Eloy Sánchez Rosillo: POESÍA COMPLETA, 1974-2017

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Con setenta años, recientemente publicó el escritor murciano Eloy Sánchez Rosillo un volumen de 756 páginas que contiene los versos de diez volúmenes de poesía que, a lo largo de cuatro décadas, fue sembrando, como quien entrega semillas de corazón, versos humanísimos de exquisita elegancia y generosa sinceridad. El título de la edición es: “Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2017 (Tusquets, 2018)”.

El enunciado inicial “Las cosas como fueron” (Ediciones La Veleta) hace referencia a una primera antología de su obra hasta 1992, que comprende los cuatro primeros libros, en los que la poesía se concibe “con predominio amplio en la corriente vertiginosa de la fuga del tiempo, en decir, en el ámbito del canto elegíaco.” Llegarían después seis sucesivos títulos que, importante giro, orientaban su lírica “hacia lo celebrativo”. Así nos lo explica el autor: “Trato de manifestar aquí la simultaneidad y la perennidad en la que todo se nos ofrece cuando dejamos de percibir el tiempo de manera lineal y fragmentada, algo que a mí se me dio a partir de cierta altura de mi vida.”

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QUIÉN LO DIRÍA

Nos sorprendió Eloy Sánchez, editado por Tusquets en 2015, con la presentación de un nuevo poemario, “Quién lo diría”, 69 títulos bañados por la luz, la belleza, la verdad de la encantadora varita de su expresión. Reproducimos aquí el dibujo central de la portada: el poeta, como rascándose la cabeza, en actitud de asombro y, acaso, también de cierta duda.

Se refiere el autor al último poema, que da título al libro “Quién lo diría”, y se incluye en él como décima entrega de la antología completa “Las cosas como fueron”, cuyos últimos versos son los siguientes: “Se sueña cada cosa en su verdad / y se cumple el vivir en lo soñado. // Quién me lo iba a decir, quién lo diría.” Conjuga el escritor vivir y soñar, actualizando, para su plenitud, que efectivamente “la vida es sueño”, que su vida fue sueño, al tiempo “que todo era verdad”.

Incorporado “Quién lo diría” a la maxiantología general de 2018 como último, de momento, poemario, hemos seleccionado para la entrega de hoy, tres significativos títulos: Sin edad”, “El valle” y “Un gran silencio”. Agregando a la página de hoy el poema nuevo mágicamente rosilliano “Reencuentro”.

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CUÁNTA MELANCOLÍA Y CUÁNTA DICHA

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Los versos de “Sin edad” se inician clavando pie en la realidad: mi cuerpo envejece; mi cuerpo sin edad, porque los años han caído sobre mi espalda, pero no sobre mí, “a salvo / en el ser interior que me sustenta”. Miro hacia el cielo en la noche estrellada “cuajada de luceros que rebullen”. Noche misteriosa “enclaustrada / en el abrirse ante todos, en su darse…” El que la contempla no soy yo; es “el de siempre y el de nunca, ese / que fue muchacho y hombre adulto y ahora / atisba ya el declive, sin edad, / alguien que está en el mundo y que lo canta / desde un asombro sucesivo y quieto.”

El tiempo lineal y troceado que vivía el poeta en sus primeros versos (ayer, hoy, mañana), se transmuta benéficamente en “fulgor de un instante único y para siempre.”

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SIN EDAD

En este cuerpo mío que envejece
habita el hombre sin edad que soy.
Cuánta melancolía. Y cuánta dicha.
No sabría decir si, de las dos,
una descuella, pues ninguna acaso
quiere imponerse: se entrelazan ambas
en un sentir más hondo y sin origen.
Los años han caído uno tras otro
–o de golpe tal vez– sobre mi espalda,
pero no sobre mí, que estoy a salvo
en el ser interior que me sustenta.
Miro la noche cálida y silente,
cuajada de luceros que rebullen
allá arriba, remotos, y transforman
en luz también, en lumbre de sosiego,
cuanto se acoge a sus rediles altos.
Noche, noche secreta, noche oculta.
¿Tan secreta? Sí, hermética, enclaustrada
en su abrirse ante todos, en su darse.
Quien en mí la contempla no soy yo
–que ando perdido en mis meditaciones
y no sé cómo estoy balbuceándola–;
es el de siempre y el de nunca, ese
que fue muchacho y hombre adulto y ahora
atisba ya el declive, sin edad,
alguien que está en el mundo y que lo canta
desde un asombro sucesivo y quieto.


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CÓMO TRAES EN LOS OJOS TODA LA LUZ DEL MUNDO

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En la “Poesía completa” de 2018, nos obsequia el poeta de la luz y el corazón, con la entrega de tres nuevos títulos: “Cartas de ultramar”, “Dejo la puerta abierta” y “Reencuentro”, poema que presentamos a continuación, fechado por el autor, en su tabla cronológica, en la primavera de 2016. Se reencuentra Eloy Rosillo con su fallecida madre en narrativos versos muy sencillos, pero hondamente sugeridores. Quedaron cosas por decirse, como pedir perdón por su alejamiento de la casa materna hacia la vida que le llamaba. Le quedó también por cerrar el ciclo del duelo por la desgarradora partida de la madre en hora final de lágrimas y desconsuelo.

El diálogo de madre e hijo se desenvuelve en apretado discurso de contenida emoción, que se cierra, como lamento, como grito, con la noble requisitoria, mitad elogio, mitad promesa de superación en la trasvida, que cierra el poema: “Y dime, si lo sabes, por favor, dímelo, / cómo traes en los ojos, viniendo de la noche, / toda la luz del mundo”.

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REENCUENTRO

Hoy que vuelvo a la vida
y piso con pie firme este camino
que me conduce adónde,
entre toda la gente que va y viene,
por gracia del momento veo llegar a mi madre,
qué mañana tan clara, hijo mío, por fin
te he encontrado y te tengo,
por qué nos separamos
tan de repente, en qué lugar confuso
te solté de mi mano y te marchaste,
andabas muy deprisa y te dije o me dije,
por qué creciste, niño,
pero tú no me oías, porque ya estabas lejos,
y pasaron los años y al cabo, un día cualquiera,
ocurrió mucha sombra,
qué cosas tan extrañas nos suceden de pronto,
tal vez soñamos, hijo,
ahora te escucho, madre, mira, mira,
todo está a nuestro alcance, todo se alza
como ayer y mañana, igual que nunca y siempre,
qué raro es existir,
quizá soñamos dentro de un soñar perdurable,
aunque en este reencuentro se diría
que los dos respiramos un nacimiento nuevo,
déjame que te abrace, madre, deja
que camine contigo por tu vivir y el mío,
y dime, si lo sabes, por favor, dímelo,
cómo traes en los ojos, viniendo de la noche,
toda la luz del mundo.


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NO PUEDE SER QUE SEA TRISTE VALLE DE LÁGRIMAS

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Llamamos en la Salve a la aventura humana “destierro”, y a rincones de la tierra poblados de seres humanos, animales y plantas “valle de lágrimas”. Contemplando un paisaje vivo de campo o de ciudad, se indigna el poeta murciano: “no puede ser que sea / triste valle de lágrimas…” Y nos ofrece un atrevido descubrimiento existencial: la muerte –“ahora lo veo”– viene a prolongar la aventura que somos, nos transforma sin contemplaciones “en redomas ya limpias / en sustancia de Dios”.

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EL VALLE

Un valle como éste,
en el que existen el gorrión, la rosa,
los ríos y los árboles, las nubes,
mayo y septiembre,
y el amor y la luz que en sus anchos dominios
a todos nos acogen, no puede ser que sea
triste valle de lágrimas,
por más que el llanto a veces prospere en nuestros

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ojos,
o aunque lloremos lágrimas de sangre.
Y, sobre todo, al cabo –ahora lo veo–,
porque la muerte viene a prolongar
la aventura que somos
y nos transforma sin contemplaciones
(tan a regañadientes de quien muere)
en redomas ya limpias,
en sustancia de Dios.


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UN GRAN SILENCIO

Hay después del poema un gran silencio,
pero no de final, de algo que acaba,
sino un silencio vivo, como de bosque o templo.


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ELOY SÁNCHEZ ROSILLO

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Poesía Completa, 1974-2017

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0.Poesía completa, 1974-2017

SIN EDAD
REENCUENTRO
EL VALLE
UN GRAN SILENCIO


1.Dos poemas de sol y de sueños

AHORA
LAS ESTRELLAS Y UN SUEÑO


2.Los ojos de aquel niño

VIEJAS HISTORIAS
CUANDO MIRAS DESPACIO
PERDICIÓN



3.Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL
LA ESCONDIDA FUENTE
EL VIAJE


4.Miro mis manos

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS
CERTIDUMBRE QUE QUEMA


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