Buscar a Dios... Alfarero del hombre

Alfarero del hombre
Alfarero del hombre

Te sigo buscando Señor, deseo el encuentro contigo, que sigas modelando mi vida, tú alientas mis pasos y cuando fallan las fuerzas es tu presencia la que me hace fuerte. Toma lo que soy y renuévame hoy.

Acoger cada día bajo tu mirada con todo lo que conlleva, es ponerse sencillamente ante ti Señor y ofrecerte esos momentos donde ha brotado la alegría, y también los que cuestan. Si esperamos grandes cosas, se nos pueden escapar las pequeñas, las que tantas veces tenemos tan cerca. Es ver que te haces presente siempre, que nos invitas a dar siempre un paso adelante en la fe, en el amor.

Este himno: “Alfarero del hombre, mano trabajadora….”, que tantas veces he rezado, escuchado, ahora lo tengo presente de otra manera, porque me da empuje, fortalece y lleva la mirada a Dios “Todo es presencia y gracia” e incluso en las dificultades estás ahí, a nuestro lado, en nuestro latir para seguir moldeando la obra de tus manos.

Te sigo buscando Señor, deseo el encuentro contigo, que sigas modelando mi vida, tú alientas mis pasos y cuando fallan las fuerzas es tu presencia la que me hace fuerte. Toma lo que soy y renuévame hoy.

Pongámonos en las manos del alfarero, abrámonos a la presencia de amor del Dios que nos habita. Que nos ayude en este camino de cuaresma, a la luz de su Palabra ¡Ojalá escuchemos hoy su voz, no endurezcamos el corazón! Reconozcamos su presencia en nuestro camino ¡Somos obra de sus manos!

“Alfarero del hombre, mano trabajadora que, de los hondos limos iniciales, convocas a los pájaros a la primera aurora, al pasto, los primeros animales. De mañana te busco, hecho de luz concreta, de espacio puro y tierra amanecida. De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta de los sonoros ríos de la vida. El árbol toma cuerpo, y el agua melodía; tus manos son recientes en la rosa; se espesa la abundancia del mundo a mediodía, y estás de corazón en cada cosa. No hay brisa, si no alientas, monte, si no estás dentro, ni soledad en que no te hagas fuerte. Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro: tú, por la luz, el hombre, por la muerte. ¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte dejar tanta hermosura en tanta guerra! Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte de haberle dado un día las llaves de la tierra “(Himno de laudes)

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