Claribel Alegría 2. CUANDO MURIÓ MI MARIDO

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
06 ene 2018 - 15:49
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Nace Claribel Alegría un 12 de mayo de 1924 en Estelí, Nicaragüa, hija de Ana María Vides, salvadoreña, y del doctor Daniel Alegría, nicaragüense. Cuando apenas tenía Claribel nueve meses, emigró la familia a la ciudad salvadoreña de Santa Ana. Fue tomando conciencia, desde entonces, de considerar como su “Patria” a Nicaragüa, como su “Matria” a El Salvador. Con 18 años se desplazó a estudiar Filosofía y Letras a Estados Unidos. En la Universidad George Washington conoció a Juan Ramón Jiménez, que ejercería de maestro de la joven promesa, y facilitó la edición de su primer libro de Poesía “Anillo de silencio”.

También en Washington conoció Claribel al que sería en meses su marido, el escritor y diplomático estadounidense Darwin (Bud) J. Flakoll. Claribel y Bud (Claribud) se casaron un 29 de diciembre de 1947. Ella contaba 23 años, y pronto nacería la mayor de cuatro, Maya. A la que siguieron las mellizas Patricia y Karen y, como bendición final de su arrebatado y generoso amor, el pequeño Erik.

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LLEGAMOS A SER CASI UNO

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Como informábamos en la pasada entrega sobre los versos de Claribel Alegría (pulsar), falleció el esposo en 1995, a punto de celebrar Bodas de Oro matrimoniales. El impacto de la noticia de su muerte en la sensibilidad emocional de Claribel ya septuagenaria, conmovió gravemente los cimientos de su aventura existencial.

Así se desahogaba Alegría en entrevista de Francisco Ruíz Udiel:

“Para mí fue BUD todo. Lo primero fue la sorpresa de encontrarme un hombre así, el enamoramiento. Luego, fuimos cómplices, fuimos compañeros, hicimos hijos conjuntos, carnales y espirituales. ¿Te imaginas? Entonces: fue una compenetración enorme, y su pérdida de alguna manera la he tenido que asimilar. Como digo en uno de mis poemas, “ya su ausencia se ha convertido en presencia cotidiana”. Pero yo sí me siento mutilada, me sigo sintiendo mutilada.”

Más adelante refería la emocionada viuda:

“Creo que la amistad es el secreto. Él fue mi mejor amigo. Éramos cómplices, sí. Leíamos juntos, escribíamos juntos. Siempre, siempre íbamos al cine juntos. Comentábamos todo juntos. Teníamos los mismos gustos, los mismos amigos; y, al final, francamente, yo hablaba como sabía hablar, y él sabía lo que iba a decir, y viceversa. Fue todo hasta demasiado, quizás, porque llegamos a ser casi uno.”

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DE "UMBRALES"

A "SAUDADE"

En la anterior entrega, reflexionamos sobre el poemario “Umbrales” (1997): nueve estaciones vivenciales abrían puertas a nuevas experiencias de Claribel a lo largo de su peregrinaje existencial. En la novena, a la invitación de la mariposa lírica a escribir, respondía: “la miré con nostalgia / se entreabrieron mis labios / y con un leve soplo / la alejé…”

Tres años después, con “Saudade” dio a conocer un puñado de exquisitos poemas cargados de emociones y pensamientos en torno a su mutilación de solitaria esposa. Su grito de dolor y de esperanza tuvo su eco solidario. Nos lo refiere la autora:

“De ese libro yo he recibido, de todos lados, cartas de viudas diciéndome que les ha ayudado. Eso a mí me ha dejado muy feliz: saber que he podido ayudar a otras personas que están viviendo ese momento que yo pasé… “

Cuando murió el esposo, viajó sola Alegría por el mundo, evocando emociones antiguas, explorando vivencias nuevas. Así nos lo cuenta:

“Hice un viaje sola a Asia, donde no conocía a nadie y nadie me conocía, para buscarme. Y vino la poesía y la poesía me salvó.”

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SALÍ A BUSCARTE

Salí a buscarte

atravesé valles

y montañas

surqué mares lejanos

le pregunté a las nubes

y al viento

inútil todo

inútil

dentro de mí estabas.

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QUISIERA CREER QUE TE VERÉ OTRA VEZ

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A la pregunta ¿Dónde está Bud ahora? responde al periodista la poeta de Estelí:

A lo mejor es una partícula de luz. Pero yo creo que todos tenemos dentro una energía enorme, y que esa energía no se puede malograr. Esa energía sale y en alguna parte está…”

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SAUDADE

Quisiera creer

que te veré otra vez

que nuestro amor

florecerá de nuevo

quizá seas un átomo de luz

quizá apenas existan tus cenizas

quizá vuelvas

y yo seré cenizas

un átomo de luz

o estaré lejana.

No volverá a repetirse

nuestro amor.

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DAME TU MANO, ESPERA

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Uno de los pensamientos más conmovedores de la teología claribeliana es la pervivencia del difunto en el corazón del vivo, santuario que confirma su existencia. El beneficio del recuerdo amoroso es recíproco (voz y eco, espejo y rostro). "Al olvido le temo / no a la muerte / el olvido es el filo / que reduce a serrín / vidas / obras / amores / que soñamos eternos.” En los presentes versos, la poeta enamorada suplica al amante: “No te alejes, / amor / encuéntrame en el sueño / defiende tu memoria / mi memoria de ti / que no quiero extraviar…”

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DAME TU MANO

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Hoy me gusta la vida mucho menos

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pero siempre me gusta vivir…

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CÉSAR VALLEJO

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Dame tu mano

amor

no dejes que me hunda

en la tristeza.

Ya mi cuerpo aprendió

el dolor de tu ausencia

y a pesar de los golpes

quiere seguir viviendo.

No te alejes

amor

encuéntrame en el sueño

defiende tu memoria

mi memoria de ti

que no quiero extraviar.

Somos la voz

y el eco

el espejo

y el rostro

dame tu mano

espera

debo ajustar mi tiempo

hasta alcanzarte.

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SUBAN HASTA TOCAR LA LUZ

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La reciente Antología Personal de Claribel Alegría “Pasos inciertos”

(Visor, 2015) se cierra con el hermoso poema “Testamento”, dedicado por la autora “A mis hijos”, desde la luminosa veneración de sus 91 años. Con la rotundidad de sus catorce versos, que fluyen como una cascada, que vuelan como un ave, facilita a Maya y a Patricia, a Kazen y Erik una escalera mágica para subir peldaños al reino de la Luz y la Alegría…

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TESTAMENTO

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A mis hijos

Les dejo

una escalera

tambaleante

inconclusa

tiene peldaños rotos

otros están podridos

Y más de alguno

entero.

Repárenla

elévenla

suban por ella

suban

hasta tocar

la luz.

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CLARIBEL ALEGRÍA

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Poeta por los cuatro costados del cielo

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1. Umbrales

LA CEIBA

LA MARIPOSA

2. Cuando murió mi marido

SALÍ A BUSCARTE

SAUDADE

DAME TU MANO

3. Madre Tierra, Madre Claribel

CLAMOR DE GAIA

VASIJA Y FUENTE

4. Poemas de amor y muerte

ES HORA YA DE QUE TE RINDAS

CAMINO A DAMASCO

PEQUEÑO INFIERNO

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