Si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano (Jn 11, 21) (con ocasión de X.Novell) La historia de "X. X.", un eclesiástico homosexual que pasó por las 'terapias de conversión' y "pensó que no tenía más opción que suicidarse"

El problema del suicidio.
El problema del suicidio. PD

Escribí hace tres días, aquí, en RD, una nota sobre el obispo X. Novell y su relación “sanadora” con Silvia, pidiendo a todos que respetaran su intimidad humana y cristiana, que nadie teníamos derecho a condenarles.

Pero hoy estoy dispuesto condenar a otros, con palabras tristes de Jesús: “mejor sería que se ataran una piedra de molino al cuello y se echaran al mar”.

No, no quiero mandarles en modo alguno al infierno eterno, pero deseo que no sigan haciendo daño en este mundo, como lo hicieron con un eclesiástico homosexual que se mató hace unos años por sentirse condenado, pues no tuvo a su lado a nadie que le dijera como Jesús “vive, tu fe tiene que salvarte”.

Así me decía su hermana, mujer de iglesia, creyente, a pesar de todo… “Y esto en un momento en que el P. Francisco estaba empezando a decir que la homosexualidad no es pecado, ni estigma eclesiástico, ni maldición…”. Y lo le dije (a la hermana): “Esto en el momento en que el Papa Francisco estaba empezando a prohibir las terapias de curación de homosexuales”.

Por qué se suicida una persona? - Clínica Monte Sinai

En contra de las prácticas de “curación” de homosexuales.

 Así le dijo Marta a Jesús en un texto famoso del evangelio: “Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”.   Retomando esas palabras, me comentó la hermana de X.X., llorando, la muerte de su hermano. No hubo a su lado nadie que dijera de verdad a su hermano “vive, tu fe salvará”.

Su hermano, cristiano eclesiástico de institución famosa,  se sometió a prácticas de curación de homosexuales, pero angustiado, impotente, con el miedo del infierno y el estigma de la homosexualidad, terminó diciéndole Jesús “espérame, necesito que al menos tú me quieras”, y con el crucifijo en una mano y el arma en la otra, pensó que no tenía más opción que suicidarse.

Conozco dos casos más, pero éste es el que más me ha impactado por más reciente, de un hombre conocido, gran profesional, miembro de una fuerte institución eclesiástica… un hombre que se sintió obligado a confesar su homosexualidad, siguiendo terapias de curación dudosa, muy poco evangélica, apoyadas por obispos e instituciones importantes: “Ya verás lo bien que te vas a sentir cuando te curen… Llevarás con dignidad tu celibato, podrás optar por lo que quieras en la Iglesia”.

              Pero él no era hombre para esas terapias, que debilitaron su cuerpo, apagaron su espíritu y le llenaron de inmensos escrúpulos de pecado… sin capacidad de salir del laberinto demoníaco en que le habían introducido. Al final no tuvo ánimo, ni siquiera para decírselo a su querida hermana, sólo el deseo de acabar y de que Jesús le acogiera en su cruz, por la muerte, entendida como un sacrificio.

Así me decía su hermana, mujer de iglesia, creyente, a pesar de todo… “Y esto en un momento en que el P. Francisco estaba empezando a decir que la homosexualidad no es pecado, ni estigma eclesiástico, ni maldición…”. Y lo le dije (a la hermana): “Esto en el momento en que el Papa Francisco estaba empezando a prohibir las terapias de curación de homosexuales”.

X.X se mató porque no hubo a su lado ninguno como Jesús

Suicidio: un laberinto con salida | Diario Sur

               No hubo nadie que le dijera de verdad, con autoridad de evangelio: No tengas miedo de vivir, cree en el Dios que te ha creado, el Dios de tus entrañas de personas, cree en el Dios de Jesús. No tuvo la suerte de encontrar personas, que se lo pudieran decir, hombres creíbles como Jesús.

También a mí me saltaron las lágrimas y le dije a su hermana.  “Ciertamente, hay obispos que apoyan las terapias de curación homosexual… Hay instituciones que te pueden someter a un lavado de cerebro y a un debilitamiento del cuerpo y de los sentimientos… Pero eso no son Jesús, esos no son la iglesia, son un tipo de institución malsana”.

“Ciertamente, hay obispos que apoyan las terapias de curación homosexual… Hay instituciones que te pueden someter a un lavado de cerebro y a un debilitamiento del cuerpo y de los sentimientos… Pero eso no son Jesús, esos no son la iglesia, son un tipo de institución malsana”

Tenía que haber habido alguien que le dijeran eso a su hermano. “Deja a un lado a esos obispos, olvídate de los que te dicen que la homosexualidad es un pecado. Sé tú mismo.  Busca a los buenos cristianos, que hay mucho, millones, empezando por el Papa Francisco. Sé tu mismo, empieza a ser cristiano”.

Pero no encontró a su lado a un Jesús que le dijera eso, ni a una institución madura, de médicos o psicólogos que le ayuda a ver, no encontró un grupo cristiano en el que pudiera vivir en libertad de conciencia, en claridad de corazón, en inocencia de amor. Y por eso, pensando que estaba manchado, pensó que no había más remedio que matarse, para encontrarse cara a cara con el Jesús verdadero, tras la muerte.

Pero el verdadero Jesús de Nazaret quería que se hubiera encontrado con hombres y mujeres como él, en este mundo, antes de matarse, verdaderos cristianos, hombres y/o mujeres que le tomaran de la mano, le miraran a los ojos, le tocara el corazón y le dijeran: “Vive, hermano”, ”vivamos”.

No encontró a nadie o no creó a nadie que le dijera eso, porque algunos había, me lo dijo su hermana… Pero estaba muy tocado, no creyó a nadie, pensó que no había remedio en este mundo y se mató una noche a solas, con el corazón ya muerto.

Las cosas son tristes, las circunstancias de la vida son complejas… y los miembros de la Gran Institución en que vivía X. X tampoco eran malos sin más. Algunos podían actuar con buena intención. Pero estaban y están equivocados…, están muy enfermos.

Al final, después de su muerte, no le dieron a X.X. ni la “satisfacción” de reconocer que se había matado por “su causa”, por la causa de una parte de iglesia de “idiotas” (por no decir “malos”) en el sentido radical de la palabras. No dijeron que su muerte había sido un homicidio… No hicieron un examen de conciencia, con petición de perdón,  cambio de vida y cumplimiento de la penitencia. No siguieron el evangelio de Jesús, ni siquiera cumplieron los deseos del Papa Francisco. Dijeron que había muerto de un ataque del corazón, y le enterraron en semi-silencio.

Novell no se ha matado y por eso me alegro. Alguien le ha dicho que la solución no es matarse, sino vivir

No conozco a Xavier Novell, pero dicen que ha andado por ahí con terapias de curación de la homosexualidad propia y ajena. Por lo que ha dicho la prensa, no era hombre para obispo, simplemente “no daba la talla” de humanidad necesaria para animar a un grupo o diócesis de Jesús. Pero la culpa de eso no es suya, sino de aquellos que le hicieron obispo (con nombres y apellidos), que le convirtieron en “convertidor de homosexuales” y encima le dieron una “mitra”.

Eso es para mí lo más triste, lo más pecaminoso. No es pecado de nadie en concreto… sino de una parte de una institución que no ha sabido seguir a Jesús. El “pecado”, la equivocación política   y cristiana consiste en hacer obispo  a una persona como “Novell”, exorcista de falsos demonios, cazador de homosexuales.

El caso de X.X no ha tenido remedio para él, en este mundo, aunque por él (yo me incluyo) algunos hemos llorado y nos hemos comprometido a seguir con más fuerza el camino de la verdad y libertad de Jesucristo… Por el contrario,  caso de X. Novell ha tenido remedio en este mundo. Es un caso triste para la institución.

Triste también por él,  que no ha sabido o podido vivir abiertamente el evangelio,  Pero, dicho eso, es un caso “feliz”, con posible happy end (nunca se sabe el final del final, eso lo tiene que “ganar” por gracia y fidelidad el mismo Xavier y también Silvia, si es que ambos establecen una pareja de vida cristiana, al menos humano).

Por eso, sin conocerla, quiero dar las gracias a Silvia, porque ha sido capaz de hacer con S. Novell algo que nadie había hecho: Invitarle a dejar el episcopado,  que no era para él, en estas condiciones de Iglesia.

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Y termino recordado a X.X., con cuya hermana lloré una tarde cuando me contaba su caso. X.X. no tenía que haberse matada, no se habría matado si hubiera encontrado a su nado un cristiano como Jesús, como deberíamos ser tú y yo. Pero de otros, de los que escandalizan a los pequeños (haciéndoles en la angustia y en la muerte) dice Jesús “mejor seria que se colgaran al cuello una piedra de molino y se echaran al mar” (Mc 9, 42; Lc 17, 2; 18, 6).   Otros tendrían que haberse matado, no X.X., otros tienen que dejar su imposición y dureza de cristianismo malsano para que hombres como X. X. vivieran.

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