Crisis del coronavirus. Un par de lecciones que he aprendido en Africa

Video educativo sobre el COVID-10 realizado por la parroquia de Fatima, en Bangui
Video educativo sobre el COVID-10 realizado por la parroquia de Fatima, en Bangui

La actual pandemia es una gran lección para los países ricos, donde parece que siempre hemos visto que las grandes tragedias ocurrían lejos de nuestras fronteras. Ahora que nos ha llegado la ola de una crisis que nos golpea con fuerza es una oportunidad para que aprendamos a cambiar de perspectiva.

Recuerdo haber oído, en una ocasión, al presidente ugandés Yoweri Museveni, contar como se entero por primera vez del problema del SIDA en su país, a finales de 1986. Fue durante una visita a Cuba, donde varios oficiales de su ejército seguían cursos de formación militar. Según relató, Fidel Castro le tomó aparte con un tono preocupado para hablarle de un asunto importante. Por lo que le oí, parece que la conversación se desarrollo mas o menos en estos términos:

-Oye, tengo que decirte que tienes un problema muy serio con tus muchachos. Les hemos hecho pruebas y mas de la mitad de ellos están infectados por un nuevo virus muy peligroso llamado VIH, que causa la muerte y para el que no hay cura.

-Y como se transmite? ¿Si estoy en la misma habitación con una persona infectada respirando el mismo aire, me lo puede contagiar?

-No, así no te infectarías. Digamos que… habría que hacer un poco más de esfuerzo. Te lo explico.

-Ah, bueno. En ese caso, podemos controlar la situación.

En los años 1980 no existían aun los tratamientos antirretrovirales, que han salvado la vida a millones de personas infectadas de VIH y gracias a los cuales un seropositivo puede llevar hoy una vida perfectamente normal. Uganda, en 1987, tenía porcentajes del 15% de infectados entre mujeres embarazadas y de más del 30% entre camioneros. Recuerdo haber visto pueblos enteros que quedaron arrasados por el SIDA, dejando miles de niños huérfanos. En pocos años, Uganda -con pocos medios, pero mucha sensatez- consiguió reducir drásticamente el porcentaje de infectados. Mas tarde, en 2000, viví durante seis meses una epidemia de Ébola en el norte del país, en Gulu, que dejo varios cientos de muertos. He estado en medio de otras situaciones de epidemias, como el cólera y otros rebrotes de Ébola, en otros países africanos.

Servidor de ustedes no es médico ni mucho menos experto en virología ni epidemiologia, pero la observación de como sociedades africanas han hecho frente a crisis sanitarias precedentes con pocos medios me ha permitido aprender dos o tres lecciones prácticas de sentido común. Tal vez puedan ayudarnos a entender lo que ocurre en el mundo que nos ha tocado vivir, afectado por una pandemia sin precedentes.

  • 1) Como ocurre con todos los problemas a los que nos tengamos que enfrentar, lo primero que hay que hacer es conocer al enemigo que se nos viene encima y no cerrar los ojos a la realidad. En esto, Uganda fue un ejemplo al hacer frente a la pandemia del SIDA. Otros países, sobre todo africanos, se empeñaron en negar la evidencia y se escudaron tras teorías más o menos peregrinas, como supuestas conspiraciones occidentales para denigrar a las sociedades africanas, y eso provocó retrasos y politicas equivocadas que costaron vidas humanas. Es conocido el caso del antiguo presidente Thabo Mbeki, cuyo discurso negacionista sobre el SIDA tuvo seguramente mucho que ver en que se dispararan los porcentajes de infectados entre su población a principios de la primera década de este siglo. En el caso del coronavirus, afortunadamente -con excepción de algún lunático- todo el mundo parece haber aceptado la realidad, aunque haya voces discordantes que pueden resultar peligrosas, sobre todo cuando se trata de personajes públicos que hablan a sociedades que han tenido poco acceso a la educación.
  • 2) En situaciones de crisis hay que saber tomar las decisiones adecuadas, realistas y que la gente entienda fácilmente, aunque a veces puedan resultar impopulares. La estrategia de Uganda frente al SIDA se basó en el mensaje conocido como “ABC”. A por abstinencia sexual (para los jóvenes). B por “be faithful” (para los casados o con pareja) y C por condón. Funcionó y en poco tiempo disminuyo el porcentaje de contagios. Esto fue posible porque toda la sociedad ugandesa, a pesar de las diferencias de unos y otros, remo en la misma dirección: gobierno, oposición, sociedad civil, sindicatos, empresarios, confesiones religiosas y un largo etcétera.
  • 3) Los gobiernos necesitan incluir en sus politicas planes de contingencia y de prevención de catástrofes. En algunos países africanos existen (hay incluso ministerios específicos que se ocupan de esto), en otros no. En los países europeos suelen existir, pero invertir en la prevención de amenazas graves cuesta mucho dinero, y esto puede pasar factura a los políticos que si toman decisiones de prevención, porque ante las pandemias nadie tiene un manual de instrucciones perfecto. Cuando se declaro la crisis sanitaria de la Gripe A, en 2009 (que según la OMS afecto al 12% de la población mundial) el gobierno de Zapatero gasto 98 millones de euros y compro trece millones de vacunas, la mayor parte de las cuales fueron destruidas porque no hicieron falta. En aquella ocasión Mariano Rajoy, en la oposición, acuso duramente a Zapatero de despilfarro.
  • 4) Muy ligado a lo anterior esta la necesidad de tener planes solidos de sanidad pública. Para ejecutarlos y tomar decisiones importantes hace falta dejarse aconsejar por los expertos. Algunos países africanos que conozco han tenido la sensatez de saber atraer a algunos de sus mejores talentos médicos y también de dejarse aconsejar por organismos internacionales con los que trabajan en partenariado. Así consiguió Uganda salir de la epidemia de Ébola que azoto el norte del país a finales de 2000 y principios del 2001. Cuando oído estos días hablar de que en España los asesores ministeriales son inútiles, me echo las manos a la cabeza. Ningún líder político conoce todo sobre todo, y menos sobre epidemiologia. En España tenemos unos cuantos que no parecen consultar con ningún experto y eso se nota en que dicen auténticos disparates y proclaman medias verdades (a veces más peligrosas que las propias mentiras). Estos personajes parecen más preocupados por sacar réditos políticos, aprovechando la frustración de mucha gente, que en solucionar de verdad el problema. Un político evitaría esto rodeándose de buenos consejeros. En España tenemos a expertos de sobrada experiencia y competencia que, por suerte, están haciendo todo lo que pueden para ayudarnos a salir de esta crisis, aunque a menudo son víctimas de quienes hacen gala de ignorancia atrevida. A otros los hemos perdido porque nuestro país lleva décadas en las que se ha invertido poco en investigación.
  • 5) Hay una última lección que he aprendido en África, y esta es de la mayoría de los africanos de a pie. Donde trabajo actualmente, en Republica Centroafricana, la mayor parte de la gente vive al día y tiene sobrada experiencia de soportar catástrofes de todo tipo: ataques de grupos armados, sequias, inundaciones, epidemias y un largo etcétera. Tal vez por eso han desarrollado una enorme capacidad de resiliencia y aguantan los chaparrones que les vengan encima sabiendo que tarde o temprano saldrán del agujero, aunque sabiendo que los periodos de normalidad no suelen durar mucho. La actual pandemia es una gran lección para los países ricos, donde parece que siempre hemos visto que las grandes tragedias ocurrían lejos de nuestras fronteras. Ahora que nos ha llegado la ola de una crisis que nos golpea con fuerza es una oportunidad para que aprendamos a cambiar de perspectiva.
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