Nosotros los mayores, y la Poesía 37. MIRO MIS MANOS...

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Por las últimas páginas de nuestro Nido, nos han acompañado, en viaje de buena poesía, ocho sugerentes títulos de Eloy Sánchez Rosillo, seleccionados de su última etapa literaria, menos nostálgica, más celebrativa. A los tres importantes libros presentados, “La certeza (1996–2004), pulsar, “Oír la luz” (2005 a 2007), pulsar, y “Antes del nombre” (2009–2011), pulsar, añadiremos referencias a otro meritorio trabajo “Sueño del origen” (2007–2009), del cual conoceremos hoy dos emocionados poemas: “Meditación sobre unas manos” y “Certidumbre que quema”.

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SUEÑO DEL ORIGEN

Contemplamos la portada de la edición que hoy evocamos, con viñeta original de Ramón Gaya. ¿Por qué no imaginar que de las dos palmeras que presiden la cubierta, la más alta representa a su padre, fallecido cuando Eloy contaba solo siete años, y la pequeña acaso simbolizaría al propio autor que, por aquellos paraísos de inocencia, dejó el alma prendida de beatitud y dicha.

Del contenido editorial de la solapa entresacamos el siguiente párrafo que bien resume la fascinante semblanza del autor de “Sueño del origen”, y que encandila, no sabemos bien cómo, a lectores de ayer, de hoy, de siempre:

“Toda poesía auténtica contiene una revelación: los poemas en los que se evoca un paisaje, un momento del día o una emoción fugaz, manifiestan también la plenitud íntima del ser, una comunicación con lo más valioso y primigenio, una trascendencia que remite al origen.”


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MIRO MIS MANOS...

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El poeta descubre, como por casualidad, que en el dorso de sus manos vienen apareciendo caprichosas manchas que delatan su edad. En el juego de espejos, otras manos más jóvenes y perfectas adelantan su tiempo y su escritura. Rápidamente, la tarde cae y pronto sucederá la fría noche y su pronóstico de soledad y desconcierto. Os ruego me permitáis descolgar aquí, a modo de caricia, los cuatro versos del poema “El crepúsculo”: “En el atardecer suele decirnos / en voz muy baja la naturaleza / intimidades que a la luz del día / no quiso revelarnos.”

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MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS

Miro mis manos. Veo cómo cierran
un libro, cómo abren
este cuaderno. Muestran en su piel
las manchas pardas propias de la edad
en la que de manera inevitable
al parecer voy poco a poco entrando.
En el silencio de la habitación
todo está más o menos
igual que suele y, fuera,
la tarde soleada, azul y fría
de un día más de enero
va transcurriendo plácida.

Al ver mis manos, al fijarme ahora
por puro azar en ellas,
las veo como son, y las comparo
con la imagen que tengo en la memoria
de cómo fueron hasta no hace mucho.
Las contemplé otras veces,
lo mismo que esta tarde,
sin inquietud ninguna: sólo eran
las confiadas manos
de un hombre joven que con ilusión
y voluntad de hacer se retiraba
a su cuarto a escribir en ocasiones.

Pero de pronto, hoy,
me han resultado ajenas, me parecen
las manos de otro: tantas manchas ocres
que inadvertidamente ha dibujado
el tiempo en su estragada superficie
como triste archipiélago,
estas venas azules que resaltan
en el cansancio de la piel, el hueso
que aquí y allá comienza a deformarse.
No tienen la apariencia de mis manos,
las manos de aquel hombre que yo era
y que en la calma de su casa, a solas,
intentaba escribir.


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Pienso en mi vida,
en la vida que pasa.

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Al otro lado
del cristal del balcón, rápida, empieza
a apagarse la tarde.
La tarde de este día que no ha sido,
bien al contrario de lo que supuse,
un día más de enero,
y en la que al ver mis manos
-manos ajenas y que desconozco-
he escrito estas palabras
con desconcierto y con melancolía.



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BUSCAR LA BELLEZA EN SÍ MISMO, EN EL MUNDO...

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El poeta murciano escribe con minúsculas sus palabras mayores. Aquí su arquetipo sagrado es “belleza”, tan próxima a la “verdad” (“cegadora luz”, “verdad que salva”) y a la “bondad” (“surge en el propio centro de tu vida”, “transformará del todo tu existir”). ¿Y dónde encontraremos esta “belleza” que nos salve? Abriendo bien los ojos y el corazón a la belleza exterior. Y cerrando los ojos y abriendo el alma a la hermosura interior.

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CERTIDUMBRE QUE QUEMA

Hasta el más miserable y más sin nada
conoce la belleza,
sabe qué es
y sabe dónde puede ir a buscarla:
en sí mismo; en el mundo.
No es posible vivir ni un solo día
sin intuir su rostro ni soñarlo,
sin que lo divisemos a lo lejos
o sin que caigan en las cercanías
de nuestra adversidad
unas pocas migajas de su gracia.

Pero hay un grado más de la hermosura,
un más allá de ella,
belleza viva que es verdad que salva.
Nada o poco supimos
de que existiera ni de que pudiera
ser nuestra alguna vez.
Y acaso ahora, justo en este instante,
surge en el propio centro de tu vida.
Arrasará de golpe
lo que hayas sido: el indigente aquel
que hasta aquí la ignoraba.

Sólo con respirarla en ocasiones,
aunque no se te entregue plenamente
desde un principio o nunca,
transformará del todo tu existir.
La hermosura que digo
es cegadora luz,
certidumbre que quema.
Quien la vio aun de soslayo o la padece
por ella vive.


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TEXTOS DE MUJERES FAMOSAS

En Presentación PPS, galería de pensamientos de mujeres famosas excelentemente seleccionados y presentados. Algunos nombres:Madre Teresa, Marie Curie, Isadora Duncan, Audrey Hepburn, Hellen Keller, Gabriela Mistral, Indira Gandhi, Joan Baez, Jeanne Moreau, etc. Pulsaraquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,
y la Poesía

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36. Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL, de Eloy Sánchez Rosillo
LA ESCONDIDA FUENTE, de Eloy Sánchez Rosillo
EL VIAJE, de Eloy Sánchez Rosillo
ÍNDICE DEL 25 al 36


37. Miro mis manos...

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS, de Eloy S. Rosillo
CERTIDUMBRE QUE QUEMA, de Eloy Sánchez Rosillo


38. El efecto mariposa

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis
VISITA AL MERCADO, de Leopoldo de Luis


39. Agnosticismo, viejo perro...

SANTOS RECINTOS, de Leopoldo de Luis
LOS AMANTES, de Leopoldo de Luis
POEMA DE AMOR LEYENDO A MACHADO, de L. de Luis


40. ¡Cómo amaba la vida!

ATARDECER EN BARAÑÁIN, de Jesús Mauleón
PISA ESTE PARQUE, de Jesús Mauleón
NUEVO EPITAFIO, de Jesús Mauleón


41. Con esta dicha de sentirme vivo

GRACIAS, GRACIAS, de Jesús Mauleón
PLAZA DE LOS CASTAÑOS, de Jesús Mauleón
YO PONDRÉ SOL, de Jesús Mauleón


42. Pero ésta no es mi casa

PERO ÉSTA NO ES MI CASA, de Jesús Mauleón
ESPERO, de Jesús Mauleón
ESTE POEMA NO FUE NUNCA ESCRITO, de Jesús Mauleón


43. Cuando mueren los otros

ESA MUERTE PEQUEÑA, de José María Fernández Nieto
RUDA FAENA, de Daniel de la Vega


44. Vendrás de noche o de mañana

CIRIOS, de José Emilio Pacheco
SÉ QUE VENDRÁS, de Joaquín Antonio Peñalosa
A VOCES, de Joaquín Benito de Lucas


45. Avísame, Señor

HERIDO VER, de Ramón de Garciasol
ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero
CONVALECENCIA, de Juan Ramón Jiménez


46. El rostro que conjura ver al final

EL ROSTRO QUE CONJURA, de José Agustín de Goytisolo
ANNE MARIE, de Ricardo Paseyro
VER LLEGAR LOS INVIERNOS..., de Fernando Fortún


47. Descifrando sentidos a la muerte

SERÁN CENIZA, de José Ángel Valente
MUERTE VENIDERA, de Joaquín León


48. Amaré y amaré hasta el final

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de T. Luca de Tena
ENAMORADO, de Roberto Cabral
LA MUERTE COMO EL AMOR, de Victor Manuel Arbeloa


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