Liturgia de la fiesta de Santa María Madre de Jesús 1-1-2026 (A)

María, madre de Jesús
María, madre de Jesús

SANTA MARÍA MADRE DE JESÚS 1-1-2026 (A)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos vosotros.

Y con tu Espíritu

MONICIÓN DE ENTRADA

Seguimos recogiendo interesantes reflexiones sobre el sentido de la Navidad, hemos cerrado el año 2025 y estrenamos el 2026, queremos avivar la Esperanza confiando en mejorar este mundo. Si cada persona decide dar un pequeño paso en el cuidado del planeta o en la ayuda de una persona necesitada, fijaos qué mágico y positivo es el momento del cambio de año. Hagamos propósitos y llenémonos de buenos deseos dejando a un lado el desánimo. ¡Feliz y esperanzada entrada de Año Nuevo!

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo….

Tú que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros...

Tú que quitas el pecado del mundo, Tú atiendes nuestras súplicas

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,  Tú tienes piedad de nosotros…

ORACIÓN COLECTA

Hoy, Señor, nos deseamos,

al darnos los «Buenos días»,

un «Año Nuevo Feliz»,

con paz, salud y armonía.

Queremos que Tú, Señor,

nos protejas y bendigas

y que nos tratemos todos

con cariño y simpatía.

Pero la felicidad

no es ninguna «lotería».

No se compra en los comercios

ni se vende en las esquinas.

Somos nosotros, Señor,

sembrando buenas semillas,

quienes segamos, cada año,

dorados fajos de espigas.

Hoy, Señor, te prometemos

parecernos a «MARÍA»,

tu Madre, que meditaba

tu Palabra que da vida.

Queremos ser los «pastores»

que corren con alegría,

te alaban, te dan las gracias

y te adoran de rodillas.

Señor, que, en este Año Nuevo,

cuidemos la «paz» herida

y hagamos de nuestro mundo

una fraternal «FAMILIA».

Lectura del libro de los Números (6,22-27):

EL Señor habló a Moisés:

«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.

El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».

Palabra de Dios

Sal 66

R/. Dios tiene piedad y nos bendice

V/. Que Dios tenga piedad nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación. R/.

V/. Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia

y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

Que Dios nos bendiga; que le teman

todos los confines de la tierra. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4,4-7):

Hermanos:

Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.

Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):

R/Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor.

R/Gloria a tí Señor Jesús

HOMILÍA

Con el cuerpo muy dolorido después del parto, María meditaba todo lo que se le había comunicado y lo guardaba dentro para saborearlo profundamente en su corazón. 

Ella abrió las puertas de su casa para acoger a la Palabra. Ya la había acogido cuando recibió el anuncio del ángel y la fue acogiendo siempre, aunque no la entendiera, como verdadera discípula, incluso cuando le producía un dolor casi insoportable: ver el rechazo hacia su hijo hasta llegar a ser testigo de su muerte.

Acoger la Palabra y vivir su mensaje liberador requiere estar atento y a la escucha, como Ella hacía.

Por eso hoy, primer día del año celebramos la presencia de María en medio de nosotros como compañera de camino; como madre de quien nos muestra el camino para irnos haciendo hijos de Dios.

El Antiguo Testamento nos presenta mediadores, como Moisés, que se comunican con Dios para que ellos después se comuniquen con el pueblo. Los israelitas no pensaban que era posible un “cara a cara con Dios” a pesar de la cercanía de sus palabras, de la ternura expresada una y otra vez a través de los profetas. Dios, Padre-Madre, sólo busca la felicidad de sus hijos.

Jesús, nacido de mujer es hijo, Hijo de Dios, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

¡Despertad!, parece que nos dice San Pablo en la carta a los Gálatas. Se os ha regalado el Espíritu de Jesús porque sois hijos para que paséis de ser esclavos a ser hijos, para que disfrutéis de la herencia que se os regala, no por vuestros méritos sino por ser quienes sois.

Cuando nos mantenemos en una relación infantil con Dios, en el nivel básico de buscar que mis necesidades queden cubiertas, que cumpla con mis deseos de salud, de bienestar económico… estoy todavía en ese nivel de niño que ni intuye lo que supone ser hijo.

Irse haciendo hijo es ir tomando responsabilidad de mi propia vida, sin culpar a las circunstancias ni a los demás de mi destino. Es saberme rodeado de un amor sin límites, mirado, protegido, respetado, sostenido. Pero sobre todo es saber cuál es mi ADN, dónde están mis raíces y a qué familia pertenezco.

No celebramos estos días únicamente el nacimiento de Jesús, celebramos que ese niño es hijo, y que aquellos que le acogemos nos vamos haciendo hijos por la adhesión a su persona, y el descubrimiento de la presencia de Dios en nosotros (Emmanuel): Hijos como Jesús, libres y con capacidad de liberar a muchos de los yugos que muchas veces les han impuesto y les siguen imponiendo, incluido también el yugo de tantas tradiciones, y normas eclesiales obsoletas e inútiles, incluso idolátricas porque no reflejan el Abba de Jesús, sino que lo ocultan.

Cada año celebramos la venida de Jesús, la llamada a descubrir nuestra condición, a entrar en otro nivel de conciencia. Para ello hace falta silencio, soledad, desprendernos de muchas cosas para llegar a lo esencial, para llegar a la libertad plena.

Cuando de veras nos sentimos, y no solo nos sabemos, hijos, el gozo es inmenso: hemos dado con el tesoro. El tesoro que viene en forma de presencia amorosa, de alegría y de impulso para vivir la vida con responsabilidad y entrega.

Ese tesoro que guardamos en el corazón y que nos impulsa a compartir después con tantos hermanos de muy diversas maneras.

Estrenamos un nuevo año y tenemos motivos para dejarnos llevar por el pesimismo ante tanto dolor y muerte, ante tanto sufrimiento sin sentido. 

Pero también tenemos motivos para la esperanza. Dios camina con nosotros y nos bendice, y nos impulsa desde dentro a vivir con entusiasmo y alegría.

No hay nada que pedir, lo tenemos todo concedido, con la garantía de ser iluminados y sostenidos, desde dentro, en la búsqueda de nuestra realización personal y en el acierto de nuestras decisiones. Erraremos, tropezaremos, porque somos limitados, pero siempre, siempre, la mano del Padre-Madre nos levantará si a esa mano nos agarramos.

CREDO

Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.

Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?

Todos.- Sí, Creemos.

Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.

Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?

Todos. Sí, Creemos.

ORACIÓN UNIVERSAL

Hermanos, no puede haber Navidad, ni Buena Noticia, ni año nuevo si no somos capaces de descubrir en el rostro de cada hermano, especialmente en los más desfavorecidos, los rasgos del Padre de todos. Oremos.

Queremos que nuestra vida sea un SÍ

• A que la Iglesia sea madre de todos, en especial de los que se sienten huérfanos en este mundo.

Queremos que nuestra vida sea un SÍ

• A que nuestras comunidades parroquiales y religiosas sean “tiendas” de puertas abiertas, refugio para tantos.

Queremos que nuestra vida sea un SÍ

• A que todas las madres que sufren por no poder alimentar a sus hijos se encuentren con nuestra solidaridad.

Queremos que nuestra vida sea un SÍ

• A que la paz, shalom, sea posible entre nosotros, que acertemos con los caminos que nos permitan vivir en armonía con los hermanos y con toda la Creación.

Queremos que nuestra vida sea un SÍ

• A que todas las mujeres que sufren violencia de género encuentren personas y espacios de esperanza, donde la vida sea posible sin miedo y con horizonte seguro.

Queremos que nuestra vida sea un SÍ

Padre bueno, queremos desarrollar entrañas maternales, y siguiendo el ejemplo de María ser siembra del Reino de Dios en nuestro mundo herido. Amén

En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso

El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA para alabanza y gloria de tu nombre, para nuestro bien y el de toda tu santa Iglesia.

ORACIÓN OFRENDAS

Junto con el pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo humano, te presentamos, hoy, nuestras vidas.

Al comenzar el año, queremos recordar a María y a nuestras madres de la tierra. Te presentamos nuestra ilusión por la vida y nuestro deseo de seguir unidos entre nosotros y a nuestra Madre María. Te lo ofrecemos por Jesucristo Nuestro Señor.

PREFACIO

El Señor está con vosotros  

Y con tu Espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Damos gracias al Señor nuestro Dios

Es justo y necesario

Gracias de todo corazón, Señor Dios,

porque nos has acompañado todos 

los días de nuestra vida

con el calor de tu presencia paternal y maternal,

sin interferir en nuestra libertad,

pero alentándonos, dándonos siempre 

la fuerza y la vida.

Gracias, Señor, por cuanto has hecho 

por la humanidad.

Eres nuestro Padre y Madre común, 

somos tu gran familia,

nos sentimos hermanos de todos los seres 

creados por Ti.

Para Ti somos todos iguales, igualmente queridos.

Lo que nos falta es nuestra libre decisión de seguir tu LUZ.

Queremos hoy darte gracias en 

especial por María y José, 

padres ejemplares de Jesús,

que le educaron en tu amor y en buenos hábitos.

Impulsaron el corazón compasivo de Jesús,

le enseñaron a rezar y le infundieron un espíritu libre,

pero comprometido con la causa del Reino.

Aprendió pronto Jesús a identificarse contigo.

Te sintió muy adentro y te llamó 'Abba',

porque se sentía sencillamente hijo tuyo muy querido.

De su experiencia personal e íntima 

nació su testamento

que se resume en revelarnos 

que eres un Padre Bueno y solícito,

que nos impulsa siempre, que respeta nuestra libertad y nos espera si nos desviamos.

Por eso, todos juntos, hermanados,

queremos expresarte nuestro cariño de hijos,

con este himno de agradecimiento.

SANTO, SANTO, SANTO…

CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA

Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo, cuando Jesús, tu Hijo, nos congrega

para el banquete pascual de su amor.

Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.

Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino

y se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús,

en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.

Recordamos ahora lo que hizo Jesús

la noche en que iba a ser entregado;

se sentó a la Mesa con sus discípulos,

tomó un pan de la Mesa, lo bendijo

y se lo repartió diciendo:

Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros

Al terminar la Cena,

tomó una copa con vino,

te dio gracias a tí su Padre del Cielo,

y se la pasó de mano en mano diciendo:

Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

Haced esto en conmemoración mía.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Anunciamos y proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.

Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora

el memorial que Jesús nos encargó,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo, a través del servicio

y la entrega de su vida

ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.

Señor, Padre de misericordia, Tú derramas sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.

Fortaleciéndonos a cuantos nos disponemos a recibir el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo para que, unidos al Papa León, y a nuestro Obispo N… seamos uno en la fe y en el amor. 

Nos das entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspirándonos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayudándonos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido.

Tu Iglesia, Señor, quiere ser un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando.

Gracias una vez más porque

has acogido en tu casa del Cielo

a nuestros hermanos difuntos ...

todos nuestros familiares, amigos

y fieles difuntos de esta Comunidad.

Y ahora, Padre santo, nos unimos a toda tu creación

para brindar por tu mayor gloria y por la germinación de tu Bondad en nuestro mundo,

en la feliz compañía de tu hijo Jesús,

unidos a nuestra Madre María, a su esposo San José

a los apóstoles, a los santos y a todas las personas

de buena voluntad diciendo

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

PADRENUESTRO

PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo

TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amén.

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz

Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.

ORACIÓN FINAL

María, Madre de Jesús,

hoy es otro día tuyo

dentro de nuestro calendario.

Un día que seguramente

expresa con más justicia

la raíz de tu grandeza,

el papel más grande de tu vida:

Tú eres la Madre de Jesús, el Redentor

de nuestra inhumanidad,

la LUZ de nuestros caminos.

Gracias María por asumir ese papel

de madre, educadora y dulce impulsora,

de Jesús, nuestro Maestro y Guía,

cumpliendo tu misión con humildad

y sencillez.

Tú, María, fuiste la que nos enseñó a decir “SÍ”

y a confiar en los caminos de Dios.

Tú María, nos dice el evangelista,

guardabas y meditabas

todas aquellas cosas que iban sucediendo

en tu vida,

todo lo que Dios iba haciendo,

en tu Hijo Jesús:

sus palabras y sus obras

y también la reacción de la gente

ante la novedad y valentía de tu Hijo,

que, a veces, tanto te inquietaba.

Todo iba reposando en tu corazón

y era tu sustento.

Enséñame, María,

a guardar y meditar la obra de Dios

en nuestro mundo.

Enséñanos a meditar

como Tú lo hacías,

adorando, aceptando, apoyándonos

en ese Dios que nos habita siempre,

sin abandonarnos jamás.

Yo quisiera también estar presto

como los pastores

para ir al encuentro de tu Hijo,

al encuentro de lo que Dios quiere

para nuestro mundo.

Yo quisiera, como ellos,

encontrar en la vida a tu Hijo,

el gran tesoro.

Y a su vez, como ellos,

compartir con otros ese encuentro,

para que otros muchos experimenten

el bien inmenso de Jesús.

Felicidades, María,

por ser la escogida por Dios

para ser la madre de la LUZ del mundo.

Felicidades, por tu “SÍ”.

Felicidades, por habernos dado

la LUZ que nos libera y encauza,

por haberte convertido tú misma

en nuestra Estrella. Gracias.

BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

Y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado.

Padre, Hijo y Espíritu Santo

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