“El modelo actual de liderazgo de la Iglesia, basado en la autoridad, está llegando a su fin” El teólogo alemán Michael Seewald avisa: "Un Vaticano III sin mujeres sería un disparate"

Michael Seewald
Michael Seewald

“¿Tendría sentido que 5.500 hombres decidieran sobre asuntos relativos al futuro, mientras que a las mujeres sólo se les permite participar con carácter consultivo?”, se pregunta con ironía ácida

En lugar de un poder jurídico que se presenta como incuestionable, propone que la Iglesia adquiera una “autoridad epistémica” capaz de reconocer su propia falibilidad

El teólogo ve en la sinodalidad precisamente “un intento de superar este impasse”

La “fascinación de Jesús”, insiste, reside precisamente en que “es un individuo fracasado y no uno de aquellos que mueren viejos y cansados de la vida en la cama”

Las palabras de Michael Seewald suenan como un campanazo de cambio en una Iglesia que sigue debatiéndose entre continuidad y reforma. El joven dogmático de Münster no se limita a matizar el discurso oficial, sino que lo sacude, al afirmar que “el actual modelo de liderazgo de la Iglesia, que se basa en la autoridad, está llegando a su fin” y que hablar hoy de un Concilio Vaticano III “es un disparate” si se pretende repetir el esquema de “5.500 hombres decidiendo sobre el futuro mientras a las mujeres sólo se les permite participar con carácter consultivo”.

En sus declaraciones, recogidas por Publik-Forum y difundidas por katholisch.deSeewald coloca el foco donde más duele a una institución profundamente jerarquizada: la autoridad, tal como se ha ejercido en las últimas décadas, está agotada y necesita una conversión profunda, tanto en su estructura como en sus sujetos.

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Michael Seewald en Publik-Forum
Michael Seewald en Publik-Forum

Un Vaticano III sin mujeres sería inaceptable

El corazón de la crítica de Seewald es claro: no se puede soñar con un nuevo concilio sin cambiar primero las reglas del juego. “¿Tendría sentido que 5.500 hombres decidieran sobre asuntos relativos al futuro, mientras que a las mujeres sólo se les permite participar con carácter consultivo?”, se pregunta con ironía ácida.

Para el teólogo, la Iglesia y la sociedad han cambiado “fundamentalmente” desde el Vaticano II, especialmente en la comprensión del ministerio y de los roles de género, y eso “debe reflejarse en la estructura de la Iglesia antes de convocar un nuevo concilio”.

Traducido: un Vaticano III sin voto femenino y sin corresponsabilidad real de las mujeres —la mitad del Pueblo de Dios— carecería de legitimidad eclesial y social. En este sentido, advierte que un concilio, tal como está configurado hoy, es “meramente una extensión del papado”, porque el Papa controla “la convocatoria, los temas y la validez de las decisiones”.

Seewald

La autoridad que se agota: de poder jurídico a autoridad epistémica

Seewald va más lejos al diagnosticar el agotamiento del modelo de poder eclesiástico. “El modelo actual de liderazgo de la Iglesia, basado en la autoridad, está llegando a su fin”, afirma sin rodeos. En lugar de un poder jurídico que se presenta como incuestionable, propone que la Iglesia adquiera una “autoridad epistémica” capaz de reconocer su propia falibilidad.

Recuerda que “bajo Juan Pablo II y Benedicto XVI hemos presenciado una creciente afirmación de la autoridad magisterial”, y no lo considera un dato neutro, sino “una forma profundamente inquietante e incluso destructiva de ejercerla”.

El teólogo ve en la sinodalidad precisamente “un intento de superar este impasse”, siempre y cuando logre combinar “la escucha atenta del presente con la profundidad teológica”. Su esperanza es clara: que “esto cambie en el futuro” y que la autoridad deje de blindarse detrás de definiciones para convertirse en servicio que discierne, aprende y corrige.

Crucifixión de Grünewald

Un Jesús fracasado que cuestiona triunfalismos eclesiales

En la misma entrevista, Seewald desmonta también las imágenes edulcoradas de Jesús. “Si Jesús hubiera muerto en la cama, hoy no sabríamos su nombre ni diríamos ni una palabra de él”, afirma, subrayando que el impacto histórico de Jesús está “inextricablemente ligado a su ejecución violenta”.

La “fascinación de Jesús”, insiste, reside precisamente en que “es un individuo fracasado y no uno de aquellos que mueren viejos y cansados de la vida en la cama”. Desde ahí, critica una lectura simplista de la cruz como “sacrificio necesario” o “precio de rescate”, y sugiere que es “mejor mantener una distancia intelectual” respecto de esas formulaciones: no para negar la redención, sino para liberarla de esquemas teológicos que han justificado imágenes de un Dios violento.

El mensaje de fondo encaja con su crítica a la autoridad: una Iglesia que sigue a un crucificado fracasado no puede permitirse triunfalismos doctrinales ni estructuras de poder que se presentan como intocables.

En definitiva, con su estilo directo y claro, Michael Seewald pone sobre la mesa dos tesis que apuntan al corazón del sistema: un Vaticano III sin mujeres con voz y voto sería inaceptable, y un modelo de autoridad que se concibe a sí mismo como infalible, cerrado y autosuficiente está, simplemente, agotado.

El poder de la tiara
El poder de la tiara

Frente a la tentación de refugiarse en un nuevo concilio “más de lo mismo”, el teólogo alemán propone un camino más exigente: reformar primero la forma de ejercer la autoridad, abrir la estructura a mujeres y laicos, asumir la sinodalidad como escucha real del Pueblo de Dios y dejar que la figura de un Jesús “fracasado” dinamita los reflejos de poder.

Solo entonces —viene a decir— tendrá sentido hablar de un nuevo concilio verdaderamente católico: inclusivo, humilde y creíble.

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