspot.com/2010/12/las-cinco-llagas-de-la-iglesia.html ), que consta de tres partes:

  1. Una breve introducción sobre Rosmini y las Cinco Llagas de la Iglesia, desde la perspectiva del siglo XIX y de la actualidad: La herida del dolor y la pasión de Cristo se expresa en la Iglesia; del "dolor" de Dios nacemos, en el gozo creador de su entrega nos movemos y somos.
  2. Un cuerpo en el que expone el contenido de esas cinco llagas, con la “novedad” de que copia y pega, al pie de la letras,  lo que había escrito en mi postal del 10.02.10, como podrá ver quien compare los textos, pero sin citarme.  Evidentemente, el hecho de que copie sin citar se debe a un despiste, como pasa cuando escribimos con rapidez, o quizá a la confianza que tiene conmigo,  no quiero insistir en ello
  3. Una conclusión en la que expone las que a su juicio eran entonces (año 2010) las cinco llagas “rosminianas” de la Iglesia. Toma, como digo, al pie de la letra, mi lectura de Rosmiri, pero saca conclusiones distintas, como es lógico en un caso de iglesia, pues estamos en la misma "cruzada", pero la entendemos en formas distintas, dentro de la Gran Iglesia, en que uno y otros vivimos, sufrimos, gozamos y esperamos; él en la línea de T. Morales, yo más en una línea de tradición de cruzada anti-cruzada, como los eremitas del Monte Carmelo del siglo XIII, como los mercedarios de entonces.

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Dos visiones diferentes de las llagas de la Iglesia, la de J. A. Benito y la mía.

               Comprenderá el lector que me siento muy satisfecho de que un hombre tan significativo como J. A. Benito haya copiado mi visión   de  A. Rosmini. Tenía, como he dicho,  un recuerdo de J.A. Benito, y un recuerdo más fuerte de  de los Cruzados de Santa María, con el P. Morales, a quienes estimo mucho, aunque pensáramos veces de modos diferentes…     

           Pero mo quiero tratar de mi relación con J. A. Benito, sino de nuestras visiones distintas (no contradictorias) de las llagas de la iglesia.  Por eso quiero aquí citarlas, para que el lector amigo, interesado, pueda comparar nuestra forma de entender los males de la Iglesia, ambas buenas, pero diferentes. 

Lss cinco llagas según en J.A. Benito, la cruzada de un cruzado

(cf. https://jabenito.blogspot.com/2010/12/las-cinco-llagas-de-la-iglesia.html, de donde pego y copio): 

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  1. Falta de comunión: Con el Papa, entre los obispos, entre las órdenes y los movimientos, entre los sacerdotes y los laicos. Si viviésemos el "que todos sean uno" sin duda que el mundo creería. Somos una gran familia que debe vivir como una orquesta: cada uno con su instrumento, su carisma, su espiritualidad, pero todos a una, fieles al Papa y a los obispos, ayudándonos entre todos para buscar el mayor bien al mayor número de personas.
  2. Laicos de brazos cruzados... que insisten en que se les deje más espacio en la liturgia y a ser posible la homilía. ¿Y su puesto de vanguardia en el mundo, donde las papas queman? ¿Y todos los nuevos areópagos -vida pública, redes sociales...-en los que todavía está ausente en la iglesia? Los laicos son el corazón de la Iglesia en el mundo y el corazón del mundo en la Iglesia. 
  3. Incoherencia de los católicos. Del dicho al hecho no debe haber ningún trecho. ¡Qué bien predica fray ejemplo! Ahí tenemos a Teresa de Calcuta, a Juan Pablo II, a Juan XXIII, Óscar Romero. Por sus frutos les conocerán. ¿Puede haber sacerdotes pedrastas, laicos que aprueben medidas antivida, antisociales, fundamentalistas? 
  4. Secularismo. Señalaba el Cardenal Rodé -Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica- en su reciente visita a Lima, el fuerte declive en los consagrados -el mayor desde la hecatombre sufrida en la Ruptura Protestante- por  el abandono de los signos visibles religiosos, la oración, la quiebra de la vida común.
  5. Tibieza e indiferencia.Basta ya de que los "buenos" le echen la culpa a los "malos" (herejes, judíos, musulmanes, masones, agnósticos, ateos...). En Aparecida ha sonado el clarín de la misión. ¡Ay de mí si no evangelizo! tendremos que decir con San Pablo. Nuevo ardor, la pedagogía de la santidad, tal como señaló Juan Pablo II en la "Novo Milenio Ineunte". Ponerse  a la escucha de la Palabra como señaló Benedicto XVI al comienzo del pontificado, vivir en Cristo, con María.. ya que como decía San Antonio María Claret: "el apóstol abrasa por donde pasa". Y vendrá el interés por la oración y la acción, el cuidado de los jóvenes y las vocaciones. Cristo no tiene otros labios  para hablar que los nuestros, ni otros brazos para ayudar que el nuestro, ni otros pies para caminar que los nuestros, ni otro corazón para amar que el nuestro. ¡Como los cruzados medievales o la cruzada por un mundo mejor, clamemos con nuestra vida: ¡Dios lo quiere!

Mi visión de las cinco llagas (de mi postal anterior).

(1) Primera llaga:  separación entre el pueblo cristiano y el clero…. Frente a la llega de la liturgia separada de la vida está vida hecha liturgia, como sabía Pablo cuando habla de la liturgia de la vida entera hecha celebración del misterio de Dios en la existencia entera, la oración personal, el amor mutuo, la cena que recrea, descansa y enamora. Pero ahora, pasados casi 200 años desde Rosmini escribió aquel libro seguimos con la misma “llaga: La liturgia sigue siendo extraña al conjunto del pueblo de Dios, que participa como observador extraño, de algo que hacen otros, una liturgia separa de la vida concreta de los hombres y mujeres, de los niños, de los pobres…, de la comunión social, de la justicia social y de la esperanza de los creyentes. Miles de años separan nuestras liturgias de la celebración originaria de la vida de Jesús, con el “ágape” (amor de los creyentes) renovado, actualizado en la liturgia de la vida. 

(2) La segunda llaga era la insuficiente formación cultural y espiritual del clero… Frente a esa llaga surge hoy la necesidad de volver al conocimiento Jesús, a su historia concreta, a su forma de sentir, de esperar, de compartir, pues en parte la teología y la cultura social de la iglesia ha venido a ser contraria al mensaje y vida de Jesús… En general, hoy, 2019, el clero conoce bien un tipo de teología, pero no conoce personalmente a Jesús, se siente ajeno al movimiento que inició Jesús, al sentido más hondo de su proyecto mesiánico. Pues bien, en contra de esa llaga, hoy se requiere una buena formación cultural y espiritual, un conocimiento personal del misterio de Dios, en libertad, en identificación con Jesús, clero y pueblo, todos juntos, exploradores de la buena nueva, caminando, como quería Juan de la Cruz por “ínsulas extrañas”, por vías nuevas de conocimiento personal, de cálido amor compartido.

(3) La tercera llaga era la desunión de los obispos entre si y de los obispos con el clero y con el papa…Frente a esa llega de la desunión la respuesta no es hoy la reunificación impuesta, sino el diálogo en fraternidad, desde la diferencia, desde las diversas perspectivas que abre el evangelio. Es preciso ser distintos, muy distintos, pero no para luchar o imponerse unos sobre otros, sino para dialogar y compartir, no sólo el pan, sino toda palabra que viene de la boca de Dios. Una iglesia de transparencia queremos, sin secretismos y sin miedos, en libertad de amor, sin imponer, sin obligar, cien estrellas, miles de flores para formar así comunidades sanadas y frescas de amor cada mañana… Todo el mundo sabe que hay actualmente en la iglesia una fuerte división entre ciertos obispos y representantes del alto clero, pero no una división para el mejor diálogo, sino para el enfrentamiento y la crítica destructiva.

(4) La cuarta llaga era la injerencia política en el nombramiento de los obispos… Hoy sigue el tema pendiente. Los obispos y presbíteros se nombres y “colocan” desde fuera, desde un arriba extraño a la comunión de los creyentes. Por eso es necesario volver a la práctica primera, que obispos y presbíteros surgen de la misma Iglesia, y eso significa que ha de existir iglesia, creyentes capaces de vincularse en amor, de compartir en camino de Jesús en libertad, con sus propios animadores, en comunión con las demás iglesia, sin más poder y riqueza que la riqueza y poder de la vida en amor. Un tipo de alta iglesia quiere seguir teniendo un alto poder social y político, ése es un poder llagada, contrario al evangelio.

(5) La quinta y última llaga era para Rosmini la riqueza de la Iglesia… Rosmini criticaba la riqueza de una iglesia que, según el evangelio de Lucas, se empeñaba en ganar guerras y construir torres, mientras que Jesús había dicho que sólo aquel que se desprende de todo puede ser discípulo de Cristo (Lc 14, 25‒33). Desprenderse no significa no tener, sino tener para compartir… Compartir la vida, buscar juntos los amores, para enriquecerse unos a otros, sabiendo que sólo tenemos aquello que damos, que sólo vivimos en le medida en que compartimos lo que somos, teniéndolo todo, sin tener egoístamente nada, dándolo todo para así tenerlo todo… Es claro que la riqueza sigue siendo la llaga mayor de la iglesia (riqueza económica, deseo de poder...).

CONCLUSIÓN

  He querido citar y distinguir la visión de J. A. Benito y la mía para indicar que en este tema puede haber diversas perspectivas. Es importante el amor común y el diálogo de vida, en la vida de la Iglesia.

    He insistido en esta diferencia y convergencia recordando a J. A. Benito, a quien recuerdo antaño en el I.E.S de Fr. Luis de León, en Salamana, y a quien me gustaría ver un día en Lima. Seguiré presentando en este blog mi visión de Iglesia, y rogando a los lectores que opinen sobre el tema.

¿Cuáles son actualmente las llagas de la Iglesia, en la línea de A. Rosmini, en la de J. A. Benito, en la mía… y en la de otros muchos teólogos y hombres de iglesia o de espectadores exteriores?

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