Retazos de la misa.

Está sobradamente documentado que gran parte de la doctrina y de los conceptos dogmáticos  fundamentales del cristianismo beben de fuentes principalmente helenistas, entre ellos el fundamental, el dogma de la Trinidad. Asimismo, como ha documentado el profesor Ramón Teja en su libro Emperadores, obispos, monjes y mujeres,  todo el ritual solemne de la Iglesia está calcado del ceremonial imperial.

Pero se cuidaron muy mucho de que esto trascendiera demasiado a la plebe indocta: en la Iglesia cristiana todo era original, todo era novedad, al mundo había llegado una nueva brisa, el mundo podía saborear el espíritu de su salvación.

Una religión no existe sin ritos. Y el cristianismo necesitaba crearlos. En su espectacular y centenaria carrera que comenzó en Milán en los albores de la IV centuria, el Cristianismo fanático se cuidó muy bien de borrar toda memoria de la hasta entonces religión oficial.

Para ello, sus mesnadas pusieron todo su entusiasmo en destruir templos, matar sacerdotes, quemar documentos y extirpar cualquier vestigio que pudiera relacionar el credo cristiano con cultos precedentes.

Esto fue todavía más acre con cualquier práctica religiosa que pudiera velar el rito fundamental de la Iglesia católica, la Eucaristía. No la Eucaristía al hodierno uso, sino como los primeros cristianos la celebraban.

Para cualquier mente cultivada, el estudio de las religiones mistéricas es un pozo sin fondo incluso de vivencias místicas. Puedo afirmar con fundamento que ni la teología paulina ni la praxis cristiana se pueden entender en toda su compleja profundidad sin conocer a fondo dichas religiones. Quien quiera acercarse de otra manera al entendimiento de la Eucaristía, estudie a fondo los misterios, por ejemplo, de Eleusis.

Los misterios presuponían ritos, pero ciertamente había bastante más, que era lo propiamente mistérico, la asunción de lo humano por parte del dios. La "misa" católica, aunque no lo reconozcan sus prestes –a veces por puro desconocimiento— es una reconstrucción de las ceremonias mistéricas.

La misma etimología de la palabra "misa" está más cerca del término griego müesis, es decir, la ceremonia mistérica, que de otras etimologías como "missio", o "a precibus missis", de que habla Alastruey como sin darle importancia a la etimología (quizá por no saberlo, claro está). Tan sólo por ofrecer una pista, atiéndase a los datos relativos al orden de celebración:

  • el kazármatos era la purificación inicial, tal como se hace hoy al comienzo de la misa;
  • el teletes paradosis o transmisión de doctrina, era la comunicación mística que comprendía narraciones exegéticas, proclamación del logos: se corresponde con las lecturas y la homilía de la misa;
  • venía luego la epopteia o rememoración de determinadas cosas santas: se corresponde con la parte central de la misa, la "anáfora".
  • En la epopteia los sacerdotes realizaban determinados actos simbólicos y conmemorativos, utilizando objetos sagrados, etc. ritos --sobre todo los simbólicos-- por medio de los cuales el müsta entraba en comunión con la divinidad.

Las religiones mistéricas, incluso para los fieles piadosos de la época, eran ritos desconocidos por el secretismo y hermetismo de que se recubrían. De ahí el interés que tuvieron los primeros Jerarcas cristianos en apropiarse de ellos, asimilándolos y destruyendo las fuentes. Así, nadie llegaría, y de hecho nadie llegó, a saber el origen de los misterios cristianos.

Los misterios "paganos" les proporcionaron a los "cristianos" el modo, la secuencia, las formas, los ritos e incluso los contenidos, para la verdadera unión mística con el único Dios verdadero.

Según ellos, claro está.  El cristianismo no vino a colmar y completar el AT de los judíos ni las religiones de su tiempo, se sirvió de lo que había, arrambló con lo que le convino y suplantó unas religiones por otra, la verdadera.

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