7-8.12 2025. María de Adviento. León XIV: Madre del pueblo fiel (Mater populi fidelis). Reinterpretación bíblica y católica (universal)

         La Congregación de la Doctrina de la fe, con firma del prefecto V.M. Card. Fernández y aprobación de León XIV, ha publicado en la línea de  Marialis Cultus y Redemptoris Mate, el pasado 4.11, un. Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos (Corredentora, Mediadora, Madre de los creyentes y Madre de la gracia), referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación.

Es un documento bueno, pero exiguo y, restrictivo, sobre María  proponiendo un nuevo título mariano, tomado de san Agustín:  Madre del Pueblo fiel (PL 40, 399.)

Card. Fernández: Mater populi fidelis 'pertenece al magisterio ...

En un bueno, aunque  insuficiente,  pues no toma como base un estudio de la Biblia, ni una lectura “fuerte” de la tradición, ni  responde a la necesidad de una piedad, teología y pastoral mariana en este tiempo.

Desde ese fondo, asumiendo lo que dice el documento, quiero ir  “más allá, insistiendo en cinco puntos: (1) Volver a la problemática del Vaticano II. (2) Volver al Evangelio de Juan 2 y 19 . (3) Insistir en Lc 2, espada de María. (4) Mostrando con Juan de la Cruz  que María no es Madre del pueblo fiel, sino ante todo, pueblo fiel, en/por el Espíritu Santo.

 COMO EN TIEMPOS DEL VATICANO II (1962-1965)

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El aspecto más saliente de la mariología católica era entonces un riguroso cristocentrismo. Dios se revela en el Hijo, Jesucristo. El Espíritu quedaba sólo en el trasfondo, como derivado y secundario, oscurecido por la institución eclesial, el culto eucarístico y la misma devoción mariana .

Clásica en esta línea era la obra de P. Sánchez Céspedes SJ, Mariología bíblica. El principio fundamental: Cristo y María, un solo principio redentor  (Sal Terrae, Santander 1955 ss). Conforme a la terminología clásica de la escolástica, ese único principio redentor se expresba en los diversos campos de la causalidad. En plano de eficiencia, Dios ha vinculado a Cristo con María desde el principio de su decreto salvador, a fin de que ambos sean una fuente de gracia redentora. Los dos se han vinculado en su finalidad, pues buscan la misma salvación del hombre. Son dos agentes distintos, pero se han unido para realizar una misma acción. «Jesucristo redentor redime en calidad de Cabeza constituida del género humano. La Virgen corredentora en calidad de Madre».

. «Cristo y la Virgen constituyen un único principio integralmente completo, porque la acción de la Virgen, operando naturalmente, invade la acción redentiva de Cristo por entero. Es decir, que apropiándose la oblación sacrificial del Redentor y, con ella, todas sus diversas modalidades de meritoriedad, satisfacción... se apropia consiguientemente toda la universalidad de sus efectos, con toda la extensión de sus correspondientes aplicaciones». De tal forma se vincula su acción, «de tal manera se entremezclan, cruzan y combinan» que, sin dejar de ser personas diferentes, Cristo y María constituyen un solo principio de operación”.

Enrique Llamas OCD (1926-2017) - Periodista Digital

En esta línea se sitúa y avanza Enrique Llamas (= del Sagrado Corazón), caarmelita, especialista en San Juan de la Cruz, en una obra titulada Cristo y María, único principio de salvación (Herder, Barcelona 1964). Esta fórmula (único principio de salvación) tiene a su juicio  gran interés porque está pensada como reacción consciente y directa en contra del protestantismo.

«Los protestantes quieren que se acepte su teoría del cristomonismo doctrinal y religioso. La fórmula Christus totus - Christus solus nos daría la mano a todos los cristianos y nos uniría en un mismo signo como lema y distintivo de la misma fe. Nuestra fórmula es directamente contraria a esa concepción de la soteriología pero no a la fe de la Iglesia. En ella no constituimos dos principios de salvación sino un único principio: Cristo-María. Pero a María no le concedemos la categoría de diosa, como falsa y erróneamente afirmaba Lutero. Es una pura creatura, elevada por voluntad divina a la categoría de corredentora, de forma parecida (a) como la humanidad de Cristo, por su unión substancial con la persona del Verbo, es instrumento de santificación».

Esto significa que «María ha colaborado con Cristo inmediata y eficazmente a la obra de la redención y constituye un solo principio de salvación con él y por disposición de Dios». «Cristo y María han tenido una eficiencia real en la redención de los hombres. Y esto no como dos causas distintas sino como una sola causa de orden sobrenatural». Ciertamente, Cristo es causa principal y María un instrumento; pero ambos intervienen como un único principio, los dos son necesarios y eficaces.

Aquí se mueve (¿se movía?) el problema mariológico en los años del Vaticano II. Existía en numerosos ambientes la tendencia a definir como dogmática la mediación y/o co-redención mariana. Así opinaba Enrique Llamas:

 «La cuestión está, al parecer, doctrinalmente resuelta (= en favor de la definición). Pero nosotros quisiéramos insinuar si no sería más oportuno universalizarla, remontándonos al fundamento o a la raíz de toda corredención y mediación espiritual de María. Tal fundamento puede ser: o la comunidad de estado Cristo-María o la constitución de un único principio soteriológico, en la forma en que nosotros entendemos la fórmula».

He sido muy amigo del Padre Enrique Llamas (1927-2017). Hemos discutido mucho sobre el tema. Manteníamos posturas distintas, pero ambos destacábamos la importancia del problema. La vinculación de María con Jesús no es un tema simplemente mariológico, sino que forma parte de la relación de la humanidad con Dios (en la línea de la problemática de Auxiliis), del Antiguo con el Nuevo Testamento, en una línea que había sido puesta de relieve desde el protestantismo (por Karl. Barth) y por el catolicismo por Karl Rahner. No se puede hablar de palabra de Dios sino hay oyente de la Palabra. No se puede hablar de Dios fiel sin fe humana… Pienso que los autores de Mater Populi Fidelis  no han centrado aquí su problemática al plantear el tema de la co-redención y de la mediación salvadora de María.  Sin humanidad (simbolizada y realizada según la historia de Jesús por María) no se puede hablar de redención cristiana.

2) LA MADRE DE JESÚS, PRIMER MINISTRO DE LAS  BODAS (Jn 2)

LAS BODAS DE CANÁ: SIGNIFICADO EN EL CRISTIANISMO

El tema que acabo de indicar (sin humanidad no puede hablar de redención), sin maternidad/colaboración humana no hay salvación ha sido puesto de relieve por el la escena de las Bodas de Caná.  Al lado de Juan Bautista está María, como iniciadora mesiánica de Jesús, como humanidad en espera de salvación, como humanidad que quizá no conoce a Dios (nadie le ha visto), pero que conoce y expresa la necesidad de los hombres: No tienen vino.

El evangelio de Juan contiene dos textos marianos: Bodas de Caná (Jn 2, 1-12) y testamento en la cruz (Jn 19, 25.27) que responden al tema de la co-redención y con-mediación humana de la Madre (=humanidad, Israel)  en el camino de Jesús. Insistiré aquí en el primero.

Bodas de Caná. La madre mediadora, signo de Israel, la humandad (Jn 2, 1-12).  Jesús empieza viniendo a las bodas como invitado, viene de fuera, no pertenece al espacio de bodas antiguas: Él y sus discípulos son de un mundo aparte, están como de paso. Lógicamente, no se preocupan de los temas de organización

Y faltando el vino le dijo la madre de Jesús: ¡No tienen vino! (2,3).  Hay bodas, está Jesús…pero tiene que ser la Madre (Israel, humanidad necesitada) la que le dice “falta vino”,  no puede haber bodas mesiánicas.Daba la impresión de que nadie había descubierto esa carencia. Jesús está de incógnito. Rueda normalmente la vida y, al no tener más referencia, los esposos (y todos los invitados) se contentan con poco. Sólo la madre (estando Jesús allí) nota la falta, en gesto de vidente o profetisa, en una línea que se puede comparar con la de Juan Bautista.Juan exige conversión para que llegue el Cristo… María dice al Cristo que no hay vino de bodas…

Para decir ¡no tienen vino! María ha de estar (¡y está!) en las fronteras de la vida, en el lugar donde se pasa del día sexto de la creación antigua (bodas sin vino) al séptimo de la plenitud, del día segundo de la muerte al tercero de la resurrección. Por un lado, la Madre de Jesús es mujer del mundo antiguo, de las bodas sin vino, pero ella conoce y comparte los problemas y preocupaciones de aquellos que no logran gozar el verdadero matrimonio de la vida, el lugar donde debiera desplegarse el vino de las bodas

Siendo mujer del mundo antiguo (en le línea de la experiencia de las necesidades/dolores de Buda, en la línea de la guerra universal de Krisna, Bagabad Gita), María se sitúa ante la necesidad de un mundo nuevo, pidiendo a Cristo que traiga vino de bodas:  ¡no tienen vino!

La Madre/Mujer María (como mujer más que como madre, en el texto) conoce el problema, pero no puede resolverlo por sí misma, no puede conceder por sí misma lo que Dios había querido conceder a los hombres, ahora que culmina el día séptimo de la creación!).

 Ella sabe que su hijo ha venido a traer plenitud y por eso le confía¡no tienen vino! (el vino de la Pascua del día 3º, cf. Jn 15: Yo soy la vid). Jesús no es el novio, sino el amigo y promotor de las bodas, con María la mujer. Los esposos son dos desconocidos cuyo nombre no interesa recordar, dos cualquier lugar y tiempoe, todos los humanos, judíos y gentiles, que al buscarse y al casarse (para vivir) están buscando plenitud, felicidad (vino de amor y vida) pero no lo tienen en sus bodas secas de vida.

Iniciadora mesiánica. María  ha vivido, ha sufrido, conoce, Dios le ha confiado el encargo de educar al Hijo eterno en la vida de los hombres, y esa educación culmina precisamente ahora: desde su misma madurez, en el momento primero y más solemne de su iniciación, en el centro de la crisis y pecado (carencia) de la historia, tiene que enseñar y enseña al Cristo, su Hijo, aquello que los hombres necesitan (vino de bodas), algo que Jesús no pudo aprender en el templo (cf. Lc 2, 41-52).

María enseña a Jesús y Jesús empieza protestando (no necesita que nadie le enseñe, ni su madre ni la mujer siro-fenicia de Mc 7), de manera que parece distanciarse de ella: ¿Qué hay entre yo y tú, mujer? ¡Aún no ha llegado mi Hora! (Jn 2, 4): ¡Qué nos importa a ti y a mí! ¿Qué tenemos en común nosotros?... Es normal que en una situación como ésta Jesús se distancie de su madre a quien llama, de forma significativa, mujer. Parece distanciarse, pero en realidad escucha, aprende y cumple lo que ella le pide

Parece que Jesús rechaza aquello que su madre le ha pedido, marcando su propia independencia mesiánica, distanciándose de ella con palabras que parecen marcadas de dureza: ¿Qué tenemos que ver nosotros? (2,4).- La madre a quien Jesús llama ¡mujer! acepta su respuesta y cambia de actitud. No puede exigir nada, no argumenta ni polemiza, pero tiene a su lado a los servidores, diáconos de las bodas, y como primera de todos los ministros de la iglesia les dice: ¡Haced lo que él os diga! (2, 5).

               Por su parte, Jesús, que parecía haberse distanciado de su madre, cumple luego, de modo distinto, por su propia voluntad, que lo que ella le pedía: ¡Ofrece vino abundante y muy bueno a los invitados de bodas! Así realiza y desborda el deseo más profundo de María (2, 6-10)

   - María renuncia dominar a Jesús después de haberle engendrado (siendo como es su Madre). Renuncia a imponerse y dirigirle, como si Jesús no supiera lo que debe hacer, como si ignorara que a los hombres falta el vino.

-No domina porque confía en él: escucha gustosa su respuesta (¿qué hay entre nosotros?) y en amor total acepta lo que él haga. Ha llegado la hora de Jesús, ella queda atrás, está tranquila.

- Por eso se vuelve servidora de la obra de su hijo, pidiendo a los ministros de las bodas que cumplan lo que él diga. Así viene a presentarse como el personaje primero y más valioso de aquellos que preparan las bodas mesiánicas del Cristo sobre el mundo.

Ella no es Eva caída, sio Eva verdadera, la mujer que sabe educar a los humanos (varones y mujeres) para el descubrimiento mesiánico del Cristo, es decir, para las bodas. No teme al Cristo de las bodas, ni tiene miedo al vino (con el riesgo que puede suponer). No quiere a un Cristo de ley (con seis tinajas de aguas penitenciales), sino al Cristo de las bodas). Sabe hablar y habla con responsables de esta fiesta. Sabe organizar y organiza la tarea de los servidores, diciéndoles que pongan lo que tienen (lo que saben) para que Jesús realice su tarea mesiánica.

No es mujer silenciosa que calla en la asamblea sino al contrario: es la que tiene más voz y palabra en el banquete, como ministro-mujer de las bodas de Cristo, preparando de esa forma a los novios de Caná (que sólo tienen agua de purificaciones) para el vino de la boda universal. No es sacerdote de la antigua alianza, al estilo de los sacerdotes del templo… pero es mediadora de Dios para Jesús y con Jesús para los hombres y mujeres del mundo, que quieren y necesitan vino de boda, el vino de Jesús vinculado a su regalo de vida por todos.

UNA ESPADA ATRAVESARÁ TU ALMA, CRISTIANA UNIVERSAL  (Lc 2, 33-35).  

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    Los “padres” (María yJosé) llevan  a Jesús al templo. Allí les recibe Simeón (=segundo hijo de Jacob) para anunciar/proclamar la salvación de Jesús (luz para alumbrar a las naciones, gloria de tu pueblo Israel.   Ha bendecido a Dios, dándole gracias por el niño que colma su esperanza y le permite ya morir en paz (Lc 2, 28). Después bendice a los padres (2, 34), pidiendo a Dios que ellos consigan cumplir bien su tarea, para acompañar al niño en los caminos de su crecimiento y entrega mesiánica. Pue bien, de pronto se dirige sólo  a la madre María y le dice

  • Tu hijo es signo caída y resurrección de muchos en Israel,
  • es señal controvertida (σημεῖον ἀντιλεγόμενον)
  • y a ti misma una espada te atravesará el alma,
  • para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones (cf. Lc 2, 34-35)

Cristo, Hijo de María, será caída y resurrección de muchos en Israel: no todos se alegrarán de su venida; no todos cantarán ante él, no todos entonarán el himno de la muerte del bello pastor (tema recogido por Juan de la Cruz: Un pastorcico), pues muchos se alzarán en contra del mesianismo de Dios y perderán, muchos negarán a Jesús y “perederán” al fin su vida (su esperanza). Esta ha sido la experiencia más sangrante de la iglesia antigua, tal como aparece en los evangelios de Marcos y Mateo, tal como la revive Pablo y como Lucas la recoge luego en Hechos. El mismo Jesús que ha venido a ofrecer la paz para Israel se ha convertido en principio de lucha, controversia y muerte para muchos judíos.

            Jesús será bandera o señal discutida; ante ella se alzarán, litigarán unos con (contra) otros, judíos de un tipo y judíos  de otro. Lo que antes fue gozosa esperanza viene a convertirse en voz de llanto, profecía de desdichas. Precisamente aquí se inscribe la tarea y respuesta de María. La batalla por Jesús viene a librarse dentro de su alma, como si ella debiera padecer la guerra de Dios civil en sus entrañas.

Esta será la purificación/mediación, co-redención de la madre de Jesús  Será el gesto y culmen de su maternidad redentora, como verdadero Israel, como humanidad que acoge, educa y acompaña a Jesús, desde su anunciación (Lc 1, 26-28) hasta Pentecostés (Hecho 1-2).  

1) Dolor de María, dolor de Israel El signo de Jesús divide a los judíos: les enfrenta (les hace discutir) a unos con otros, les escinde (hace que caigan o se eleven), rompe por dentro al pueblo, como lo sigue rompiendo de algún modo hasta el día de hoy. María no puede quedar indiferente ante esa gran ruptura y crisis: es madre Israel, representante del pueblo mesiánico, como hemos podido descubrir en su canción o profecía (Magníficat de Lc 1, 45-55). Por eso sufre: revive en sí el dolor entero de su pueblo.

2) Dolor creyente, noche de fe, educar a Jesús. Creer es confiar en aquello que ha de venir, dar gratuitamente a los demás, darse a ellos y compartir la vida. De esa manera ha ofrecido María a Jesús sus pechos y sus manos, su limpieza, su mirada. De esa forma la dará amor y palabra, le irá haciendo persona en su verdad humana, hasta el día en que Jesús empiece a ocuparse por sí mismo de las cosas de su Padre, pero no para desentenderse de él, sino para vincularse con él y con todos de manera más profunda, en forma de comunicación de vida, esto es, de persona compartida. (Lc 2, 49).

(3) Acompañar a Jesús, camino de dolor. María tendrá que sufrir con él. Andaba Jesús con gente extraña, alejado de su casa, y sus hermanos salieron a “prenderle”, porque querían que volviera a Nazaret, cumpliendo las tareas del hogar, como los hijos antiguos, obedientes al pasado. Pero Jesús no era hijo para estar encerrado en la casa de su madre, sino que salió y se fue primero al templo, donde se quedó “perdido” (Lc 2, 41-51), después al Jordán y por toda Galilea, para no volver, como había vuelto la primera vez, a los doce años. De esa forma respondió a su madre que la buscaba y le dijo:”tú no eres mi única madre, ni mis hermanos son mis únicos hermanos, porque mi madre, y mis hermanos y hermanas son los que buscan la voluntad del Padre” (Mc 3, 31-35

4) Espada de muchos judíos que rechazaron al Dios de Jesús, conforme a la palabra de Pablo, pariente espiritual de María: “Llevo una gran tristeza, dolor de parto que no cesa; quisiera ser yo mismo anatema en Cristo en favor de mis hermanos, compatriotas en la carne, los israelitas...” (Rom 9, 2-3). Aplicando estas frases a María, podemos afirmar que ella no sufre sólo por la lucha entre unos judíos y otros a causa de Jesús, sino también, y de una forma especial, por el rechazo concreto de aquellos que niegan al Cristo y, negándole, pueden perderse en caminos sin rumbo ni retorno, porque el parentesco verdadero, la comunicación de vida no es sólo con los que siguen siendo amigos, sino con los separados, los que parecen escindidos.

5) Recreación del tema en Jn 19, 25-27. Este testimonio  de madre bajo la cruz de Jesús forma pare del camino de fe de todos los creyentes: Simeón, el profeta, ha descorrido ante los ojos de María el velo de su historia (el futuro de su hijo). Allá al final del recorrido ha visto la oscura colina de la cruz; en ella ha de sufrir también la madre del mesías, como indicaremos en el próximo capítulo, al tratar de la espiritualidad de María conforme al evangelio de Juan. Este es nacimiento de sangre de María ante la cruz de Jesús, al que le llevan para ser “purificado”. Precisamente allí donde, al final del camino humano de Jesús, tendría que haber existido alegría, pero surge y se extiende la mayor tristeza. Revivamos la escena, con Simeón, en el templo, donde llevan al niño.

TODOS SOMOS MARÍA, EN CRISTO POR EL ESPÍRITU SANTO (JUAN DE LA CRUZ).

Vida y escritos de San Juan de la Cruz – Camino de San Juan de la Cruz

 Conforme a la tradición cristiana, representada por Juan de la Cruz, María no empieza siendo Mater populi fidelis, como dice con san Agustín este Documento de la Congregación de la fe…,), sino que es la Creyente (Bienaventurada porque has creido,  Lc 1-2 y Hech 1, 12-14), como han puesto de relieve en el siglo XX,  K. Barth y K. Rahner en la línea de Juan de la Cruz, que plantea el tema en Cántico 40, cuando habla del aspirar el aire,  el canto de la dulce filomena, en la noche serena, con llama que consume y no da pena CB 39). Ese aire de Dios es el Espíritu Santo en el que vive y concibe a Cristo la mujer/persona María.

La vida del hombre es un beso de Dios, respiración divina, Espíritu santo, que sustenta y unifica a todos los vivientes[1]. Ciertamente, han existido y existen otros signos de vida universal, que también se han vinculado o pueden vincularse a Dios: tierra madre, de la que nacemos, agua que sustenta plantas y animales, sangre de las venas, ondas del cerebro y sinapsis de neuronas... Pero el más importante sigue siendo, en un plano simbólico, el aliento de manera que morir se identifica con expirar (no respirar, no aire dde vida).

            Del aliento de Dios hemos nacido (Gen 2, 7), y así vivimos compartiendo su respiración, el aire de la vida, que es amor. Por eso, el aire nos vincula y sostiene, sobre todas las restantes distinciones. En este contexto ha desarrollado SJC la más honda teología del aliento de Dios, suponiendo que los hombres respiran en Dios, pues reciben y comparten la vida de su Espíritu como un aspirar del aire.

 El aspirar del aire es la comunicación del Espíritu Santo, de manera que el hombre se halla inmerso en la misma aspiración (respiración) de Dios, recibiendo el aliento de Dios (vida) y devolviéndole aspiración divina. Esta audaz formulación trinitaria deriva de todo lo indicado en los comentarios anteriores: el hombre que ama vive en Dios y así recibe y comparte (comunica) el mismo ser divino, entendido como “aire” o "espíritu" santo.

Esta aspiración pasa, por tanto, “de Dios al alma y del alma a Dios” (Cántico B, Comentario39, 4), de manera que por ella el alma se vuelve deiforme, transformada en las tres personas “en potencia y sabiduría y amor”. Por eso, los santos (es decir, los creyentes y amantes) son “una cosa (con Dios), por unidad y transformación de amor”, no por esencia natural, sino por don divino. Ese fue el principio y sentido de la co-redención mariana. De esa forma, como María, somos también nosotros co-redentores con Dios, pues el mismo Dios engendra en nosotros a su Hijo, por concepción y nacimiento interior (como dice con absoluta claridad CB 8: las flechas que recibes de lo que del amado en ti concibes).

            Esto significa que somos Dios por gracia (no por mérito), en comunicación personal, de forma que el amor que nos tenemos, al dar y compartir la vida (aspirar el aire), es el mismo amor divino (cf. Coment 39, 5-6). Estamos inmersos en Dios, en comunión personal (trinitaria), de tal manera que Dios mismo alienta allí donde los hombres compartimos aliento y existencia (nos besamos).

Esta es la meta del ser, la consumación de amor perdurable, que al fin de este canto aparece en el signo de la llama (en el libro Llama de amor viva)

-Aspiración humana. El hombre no es un simple ser pasivo, que se limita a recibir el aliento de Dios (como una flauta, una vasija), sino un Hijo que acoge de tal forma ese aliento que lo hace suyo (propio) y puede responder al mismo Dios, devolviéndole su aliento, de manera que Dios sea divino (todo en todos), por medio de nosotros.  En este contexto, JSC afirma que el hombre recibe, por don divino, el poder de “aspirar al mismo Dios”, es decir, de compartir con Dios el amor originario[2].

-Conspiración mutua. Esa respiración dialogal (inspiración y aspiración) se expande y amplía en forma de con-spiración, de manera que son dos los que respiran en común (el hombre y Dios, los hombres entre sí) En las estrofas anteriores, los amantes habían entrado en las cavernas de la peña, en intenso ascenso de amor (Coment 37). Ahora parecen haber vuelto a su mundo más tranquilo, pero estando Dios en ellos, en el bosque o el soto donde canta el ave-ruiseñor (filomena). Allí respiran en común y de esa forma son uno en el otro, conspirando  en Dios (en el Dios que, siendo divino, habita en nuestra tierra.

             En esta respiración común culmina el Cántico de amor, que es nuestra vida. Han quedado atrás otros momentos del camino. Sólo el amor, que es belleza eterna, hermosura de visión, respiración común, permanece para siempre y aparece como principio creador, en línea de con-spiración.

  • (Esta es)... la dulce voz de su Amado a ella,
  • en la cual ella hace a él su sabrosa jubilación;
  • y lo uno y lo otro llama aquí canto de filomena;
  • porque, así como el canto de filomena, que es el ruiseñor,
  • se oye en la primavera,
  • pasados ya los fríos, lluvias y variedades del invierno...
  • así en esta actual comunicación y transformación de amor
  • que tiene ya la esposa... amparada ya y libre
  • de todas las turbaciones y variedades temporales,
  • y desnuda y purgada de las imperfecciones, penalidades
  • y nieblas, así del sentido como del espíritu,
  • siente nueva primavera en libertad y alegría de espíritu,
  • en la cual siente la dulce voz del Esposo,
  • que es la Dulce filomena...

                                                 (Coment Cántico B 39, 8).

Dios es fuego de vida en nuestra vida, es aire/beso de amor en nuestro amor, es  llama de vida que existe al darse y se consuma al consumirse sin fin.

  • Porque, habiendo llegado al fuego,
  • está el alma en tan conforme y suave amor con Dios, que,
  • con ser Dios, como Dice Moisés, fuego consumidor,
  • ya no lo sea, sino consumador y refeccionador.
  • Que no es ya como la transformación que tenía en esta vida el alma,
  • que, aunque era muy perfecta y consumadora en amor,
  • todavía le era algo consumidora y detractiva,
  • a manera del fuego en el ascua...
  • (Cf. Dt 4, 24. Comentario Cántico 39, 14).

            En esta línea, retomando los motivos de esta estrofa del Cántico (Cántico B 40), podemos citar unos pasajes de Llama de Amor Viva B 3, donde   Juan de la Cruz ha evocado la culminación de su experiencia amorosa de Dios, tal como se expresa en María, la mujer (madre) y con María se expresa en todos los creyentes/amantes (amados) de Dios. María no es solo mater pouli fidelis, madre del pueblo fiel, sino que es sobre todo signo  expresión del pueblo bien, la mujer/persona creyente, en cuya vida nace en hijo de Dios, como nacen en la vida y amor mutuo de todos los creyentes/amantes. Ella no está por encima de los demás (como madre superiora), sino en todos los demás, como hermana y compañera, como signo y modelo de vida cristiana. En ella se ha cumplido el misterio de las lámparas de fuego que arden, iluminan, son en todos los seres humanos.  No somos hijos de María, somos la misma María, mujer de fuego, de vida, en amor… en el amor de Dios, que nace en cada uno de nosotros en comunión de espíritu Santo. Por eso dice Juan de la Cruz, refiriéndose a María, que recibió el Espíritu como fuego/aire/sombra de Dios con todos nosotros, por todos los creyentes que son/somos ella en Cristo:

 ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido!(Llama 3)

Esas lámparas de fuego, en el alma de María, se identifican con la espada de amor y entrega de la vida que había profetizado Simeón en Lc 2, 32-35. Por medio de esa llama/espada que arde como fuego  de Dios en ellas… todos somos María, madre de Jesús, llena de su Espíritu. Ella no es simple madre externa de los fieles, sino que se identifica todos, llevando su alma la espada de dolor/redención/amor  de todos, las lámparas de fuego (de encarnación) de los que como ella aceptan y acogen su palabra.

   Así dice SJC que el alma “da a Dios en Dios la misma bondad y ser de Dios, porque no lo ha recibido sino para darlo...” (cf. Llama 78). Ésta es la metafísica de Dios, no Esencia Suma, ni Infinitud Radical, Aseidad o Auto-conocimiento, sino amor que se expande para compartirse en comunión de vida:

  •  (El alma) está dando en su Querido esa misma luz y calor
  • que está recibiendo de su Querido.
  • Porque, estando ella aquí hecha una misma cosa en él,
  • en cierta manera es ella Dios por participación... y  a este talle,
  • siendo ella  por medio de esta sustancial transformación sombra de Dios,
  • hace ella en Dios por Dios lo que Él hace en ella por sí mismo,
  • al modo que lo hace, porque la voluntad de los dos es una,
  • y así la operación de Dios y de ella es una.
  • De donde, como Dios se le está dando con libre y graciosa voluntad,
  • así también ella, teniendo la voluntad tanto más libre y generosa
  • cuanto más unida en Dios, está dando a Dios al mismo Dios en Dios
  • y es verdadera y entera dávida del alma a Dios.
  • Porque allí ve el alma que verdaderamente Dios es suyo
  • y que ella le posee con posesión hereditaria...
  •                                                                                (Llama 3, 78).

El ángel de la Anunciación dice a María que el Espíritu de Dios la cubrió con su sombra, a fin de que el Hijo de Dios naciera de esa forma, plenamente, en ella,. Pues bien,  conforme a este mismo simbolismo, que Juan de la Cruz ha explicado en comentario a Llama 3, la misma sombra/presencia/espíritu de Dios desciende y penetra en cada uno de los creyentes, para que en todos ellos nazca y sea  Cristo (Gal 2, 20), en los que se realiza la misma transformación de María… de forma que con ella todos seamos mediadores de Dios, co-redentores con Cristo, conforme a la palabra de Colosenses 1, 24: Cumplo en mi vida lo que “falta” a la redención de Cristo.

No es porque a Cristo le falte algo por imperfección, sino al contrario: Él es redentor y mediador con tal super-abundancia que ha querido compartir su amor redentor no sólo con su madre (como saben y dicen Jn 2, 1-12; 19, 25-27; Lc 1. 32-36), sino con todos  nosotros, a los que nos ha hecho co-redentores, mediadores de su redención, como me decía en los últimos años de suvida el profesor Enrique Llamas, gran mariólogo, que había sido  censor de mi tesis doctoral en teología, sobre este mismo tema en Ricardo de San Víctor (Universidad P. de Salamanca, 1966, como podrá ver que acuda por GOOGLE a Summa Upsa, tesis doctorales).

              Existiendo en Dios (por gracia divina), el hombre puede devolver y regalar a Dios lo que de Dios ha recibido, es decir, su mismo ser, de palabra vida y obra, por encarnación. De esa forma se puede afirmar que el alma (= ser humano) hace en Dios, por puro don divino, lo que Dios hace en ella, de manera que estando uno en otro realizan la misma operación, pues el despliegue del amor divino es el mismo amor humano.

En ese contexto se debe hablar de un recíproco amor activo, por el que Dios regala (concede) al hombre el ser humano y el hombre regala a Dios su mismo ser divino (“el alma está dando a Dios al mismo Dios en Dios”). Uno al otro se regalan, Dios al hombre y el hombre a Dios, y de esa forma nace en tierra, por el Espíritu Santo el mismo Jesucristo:

  •  Y así entre Dios y el alma está actualmente formado un amor recíproco
  • en conformidad de la unión y entrega matrimonial,
  • en que los bienes de entrambos, que son la divina esencia,
  • poniéndolos cada uno libremente
  • por razón de la entrega voluntaria del uno al otro,
  • los poseen entrambos juntos, diciendo el uno al otro
  • lo que el Hijo de Dios dijo al Padre por san Juan:
  • todos mis bienes son tuyos, y tus bienes míos...
  •                                          (Cf. Jn 17, 10. Llama 79)

   Este es el modelo final donde el amor engendrador (de Padre-Madre hacia el Hijo) se convierte en (=se interpreta  como) amor de desposorios. Por un lado, todo es don, proceso engendrador, que brota y se despliega desde el Padre-Madre. Por otro lado, todo es encuentro de amor del Padre con el Hijo en el Espíritu, comunicación matrimonial de esencia. Así decimos que el hombre es humano viviendo al interior del ser divino[3].

NOTAS

[1] Ésta es la creación culminada en amor, el mundo que recibe finalmente su sentido, en la Noche Serena de la resurrección de la carne y el espíritu. Todo es ya bueno y culmina en la Noche de Dios.

[2] Eso significa que el hombre no ha sido creado al exterior de Dios, sino dentro de su aliento: no es sólo oyente (cf. K. Rahner, Oyente de la Palabra), sino respondente (dialogante), de tal forma que el mismo Dios sea “oyente” del hombre. Por eso, como ha destacado A. Gesché, Destino (Sígueme, Salamanca 2004), Dios tiene que escuchar al hombre para conocerle.  

[3] Lo que Dios ha sido y es en Cristo (en forma germinal) se expande y realiza en aquellos que le aman, pues con Dios comparten en entrega de amor toda su esencia: “todos mis bienes son tuyos y los tuyos míos...” (Jn 17, 10). De esta forma culmina la revelación del Cántico, que hainterpretado el amor del Dios padre-madre como amor de matrimonio. El nuevo libro de la Llama, del que provienen las últimas citas, interpreta ese amor con categorías de encarnación, que pueden interpretarse en clave mariana. Es evidente que existen en la iglesia otras maneras de entender y explicar la presencia y el amor de Dios en Cristo, partiendo de las obras y palabras del Jesús histórico; pero el modelo empleado por SJC es uno de los más fecundos de la historia cristiana, y nos sitúa en la línea de los dos evangelios de la encarnación, el de Lucas y el de Juan.

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