"Tenemos una Madre" dijo Francisco, causando la emoción de los portugueses Fátima celebra sin gente el tercer aniversario de la peregrinación del Papa Francisco

Francisco preside la Misa de canonización de los pastorcillos Francisco y Jacinta Marto
Francisco preside la Misa de canonización de los pastorcillos Francisco y Jacinta Marto

Del 12 al 13 de mayo de 2017 el Santo Padre realizó una peregrinación al Santuario di Fátima en Portugal con motivo del centenario de las apariciones de la Virgen María en Cova da Iria

El sábado 13 de mayo de 2017 Francisco celebraba la Santa Misa con el rito de canonización de los beatos Francisco y Jacinta Marto en el Atrio del Santuario de Fátima ante una multitud de fieles

(Vatican News).- Fueron veinticuatro horas muy intensas las que el Papa Francisco dedicó a la Virgen María hace tres años, cuando realizó su Peregrinación al Santuario di Fátima en Portugal. Lo que causó la emoción de los portugueses, especialmente  cuando dijo: “Tenemos una Madre”, algo que el Santo Padre siente de modo especial. Además, el motivo de este viaje fue conmemorar el primer centenario de la aparición de Nuestra Señora en Cova da Iria a tres pastorcillos, que con su sencillez y santidad, lograron llevar ese mensaje a todo el mundo.

Con María, peregrino en la esperanza y en la paz

Ya en vísperas de su viaje, en su Video mensaje al querido pueblo de Portugal, el Santo Padre recordaba el lema de esta peregrinación, “con María, peregrino en la esperanza y en la paz”, y les decía:

“Me presento ante la Virgen como Pastor universal, ofreciéndole un ramo con las ‘flores’ más bellas que Jesús ha confiado a mi cuidado, es decir, los hermanos y hermanas de todo el mundo redimidos por su sangre, sin excluir a nadie”

También les pedía que se unieran a él, física o espiritualmente,  para componer su ramo de flores, su “rosa de oro” para formar “un solo corazón y una sola alma” y para que él pudiera encomendarlos a la Virgen, pidiéndole que les susurre:

“Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”

Oración a la Virgen en la Capilla de las Apariciones

De los actos del Papa en aquella oportunidad, recodamos su Oración a la Virgen de Fátima en la Capilla de las Apariciones. Era el viernes 12 de mayo de 2017. Y Francisco, entre otras cosas, la saludaba rezando:

“Salve Reina, Bienaventurada Virgen de Fátima, Señora del Corazón Inmaculado, refugio y camino que conduce a Dios. Peregrino de la Luz que procede de tus manos, doy gracias a Dios Padre que, siempre y en todo lugar, interviene en la historia del hombre; peregrino de la Paz que tú anuncias en este lugar, alabo a Cristo, nuestra paz, y le imploro para el mundo la concordia entre todos los pueblos; peregrino de la Esperanza que el Espíritu anima, vengo como profeta y mensajero para lavar los pies a todos, entorno a la misma mesa que nos une”

Asimismo le suplicaba: “Desde lo más íntimo de tu ser, desde tu Inmaculado Corazón, adórnanos con el fulgor de las joyas de tu corona y haznos peregrinos como tú fuiste peregrina. Con tu sonrisa virginal, acrecienta la alegría de la Iglesia de Cristo. Con tu mirada de dulzura, fortalece la esperanza de los hijos de Dios. Con tus manos orantes que elevas al Señor, une a todos en una única familia humana. En tu Corazón Inmaculado, sé el refugio de los pecadores y el camino que conduce a Dios”.

“Unido a mis hermanos, en la Fe, la Esperanza y el Amor, me entrego a Ti. Unido a mis hermanos, por ti, me consagro a Dios, Oh Virgen del Rosario de Fátima. Y cuando al final me veré envuelto por la Luz que nos viene de tus manos, daré gloria al Señor por los siglos de los siglos. Amén”

Canonización de los pastorcillos Francisco y Jacinta Marto

El sábado 13 de mayo de 2017 Francisco celebraba la Santa Misa con el rito de canonización de los beatos Francisco y Jacinta Marto en el Atrio del Santuario de Fátima ante una multitud de fieles. En su Homilía el Santo Padre recordó a los fieles y peregrinos que “tenemos una Madre”. Y les manifestaba: “Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús, porque, como hemos escuchado en la segunda lectura, ‘los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo’”.

“Como un ancla, fijemos nuestra esperanza en esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre. Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida. Una esperanza que nos sostenga siempre, hasta el último suspiro”

Tenemos una Madre, una Señora muy bella

El Santo Padre recordaba que los videntes de Fátima mientras regresaban a casa, aquel bendito 13 de mayo, comentaban entre ellos: “Tenemos una Madre, una ‘Señora muy bella’. Y, por la noche, Jacinta no pudo contenerse y reveló el secreto a su madre: ‘Hoy he visto a la Virgen’”. Sin embargo el Papa afirmó: “La Virgen Madre no vino aquí para que nosotros la viéramos: para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo, por supuesto”.

“Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a san Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a ‘Jesús oculto’ en el Sagrario”

A los enfermos: el Señor nos precede siempre

Y poco antes de concluir esta peregrinación, el Papa saludaba a los enfermos al final de la Misa, a quienes les recordaba, como había dicho en su homilía, que “el Señor nos precede siempre”. De manera que, “cuando atravesamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes”. Y les decía que “Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con san Francisco Marto y santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares”.

Partícipes a pleno título de la vida y misión de la Iglesia

“Queridos enfermos, vivan su vida como una gracia y díganle a Nuestra Señora, como los pastorcillos, que quieren ofrecerse a Dios con todo el corazón. No se consideren solamente como unos destinatarios de la solidaridad caritativa, sino siéntanse partícipes a pleno título de la vida y misión de la Iglesia. Su presencia silenciosa, pero más elocuente que muchas palabras, su oración, el ofrecimiento diario de sus sufrimientos, en unión con los de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y hasta alegre de su condición son un recurso espiritual, un patrimonio para toda comunidad cristiana. No tengan vergüenza de ser un tesoro valioso de la Iglesia”

Francisco en Fátima

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