Médico de cuerpos y almas (¡que es lo mismo, me decía!), amigo Miguel Ángel García, Párroco de Sancti-Spiritus, Salamanca (1958-2020)

Miguel Ángel García, Párroco de Sancti-Spiritus, Salamanca (1958-2020)
Miguel Ángel García, Párroco de Sancti-Spiritus, Salamanca (1958-2020)

Médico de cuerpos y almas (¡que es lo mismo, me decía!), amigo.

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Fue mi alumno, culminando sus estudios de teología, a principios de los años noventa del siglo pasado. Era ya médico, formaba parte de una comunidad de intensa vida cristiana, con su amigo y mi amigo Peio Sánchez,  que es hoy columnista de cine en RD y profesor de la Fac. de Teología de Barcelona.

Venían los dos, como jóvenes presbíteros de la parroquia de Santa Marta, de la comunidad Adsis, todos los días, los primeros en la clase, ambos ya maduros. Peio era maestro en narraciones, experto en cine. Miguel Ángel era médicos.  Los dos grandes tipos. Ambos fueron y han seguido siendo desde la entraña de la vida amigos, Peio más lejano porque se fue a Barcelona, desde donde manda para RD las mejores crónicas de cine religioso que conozco (https://www.religiondigital.org/buscador/?text=Peio+Sanchez). Miguel Ángel ha estado más cercano, porque aunque vivió y enseño unos años en Chile volvió a Salamanca, donde ha sido Párroco de Sancti-Spíritus.... En estos momentos, Peio (imagen 2) es profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, en Barcelona.

      Como trabajo de fin de carrera, para la licencia, Peio me propuso un análisis del film de Alex de la Iglesia, El día de la Bestia. Evidentemente, le dije que sí, pero que tenía que analizar no sólo el lenguaje de cine, la forma de vida de las “tribus urbanas”, los miedos del tiempo… sino también el fondo apocalíptico, el lenguaje de la salvación, comparando los temas de la película con el Evangelio, el Apocalipsis y la vida de la Iglesia… Además, me dijo, el protagonista del Dia de la Bestia era un teólogo de Deusto. Yo le contesté: Pero tú me rehaces la película y el tema como teólogo de Deusto‒Salamanca.

Peio Sánchez Rodríguez

    Miguel Ángel decía que quizá no necesitaba hacer trabajo de fin de carrera y obtener la Licencia en Teología, que era médico y de MIR, que él no era de "escrituras", como Peio, sino de contacto directo, cuerpo a cuerpo, mano a mano, como Jesús, su amigo terapeuta.

Pero entonces vino Gabriel Pérez, amigo entrañable,  casi perpetuo Vice‒Decano de la facultad de Teología de Salamanca… Y me dijo-

-- “Oye, que Miguel Ángel se va de misionero‒médico y profesor a Chile… y dice que no hace la Licencia”.Es una pena, le vendrá muy bien la licencia: tiene el currículo practicamente acabado, le queda el trabajo de síntesis de investigación. Tú tienes mano con él..

 Le cogí de banda, le cogimos de banda, Don Gabriel y un servidor… y le convencimos de que hiciera un trabajo final, con examen de grado… sobre los milagros‒curaciones de Jesús en los evangelios.

     Logramos convencerle y se puso a trabajar, encerrado en su parroquia… Le di una lista de milagros de Jesús, un par de libros de consulta, comentarios de los evangelios, con algún trabajo que yo mismo había escrito sobre los milagros y las sanaciones en Marcos… Y le dije:

- Nos analizas uno a uno los tipos de “terapia” de Jesús: Clase de enfermos, encuentro con Jesús‒Medico, formas de Sanación, sentido social y religioso de los temas.

Y así fue como Miguel Ángel, médico sobrio de intensa vida interior, l se licenció en Teología y se fue a Chile, y fue no sólo médico de cuerpos, sino también de almas…. (él me decía que en el fondo era lo mismo).

   Como he dicho, Don  Gabriel y un servidor  le tuvimos medio encerrado un tiempo, haciendo preparando su trabajo de síntesis final de carrera. Quedamos satisfechos... Trabajó luego muy bien de profesor en Chiile. A su vuelta a Salamanca le he ido viendo con cierta regularidad... Trabajaba en la parroquia,  en Santa Marta, Luego en Sancti‒Spiritus… Trabajaba en el Clínico...

Cuando yo estuve enfermo unas largas semanas,   él venía todos los días a verme al hospital, como si no hiciera nada, como si fuera lo más normal del mundo, con humanidad, con hondo espíritu cristiano. Estaba, preguntaba, escuchaba… Como persona y amigo, como médico y cura… Sin hacerse notar, un ratito cada día, como un resquicio de luz en la habitación enferma.  Gracias, Miguel Ángel.

Le he visto después varias veces cuando en estos últimos años que lleva de enfermo, un largo cáncer que le ha ido consumiendo... La última vez fue en Alba de Tormes, hace unos cuatro meses... Solía ir a ver a su amigo Gonzalo, con el que se había ordenado de presbítero, su amigo, en la parroquia de San Pedro... Nos paramos largo tiempo ante la iglesia. Me confirmó ya que se iba...

  Si, va en serio, me dicho… He luchado meses y meses, he  luchado hasta el fin, le habían dado la quimioterapia más de 30 veces... Pero ya no hay remedio en el plano médico Sólo me queda aprender a morir, morir como cristiano… Que Jesús me cure del todo por dentro, como nos decías en las clases.

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(Imagen de Miguel Ángel, en la parroquia de la Purísima, que era convento e iglesia a donde iba Fray Luis de León)

Lo sabía bien como médico. Sólo le quedaba morir y morir en paz. Me habló de su inmensa suerte... Sabía cuándo iba a morir... Le quedaban unos cuatro meses, hasta que el cáncer le llegara de lleno al cerebro. Quería vivirlos ante el Señor. Que no me preocupara, que su vida había sido hermoso, desde siempre...

Hablamos también de nuestro amigo común Peio Sánchez, de otra cosas de nuestros viejos tiempos, de nuestra amistad. Me dijo que no le veía demasiado, pero que de vez en cuando se juntaban para comentar las cosas de sus vidas de estudiantes, des presbíteros, de amigos.

He ido preguntando siempre por él estos últimos cuatro meses..., pero no me he atrevido a ir a verle. Estaba preparado, tenía los ojos luminosos de esperanza, un brillo especial:

Soy un privilegiado, el Señor me ha dado una vida hermosa, y ahora me está diciendo que voy a morir pronto, de forma que estoy preparado.

Ha sido para mí un testimonio de vida, una inyección de teo-terapia, una de las mejores lecciones de teología. Gracias, Miguel Ángel. Te has ido y estás... Gracias, sobre todo, por haberme acompañado en mis días de enfermo en el clínico. Creo que nunca te he dado las gracias... Intenté hacerlo una vez, pero no me dejaste. Ahora no necesitas que te las dé... pero es hermoso decir: Gracias. Un abrazo... ¿Recuerdas cuándo me hablabas de la "enfermedad" de nuestro tiempo que consiste en no soportar ningún tipo dolor en la vida?

Estabas empeñado en lograr que la juventud aprendiera a vivir y a querer, a divertirse y gozar… sin necesidad de drogas, de escapatorias falsas… Tú has soportado muchos dolores, sé que has ido y estás purificado. Xabier (lo que sigue es de la Diócesis de Salamanca).

Testimonio personal de Peio Sánchezz

Mi pequeño testimonio de Miguel Angel. Conocí a un castellano recio de Alconada el año 1977, estudiante de medicina

La comunidad Adsis nos reunió haciendo de dos en dos la formación al ministerio. Con buena memoria se aprendía las citas bíblicas como los huesos y músculos del cuerpo humano. Tenía una salud de hierro al lado de mi salud renqueante y la aprovechaba para ponerse al servicio con una disponibilidad generosa. Aprendimos juntos de la Misericordia entrañable y de la mesa del Primogénito con los últimos en los primeros puestos. Nos ordenaron juntos a mí de presbítero y a él de diácono en el 86, hasta que fue médico y recibió la ordenación con nuestro recordado Mauro Rubio.

Su primera misión fue el servicio de toxicomanias de Càritas y formar equipo con Julio Parrilla y conmigo en la parroquia de Santa Marta. Su capacidad de entrega era tan proverbial como su cabezoneria. Era de los que siempre iba por delante. Allí nació una fraternidad que ha perdurado hasta hoy. Entre muchos recuerdos su fe sencilla y recia como su madre, su capacidad de trabajo, en los campamentos y en la vida era un cura-Tarzán, todo terreno.

Si discernía algo allá iba y había que dejarle sitio porque lo emprendiera. Fue de los primeros disponibles entre los hermanos Adsis a salir para Valdivia en Chile donde fue feliz y generoso, aunque era un tipo de planta que sólo crecía bien en la llanura castellana. Con su vuelta nos dimos el relevo de párroco de Santa Marta y yo marché para Barcelona.

Le dejé el embolado de una iglesia en construcción en Santa Marta y otra en Valdelagua en los planos a puntos de empezar. Allí se convirtió en cura-constructor terminando las dos iglesias. En la distancia hemos mantenido mucha cercanía. Recuerdo especialmente su visita con Gonzalo Escamillla y Paco Buitrago, compañeros de quinta de ordenación

Con la dura enfermedad páncreas, hígado, pulmones, intestino según perdía cuerpo crecía en Espíritu. Se convirtió en un creyente y pastor humilde centrado en lo esencial Cristo y el amor. Con la objetividad del médico describía su proceso y el tiempo que le quedaba. Me dijo que fuera para despedirnos, genio y figura, y en la plaza de mayor de Salamanca nos dimos un abrazo y me dijo 'hasta el cielo', se ve que estudiamos con Ruiz de la Peña. Y todavía ha aguantado asombrosa y discretamente. Pues, lo dicho, hasta la Pascua de la nueva creación. Mn Peio Sánchez

((Un saludo fraterno Xabier desde Barcelona. Soy Peio Sánchez y quería agradecerte tu recuerdo de Miguel Angel Realmente en este último tramo de su vida me ha enseñado la hondura de su fe y la amistad compartida hecha fraternidad añeja en los años y la distancia. También quiero agradecerte profundamente tus años de maestro que nos ayudaron a ser hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños Que su traspaso nos permita estar más cerca Un abrazo enorme))

Diócesis de Salamanca, https://www.diocesisdesalamanca.com/noticias/ha-fallecido-el-sacerdote-miguel-angel-garcia-sanchez/

El sacerdote diocesano Miguel Ángel García Sánchez falleció anoche (del 31 de marzo al 1 de Abril 2020) en Salamanca a los 62 años, tras una larga enfermedad y 32 años de dedicación a su labor apostólica y sacerdotal. La Diócesis llora su pérdida y se une en oración para dar gracias por su vida y ponerlo en manos del Padre que le recibe ya para siempre en su casa.

Oriundo de Alconada, localidad en la que nació el 16 de enero de 1958, era el hijo menor de una familia numerosa y creyente. Miguel Ángel se formó con los Padres Paúles de Santa Marta de Tormes. Y, en 1978, mientras hacía los estudios de Medicina en la Universidad de Salamanca, ingresó en la comunidad Adsis como hermano.

En los años ochenta estudió Teología en la Universidad Pontificia y se ordenó sacerdote el 7 de noviembre de 1987 en la Catedral Vieja junto a otros dos diáconos, Juan Francisco Buitrago y Gonzalo Escamilla. “Tres presbíteros en una única celebración y en la Catedral, algo que hacía varios años que no sucedía”, como recordaba al celebrar sus bodas de plata en 2012.

“Estar junto al Señor para recibir su espíritu y acoger, con agradecimiento, temor y temblor para la misión de llevar el Evangelio a los pobres, vendar corazones rotos, liberar y cambiar ceniza de luto por diadema de gozo”, este texto del profeta Isaías fue uno de los proclamados en la celebración de su ordenación sacerdotal y que han sido luz y guía a lo largo de su vida y ministerio.

Su primer destino pastoral fue Santa Marta de Tormes, y desde Cáritas diocesana puso en marcha y coordinó el Servicio de apoyo en Toxicomanías. Más tarde, de 1993 a 1997 fue misionero en la diócesis chilena de Valdivia, donde fue párroco de San Pablo y responsable de la Escuela diocesana de formación de laicos y de diáconos permanentes.

De nuevo en Salamanca, fue nombrado párroco “in solidum y moderador” de Santa Marta de Tormes y Pelabravo (1997), impulsando la construcción de los nuevos templos de Santa Marta y Valdelagua y de una creciente comunidad parroquial. En el año 2000 es nombrado delegado episcopal de Diaconado Permanente y dos años después, delegado episcopal para el Clero y responsable del equipo de formación permanente, además de arcipreste del Trastormes y miembro del Colegio de Consultores.

Miguel Ángel junto a la Cruz de los Jóvenes, octubre de 2010. En 2003 pasa a ser rector de la iglesia de la Clerecía y responsable diocesano de la Pastoral Universitaria, a la vez que participa en numerosos servicios diocesanos, entre ellos el Consejo presbiteral. En 2012 asume como párroco Santi Spiritus, en la ciudad, y dos años después es nombrado delegado diocesano de Pastoral de la Salud, labor que desempeñó hasta mayo de 2019. En estos últimos años ha ejercido otros cargos de relevancia pastoral, como el de coordinador de los miembros del Servicio de asistencia religiosa católica (SARC) en los centros hospitalarios públicos, desde 2016 a 2019, y miembro del Consejo de Pastoral diocesano.

Miguel Ángel ha sido un sacerdote servicial y muy querido, luchador y creyente. En estos últimos años de enfermedad ha sido un ejemplo de ánimo con todos y confianza plena en Dios. Son muchos los que hoy comparten su recuerdo agradecido.

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