Hazte socio/a
Entrevista
Salvador Illa, presidente de la Generalitat

Mirarán al que transpasaron

CRUCIFICADO

Mirarán al que atravesaron

(Jn 19,37)

  1. silencio y adoración.

Ante el crucificado tal vez lo más humano y cristiano es guardar un silencio interior para. Mirar al que transpasaron.

Dios también guardó silencio, el “silencio de Dios” contempló y rompió en llanto a la muerte de Jesús, su Hijo y de todos sus hijos que vivimos y morimos en la historia de la humanidad

Dios no es impasible, padece con y por nosotros.

  1. Yo soy

El Viernes Santo leemos y escuchamos la pasión según San Juan.

Se podría decir que esta tradición evangélica joánica está redactada desde la fe como “largas catequesis” que terminan siempre con un “yo soy”. El evangelio de Juan “aplica” a Jesús lo que ya aparece en el AT: Dios es: “Yo soy el que soy” (Dt 3,14), le dice Dios a Moisés.

En el NT, la cristología de Juan es siempre un “yo SOY” aplicado a Cristo: Cristo es Dios: Yo soy el pan de vida, yo soy el agua, yo soy el buen pastor, yo soy la puerta, yo soy la luz, yo soy el camino, yo soy la resurrección y la vida…

En los relatos de la pasión y muerte según san Juan, también está presente este “Yo soy”:

Jesús había ya anunciado: Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy, (Jn 8,28).

No hay vacuna que pueda vencer a la muerte, solamente el “Yo soy”.

Solamente Cristo crucificado perdona el pecado.

Solamente el Señor crucificado nos libera de toda ley.

JesuCristo es, “yo soy”, no desde el poder, sino desde su entrega redentora, que es lo que celebramos el Viernes Santo.

  1. contemplar la muerte de Jesús.

Muchos vieron la muerte de Jesús en Jerusalén, en el Calvario: las autoridades religiosas y políticas: fariseos, zelotas, mucha gente del pueblo, soldados, etc., pero fueron pocos quienes contemplaron al crucificado:

¿Contemplo yo al que transpasaron?

¿Me siento querido, amado por el Señor como el discípulo a quien Jesús quería? ¿Contemplo a Cristo desde mi pecado profundo como el buen ladrón y me siento perdonado, salvado? ¿Quizás contemplo y sigo a Jesús como María Magdalena, porque también han salido de mí siete demonios? Cómo José de Arimatea y Nicodemo ¿contemplo con compasión y audacia a Jesús transpasado y a los crucificados de este mundo?

Somos nosotros quienes miramos al Señor desde nuestra situación personal. Es muy diferente mirar a Jesús como Pilatos, Herodes, zelotismo, fariseos y poder religioso, desde el poder, a mirar a la cruz como publicano, pecador, “magdalena”, buen ladrón, etc.

La sociedad actual mira al crucificado (las procesiones de Semana Santa) pero como mero interés turístico, (si bien este año también eso ha quedado truncado por la pandemia)

Contemplar a Cristo crucificado infunde una gran paz, perdón, bondad en lo más profundo de nuestro ser. Quizás no hayamos de dar ningún paso más: El Viernes Santo es la redención universal.

La crucifixión de Jesús es redención de los abismos más profundos del ser humano: hundimientos personales de todo tipo. Jesús descendió al abismo, a los infiernos y nos liberó del pecado y de la muerte

  1. De la cruz desciende perdón, redención, agua y sangre, espíritu.

Humanamente poco puede descender de la cruz. El paredón de ejecución poco puede ofrecer.

Allá en el Génesis, en el comienzo de la vida, Dios llena el barro de “todo Adán”, Dios infunde su aliento vital (espíritu) en el vacío humano: y el barro (por evolución o como fuere) llega a ser viviente. La existencia humana en principio está llena de sentido y de vida.

Jesús en la cruz descendió a lo más profundo de los vacíos humanos, a los infiernos. Él se sintió abandonado; ¿por qué me has abandonado? ¿Cuántos seres humanos han vivido también esta misma experiencia de abandono y vacío? ¿No estamos viviendo en esta pandemia una cierta sensación de angustia, de soledad, de abandono?

Desde la contemplación del sufrimiento resuenan ecos de perdón: perdónales porque no saben lo que hace, hoy estarás conmigo en el paraíso. A tus manos encomiendo mi espíritu.

Jesús en la cruz, inclinando su cabeza, entregó su Espíritu, nos entregó su espíritu a la humanidad, a la comunidad cristiana representada en María y el Discípulo Amado.

Cristo nos entrega su Espíritu del Reino: la justicia, la paz, la libertad, la gracia, llenan, son capaces de llenar los vacíos humanos. El espíritu de Cristo perdona nuestros pecados, confiere ánimo a nuestras depresiones.

  1. Contemplemos al que transpasaron .

Cuando nos sentimos vacíos, débiles, pecadores, cansados, mirar al crucificado es fuente de paz y serenidad infinitas. San Pablo dirá quién nos podrá acusar

¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha resucitado y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom 8).

La obra del barro inicial de la creación termina ahora en la cruz: consumatum est. El Señor no abandona la obra de sus manos, (Salmo 137), por todo ello, estamos salvados, redimidos de nuestros fracasos, pobrezas y nuestro vacío existencial está lleno del Espíritu de vida de JesuCristo.

Contemplemos al que transpasaron

También te puede interesar

Lo último