Ratzinger (5) 1984: Condena de la Teología de la liberación Testimonio de Severo Aparicio: "El vaticano se habría 'vengado' de la iglesia de Perú nombrando unos obispos impuestos, anti-conciliares"

Teologia de la Liberacion
Teologia de la Liberacion

Tras unos años de ajuste, prueba y vacilación, a los diez del Vaticano II, tras la asamblea del CELAM (Medellín 1968), Pablo VI publicó el documento más importante de la iglesia postconciliar, “Evangelii Nuntiandi” (1975), sobre el anuncio del evangelio.  Era una confirmación de la Iglesia de Cristo liberador, bocanada de aire puro, vida de Evangelio, para cientos millones de cristianos, hombres y mujeres de toda condición, de los cinco continentes, especialmente de América Latina, y en América Latina de Perú.

               Tras diez años de re-ajuste y miedo, con pavor ante el fantasma del marxismo y ante  revoluciones incoadas (o inventas artificialmente), en diversas iglesias y naciones, bajo la égida de Juan Pablo II, impulsado por corrientes  de tipo más político/económico que cristiano, J. Ratzinger, prefecto de la Doctrina de la Fe, impuso desde Roma un documento titulado Libertatis Nuntius (1984), donde, en nombre del Cristo de la Libertad (Isaías II y III), se condenaba no sólo la teología de la liberación, sino su espíritu y camino de evangelio- 

1984: Neuübersetzung : Orwell, George, Fischer, Simone: Amazon.es: Libros

1984

Fue un año tristísimo, año de las “profecías” siniestras del G. Orwell, 1984 (original 1949). En vez de superar el enfrentamiento por elevación de evangelio, J. Ratzinger lo ratificaba, de un modo muy deficiente, desde una parte de la trama. E. G. Castro, mi amigo experto en utopías y anti-utopías, que había venido a impartir un curso a la Univ. P. de Salamanca, me advirtió: No te equivoques, Xabier, estamos en 1984. Él no se equivocó.

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1968 y 1975. Prólogo romano, con Mons Severo Aparicio. Del evangelio de libertad (Pablo VI, 1975)) pasamos a un Cristo anti-libertad, controlado por jerarcas del sistema oficial. Eran tiempos duros, la elección no era fácil, las aguas del Vaticano II parecían desbocadas, muchos creyeron (algunos de buena fe) que había que amordazar a la “bestia”. Juan Pablo II estaba en ello. Ratzinger le secundó y escribió (hizo escribir) un documento poco fausto, no por lo que decía (en parte muy bueno), sino por lo que suponía y provocaba..

Fue tiempo duro. Tuve la “gracia” de seguir ese proceso, que va del año 1968 y 1975, año 1984, con epilogo del 2001, de la mano de Mons. Severo Aparicio Quispe), amigo mercedario, obispo auxiliar Cuzco, Perú, en el epicentro de la gran batalla, que se sigue librando allí todavía (2023) después de una “guerra de 40 años.

1968, el año de las algaradas estudiantiles europeas (parisinas) , yo estudiaba en el Bíblico de Roma y vivía en la Casa da la Merced (Iglesia Argentina, V. Margherita 81), con Severo Aparicio Quispe, compañero y amigo historiador peruano, que estaba ultimando su Tesis Doctoral sobre la Iglesia Colonial de Perú, en la Gregoriana.

Solemnes exequias de Mons. Severo Aparicio en la Catedral del Cusco -  Paperblog

Aparicio Quispe formaba pare la etnia quechua de Cuzco, de cultura alemana e hispana, fino conocedor de la identidad andina, máximo experto en la primera historia “colonial” e independiente de la iglesia en Perú. Conocía en especial la trama de los grandes concilios de Lima del siglo XVI y quería una iglesia romana (universal) y al mismo tiempo autóctona, quechua e hispano-parlante y pensante, sin “veleidades” marxistas, sin revoluciones militares, sin dictaduras de clase o pueblo.

Él me habló por vez primera de Gustavo Gutiérrez. Me dijo: Está planteando los temas de iglesia desde la libertad cristiana, sin negar la aportación hispana, pero recuperando la identidad quechua y aymara del altiplano y de la sierra, abriendo un camino de libertad, tras siglos de iglesia y sociedad colonizada. ¿Conoces la novela de Arguedas, Todas sangres, 1964?

 El año 1975 volvimos los dos por un tiempo a Roma y él me enseñó a entender y valorar la Exhortación apostólica que Pablo VI acababa de publicar (Evangelii Nuntiandi).

Como experto en historia, me dijo: Ahora culmina el Vaticano II. Este documento marca la “receptio”, que ratifica por fin, de un modo papal, la doctrina y práctica del Concilio. Sigue habiendo cosas por hacer; pero por fin podremos hacer nosotros. Tendremos nuestra propia iglesia en Perú, en comunión con Roma, pero liberada de un tipo Vaticano “impositivo”.

Hasta ahora no habíamos sido iglesia autónoma, sino iglesia colonial. España y Roma nos han dado mucho. Pero nos han seguido tratando como territorio ocupado de ultramar, como si no tuviéramos capacidad (¡somos indios!), ni madurez cristiana para tener nuestra propia iglesia. Ahora puede empezar nuestro verdadero cristianismo. Lee bien la Encíclica.

1975,EVANGELII NUNTIANDI. UNA VOZ POST-CONCILIAR Y EVANGÉLICA DE LIBERTAD

Ha sido la última voz del Vaticano II, el Canto de Cisne del Concilio. Por fin se podía decir que un Papa de Roma, a diferencia de lo que había sucedido en el siglo XV-XVI, aceptaba la voz del conjunto de las iglesias, haciéndose promotora de evangelio, de amor, de libertad para todos, como había querido Ignacio de Antioquía.

Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi - Papa Pablo VI - eBooks  Católicos

Desarrollando esa línea, Pablo VI precisaba los principios de la evangelización cristiana, en línea de encarnación y libertad:

"la Iglesia ... tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización" (Evangelii Nuntiandi= EN 30).

El evangelio de Jesús es anuncio y germen de liberación universal, que ha de expresarse por la Iglesia. Ella "trata de suscitar cada vez más numerosos cristianos que se dediquen a la liberación de los demás. A estos cristianos "liberadores" les da una inspiración de fe, una motivación de amor fraterno, una doctrina social a la que el verdadero cristiano no sólo debe prestar atención sino que debe ponerla como base de su prudencia y de su experiencia para traducirla concretamente en categorías de acción, de participación, de compromiso" (EN 38).

Destaquemos esas últimas palabras: acción, participación y compromiso tienden a "lograr estructuras que salvaguarden la libertad humana". Por eso, los evangelizadores deben empeñarse en superar las opresiones sistemáticas, de forma que puedan respetarse los derechos de la persona humana (EN 39). Sólo así cobran sentido aquellos tres valores o momentos que Pablo VI proponía como clave de evangelización eclesial:

a) Evangelizar es anunciar la buena nueva. n el principio hallamos la "palabra", el mensaje que proclama a todos los hombres su dignidad de hijos de Dios, ofreciéndoles la gracia de su reino.

 Por eso, no existe evangelio sin palabra que se anuncia y acoge, abriendo así un espacio de respuesta entre los hombres. La cautividad más grande es la carencia de palabra: están más oprimidos aquellos que no pueden ni siquiera conocer su cautiverio, ni exponer sus esperanzas, ni asumir en libertad el camino de su vida. Por eso, en el principio de la evangelización liberadora hallamos la palabra: queremos que todos conozcan su dignidad, asumiendo el don de Dios y procurando que ellos mismos se liberen (EN 9).

b) Evangelizar es liberar. Pablo VI reformula el proyecto de Jesús y, actualizando el viejo esquema de palabra y obra, añade que no existe verdadero evangelio allí donde el anuncio (la palabra) no se expresa como gesto de ayuda concreta a los necesitados, en camino de asistencia, promoción y cambio de estructuras. Sin este amor activo hacia los hombres, sin este compromiso en favor de los pequeños no se puede hablar de gracia de Dios, no hay evangelio.

c) Finalmente, evangelizar es celebrar la libertad en clave de oración individual y de liturgia eclesial, comunitaria. De esa forma, su mensaje se vuelve palabra de gratitud que dirigimos hacia el Padre, por medio de Jesús, en el Espíritu; es, al mismo tiempo, fiesta de los hombres que se alegran por la vida y cantan, en tensión de gozo integral, en las dificultades y dolores de la tierra. Este es el esquema que emplea Pablo VI, vinculando nuevamente aquellas tres funciones de la Iglesia que la tradición destaca desde tiempo antiguo: tiene un poder profético (ofrece la palabra), real (extiende los principios de la fraternidad) y sacerdotal (celebra ya la fiesta de Cristo sobre el mundo).

Aprueban un milagro para la beatificación de Pablo VI

Pablo VI aplica en forma nueva los antiguos principios de la Iglesia, anunciando un nuevo Pentecostés para los pueblos oprimidos, retomando y ampliando los principios de la Conferencia del CELAM en Medellín (1968)

Esta exhortación tuvo una resonancia enorme y sigue siendo todavía uno de los documentos fundamentales para la vida y acción de la Iglesia en el mundo. Después de hablar del amor del Padre y de la salvación de Cristo (en el lugar donde se espera una afirmación sobre el Espíritu Santo), la exhortacióndestaca la exigencia de una transformación completa de la vida cristiana, en claves de liberación.

 En esa línea, superando posturas anteriores de una Iglesia que había corrido el riesgo de apoyar a los poderes establecidos, en contra de los pobres, la teología de la estaba proponiendo propuso (entre los años sesenta y ochenta del siglo XX) una lectura liberadora del cristianismo, superando así una visión individualista de la libertad (que había sido defendida por la Primera Ilustración y por gran parte de la Iglesia anterior). Sólo se puede hablar de libertad personal, en el sentido pleno de la palabra, si existen condiciones sociales en las que ella puede expresarse y desarrollarse esa libertad. Así lo propuso un documento fundamental del Magisterio católico:

«(Hay muchos pueblos….) empeñados con todas sus energías en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambres, enfermedades crónicas, analfabetismo, depauperación, injusticia en las relaciones internacionales y, especialmente, en los intercambios comerciales, situaciones de neocolonialismo económico y cultural, a veces tan cruel como el político, etc. La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización.

Entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?

 No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad» (en 30-31).

            Fueron años buenos para la iglesia, y en especial para la Universidad Pontificia de Salamanca, por donde pasaron los grandes maestros europeos (Rahner, Moltmann, H. Küng) y amerincano ( Gustavo Gutiérrez, L. Boff). La liberación de la iglesia y de la sociedad parecía asegurada. Pero E. G. Castro, experto en utopías y disto pías, que vino a impartir un curso en Salamanca me dijo: Estate atento, va a llegar el 1984.

1984. UN GRAN DOLOR. RATZINGER: LIBERTATIS NUNTIUS

Mitos De Batina on Twitter: "Cardeal Joseph Ratzinger - Bento XVI, Libertatis  Nuntius, 6 de agosto de 1984. Lns https://t.co/kK3oaJQ8qM" / Twitter

Y llegó el 84. Antes había podio conversar con Mons. Aparicio, en agosto de 1978, con ocasión de un cursillo sobre evangelio y libertad en Argentina y Perú. En ciertos entornos político-sociales, muy influídos por USA, parecían apagarse los clamores de liberación del Vaticano II y de Evangelii Nuntiandi. Estaban triunfando las dictaduras militares, es decir, capitalistas Por varios lugares  se extendía una cruzada anti-marxista, especialmente dirigida en contra de la teología de la liberación. Pero todavía las cosas no estaban decididas. Aparició me dijo en Lima: Estate atento.  

A finales de ese año 1978 fue elegido Papa Juan Pablo IIy , tras unos meses de vacilación, quedó claro su programa de involución fáctica (no teórica) de la iglesia, con un anti-comunismo militante, con mano dura ante los “deseos” de liberación eclesial.

El año 1981, Juan Pablo II nombró a J. Ratzinger prefecto de la Doctrina de la fe…y uno sus primeras tareas fue la de “desautorizar” (=condenar) a la teología de la liberación, con todos los medios a su alcance, ejerciendo un control duro sobre la enseñanza de teología y sobre la organización y dirección de las iglesias. Como resultado de esas medidas, muchos profesores (entre ellos un servidor) tuvimos que abandonar nuestras cátedras…

A mí me tocó el año 1984, cuando estaba inserto en la elaboración de mi tesis de Biblia, para el bíblico de Roma, sobre el principio de la liberación evangélica (Mt 25, 31-46). Al principio no me di cuenta de lo que pasaba. Cuando lo advertí era demasiado tarde. E.G. Castro me había dicho cuídate del 1984.  Y precisamente ese año me expulsaron de la cátedra, tuve que dejar Salamanca y fui a Roma, ingenuamente, para ocuparme del tema… pensando que allí se hablaba aún de libertad.

Pero mucho había cambiado, menos la biblioteca del Bíblico, donde seguí estudiándolos evangelios. A los pocos meses vino Mons. Severo Aparicio, y convivimos por un tiempo en el convento,Viale R. Margherita 81

Los dos estábamos allí por lo mismo, en el fondo por Ratzinger. Un servidor  por los “reajustes” teológicos” que él estaba imponiendo, de forma que tuve que dejar Salamanca por Ratzinger. Aparicio porque había sido convocado por el mismo Ratzinger para “participar en la elaboración de un documento” sobre la teología de la liberación y, en realidad, para condenar expresamente a Gustavo Gutiérrez, inspirados y máximo representante de esa teología.

José Antonio Benito: HOMENAJE MONSEÑOR SEVERO APARICIO Y PRESENTACIÓN  REVISTA APHE 13, LUNES 5 DE DICIEMBRE, 5 P.M.

      Fue uno de los momentos más tristes y oscuros de mi vocación teológica y de mi pertenencia a la iglesia católica. Mons. Severo Aparicio, un hombre tranquilo, mesurado, totalmente anti-marxista estaba sufriendo como nunca le había visto. Le habían nombrado obispo auxiliar del Cuzco precisamente para “contrarrestar” al obispo titular (y a los otros dos obispos del Altiplano de los que se decía, sin razón, que eran un foco de teología de la liberación y de marxismo).

Aparicio no iba ni a favor ni en contra, era simplemente un obispo cristiano, obispo para campesinos quechua-parlantes y criollos. Estas son las razones que me daba, casi llorando, al volver de las reuniones del episcopado peruano con Ratzinger, mientras comíamos juntos en el convento.

- Ratzinger no entiende nada de nuestras iglesias. Tiene un esquema fijo, no sale de su idea, ni conoce libertad ni pluralidad para los cristianos de Perú, cree que somos una parroquia sumisa, dormida, de Baviera. Nosotros estamos en trance de recrear el evangelio, pero él nos lo quiere impedir.

- Ratzinger no tiene ningún derecho, ni como hombre, ni como cristiana, a que condenemos a un hermano cristiano como Gustavo Gutiérrez. Este era el tema clave: Ratzinger quería que los obispos del Perú secundaran su documento “Libertatis nuntius” y condenaran a Gustavo. Aparicío no aceptaba toda la teología de Gustavo, pero le parecía necesaria  y pensaba que era anti-cristiano condenarle.

Me dejó leer parte del documento que estaban preparando… Me preguntó si tenía algo escrito sobre el tema,  le dejé un librito sobre el evangelio de la libertad (Evangelio y evangelios) que había publicado hace dos años, en 1982. Me lo agradeció y hablamos (mañana quiero publicar en este blog sus páginas centrales).

Ratzinger no logró que los obispos peruanos condenaran a Gustavo, pero se “vengó” de un modo más duro (como me diría Aparicio el año 2001, como seguiré diciendo). Fue una ocasión perdida, un día triste para la Iglesia de Perú (Aparicio) y para la iglesia universal.

- No puedo reproducir, ni comentar todo el documento, sólo las páginas iniciales:

INSTRUCCIÓN. SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA «TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación. En los últimos años esta verdad esencial ha sido objeto de reflexión por parte de los teólogos, con una nueva atención rica de promesas.

La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lógicamente reclama la liberación de múltiples esclavitudes de orden cultural, económico, social y político, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstáculos que impiden a los hombres vivir según su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación.

En efecto, ante la urgencia de los problemas, algunos se sienten tentados a poner el acento de modo unilateral sobre la liberación de las esclavitudes de orden terrenal y temporal, de tal manera que parecen hacer pasar a un segundo plano la liberación del pecado, y por ello no se le atribuye prácticamente la importancia primaria que le es propia. La presentación que proponen de los problemas resulta así confusa y ambigua. Además, con la intención de adquirir un conocimiento más exacto de las causas de las esclavitudes que quieren suprimir, se sirven, sin suficiente precaución crítica, de instrumentos de pensamiento que es difícil, e incluso imposible, purificar de una inspiración ideológica incompatible con la fe cristiana y con las exigencias éticas que de ella derivan.

VII - EL ANÁLISIS MARXISTA

La impaciencia y una voluntad de eficacia han conducido a ciertos cristianos, desconfiando de todo otro método, a refugiarse en lo que ellos llaman « el análisis marxista ».

Su razonamiento es el siguiente: una situación intolerable y explosiva exige una acción eficazque no puede esperar más. Una acción eficaz supone un análisis científicode las causas estructurales de la miseria. Ahora bien, el marxismo ha puesto a punto los instrumentos de tal análisis. Basta pues aplicarlos a la situación del Tercer Mundo, y en especial a la de América Latina.

Es evidente que el conocimiento científico de la situación y de los posibles caminos de transformación social es el presupuesto para una acción capaz de conseguir los fines que se han fijado. En ello hay una señal de la seriedad del compromiso.

Pero el término « científico » ejerce una fascinación casi mítica, y todo lo que lleva la etiqueta de científico no es de por sí realmente científico. Por esto precisamente la utilización de un método de aproximación a la realidad debe estar precedido de un examen crítico de naturaleza epistemológica. Este previo examen crítico le falta a más de una « teología de la liberación ».

En las ciencias humanas y sociales, conviene ante todo estar atento a la pluralidad de los métodos y de los puntos de vista, de los que cada uno no pone en evidencia más que un aspecto de una realidad que, en virtud de su complejidad, escapa a la explicación unitaria y unívoca.

En el caso del marxismo, tal como se intenta utilizar, la crítica previa se impone tanto más cuanto que el pensamiento de Marx constituye una concepción totalizante del mundo en la cual numerosos datos de observación y de análisis descriptivo son integrados en una estructura filosófico-ideológica, que impone la significación y la importancia relativa que se les reconoce. Los a prioriideológicos son presupuestos para la lectura de la realidad social. Así, la disociación de los elementos heterogéneos que componen esta amalgama epistemológicamente híbrida llega a ser imposible, de tal modo que creyendo aceptar solamente lo que se presenta como un análisis, resulta obligado aceptar al mismo tiempo la ideología. Así no es raro que sean los aspectos ideológicos los que predominan en los préstamos que muchos de los « teólogos de la liberación » toman de los autores marxistas.

La llamada de atención de Pablo VI sigue siendo hoy plenamente actual: a través del marxismo, tal como es vivido concretamente, se pueden distinguir diversos aspectos y diversas cuestiones planteadas a los cristianos para la reflexión y la acción. Sin embargo, « sería ilusorio y peligroso llegar a olvidar el íntimo vínculo que los une radicalmente, aceptar los elementos del análisis marxista sin reconocer sus relaciones con la ideología, entrar en la práctica de la lucha de clases y de su interpretación marxista dejando de percibir el tipo de sociedad totalitaria a la cual conduce este proceso »[22].

Es verdad que desde los orígenes, pero de manera más acentuada en los últimos años, el pensamiento marxista se ha diversificado para dar nacimiento a varias corrientes que divergen notablemente unas de otras. En la medida en que permanecen realmente marxistas, estas corrientes continúan sujetas a un cierto número de tesis fundamentales que no son compatibles con la concepción cristiana del hombre y de la sociedad. En este contexto, algunas fórmulas no son neutras, pues conservan la significación que han recibido en la doctrina marxista. « La lucha de clases » es un ejemplo. Esta expresión conserva la interpretación que Marx le dio, y no puede en consecuencia ser considerada como un equivalente, con alcance empírico, de la expresión « conflicto social agudo ». Quienes utilizan semejantes fórmulas, pretendiendo sólo mantener algunos elementos del análisis marxista, por otra parte rechazado en su totalidad, suscitan por lo menos una grave ambigüedad en el espíritu de sus lectores.

Recordemos que el ateísmo y la negación de la persona humana, de su libertad y de sus derechos, están en el centro de la concepción marxista. Esta contiene pues errores que amenazan directamente las verdades de la fe sobre el destino eterno de las personas. Aún más, querer integrar en la teología un « análisis » cuyos criterios de interpretación dependen de esta concepción atea, es encerrarse en ruinosas contradicciones. El desconocimiento de la naturaleza espiritual de la persona conduce a subordinarla totalmente a la colectividad y, por tanto, a negar los principios de una vida social y política conforme con la dignidad humana.

El examen crítico de los métodos de análisis tomados de otras disciplinas se impone de modo especial al teólogo. La luz de la fe es la que provee a la teología sus principios. Por esto la utilización por la teología de aportes filosóficos o de las ciencias humanas tiene un valor « instrumental » y debe ser objeto de un discernimiento crítico de naturaleza teológica. Con otras palabras, el criterio último y decisivo de verdad no puede ser otro, en última instancia, que un criterio teológico. La validez o grado de validez de todo lo que las otras disciplinas proponen, a menudo por otra parte de modo conjetural, como verdades sobre el hombre, su historia y su destino, hay que juzgarla a la luz de la fe y de lo que ésta nos enseña acerca de la verdad del hombre y del sentido último de su destino.

La aplicación a la realidad económica, social y política de hoy de esquemas de interpretación tomados de la corriente del pensamiento marxista puede presentar a primera vista alguna verosimilitud, en la medida en que la situación de ciertos países ofrezca algunas analogías con la que Marx describió e interpretó a mediados del siglo pasado. Sobre la base de estas analogías se hacen simplificaciones que, al hacer abstracción de factores esenciales específicos, impiden de hecho un análisis verdaderamente riguroso de las causas de la miseria, y mantienen las confusiones.

En ciertas regiones de América Latina, el acaparamiento de la gran mayoría de las riquezas por una oligarquía de propietarios sin conciencia social, la casi ausencia o las carencias del Estado de derecho, las dictaduras militares que ultrajan los derechos elementales del hombre, la corrupción de ciertos dirigentes en el poder, las prácticas salvajes de cierto capital extranjero, constituyen otros tantos factores que alimentan un violento sentimiento de revolución en quienes se consideran víctimas impotentes de un nuevo colonialismo de orden tecnológico, financiero, monetario o económico. La toma de conciencia de las injusticias está acompañada de un pathosque toma prestado a menudo su razonamiento del marxismo, presentado abusivamente como un razonamiento « científico ».

La primera condición de un análisis es la total docilidad respecto a la realidad que se describe. Por esto una conciencia crítica debe acompañar el uso de las hipótesis de trabajo que se adoptan. Es necesario saber que éstas corresponden a un punto de vista particular, lo cual tiene como consecuencia inevitable subrayar unilateralmente algunos aspectos de la realidad, dejando los otros en la sombra. Esta limitación, que fluye de la naturaleza de las ciencias sociales, es ignorada por quienes, a manera de hipótesis reconocidas como tales, recurren a una concepción totalizante como es el pensamiento de Marx.

Las etapas de Joseph Ratzinger (II). Prefecto (1982-2005) - Omnes

VIII - SUBVERSIÓN DEL SENTIDO DE LA VERDAD Y VIOLENCIA

Esta concepción totalizante impone su lógica y arrastra las « teologías de la liberación » a aceptar un conjunto de posiciones incompatibles con la visión cristiana del hombre. En efecto, el núcleo ideológico, tomado del marxismo, al cual hace referencia, ejerce la función de un principio determinante.Esta función se le ha dado en virtud de la calificación de científico, es decir, de necesariamente verdadero, que se le ha atribuido. En este núcleo se pueden distinguir varios componentes.

En la lógica del pensamiento marxista, « el análisis » no es separable de la praxisy de la concepción de la historia a la cual está unida esta praxis. El análisis es así un instrumento de crítica, y la crítica no es más que un momento de combate revolucionario. Este combate es el de la clase del Proletariado investido de su misión histórica.

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En consecuencia sólo quien participaen este combate puede hacer un análisis correcto.

La conciencia verdadera es así una conciencia partidaria.Se ve que la concepción misma de la verdaden cuestión es la que se encuentra totalmente subvertida: se pretende que sólo hay verdad en y por la praxis partidaria.

La praxis, y la verdad que de ella deriva, son praxisy verdad partidarias, ya que la estructura fundamental de la historia está marcada por la lucha de clases.Hay pues una necesidad objetiva de entrar en la lucha de clases (la cual es el reverso dialéctico de la relación de explotación que se denuncia). La verdad es verdad de clase, no hay verdad sino en el combate de la clase revolucionaria.

La ley fundamental de la historia que es la ley de la lucha de clases implica que la sociedad está fundada sobre la violencia. A la violencia que constituye la relación de dominación de los ricos sobre los pobres deberá responder la contra-violencia revolucionaria mediante la cual se invertirá esta relación.

La lucha de clases es pues presentada como una ley objetiva, necesaria. Entrando en su proceso, al lado de los oprimidos, se « hace » la verdad, se actúa « científicamente ». En consecuencia, la concepción de la verdad va a la par con la afirmación de la violencia necesaria, y por ello con la del amoralismo político. En estas perspectivas, pierde todo sentido la referencia a las exigencias éticas que ordenan reformas estructurales e institucionales radicales y valerosas.

La ley fundamental de la lucha de clases tiene un carácter de globalidad y de universalidad. Se refleja en todos los campos de la existencia, religiosos, éticos, culturales e institucionales. Con relación a esta ley, ninguno de estos campos es autónomo. Esta ley constituye el elemento determinante en cada uno.

Por concesión hecha a las tesis de origen marxista, se pone radicalmente en duda la naturaleza misma de la ética. De hecho, el carácter trascendente de la distinción entre el bien y el mal, principio de la moralidad, se encuentra implícitamente negado en la óptica de la lucha de clases.

Dado en Roma, en la Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el día 6 de agosto de 1984, fiesta de la Transfiguración del Señor.(cf. ttps://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19840806_theology-liberation_sp.html

JOSEPH CARD. RATZINGER Prefecto+ ALBERTO BOVONE Arzobispo tit. de Cesárea di Numidia Secretario

2001 El problema  no fue el documento, sino el post-documento.

   Pasaron los años. Yo me “sometí” y volví a Salamanca… Había que pactar de alguna manera. También Aparicio pacto, con su paciencia quechua de siglos. Nos vimos alguna vez más, de paso. Convivimos unos días en Cuzco, el año 2001.

Yo había ido para impartir un cursillo en el santuario del Cristo de Huanka. Él estaba ya retirado en el convento, tras haber cumplido la edad reglamentaria, 75 años. Pudimos hablar con calma.

La Teología de la Liberación (V) - Instituto Bartolomé de las Casas

Él me dijo que lo malo no había sido el documento (Libertatis Nuntius) de 1984, que tenía cosas incluso buenas, y además no habían condenado a Gustavo. Lo malo vino después. El vaticano se había “vengado” de la iglesia de Perú (era una palabra dura, me dijo; pero era la palabra). Quizá sin saber del todo lo que hacían, fueron nombrando nombrando unos obispos impuestos, anti-conciliares (no sólo anti-liberadores), unos opuestos al “alma” y cristianismo popular, dialogante, de Perú.

El clero y la rebelión de Túpac Amaru según Mons. Severo Aparicio

Así es, Xabier… Basta con decirte que han nombrado seis de una de una obra, que  (al menos aquí), de hecho, es contraria a la identidad del evangelio, tal como queremos vivirlo en Perú. Es un escándalo, no nos dejan ser libres, ni tener autonomía como cristianos de una iglesia rica, con más de cinco siglos de historia. Estamos peor que en los primeros tiempos de la conquista, cuando los concilios de Lima. España nombraba a los obispos mejor que lo que hace ahora el Vaticano.

José Antonio Benito: HOMENAJE MONSEÑOR SEVERO APARICIO Y PRESENTACIÓN  REVISTA APHE 13, LUNES 5 DE DICIEMBRE, 5 P.M.

El problema es también nuestro, es decir, de los peruanos, que tenemos una guerrilla, casi una guerra civil, pero en vez de ayudarnos a superarla en una línea de diálogo, acogida y libertad, a la luz del evangelio, algunos obispos impuestos por Roma, en la línea de Ratzinger, están encendiendo el fuego.

Entre el puro capitalismo neo-colonialista de USA  y una guerrilla falsamente marxista nos estamos hundiendo, como país, como cristiandad… Tenemos un buen fondo cristianos, podríamos dialogar y superar nuestros problemas sociales, económicos, culturales, cristianos… Pero el Vaticano no nos está ayudando nada.

- No, el tema no es sólo Ratzinger, sino lo que él representa…, la ideología con la que vienen muchos nuevos obispos…

Perú Cristiano: FRANCISCO DE SALAMANCA, EL CÉLEBRE PINTOR MERCEDARIO DEL  PERÚ

Sí, ya me has hablado de Mons. Cipriani,  viene de tu tierra, de Pamplona, acaban de nombrarle Arzobispo de Lima y Cardenal. Le conozco muy bien, ha andado por aquí, por el altiplano… Perdóname, pero es en el fondo un guerrillero, es decir, un anti-guerrillero. Hasta andaba con pistola, ahora en Lima no lo sé. Por ese camino de confrontación, de vencer, no de convencer, como decía uno de tu tierra, no tenemos solución.

Conclusión. Año 2023.

No vi más a Mons. Aparicio. Murió el año 2013. Era un moderado, un peruano de paz, quechua, hispano, universal. Cipriani se ha mantenido en su cargo (con su carga) hasta 2019.  Muchos problemas de Perú, que la “doctrina Ratzinger” no ayudó a solucionar, siguen pendientes, como sabe cualquiera que siga las noticias de Perú, tal como las sigue contando por ejemplo Fredi Aparicio Quispe, vicario de la Diócesis de Cuzco, que tiene los mismos apellidos que mi amigo Severo Aparicio Quispe, q.e.p.d. (cf. https://www.facebook.com/fredi.aparcioquispe y https://www.religiondigital.org/buscador/?text=Fredi+Aparicio+ )

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