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El resumen 2025 de RD

"Haz que Dios nos libere de esta terrible epidemia, y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad"

Santuarios de todo el mundo rezaron un rosario global por el fin del coronavirus

Francisco asistió al rezo del Rosario junto a medio centenar de santuarios de todo el mundo, desde Covadonga a Guadalupe (México), pasando por Czestokowa, Fátima, Lourdes, Maipú, Luján, Loreto...

"Consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma"

"Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas"

"Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad"

"Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares"

El pueblo y el Papa se bendijeron al término del Rosario

"Haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia, y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad". El Papa Francisco imploró, en nombre de toda la humanidad, a la Virgen su intercesión para acabar con el maldito coronavirus, proteger a los heridos, consolar a las víctimas, agradecer la labor de profesionales, voluntarios y religiosos, e instar a los líderes mundiales a aportar "soluciones económicas y solidarias de largo alcance y con un fuerte espíritu de solidaridad".

En la réplica de la gruta de Lourdes instalada en los Jardines Vaticanos, y ante medio centenar de fieles (entre ellos, el cardenal Barbarin), Francisco asistió al rezo del Rosario junto a medio centenar de santuarios de todo el mundo, desde Covadonga a Guadalupe (México), pasando por Czestokowa, Fátima, Lourdes, Maipú, Luján, Loreto... En Madrid, el cardenal Osoro lo hizo a los pies de La Almudena.

El acto estuvo organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, y durante el mismo se rezaron los cinco misterios del Rosario.

Francisco, en la gruta de Lourdes

Primer Misterio: Oremos por los médicos, por los enfermeros y enfermeras y todo el personal sanitario.

Segundo Misterio: Oremos por los militares, por las fuerzas del orden, y por todos los voluntarios

Rezo del Rosario en el Vaticano

Tercer misterio: Oremos por los sacerdotes y las personas consagradas, que han llevado los sacramento sy una palabra de consuelo cristiano a los enfermos. Recordamos a los que han perdido la vida en el servicio a la propia comunidad.

Cuarto misterio: Oremos por los moribundos, sobre todo por aquellos que se apagan en soledad. Por nuestros difuntos, por todas las familias que permanecen en el dolor

El pueblo y el Papa se bendijeron al término del Rosario

Quinto misterio: Oremos por los que necesitan ser sostenidos en la fe y la esperanza, por los desempleados, por todas las personas que están solas y por todos los niños que han venido al mundo

Tras el rezo, la oración de Francisco para este mes de mayo:

El Rosario del Papa

Oración a Maria

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

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