Claribel Alegría 1. UMBRALES

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
24 nov 2017 - 13:51
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Claribel-Alegria77
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El pasado mes de mayo la poeta nicaragüense Claribel Alegría obtuvo el premio Reina Sofía, en su 26ª edición, el galardón más importante de la poesía iberoamericana, que reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo y su aportación relevante al patrimonio cultural común. Se suele asimilar su prestigio al Premio Cervantes de poesía, y está dotado con 42.000 euros.

Lo recibe Claribel Alegría en la envidiable edad de 93 años y en plenitud de producción lírica, pues recientemente dio a conocer su último poemario, “Amor sin fin”, Visor 2016. Junto a Ernesto Cardenal, es reconocida como una de las grandes figuras de la lírica nicaragüense (recibió Cardenal el Reina Sofía en 2012). Claribel es autora también de una vasta obra, que incluye historia, novela y ensayo, en la que manifiesta una marcada denuncia social.

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PASOS INCIERTOS

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En 2015 apareció en Visor, prologada por Benjamín Prado, una antología personal de casi 400 páginas, “Pasos inciertos”, que selecciona los mejores versos del período 1948-2014, 66 años de fecunda inspiración. Escribe Prado: “Poesía a la vez culta y popular, suma de música y pensamiento, que nos habla a ras de suelo para elevarnos y tiene un mensaje en la botella: sólo lo que se canta sobrevive. Esta antología de su intensa obra, recuerda el sitio de honor que ocupa en la literatura escrita en nuestro idioma.”

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UMBRALES

Publica Visor en 1996 el poemario “Umbrales”, obra de madurez, sin duda, cuando la escritora nicaragüense celebra su feliz 72 cumpleaños. Divide los versos la poeta de Estelí en nueve umbrales, en nueve encrucijadas de viaje, de aventura y maduración que, a juicio de la doctora Ivette López Jiménez en magnífico artículo (pulsar), corresponden al tránsito" de la vida de un sujeto: niñez, viaje a la independencia, encuentro con los sentidos y el cuerpo propio, reconocimiento de la magia del lenguaje, enamoramiento, maternidad, pase de revista

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a la historia de matanzas recientes y un último encuentro con la poesía, mariposa que vuelve a intentar seducir: / ¿Por qué ahora por qué / busca seducirme la poesía?” Como solo presentamos hoy la escritura del primer y último “umbral” (“I. La ceiba” y “IX. La mariposa”), perdonad que no nos desparramemos por los pasajes intermedios.

I. LA CEIBA

Los 119 versos, alternativamente breves y muy breves, del poema La Ceiba, facilitan dinamismo y expresividad al texto. Se distribuyen en tres momentos:

1. Mariposas acarician la mano lírica, y asaltarán el pecho de la elegida que, a la luz de la luna, ensayará jugar a palabras como mariposas. 2. Se despide la jovencita del padre, que le regala una pluma fuente (estilográfica), que convertirá en espada. Será nombrada algo así como caballero andante, quise escribir princesa justiciera… 3. Abandona el hogar la poeta. Sin olvidarse de recibir la bendición de la sagrada Ceiba, árbol nutricio que simboliza el mapa de su patria.

Mejor que elaborar hipótesis, ensoñaciones, será escuchar a la poeta de hoy evocando a Tony Velasquez primeras experiencias de lectura y amores:

“En casa, allá en Santa Ana, me crié con mi abuelo y mis padres, que tenían bibliotecas muy buenas. Empecé a leer desde muy pequeña: me encantó la literatura. Mi madre siempre me estaba recitando poemas de la Edad de Oro Española, San Juan de la Cruz, Santa Teresa. Mis padres siempre estaban trayéndome libros, de Gabriela Mistral, por ejemplo, de Rómulo Gallegos, de Rubén Darío.”

Crecí en ese ambiente, y recuerdo —ya lo he dicho otras veces— que una vez estaba yo leyendo un libro de Rilke que se llama “Cartas a un joven poeta”, y ahí sentí algo especial y dije: «Yo eso quiero ser… Yo quiero ser poeta». Ese libro fue el que me conmocionó tanto que me quedé toda la noche despierta diciendo: «no importa que digan lo que sea, yo quiero ser poeta», y desde ese entonces empecé a trabajar disciplinadamente en eso.”

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DESDE SU ARBORIDAD ME BENDIJO LA CEIBA

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Escuchamos de nuevo a la poeta por los cuatro costados del cielo”, como la llamó el Nobel Miguel Ángel Asturias: “Había una Ceiba cuando yo era niña —una enorme Ceiba— frente al parque Colón, y nosotros íbamos al parque Colón con otros amiguitos a jugar. Ahora ya no está ahí, ya no existe aquella Ceiba. Ahí había perros callejeros, ahí iban vendedoras ambulantes. Para mí era un mundo enorme. Yo me quedaba maravillada con ese tronco de la Ceiba, tan enorme y esas ramas... Ese árbol es nuestro símbolo, no sólo de El Salvador sino que de toda Centroamérica. La Ceiba para mí siempre tuvo un poder especial y, cuando yo me fui de El Salvador a los 18 años, fui a despedirme de mi Ceiba... (sonríe).”

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LA CEIBA

¿Cómo olvidar esta mañana

en que asaltaron mi pecho

las mariposas?

Una se posó en mi mano

habría podido cerrar los dedos

sobre ella

y atraparla

pero voló

voló.

Años atrás

avanzando insegura

sobre las baldosas chocolate

Rilke vibrando entre mis manos

floreciendo el hibisco

y el jazmín

detrás de la araucaria

una luna fantasma

recortada en pedazos

por las ramas

creí haber atrapado

la poesía

pero voló

voló.

Fue en Glasgow

sólo a mí me asaltaron

las mariposas locas

los niños me miraban

con ojos dilatados:

¿Por qué? Me pregunté

sintiéndome aturdida

¿por qué a mí me eligieron?

Es la blusa

lo supe

mi blusa con hojas otoñales.

¿Pero el milagro?

¿Quién me explica el milagro?

¿Por qué la mariposa

se posó en mi mano?

Después de aquella noche

en el patio sombrío de la casa

con la luna mirándome

a través de la araucaria

empecé a conjurar

palabras

a inventar mariposas

más nítidas unas que las otras

ninguna se amoldaba

a ese trazo interior

que vibra en mí.

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Dejé la casa

dejé a los míos

a mis tibios aromas

a mis muertos.

Antes de mi partida

mi padre

con los ojos nublados

me susurró al oído:

“No volverás”

me dijo

y me entregó un estuche

forrado en terciopelo

con una pluma fuente

entre el satén.

“Es tu espada

princesa”.

¿Dijo princesa?

No.

Eso yo lo inventé

debiera haberlo dicho

porque en ese momento

me sentí Deirdre

de las desdichas.

“Es tu espada”

me dijo.

Sin darme mucha cuenta

tomé el destino entre mis manos

el tiempo no importaba

no importa el espacio

el sabor de las palabras

importaba

mi pluma fuente-espada.

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Dejé la casa

antes de abandonarla

me detuve ante todos los espejos

era extraña mi imagen

desigual

como si se hubiesen encogido

los espejos

como si estuviesen recelosos.

Sali en silencio

sin olvidar mi Rilke.

Me detuve un largo rato

ante la Ceiba protectora

que me sirvió de escudo

contra el sol

mientras con otros niños

y perros callejeros

y vendedoras ambulantes

nos congregamos bajo sus ramas.

No había desconcierto

como en los laberintos del mercado

podíamos ser nosotros mismos

la Ceiba nos cubría

nos encubría

nos juntaba.

Su techo era el mapa

de mi patria

como ver dibujado en el aire

el mapa de mi patria

volandera.

Le prometí volver

refrescarme a su sombra

cuantas veces pudiera.

La Ceiba estaba quieta

ni una de sus hojas

se movió

pero sentí su bendición.

Desde su arboridad

me bendijo la Ceiba.

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¿POR QUÉ AHORA BUSCA SEDUCIRME LA POESÍA?

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A punto de celebrar sus Bodas de Oro (faltaban dos años), falleció en abril de 1995 el esposo de Claribel el doctor Darwin J. Flakoll. La enamorada poeta sufrió una severa crisis. Dos años después publicó el poemario “Umbrales”, que había iniciado hacia 1943. En los versos finales que presentamos ahora, se adivina tristeza y cierta apatía. Después de una enumeración de fracasos, se interroga la viuda por qué, a pesar de todo, la mariposa lírica “busca seducirme”. “Entró por la ventana / y se posó en mi mano / la miré con nostalgia / se entreabrieron mis labios / y con un leve soplo / la alejé…”

Si el discurso central del poemario “Umbrales” ha sido una meditación sobre las repetidas crisis que padeció en medio siglo y, traspasada la puerta de cada una de ellas, haber ingresado en un nuevo proyecto, una nueva misión… ¿abandonaría ahora el inicial esfuerzo de una furtiva mirada al panorama nuevo, de un emocionado impulso hacia la décima esperanza?

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LA MARIPOSA

Ya la ceiba no existe

derrumbaron mi ceiba

se hicieron añicos los espejos

eché a secar mi Río

y se escondió la luna.

Estoy vacía de deseos

mi espada

en su estuche de satén.

¿Por qué ahora

por qué

busca seducirme

la poesía?

Entró por la ventana

y se posó en mi mano

la miré con nostalgia

se entreabrieron mis labios

y con un leve soplo

la alejé.

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CLARIBEL ALEGRÍA

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Poeta por los cuatro costados del cielo

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1. Umbrales

LA CEIBA

LA MARIPOSA

2. Cuando murió mi marido

SALÍ A BUSCARTE

SAUDADE

DAME TU MANO

3. Madre Tierra, Madre Claribel

CLAMOR DE GAIA

VASIJA Y FUENTE

4. Poemas de amor y muerte

ES HORA YA DE QUE TE RINDAS

CAMINO A DAMASCO

PEQUEÑO INFIERNO

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