Hazte socio/a
Urgente
La Guardia Civil rescata a las cinco monjas de Belorado en Orduña

Levantados a ti

A cada día le basta su afán. A cada día le sobran las decenas y decenas de noticias que nos acongojan. También los grandes, clamorosos silencios de quienes ocultan las noticias que no interesa desvelar. Todo entra de lleno en la oración del creyente. Como un descanso, desde luego, pero también como un punto de arranque para ponerse en pie y en marcha. Para hacer cada día un poco más visible el Reino de Dios en el rostro de este mundo tan nuestro.

A TI LEVANTO MIS OJOS

(Salmo 123)

A ti levanto mis ojos,

a ti mi corazón, a ti mis manos,

a ti todo mi ser, mi vida entera.

Seguro de tu amor en ti me quedo.

¿Dónde mejor que en ti, más dulcemente?

¿Dónde más amparado

frente a los enemigos que me acosan,

y frente al enemigo encarnizado

que va siempre conmigo?

Como los ojos de los niños cuelgan

del padre y de la madre,

así están nuestros ojos en el Señor,

esperando el amor, recibiendo la vida,

ensanchando el aliento,

seguros del perdón de quien nos ama,

esperando segura

su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia;

amor, Señor, amor,

que somos en amor menesterosos;

amor, Señor, amor,

amor porque venimos de la nada.

Misericordia, amor, el mismo abrazo

que sostiene a los tuyos

levantados a ti como pueblo de reyes,

herederos de Vida,

queridos como hijos.

(De Salmos de ayer y hoy, Estella, EVD, 2008).

También te puede interesar

Lo último