"Donde peor está, y se siente, la mujer es nada menos que en la Iglesia" Aradillas: "La ley canónica sobre la mujer precisa una denuncia de las autoridades civiles"

Mujeres cristianas
Mujeres cristianas

"La ley canónica que impide a las mujeres compartir las mismas responsabilidades que el hombre-varón, precisa de una denuncia por parte de las autoridades civiles, en un Estado mínimamente democrático"

"La discriminación de la mujer en los ámbitos eclesiales hasta su minusvaloración radical respecto al hombre, por hombre, es hoy de mayor relevancia que pueda serlo, por ejemplo, el problema de las inmatriculaciones"

"A la mujer es preciso abrile ya de par en par las puertas de todas las responsabilidades eclesiales, por su condición de persona, en seguimiento del comportamiento que Jesús mantuvo con ellas"

"En su logro también las leyes civiles, democráticamente administradas, habrán de urgir y facilitar tal tarea, sin importar en demasía el color que distinga a los diversos partidos o grupos políticos que urjan su cumplimiento"

La mujer, por mujer, se siente mal en la sociedad actual. Rematadamente mal, aunque en mayor proporción en determinados sectores y, echando la mirada hacia atrás, es posible que los tiempos y sus adoradores resultaran ser , y fueran, aún más machistas y patriarcales, en perjuicio de la vocación y razón de ser propios de su condición de personas.

Pero acontece que, donde peor está, y se siente la mujer es nada menos que precisamente en la Iglesia, tan “santa, tan católica y apostólica”.La Iglesia -institución religiosa y Estados Pontificios-, es situación y lugar en los que sus derechos más elementales como los inherentes a su propio ser, les siguen siendo cuestionados negados y renegados .

A quienes duden de la veracidad de esta aseveració , les bastaría y sobraría con entreabrir los ojos y mirar y mirarse en los de las mujeres “propias” y ajenas, aunque fuera muy débil su empeño por enterarse y por vivir la realidad de la vida, también religiosa, sin desechar los conventos , monasterios o casas de formación y actividad “religiosas”, docentes o discentes.

Desde tal situación y con la duda persistente de que puedan cambiar pronto los tiempos y la mujer, dentro de la institución católica deje de padecer situaciones tan gravemente discriminatorias en relación con el hombre, me animo a apuntar estas sugerencias:

Organismos e instituciones estatales civiles, públicas o privadas debieran ya haber organizado efectivas campañas de concienciación e información acerca de cómo son conculcados , y además, “en el nombre de Dios”, tales derechos en los ámbitos femeninos de la Iglesia.

Dia de la mujer
Dia de la mujer

La ley canónica que les impide compartir las mismas responsabilidades que el hombre-varón, precisa de una denuncia por parte de las autoridades civiles, en un Estado mínimamente democrático. Estas leyes civiles habrán de servir de ejemplos a las canónicas y a sus intérpretes canonistas y liturgistas “oficiales”, y en su nombre habrán de actuar los legisladores del pueblo,

Algo que afecte de lleno y sustancialmente al ser y al ejercer de personas, libre e independiente, no es posible escatimárselo y negárselo a la mujer por mujer. Menos aún, cuando dentro de la misma Iglesia, profesionales del ramo de las Ciencias Sagradas -Teología y Biblia- están convencidos de que la marginación que sigue padeciendo la mujer es una rutina más alentada por el tipo de intereses -humanos o "divinos" que sean-, pero que no afectan al dogma y a la entidad religiosa de la Iglesia.

Dando un paso más adelante, en el caso hipotético en el que el dogma-dogma impidiera este progreso en el listado de los derechos humanos, sería factible su cambio, dado que este se produjo repetidamente en la historia eclesiástica y en circunstancias idénticas y tanto o más graves. Las rutinas en la Iglesia invalidan su misión y la descalifican esencialmente, por todos sus costados y preceptos.

¡Señores legisladores del Congreso de Diputados y Diputadas, con sus correspondientes Comisiones, afronten cuanto antes el problema de la discriminación institucional que sufre la mujer en la institución eclesiástica actual y, por tanto, en la familia y en la formación de los individuos, - ciudadanos y ciudadanas, del color, del sexo y de la religión a la que pertenezcan-, para imponer y hacer cumplir las leyes civiles y busquen caminos para conseguirlo lo antes posible!

Ser, profesar, servir, estar y comportarse como ciudadanos está por encima de cualquier otra calificación posible, por "religiosa" que parezca ser, o sea, para algunos y aún algunas.

El de la discriminación de la mujer en los ámbitos eclesiales hasta su minusvaloración radical respecto al hombre, por hombre, es hoy de mayor relevancia que pueda serlo, por ejemplo, el problema de las inmatriculaciones. Una cosa son las personas y otras, los bienes muebles e inmuebles.

Invocar Concordatos y derechos adquiridos no tiene, hoy por hoy, cabida en los Evangelios, gracias sean dadas a Dios, en gran parte, por la mediación del “clarísimo” papa Francisco, que ve y contempla el tema con transparencia, aunque para algunos, con lenta y misteriosa “prudencia”.

A la mujer es preciso abrile ya de par en par las puertas de todas las responsabilidades eclesiales, por su condición de persona, en seguimiento del comportamiento que Jesús mantuvo con ellas. En su logro también las leyes civiles, democráticamente administradas, habrán de urgir y facilitar tal tarea, sin importar en demasía el color que distinga a los diversos partidos o grupos políticos que urjan su cumplimiento. De tantos o más colores luce y hace uso la sagrada liturgia.

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