La Gaceta de Sophía: La experiencia de migrar, de primera mano Mujeres: Fuerza que migra y ¡esfuerzo compartido!

Migrantes
Migrantes

No camino sola, camino de la mano de mis / cantos, piso fuerte, dejos raíces... /Se esparcen como semillas, / que florecen en medio de los mares que paren  niños al amanecer

El año 2020 pasará a la historia como un tiempo en el que la humanidad entera vivió lo mismo: una pandemia de la que ningún rincón del mundo pudo verse a salvo

Ese año quedará, en los anales de la historia, como un hito en el camino de la humanidad; un antes y un después. Pero la verdad es que, lo que se vivió en el 2020, empezó mucho antes

Elegimos escribir y compartir sobre el fenómeno de la Migración que no es nuevo. Movimientos migratorios ha habido siempre, pero esta vez, con las características del tsunami que identifica a la actualidad de nuestro tiempo

Nuestra sencilla aportación es propiciar un diálogo en donde son invitadas a sumarse y aportar las experiencias de migración en primera persona. No hay nada que nos acerque más que escuchar esos relatos de primera mano

Comencemos con estas grandes palabras: Comunidad, Hospitalidad y Solidaridad

(Tras las huellas de Sophía).-

Noches de blanco y negro

Idania Mejía

Me cobija el alma, la noche en blanco y negro transnacional...

¡Soy símbolo!

¡Soy comunidad!

Me huele la ropa a mamá

Me huelen a mujeres los caminos

En el tránsito se pintan huipiles con lágrimas

Tejen las niñas, con rimas y Cantos…

¡Noches de negro y blanco!

Se rompe el orbe donde pisan

Construyen muros de esperanza,

detrás del reflejo…

Del rayo de luz que alumbra su ojo siempre izquierdo

En el pequeño muro sobre el cual

pintan esperanzas,

Hay agua donde pisan

Mares de cometas

Lamentos de mis antepasadas de ojos marrones

De ojos azules y velos rosas

No camino sola, camino de la mano de mis

cantos, piso fuerte, dejos raíces...

Se esparcen como semillas,

que florecen en medio de los mares que paren  niños al amanecer

En medio de mi pecho nace la pertenencia…

¡No tengo ciudadanía, porque soy de aquí y soy de allá!

Me niego a que me borren, aunque soy otra

¡En noches de blanco y negro!

Humanidad en movimiento

“A seis manos”:

Patricia Paz (Buenos Aires)

Yolanda Chávez (Los Ángeles)

Mari Paz López Santos (Madrid)

El año 2020 pasará a la historia como un tiempo en el que la humanidad entera vivió lo mismo: una pandemia de la que ningún rincón del mundo pudo verse a salvo.

Desde el mes de marzo del 2020 se habla de nueva normalidad, de nuevo paradigma mundial, y también de todo lo contrario: volver a lo que estábamos sin que nada cambie.

Ese año quedará, en los anales de la historia, como un hito en el camino de la humanidad; un antes y un después. Pero la verdad es que, lo que se vivió en el 2020, empezó mucho antes. La pandemia fue la explosión (manifestación), que podríamos comparar a un volcán, a un tsunami, algo imparable que engulle todo lo que encuentra a su paso.

Reflexionando sobre todo eso, nos hemos juntado para escribir tres mujeres que nacimos y vivimos en tierras muy diferentes, lejanas en kilómetros pero acercadas por la tecnología de este tiempo. No vamos a escribir sobre la realidad global mundial de antes y después del COVID-19.

Elegimos escribir y compartir sobre el fenómeno de la Migración que no es nuevo. Movimientos migratorios ha habido siempre, pero esta vez, con las características del tsunami que identifica a la actualidad de nuestro tiempo. Actualidad que podríamos definir como la nueva Era de la Migración.

Según el Informe 2020 sobre las migraciones en el mundo de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), el número de personas que vive en un país distinto a su país de origen es mayor que nunca.

Las complejas realidades migratorias pueden ser abordadas desde diferentes perspectivas. Esta vez, en “Tras las Huellas de Sophia”, nos sentimos invitadas a abordarlas desde donde las podemos expresar, desde lo que hemos visto, lo que hemos vivido en la realidad de nuestras propias vidas: el llanto de las madres que ven migrar a sus hijos; el llanto de las madres que tienen que migrar dejando atrás a sus hijos; y el llanto de las madres que tienen que migrar con sus hijos.

“Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos…eso es lo que les anunciamos para que también ustedes estén en comunión con nosotros” (1 Juan 1, 1-3)

Desde esta dimensión, como cada una de nosotras tiene una experiencia totalmente distinta acerca de la migración, nos preguntamos: ¿Qué podemos aportar?

Lo primero que nos surge como reflexión es el hecho de que en esta nueva realidad migratoria la persona migrante es vista más como amenaza que como contribución a la comunidad.  Amenaza no solamente como competencia para los puestos de trabajo, sino más bien por su raza, o su religión.

"Las estadísticas y las noticias en los medios terminan por anestesiarnos, en cambio lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos… nos abre el corazón"

Cualquier persona que plantee qué puede aportar como ciudadanos del mundo a esta tragedia, sentirá una gran impotencia, como nosotras hemos sentido al ver que no podemos hacer mucho. Sin embargo, en nuestro caso, tenemos la escritura como herramienta, que se suma, a la obligación de todos, de mirar nuestros corazones para ver cuan acogedores son con las personas migrantes y desde ahí trabajar para convertir nuestros propios corazones y para tratar de convertir los de quienes nos rodean, invitándoles a ver, como con las personas, los grandes valores humanos también migran. Comencemos con estas grandes palabras: Comunidad, Hospitalidad y Solidaridad.

La experiencia de migrar, que en algún momento fragmenta la identidad de los que llegan, los lleva también, en otro momento, a reconstruirla, y cuando lo hacen desde la fe, su cosmovisión se enriquece aún más y, desde ese redescubrimiento identitario, se adquiere una nueva forma de comprender la vida de quienes llegan y de quienes estaban allí.

Hemos concluido que nuestra sencilla aportación es propiciar un diálogo en donde son invitadas a sumarse y aportar las experiencias de migración en primera persona. No hay nada que nos acerque más que escuchar esos relatos de primera mano. Las estadísticas y las noticias en los medios terminan por anestesiarnos, en cambio lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos… nos abre el corazón.

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Primero, Religión Digital


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