¿Puede pedir perdón la Iglesia? (2/3)

Hablan de errores históricos por los que públicamente piden perdón (pero añadiendo con cierta sorna: y perdonan): investiduras, régimen feudal de obispados y monasterios, persecuciones inquisitoriales, nepotismo secular en los altos cargos, oposición a los avances de la ciencia, interminables y crueles guerras de religión, detentación de enormes propiedades, soberbia de saberse "fuerzas vivas", secuestro de la cultura en su provecho...
Pero sigamos con la lista comenzada ayer, hechos que a día de hoy y sobre todo a "ellos", les provocan cierta vergüenza... ¿torera?:
1.La alianza o justificación de las dictaduras, desde las más siniestras, el nazismo –Concordato, por ejemplo—, el fascismo o, en España, el papel que jugó en la Guerra Civil, hasta otras más cercanas: la imagen de un Pinochet comulgando ha sido una afrenta criminal para todas sus víctimas. Añádanse Brasil, Filipinas, Guatemala, Haití, Paraguay...
2. La división entre Iglesias, o lo que es lo mismo, cómo la cerrazón, el orgullo, el ansia de poder y de prebendas de papas prepotentes y cardenales ambiciosos propició el desmembramiento de la cristiandad.
¿A qué “cuerpo místico” se pueden referir ahora los prebostes de la creencia católica? Intentan en nuestros días recomponer el roto, pero no hay suficientes Consejos Ecuménicos ni Movimientos Integradores ni, parece, las oraciones continuas den muchos resultados; es, además, demasiado el lastre mundano que la barca de Pedro lleva adherido a sus cuadernas para lanzarse a singladuras oceánicas: la más leve marejada hundiría la barca.
¿Cómo, entre otras cosas, desmontar la parafernalia alzada en torno a todo un “santo padre” para votar a un líder común a las Iglesias Cristianas, subdivididas a su vez en innumerables Iglesias? ¿Y cómo reconducir el fanatismo de las nuevas sectas inspiradas directamente por el Espíritu Santo tanto en las filas protestantes como católicas? No hay que olvidar, tampoco, que el “movimiento ecuménico” no lo inició la Iglesia católica, sino la Luterana (Nathan Söderblom, prelado luterano y premio Nobel de la paz en 1930)
3. La persecución o denigración de los líderes protestantes desde una postura de soberbia que trajo consigo la división del cristianismo: Lutero, Hus, Calvino, Zwinglio y otros que han sido rehabilitados hoy día a los ojos de los católicos “como si nada hubiera pasado”, todos tan ecuménicos.
A cualquier católico “de base” le resultará difícil arrancar de su memoria el estereotipo que tiene de cada uno de ellos, por más reconocimientos que hiciera JP-2. La belicosidad contra el protestantismo ha estado centrada sobre todo en Lutero, al que ha tardado en reconocer su excelsa valía 450 años. La Iglesia, en el Concilio Vaticano II, le dio la razón en muchas cosas pero tardará en darle la razón en todo algún siglo más. (1)
4. Los judíos, los “pérfidos” judíos multiseculares por los que se rezaba en Viernes Santo. Gestos para la galería, cuando la Iglesia ha mantenido la tradición antijudía hasta que eclosionó el nazismo con sus venenosas consecuencias.
En buena lógica, nadie mejor que la Iglesia para congratularse por el castigo infligido a los judíos por haber matado a su Fundador. De poco sirven los lamentos cuando el drama se ha completado; los muertos no responden a peticiones de perdón.
5. El cisma de Oriente: Sorprendería tal remonte en el tiempo si no fuera porque la finalidad interesada del Pope blanco es atraer al seno vaticano el enorme peso histórico, cultural y humano de las iglesias orientales. Seguirán pidiendo perdón, seguirán reuniéndose, pero las masas crédulas son enormes bloques pétreos imposibles de mover.
6. La marginación de la mujer: la rectificación se reduce a proclamar la especial “ternura del papa hacia las mujeres”, a interpretar de otro modo los textos bíblicos, a lamentar el desprecio secular de la Iglesia hacia la mujer, a reconocer el papel de la mujer en la vida religiosa, pero, de facto, no mucho más. Las estructuras de la Iglesia son masculinas y excluyentes, por el voto de castidad, y eso tardarán en cambiarlo si alguna vez se deciden a ello. Petición de disculpas por seguir igual.
7. La oposición a los avances de la ciencia, cuyo símbolo pudiera ser Galileo, caso paradigmático del oscurantismo crédulo.
La actitud de la Iglesia hacia los avances científicos, especialmente los que se refieren al hombre, casi siempre son inmorales y atentatorios contra la dignidad de hijos de Dios. Significativa es la posición “misericorde” de la Iglesia hacia las teorías evolutivas.
Todavía ¡en 1996! llegó a decir JP-2 que el juicio [sobre la evolución] queda en manos de la propia filosofía y, más aún, de la teología. Tal afirmación es ofensiva para la dignidad de los científicos a quienes iba dirigida la perorata.
8. Las guerras, las unas provocadas y otras tantas justificadas: en este asunto, como en casi todos, la Iglesia renquea detrás de la sociedad civil. Cuando Europa está ahíta de guerras y clama por la paz, se le llena la boca al Jerarca Blanco predicándola; tras él, los turiferarios de turno, loando a su líder pacifista.
Europa no predica la paz, la practica; Europa no habla tanto de ella, la promueve porque vive su necesidad. ¿Para qué lamentarse y pedir perdón? ¿Sirve de algo?
Gestos, sólo gestos, bienvenidos gestos, quizá sirvan de algo más que gestos cuando ya son impensables las guerras por un credo, cuando las gentes de Europa han sobrepasado las guerras y los motivos de las guerras. No sirve dar cebada al burro muerto.
De todas formas, de algo han servido las guerras de religión, para alejar a las gentes de doctrinas en cuyo seno han germinado. Europa se aparta de las creencias, primero de las fanáticas y después de las creencias en sí. ¡Y ya son ganas de afrentar decir incluso “garantizo el perdón”!
9. Las matanzas religiosas, algo específicamente cristiano. Judíos, moriscos, afeminados, herejes y semiherejes... Pido el perdón... al tiempo que garantizo el perdón de la Iglesia católica por aquello que de mal hayan padecido sus hijos. Si esto no es anacronismo y ganas de ofender...
10. El trato y aculturamiento de los indígenas: por más que se reúna con sus descendientes, por más que reconozca injusticias y horrores, nada tienen que ver éstos ya con sus ancestros. América española, Canadá, Australia, Estados Unidos... JP-2 pide perdón por lo que hicieron “sus” misioneros. ¿Sirve de algo rescribir la historia? ¿Qué resarcimiento pueden recibir hoy día que no sea el que la propia sociedad procura? Que asuma las consecuencias del retraso, de la opresión, de la miseria que ella ha provocado.