Rut, la extranjera

Rut, esta extranjera moabita que no quiere abandonar a su suegra Noemí viuda, que además ha perdido a sus dos hijos sin dejar descendencia, es un claro ejemplo de un espíritu universalista sólo superado en el Nuevo Testamento. Viuda y sin hijos, Noemí decide regresar a su tierra natal de donde había salido en compañía de los suyos ya que el hambre que reinaba cuando dejaron su tierra había menguado.
Rut por ningún motivo quiere abandonar a su suegra: “No me pidas que te deje. Iré a donde tú vayas y viviré donde vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Al ver Noemí que Rut estaba decidida a seguirle, no insistió más y así las dos juntas siguieron su camino hasta llegar a Belén. Rut decidió ir a respigar ya que era el tiempo de la siega y justo fue a caer en un campo que era propiedad de un pariente de Noemí, Booz. Éste se interesó por ella y dijo que no fuera a otro campo a respigar.
De este modo Booz al conocer todo lo que Rut había hecho por su suegra la tomó por esposa; tuvieron un hijo. Todos alababan al Señor diciendo a Noemí: ¡Alabado sea el Señor que hoy te ha dado un nieto para que cuide de ti! Este fue uno de los ascendientes de David. El Señor bendijo el cariño y fidelidad que Rut tenía hacia su suegra. Texto: Hna. María Nuria Gaza.