"Estamos en una Iglesia que dice que permite pensar en libertad…" Partir de la realidad

Partir de la realidad
Partir de la realidad

"De la teología de la liberación aprendí que siempre había que «partir de la realidad». Yo nunca lo había tenido antes como criterio, ni nadie me lo había señalado como principio metodológico clave"

¿De qué «realidad» concretamente debemos partir? Pues de la que nos rodea, la realidad de la fe, de lo religioso, de las creencias e increencias en nuestra sociedad...

    En el anterior post cedimos el paso a una palabra para la conversación familiar que mantenemos con el Foro de Curas de Madrid, que se hace preguntas tan graves como las que nos queremos hacer en este blog: si la Iglesia puede actualizarse, o si, más radicalmente, no puede siquiera cambiar...
     Queremos poner ya en marcha el itinerario reflexivo de nuestro blog. Y… ¿por dónde empezar?

De la teología de la liberación aprendí que siempre había que «partir de la realidad». Yo nunca lo había tenido antes como criterio, ni nadie me lo había señalado como principio metodológico clave. Lo aprendí de ella, y se me grabó. Desde entonces, mis propios artículos, textos… han tenido, siempre que ha sido posible, una primera parte con el epígrafe «VER», de aquel tripartito eslogan del «Ver, juzgar y actuar».

Gente
Gente

En nuestro libro de «Espiritualidad de la Liberación», Casaldáliga y yo lo incorporamos como una de las dimensiones esenciales de esa espiritualidad (y de su consecuente teología): «Partir de la realidad». Mantiene toda su vigencia.

Dirá alguien: es un principio de perogrullo, una obviedad superflua… Pues no. Hay que recordar que mucha teología (y también filosofía) estaban hechas al revés: desde arriba, desde el pensamiento, desde las ideas, desde la teología abstracta…). Muchos recordamos el golpe autoritario que el Vaticano dio en la Conferencia Latinoamericana Plenaria de Santo Domingo, en 1992, cuando después de un proceso preparatorio de las Iglesias de todo el continente latinoamericano, con un documento de trabajo preparado durante dos años, con la participación de todos los países, y con un esquema que -obviamente- partía de la realidad, los cardenales romanos que se presentaron dieron un golpe autoritario, rechazando el documento, alegando que la teología tenía que comenzar desde arriba, desde las verdades eternas reveladas…

Y se tiró a la papelera todo aquel largo trabajo de la base eclesial pan-latinoamericana. La reflexión partió entonces del Padre que envía al Hijo, al Espíritu Santo, a los apóstoles, a la Iglesia… Ése fue el «punto de partida» que se impuso a la Iglesia continental latinoamericana, a la fuerza, quia nominor leo, «porque soy el que mando», y en América Latina se hace lo que mandamos en Roma. Es una página memorable dentro de la antología de páginas oscuras y penosas de la historia eclesial.

Espiritualidad de la liberación

Así que aprendamos de la historia, partamos «como Dios manda» de la realidad, y celebremos que los «leones» que imponen su opinión personal sobre iglesias continentales incluso, ya bajaron de sus tronos. Estamos en una Iglesia que dice que permite pensar en libertad…

¿De qué «realidad» concretamente debemos partir? Pues de la que nos rodea, la realidad de la fe, de lo religioso, de las creencias e increencias en nuestra sociedad... Vamos allá.

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Iglesia
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