G. Trakl, La Iglesia muerta

       Llevo meses traduciendo y comentando salmos, verso a verso, grito a grito, y, al mismo tiempo, pensando en el de la humanidad y de iglesia que, según algunos (¿agoreros?), se halla muerta, aunque ella todavía, en general, no lo sabe,  como diré en la postal de mañana.

 Pero mi amigo de pensares, Paco Mateo, me acaba de mandar desde su pueblo (¡San Mateo!) unos poemas de G. Trakl, y en especial uno titulado La Iglesia Muerta, escrito a principios del siglo XX.

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Trakl: La iglesia muerta 

  George Trakl (1887-1914), poeta austriaco, de tradición cristiana (padre luterano, madre católica), nacido en Salzburgo, ciudad de Mozart. Sintió que el mundo occidental se derrumbaba y que las iglesias estaban entrando en un trance de muerte.   Reclutado como sanitario en la guerra del 1914 padeció su "horror" (cristianos contra cristianos, occidentales contra occidentales) y sin poder superarlo,  tras la batalla de Grodek, rodeado de muertos, terminó suicidándose (4.11.1914)

Recojo aquí su poema titulado La iglesia muerta, en dos versiones castellanas, y en el texto original (Die tote Kirche). Es evidente que la iglesia austriaca y occidental era (y es) más que lo que describe Trakl en su poema: La iglesia es también alegría, color y música católica barroca, liturgia de vida, sinfonía luterana. Pero es también lo que dice este poema sobrecogedor sobre la Iglesia Muerta.

Absorbí el silencio de Dios de un manantial en el bosque.

Ha existido y existe una "iglesia de muertos", una falsa liturgia de dolor cansado, lamento moribundo y corazones secos, con un pan y vino sin alma...  Desde esa iglesia, a la que no ha llegado la "curación de amor" de Jesús, grita Trakl a Dios, con la voz más honda de docenas de Salmos sel Antiguo Testamento: Apiádate de nosotros —  ¡Señor!  Erbarme dich unser – Herr!

 Trakl no pudo soportar la vida en esa iglesia y en esa humanidad, y así, tras la batalla de Grodek, prefirió acallar su voz, poniendo su vida de poeta en manos del Dios a quien pedía compasión. 

La iglesia es hoy (2021) distinta de la iglesia del 114,  pero la experiencia de Trakl y su destino de muerte pueden ayudarnos a entender y recrear la tarea de una Humanidad de Vida.

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«La iglesia muerta. versión 1»

En oscuros bancos están sentados, apretados
y levantan las miradas apagadas
a la cruz. Los cirios vislumbran como velados
y sombría y como velada la Faz mortificada.
El incienso sube de dorado vaso
hacia la altura, un canto moribundo
se disipa, e incierto y dulce como un crepúsculo
invadido está en el espacio. El sacerdote avanza
hacia el altar; pero ejercita con cansado espíritu
los piadosos ritos — un miserable actor,
ante malos orantes de rígidos corazones,
en el acto sin alma del pan y del vino.

¡La campana suena! los cirios flamean sombríos —
y la más pálida, como velada la Faz mortificada!
¡El órgano murmura! ¡En los muertos corazones
se estremece el recuerdo! Un sangriento rostro de dolor
se envuelve en la oscuridad y la desesperación
lo mira fijo desde muchos ojos en el vacío.
Y una voz semejante a todas las otras,
solloza — mientras el espanto creció en el espacio,
el espanto de la muerte creció: apiádate de nosotros —
¡Señor! (J.L. Reina Palazón, Poesías completas,.Trotta, 2010 )

La iglesia muerta, versión 2.

En los oscuros bancos se amontonan
alzando sus miradas extinguidas
a la cruz y las luces brillan muertas
y turbia y muerta brilla la cabeza herida.
Se levanta el incienso del dorado
recipiente, subiendo a las alturas
cual música que opaca desfallece,
y dulce, incierto, opaco, el gran espacio
es invadido espacio que anochece.
Al altar se aproxima el sacerdote,
practica con espíritu cansado
piadosas costumbres ya vetustas,
an actor deleznable ante oradores
mezquinos que en un juego desalmado
con vino y pan dan a sus corazones
pétrea dureza. Golpes de campana
suenan. La luz es cada vez mas turbia
y cada vez mas blanca la cabeza,
y mas remota y turbia, mas herida...
Y ruge el órgano. En muertos pechos
nace un recuerdo, un rostro doloroso
que en sangre se consume, oculto, oscuro
tras la desesperanza que le mira
muerta por centenares de ojos muertos,
mas una voz, sonando como todas,
irrumpe sollozando -crece el miedo,
la angustia de morir en el espacio-
¡oh, ten piedad, Señor, de nuestra culpa!(trad. https://sites.google.com/site/georgtraklantologia/)

Original. «Die tote Kirche»

Auf dunklen Bänken sitzen sie gedrängt
Und heben die erloschnen Blicke auf
Zum Kreuz. Die Lichter schimmern wie verhängt,
Und trüb und wie verhängt das Wundenhaupt.
Der Weihrauch steigt aus güldenem Gefäß
Zur Höhe auf, hinsterbender Gesang
Verhaucht, und ungewiss und süß verdämmert
Wie heimgesucht der Raum. Der Priester schreitet
Vor den Altar; doch übt mit müdem Geist er
Die frommen Bräuche – ein jämmerlicher Spieler,
Vor schlechten Betern mit erstarrten Herzen,
In seelenlosem Spiel mit Brot und Wein.
Die Glocke klingt! Die Lichter flackern trüber –
Und bleicher, wie verhängt das Wundenhaupt!
Die Orgel rauscht! In toten Herzen schauert
Erinnerung auf! ein blutend Schmerzensantlitz
Hüllt sich in Dunkelheit und die Verzweiflung
Starrt ihm aus vielen Augen nach ins Leere.
Und eine, die wie aller Stimmen klang,
Schluchzt auf – indes das Grauen wuchs im Raum,
Das Todesgrauen wuchs: Erbarme dich unser –
Herr!

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