Religiones, ideologías y demás monsergas misteriosas.

Define la RAE ideología como conjunto de ideas que caracterizan a una persona, grupo, época o movimiento cultural religioso o político. Aunque no exprese lo mismo, su sinónimo es ideario. 

 Creo que el término, ausente de contenido en siglos pasados, ha cobrado mayor valor y mayor enjundia a partir de las explanaciones doctrinales de Hegel (incidencia en la familia, en las funciones jerárquicas, en la obediencia y el mando) o de Marx (proyectos políticos alternativos con desarrollos forzados, que se traducen en una conciencia parcial de la situación global). La ideología, así, será un instrumento de transformación, también de interpretación de la realidad. Estamos de acuerdo con Weber en que la ideología será una transposición de la técnica del poder al campo de la cultura cotidiana.

Hablando en términos muy generales, las ideologías, en plural, han pretendido sustituir en los últimos tres siglos a la férula rigurosa de la religión. En este sentido, las ideologías han sido creación moderna, han nacido a la par que se han desarrollado en Occidente la ciencia y su correlato la técnica. 

La ciencia incide de manera directa en el develamiento de lo que es meollo sustancial de las religiones, el misterio.  El misterio no puede ser objeto de la ciencia, es más, la ciencia trata de que no haya misterio alguno en ningún aspecto de la vida, del hombre y de la naturaleza.

La Ilustración fue quizá la primera ideología o, al menos, la más pujante. Y no es que se enfrentara directamente a la religión, que también, sino que, sobre todo, la daba de lado. Ciencia, como producto de la razón, da de lado y descarta los aspectos misteriosos de la vida y del mundo.

En los arcanos tiempos en que nacen las religiones, éstas se apoderan del misterio o hacen misterio los problemas que acuciaban a esas gentes ágrafas e indoctas, problemas que surgen del miedo a los fenómenos naturales, individuales y sociales no comprendidos. Miedo que se traduce también en impotencia humana frente a todo eso.

Lógicamente, cuando la ciencia desvela y explica las leyes que rigen los procesos naturales e individuales, el misterio desaparece y, por tanto, también la religión.

¿Podemos decir que todavía existen misterios? Por supuesto. Todavía hay muchos hechos, pensamientos, verdades, situaciones… que no alcanza a desvelar el conocimiento. Más todavía cuando es el conocimiento “personal” el que no consigue dominar lo que le sucede a él, al individuo. Sigue habiendo misterios científicos, religiosos, naturales, de la conducta, cosmológicos… que la ciencia, la razón, no ha conseguido poner en claro.

Los misterios siempre nacen de la nesciencia o de la carencia de medios técnicos. En las capas más bajas de la sociedad, los misterios se generan en la incultura general, cuando no los generan algunos aprovechándose de la incultura del pueblo. La misma ciencia lo sabe, la razón lo entiende: si algo resulta, hoy, inexplicable es muy posible que se dilucide más tarde. Siempre ha sido así y seguirá así.

Nos referimos al conocimiento personal que no consigue entender por qué suceden y “le” suceden tales cosas. Y es precisamente esa insatisfacción individual es la que nutre a las religiones

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