El candidato a Nobel de la Paz explica cómo afrontan la pandemia en Madagascar Padre Opeka: "Si el coronavirus nos ataca como a Europa, será una catástrofe humanitaria muy grande"

El padre Opeka al frente, ante la emergencia
El padre Opeka al frente, ante la emergencia

Señala que "África le está haciendo frente heroicamente con escasos medios". Confía en las defensas naturales y espirituales de sus habitantes

"En nuestra ciudad, Akamasoa, hemos seguido las instrucciones del Gobierno y quedamos casi 5 semanas en cuarentena. Para muchas de nuestras familias la cuarentena era casi imposible: 10 personas en una o dos piezas"

"Después de esta pandemia deberíamos cambiar el modelo de desarrollo y la manera de vivir: elegir una vida más sobria para que todos podamos ser felices en esta vida tan hermosa, pero que pasa y un día se termina"

Tenemos  suficiente imaginación para crear y abrir nuevos caminos que nos llevén hacia el "ser mas" que al "tener más"

(Valores Religiosos).- Es candidato al Premio Nobel de la Paz hace varios años. Fundó una ciudad en las afueras de Atananarivo, Madagascar, junto con los nativos: Akamasoa (de malgache, “buenos amigos”). Allí intentan (y lo van logrando) una convivencia en justicia y dignidad para todos en el que se exaltan valores como el respeto, el trabajo, la educación y la disciplina. Hablamos en exclusiva para Valores Religiosos con el padre Pedro Opeka (72) sobre cómo están afrontando la pandemia en su comunidad alojada en una isla que forma parte del continente más olvidado del planeta: África.

En el tema coronavirus, la situación de África está prácticamente silenciada. ¿Podría contarnos cómo están viviendo la pandemia en Akamasoa (su ciudad) y en su entorno geográfico más cercano (Atananarivo-Madagascar en general)? ¿Están llevando adelante cuarentena, toque de queda, permisos alternativos?

El  coronavirus en África, de una manera sorprendente y milagrosa, no ha hecho los estragos que han sucedido en Italia, España, Francia, Inglaterra  y los EE.UU. Nuestro Presidente (Andry Nirina Rajoelina) tomó rápidamente la decisión de cerrar las fronteras del país y así pocas personas contagiadas con el virus han entrado en nuestra isla. En un mes y medio tenemos 122 casos positivos, ninguno en reanimación grave, ningún fallecido y 37 personas curadas que ya han vuelto a sus casas.

En nuestra ciudad, Akamasoa, hemos seguido las instrucciones del Gobierno y quedamos casi 5 semanas en cuarentena. Para muchas de nuestras familias la cuarentena era casi imposible. Imaginen: quedarse en sus casas cuando son 10 personas en una o dos piezas, donde casi no hay lugar donde pararse. Muchas veces el salón de las casas es la vereda. Imaginen otra vez: todos en las veredas hablando del virus invisible. Mucha gente de Akamasoa vive al día. Nosotros pudimos ayudar a las 4.000 familias para que tengan para comer. La solidaridad se ha hecho ver entre los vecinos y de los países amigos.

¿Cuántos habitantes tiene su ciudad y cuánto personal de salud (aproximado) tienen atendiendo a los contagiados?

Akamasoa cuenta con cerca de 25.000 habitantes y en nuestros Centros de Salud tenemos 3 médicos, 7 parteras, 12 enfermeras  y unas 15 ayudantes de primeros auxilios.

¿Hay casos positivos de coronavirus en Akamasoa?

¡Gracias a Dios, no hay!

¿Tienen datos sobre cómo está evolucionando el virus?

En realidad, aquí se habla mucho de cómo hay que cuidarse y cuidar a los otros para no contagiarse el virus, y un poco menos sobre cómo evoluciona. La mayoría de la gente piensa que es una enfermedad  del extranjero y que a ellos no les tocará. Las explicaciones científicas llegan muy pocas veces hasta el Pueblo.

¿Cómo se organizan desde el punto de vista sanitario? ¿Qué medidas puntuales tomaron ante el avance de la pandemia?

Primeramente lavarse las manos a menudo con jabón y luego comenzamos con los tapabocas aunque no pudimos darles a todos, sí para los más expuestos. Luego éramos exigentes en la distanciación entre las personas. Repetíamos varias veces al día con altoparlantes, yendo de  pueblo en pueblo: “Quédense en sus casas y no vayan a la Ciudad”.

¿Qué productos son los que más escasean y están precisando?

Lo que nos hace falta son los productos de primera necesidad como arroz, aceite, legumbres, azúcar, fideos, lentejas, sal, jabón y agua potable. Como ya es muy evidente, es difícil enviar ayuda desde la Argentina a Madagascar, por eso les pido que ayuden a Akamasoa Argentina, que está construyendo un barrio para familias humildes en Lima, cerca de Zárate, en la provincia de Buenos Aires. (Se puede consultar sobre la obra del padre Opeka en Argentina en este enlace)

¿Cuáles son sus fortalezas como pueblo y cuáles son los aspectos que usted percibe como debilidades sociales?

as fortalezas del Pueblo Malgache son su sabiduría y su sobriedad: viven y se contentan con pocas cosas. Si los países ricos vivieran como ellos no habría cambio climático ni superconsumismo. El Pueblo Malgache es ejemplar también por la paciencia que tienen para esperar y el respeto que se tienen todavía entre ellos.
Las debilidades sociales radican en que los pobres viven frustrados ante las promesas  políticas y ya estamos viendo una nueva forma de astucia en la que el más vivo se aprovecha del más débil. El sentido del bien común  desaparece poco a poco y gana el provecho individual. Nos faltan  verdaderos líderes, honestos y sacrificados por la causa de su Pueblo. 

¿Cómo van resolviendo la liturgia, el encuentro de los fieles con los sacramentos? ¿Cómo funciona internet en Akamasoa? ¿Cuentan con el recurso de celebraciones virtuales con su pueblo? ¿Ellos tienen acceso a dispositivos móviles o computadoras?

Con  respecto a la fe y a la oración, nosotros hemos puesto mucho énfasis  para que nuestras familias recen más en sus casas y escuchen la misa por radio o televisión. Que estas oraciones las hagan en familia para que haya más comunión y unidad, y que reaparezca la alegría de vivir juntos en sus propias casas.
Internet es muy caro y nuestras familias no lo utilizan. Hay varios que sí están en Facebook. Nuestros alumnos tienen acceso a las computadoras en los Liceos y Escuelas Superiores.

En Madagascar, ¿cómo son las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno en este contexto?

Las relaciones de la Iglesia con el Gobierno son muy buenas sobre todo  después de la visita del papa Francisco el año pasado. Nuestro Presidente es católico y no tiene vergüenza de decirlo cuando es necesario. Varios años en Navidad vino a la misa en Akamasoa, ya es casi una tradición para  el Presidente y su familia. En esta crisis de coronavirus la Iglesia ha seguido las normas del Gobierno. Hay un buen diálogo y eso es muy importante para  todo el país para que no haya conflictos inútiles, porque el tiempo es precioso: hay que ocuparlo con el trabajo para un verdadero desarrollo de todos los ciudadanos.

Ante la pandemia, el Gobierno ha tomado decisiones rápidas para el bien común. La gente ha visto lo que ha sucedido en Europa y así obedeció rápidamente. Hay paz política. Ojalá que siga después de la pandemia para sacar al país de la extrema pobreza.

¿Sabe usted cómo se está viviendo la pandemia en otros puntos de continente africano? ¿Comparte información con otros religiosos sobre esto?

Seguimos las noticias del mundo entero, pero de África hay pocas. Las agencias de información hablan más de Europa y EE.UU. que de África.

África está haciendo frente heroicamente a esta pandemia con escasos medios e infraestructuras antiguas pero teniendo fe y convicción que van  vencer el virus. La relación con otros religiosos del continente es muy escasa.

¿Cómo evalúa usted que están reaccionando los países ante esta pandemia?

Por el momento, positivamente. Hay voluntad en el concierto de las naciones de ayudarse mutuamente y compartir experiencias sobre lo que cada país realiza en la búsqueda de una vacuna contra el coronavirus .
En Madagascar, nuestro Presidente se comprometió a hacer conocer una planta, la “Artimesia” (o artemisia), que es buena para reforzar la inmunidad  contra el paludismo. Las plantas medicinales de África pueden ayudar a luchar contra esta pandemia. Se habla de que esta planta ya ha curado casos positivos de coronavirus en Madagascar. Cuando los científicos del mundo entero avanzan a tientas, los científicos de África podrían descubrir un remedio que viene de su propio suelo y continente.

Artemisia africana



¿Pudo seguir la oración del papa Francisco del 27 de marzo, solo en la Plaza San Pedro, en la que pidió por el cese de la pandemia?

Sí, la he seguido por la radio, de rodillas, en nuestro comedor ya que veníamos de cenar. Con mi Comunidad hemos rezado con el Papa Francisco, lo hemos escuchado y recibimos su bendición; fue muy fuerte esa vivencia. Estábamos lejos por la distancia pero muy cerca en espíritu y corazón.  

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo hace unos días que el coronavirus en África puede ser peor que el ébola, ¿qué piensa de esto?

Si el coronavirus nos ataca con la misma fuerza que atacó Europa, entonces sí que puede ser una catástrofe humanitaria muy grande. Pero  confiamos en Dios que nos ha dado autodefensas naturales y espirituales para hacer frente a esta pandemia.

¿Qué está aprendiendo usted junto a los suyos, en sus comunidades, de esta cuarentena?

Esta cuarentena que vive el mundo por causa del coronavirus es muy importante para que todos tomemos conciencia de que somos una sola Familia Humana. Nadie eligió nacer donde nació, pero sí elegimos la verdad, la fraternidad y el compartir como camino y estilo de vida para que todos podamos gozar de una parte de las riquezas de nuestra Tierra que es de todos. Todas sus riquezas deberían ser compartidas de una manera justa a todos los niños y jóvenes de nuestra Tierra.

Después de esta pandemia deberíamos cambiar el modelo de desarrollo y la manera de vivir: elegir una vida más sobria para que todos podamos ser felices en esta vida tan hermosa, pero que pasa y un día se termina.
Los que creemos en el Reino de Dios sabemos que deberemos dar cuenta de todo lo que hemos hecho en esta vida para el bien de los demás. Nadie  vive para sí mismo: vivimos para amar y servir a nuestros hermanos y hermanas en cualquier parte del mundo. Admiro al Papa Francisco cuando con perseverancia y palabras tan profundas sacadas de la vida real  nos invita cada día a ser más valientes para construir un mundo mejor, más solidario y más justo.

¡Qué desafío para todos nosotros esta prueba del coronavirus! Ojalá podamos  aprender alguna lección para nuestras propias vidas: que seamos más altruistas, honestos, compasivos unos con otros. Tenemos  suficiente imaginación para crear y abrir nuevos caminos que nos llevén hacia el “ser mas” que al “tener más”.
Nuestra Tierra tiene una nueva oportunidad para cambiar de rumbo y solo nosotros los humanos tenemos la capacidad hacerlo.

Nadie nos puede impedir de ser felices, podemos serlo si tenemos coraje pero tenemos que convertirnos y trabajar para salir de nuestro egoísmo, ser más honestos, mentir menos, salir de la indiferencia y de la hipocresía y decir siempre la verdad. Jesús nos ha dicho que solo la verdad nos hará libres. Creo profundamente que los jóvenes de hoy pueden cambiar el mundo con la verdad y la alegría.

P. Opeka


Volver arriba