Nosotros los mayores, y la Poesía 38. EL EFECTO MARIPOSA

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Auspiciando mi propio provecho de mayor de 79 años, y sospechando posible satisfacción y ayuda para contemporáneos amantes de la poesía, me fui perdiendo por las páginas líricas de la voluminosa “Obra poética” de Leopoldo de Luis, especialmente del Tomo II, escrito con veterana lucidez. Por sonoros y húmedos rincones de aquella espesura fui descubriendo importantes versos que me dispongo ya a reproducir en su belleza y elementalidad.

Pero será conveniente informar del autor, señalado por Fernando Díaz de Castro como una de las mejores voces de la reciente poesía, “siempre contenida, grave y profunda, de vuelo imaginativo ceñido por la palabra melodiosa y sobria y por el pensamiento sereno.”

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NADA SE MUEVE NUNCA, NI LA HOJA DE UN ÁRBOL...

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El “efecto mariposa” suele concretarse en el siguiente aforismo:”el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York”. Se trata, más o menos, del fenómeno interactivo en un determinado sistema, donde la más mínima variación de un elemento, puede provocar perturbaciones notables en el conjunto. Podíamos hablar, en el plano religioso, de la Comunión de los Santos como de un ecosistema espiritual de bendiciones y gracias entre los miembros de la familia de Dios Amor.

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El poeta solidario Leopoldo de Luis, al tiempo que, en 1969, daba a conocer la importante Antología de Poesía Religiosa de Alfaguara, publicaba también su imprescindible florilegio “Poesía Social española contemporánea”. Hoy, en “La Repercusión acerca sus versos a nuestra conciencia. De muy lejos, desde cualquier desorden, cualquier injusticia en el plano natural o en el moral, le llegan a su despacho olas de agua o sangre, heridas plumas, lágrimas compartidas, fogonazos de muerte...

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LA REPERCUSIÓN

En las costas australes ha sonado
un pequeño estampido. El hielo rompe
sus estatuas y corre un breve arroyo
de agua o sangre en la noche. Yo lo siento
porque mi cuarto un poco se ha inundado.

En las alturas de Asia muere un pájaro
contra la libertad del horizonte
herido por los rastros de metralla
que recorre la guerra. Lo percibo
porque una pluma cae sobre mi mesa.

Llora por las planicies africanas
un niño abandonado con el vientre
hinchado por el hambre que devora
su menuda armazón. Yo me doy cuenta
porque lágrimas mojan mis papeles.

En alguna ciudad de Norteamérica
un aullido final se ha levantado
desde la silla eléctrica que abraza
a un negro y su condena. Yo lo aprecio
por una sacudida de mi lámpara.

Nada se mueve nunca, ni la hoja
de un árbol sin la expresa voluntad
del cosmos conmovido y simultáneo
y se prolonga en sucesivas ondas
hasta herirnos de pronto en nuestra casa.


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SOLO NOS SUSTENTAMOS DE LA MUERTE

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En “Visita al mercado”, la sensibilidad del poeta cordobés hacia toda vida nos abre su corazón de hombre ante el bodegón de naturaleza muerta que son el escaparate de una carnicería y la lonja urbana de un establecimiento de pescado. Lo muerto del mercado un día estuvo vivo y era feliz por la campiña y los océanos. Les robamos su carne, su energía...

En una de las infinitas páginas de Internet dedicadas al vegetarianismo, he leído, y me ha emocionado, el testimonio de Ramona:“No tuve ninguna necesidad de ver vídeos de mataderos ni escuchar relatos macabros de qué pasaba con los animales antes de llegar a la mesa. Simplemente, me hice vegetariana porque los amo.”



VISITA AL MERCADO

Cuánto tienen de muerte y de despojo
estas sangrientas carnes troceadas,

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estos pescados lívidos, abiertos
sobre el funeral mármol del mercado.
Cabeza cercenada, ojos acuosos
sin campos que mirar, sin oleajes,
arrancados del aire de sus patrias.
Fragmentos que sostienen
tristemente el fulgor de nuestra vida.
Casi humanos, se muestran abatidos,
víctimas ciegas de nuestra crueldad.
Sobre ellos transitaron soles, nubes,
golpes de mar y ráfagas terrales.
En el paisaje fueron pieza activa,
se envolvieron sus cuerpos palpitantes.
Un poco nos sentimos ellos mismos,
somos su piel, sus pálidas escamas
y escalofrío somos de su muerte.

Cordero degollado que fue un día
sacrificio ritual ante un dios mudo.
Pez que otrora fue símbolo
de enviado de dios crucificado.
Animales de mágicas historias,
desconocidos huéspedes de fábulas,
protagonistas de leyendas lueñes
que concitan augurios y consejas.
Pequeños reyes de sus territorios
con cuánta crueldad los derrocamos
y los volvemos humilladas víctimas.
Nosotros devoramos las especies
y absorbemos su vida que prosigue
su energía y calor por nuestras venas.
Somos la vieja fuerza de otros seres
el latido de especies agotadas
que se propaga en vísceras y huesos
de nuestro insatisfecho laberinto.
Me estremece la carne que fue viva
y me transmite su poder errático.

El mercado nos muestra las carencias
de nuestra hambre deshumanizada.
Sólo nos sustentamos de la muerte.


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RAZONES PARA SER VEGETARIANO

Vídeo de AnimaNaturalis con celebridades argentinas: 3,44 minutos. Pulsaraquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,
y la Poesía

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36. Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL, de Eloy Sánchez Rosillo
LA ESCONDIDA FUENTE, de Eloy Sánchez Rosillo
EL VIAJE, de Eloy Sánchez Rosillo
ÍNDICE DEL 25 al 36


37. Miro mis manos...

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS, de Eloy S. Rosillo
CERTIDUMBRE QUE QUEMA, de Eloy Sánchez Rosillo


38. El efecto mariposa

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis
VISITA AL MERCADO, de Leopoldo de Luis


39. Agnosticismo, viejo perro...

SANTOS RECINTOS, de Leopoldo de Luis
LOS AMANTES, de Leopoldo de Luis
POEMA DE AMOR LEYENDO A MACHADO, de L. de Luis


40. ¡Cómo amaba la vida!

ATARDECER EN BARAÑÁIN, de Jesús Mauleón
PISA ESTE PARQUE, de Jesús Mauleón
NUEVO EPITAFIO, de Jesús Mauleón


41. Con esta dicha de sentirme vivo

GRACIAS, GRACIAS, de Jesús Mauleón
PLAZA DE LOS CASTAÑOS, de Jesús Mauleón
YO PONDRÉ SOL, de Jesús Mauleón


42. Pero ésta no es mi casa

PERO ÉSTA NO ES MI CASA, de Jesús Mauleón
ESPERO, de Jesús Mauleón
ESTE POEMA NO FUE NUNCA ESCRITO, de Jesús Mauleón


43. Cuando mueren los otros

ESA MUERTE PEQUEÑA, de José María Fernández Nieto
RUDA FAENA, de Daniel de la Vega


44. Vendrás de noche o de mañana

CIRIOS, de José Emilio Pacheco
SÉ QUE VENDRÁS, de Joaquín Antonio Peñalosa
A VOCES, de Joaquín Benito de Lucas


45. Avísame, Señor

HERIDO VER, de Ramón de Garciasol
ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero
CONVALECENCIA, de Juan Ramón Jiménez


46. El rostro que conjura ver al final

EL ROSTRO QUE CONJURA, de José Agustín de Goytisolo
ANNE MARIE, de Ricardo Paseyro
VER LLEGAR LOS INVIERNOS..., de Fernando Fortún


47. Descifrando sentidos a la muerte

SERÁN CENIZA, de José Ángel Valente
MUERTE VENIDERA, de Joaquín León


48. Amaré y amaré hasta el final

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de T. Luca de Tena
ENAMORADO, de Roberto Cabral
LA MUERTE COMO EL AMOR, de Victor Manuel Arbeloa


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