"La mayor parte de las obras cedidas por los agustinos llegaron al museo oriental de Valladolid" Cien años (1925-2015) de la exposición vaticana de misiones: la presencia agustiniana

Exposición misionera de 1925
Exposición misionera de 1925

"De Pío XI fue la iniciativa de preparar en los Museos Vaticanos una Exposición de las Misiones que fue inaugurada el 21 de diciembre de 1924 en el Cortile della Pigna y clausurada el 10 de enero de 1926"

"Originalmente, el espacio total que se había calculado para la Exposición era de unos 6.400 metros cuadrados, que se amplió muy pronto a 10.000.  Unas 176 órdenes y congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, aseguraron su participación, que muy pronto dio su fruto, con unas entre 70.000 y 100.000 obras"

"El grupo de obras más importante expuesto por los agustinos fue, sin duda, el formado por las 1.170 piezas artísticas y etnográficas de China"

"La mayor parte de las obras cedidas por los agustinos llegaron a Valladolid y se convirtieron en la mayor contribución al ahora conocido como Museo Oriental instalado en el Real Colegio Seminario Agustiniano de esa ciudad"

(Todo lo que sigue es un brevísimo resumen del libro que lleva el título anterior y del que es autor el P. Blas Sierra de la Calle, OSA, Director del Museo Oriental de Valladolid.  Las ilustraciones que acompañan este artículo son todas de obras que se expusieron en la Exposición Vaticana de Misiones)

El día 6 de febrero de 1922 fue elegido como el 259º papa el cardenal Ambrogio Damiano Achille Ratti, que adoptó como nombre pontificio el de Pío XI.  Durante su reinado como tal, se llegó un acuerdo con el Estado Italiano que reconoció a la Ciudad del Vaticano como Estado Independiente, así que el papa Ratti, tras vivir varios años como virtual prisionero en el Palacio Apostólico, fue el primer soberano de ese Estado como lo conocemos hoy.

Creemos. Crecemos. Contigo

Vista parcial de porcelanas chinas enviadas desde el Vicariato de Hunan Septentrional
Vista parcial de porcelanas chinas enviadas desde el Vicariato de Hunan Septentrional

Entre mediados del siglo XIX y la primera mitad del XX, las Exposiciones Universales se habían convertido en el escaparate en que los más importantes países podían presentar al mundo sus avances en el mundo de la cultura, de la industria, la antropología, del urbanismo y de otros muchos campos del conocimiento humano.  Algunas de ellas, como las de Londres, París, Chicago, Filadelfia o Barcelona,  supusieron para las países organizadores, y especialmente las ciudades en que se desarrollaron, un antes y un después en su historia.  Baste recordar que aún hoy día admiramos estructuras que se erigieron para dichas Exposiciones y que se han convertido en verdaderos monumentos a la iniciativa humana.

Entre los numerosos acontecimientos que ocurrieron durante el reinado de Pío XI, y entre las muchos e importantes proyectos a los que prestó interés, se halla el mundo misional.  De hecho, se le conoce en la historia como el Papa de las Misiones.  A él le debemos la creación de las Obras Misionales Pontificias y del Domingo Mundial de las Misiones, el popularmente conocido como DOMUND.  Pues bien, visto el éxito que las Exposiciones Internacionales estaban teniendo, de él fue la iniciativa de preparar en los Museos Vaticanos una Exposición de las Misiones que fue inaugurada el 21 de diciembre de 1924 en el Cortile della Pigna y clausurada el 10 de enero de 1926

Nunca antes ni hasta el día de hoy se había o ha  organizado por la Iglesia o por cualquier otra entidad una exposición monográfica como la que ideó Pío XI para hacerla coincidir con el Año Santo de 1925.  El éxito fue enorme, sobre todo teniendo en cuenta que aún no se habían firmado los Acuerdos de Letrán y que, en  la práctica, como queda dicho, el papa era un prisionero en el Vaticano y este no existía como Estado Independiente.  Hasta el día de la clausura mencionado, más de un millón de personas habían visitado la Exposición. 

Las Tres Felicidades Chinas: Hijos, Edad-Experiencia y Riqueza-Poder bordados a mano con hilos de seda y fondo rojo igualmente de seda
Las Tres Felicidades Chinas: Hijos, Edad-Experiencia y Riqueza-Poder bordados a mano con hilos de seda y fondo rojo igualmente de seda

En el acto de inauguración, el papa indicó las razones que le habían impulsado a la creación de la misma: “Hemos deseado que la parte científica, etnográfica, médica, literaria de las misiones tuviera un lugar importante porque […] vivimos en tiempos en los que es evidente que no son suficientes los heroísmos y los sacrificios que acompañan la obra misional.  Se necesita coger el fruto de la obra y del sacrificio de la mano de la ciencia para que venga a iluminarnos, a indicar los caminos más directos, a seguir las estrategias más proficuas”.

En este trabajo, deseo recordar a los lectores la importancia que tuvo la Exposición Vaticana de las Misiones, cuando estamos a punto de conmemorar el centenario de su conclusión, y la repercusión que ha  tenido y sigue teniendo en nuestros días. Adelanto que daré énfasis a la participación de la Orden Agustiniana en ella por la sencilla razón de que tengo muy a mano la información sobre ella que, Deo volente, continuaré con otros artículos relacionados con el tema misional.  Sin embargo, la misma información que aquí aparece o muy similar, podría ser presentada por cualquier otra orden o congregación religiosa o por cualquier entidad misional de las muchas que contribuyeron a la magna Exposición Vaticana. 

El 23 de abril de 1923, Pío XI puso al frente del proyecto al cardenal  holandés Willem van Rossum, que era a la sazón Prefecto de la Congregación de Propaganda Fide. Increíblemente, solamente seis días más tarde, el 29 de abril, se enviaba desde el Vaticano a todas las órdenes e instituciones involucradas en el trabajo misional una circular solicitando su colaboración al proyecto, documento que fue acogido con gran entusiasmo por cuantos lo recibieron.

En primer lugar, se solicitaba que cada entidad involucrada en el mundo misional, nombrase un delegado que sirviese de intermediario ante el comité central vaticano.  Y se pedía a estos delegados que se pusieren en contacto con los entes misionales que existiesen en su orden o congregación: vicariatos, prefecturas, superiores misionales, etc., pidiendo su participación directa en la selección de obras que se enviarían al Vaticano.  En segundo lugar, se pedía a estos delegados que, dentro de los temas elegidos como marcos generales de la Exposición, que eran los cinco continentes de Europa, Asia, África, América y Oceanía, indicasen el espacio que necesitarían para exponer sus aportaciones en  cada uno de ellos. 

Conquista de las Islas Filipinas
Conquista de las Islas Filipinas

Originalmente, el espacio total que se había calculado para la Exposición era de unos 6.400 metros cuadrados, que se amplió muy pronto a 10.000.  Unas 176 órdenes y congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, aseguraron su participación, que muy pronto dio su fruto, con unas entre 70.000 y 100.000 obras recibidas en el Vaticano para ser expuestas.  La diferencia entre estos dos números se debe a varios factores, siendo uno el siguiente: por ejemplo, ¿una vajilla de porcelana china de la dinastía Ming es UNA sola obra, o sus componentes, platos, tazas, tetera, salseros, etc., cada uno una obra maestra, son MUCHOS artículos expositivos?

La variedad de los objetos enviados era enorme: cerámicas, porcelanas, lacas, marfiles, maderas, terracotas, fotografías, mapas, piezas prehistóricas y arqueológicas, objetos de uso doméstico, modelos de templos, de casas, de camas…  En fin, a través de estas obras, se ofrecía una síntesis de las diversas culturas, razas, religiones, arte, costumbres, vida social y doméstica de los pueblos donde se desarrollaba la labor misionera de la Iglesia.  En principio se pensó en presentar también algunos nativos traídos de diversas latitudes, pero, al final, la idea fue abandonada para no exponer a seres humanos como ‘objetos’ de interés.

A continuación, doy una relación de la participación de la Orden Agustiniana a las varias secciones de la Exposición.  Como he indicado al principio, en realidad todo lo que sigue podría extrapolarse a cualquier otra orden o congregación religiosa participante, pues la respuesta de todas ellas fue magnífica y sumamente desinteresada.  Solamente con lo relacionado con las misiones agustinianas de China y la Amazonía Peruana, se enviaron a la Exposición 2.008 obras, así distribuidas: 32 en el Pabellón de Historia de las Misiones; 7 en  la Sala de los Mártires; 6 en el Pabellón de Etnografía; 603 en la sección de Bibliografía Misional; 22 en la Sala de Estadística; 1.170 en la Sala de China; 148 en la Sala de la Amazonía; 20 en la Sala de Filipinas.

Puerta de una casa convertida en iglesia, con el retrato del P. Abrahán Martínez bordado a mano con hilos de seda y sobre fondo también de seda
Puerta de una casa convertida en iglesia, con el retrato del P. Abrahán Martínez bordado a mano con hilos de seda y sobre fondo también de seda

Todas estas llegaron directamente al Vaticano desde los países de origen.  Anecdóticamente, otras 200 relacionadas con Filipinas, cedidas por el entonces conocido como Museo Misional de Agustinos Filipinos de Valladolid, fueron enviadas desde esta ciudad a Barcelona para ser embarcadas rumbo a Italia, pero las autoridades aduaneras españolas, dado el valor histórico-artístico de las piezas, no permitieron su salida de España y regresaron a Valladolid.

El grupo de obras más importante expuesto por los agustinos fue, sin duda, el formado por las 1.170 piezas artísticas y etnográficas de China, procedentes de Vicariato Apostólico de Hunan Septentrional: bronces, porcelanas, esculturas religiosas, pinturas religiosas y pinturas clásicas, caligrafías, vestimentas litúrgicas y civiles, bordados, mobiliario, lacas, libros…

Se suponía que todas las obras recibidas seguían siendo propiedad de quien las había prestado, con vistas a lo cual cada entidad había preparado unos detalladísimos inventarios de todo lo enviado. De hecho, junto con las obras que los agustinos mandaron directamente desde China, iba un documento escrito por el P. Pedro Cerezal, procurador de los agustinos en Hankow, fechado el 1 de julio de 1924, en que se lee: “Tanto los objetos de esta colección de Changteh como los de las otras dos colecciones siguientes -de Hankow y Shanghai- serán enviados por el Delegado de la Orden en Roma al Museo de los Padres Agustinos de Valladolid (España), una vez que se termine la Exposición Misionera”.

Sin embargo, visto el increíble éxito de la Exposición, Pío XI decidió mantener permanentemente una más reducida y ‘rogó’ a los más o menos benévolos ‘donantes’ que dejaran en al Vaticano algo así como el módico 40% de las obras que se habían expuesto. ¿Y quién es el ‘donante’ católico, apostólico y, sobre todo en este caso, romano que le dice no al Sumo Pontífice? Y así se expresaba este en carta enviada al Prefecto de Propaganda Fide, el mencionado cardenal Van Rossum: “Se clausurará la Exposición Misionera, pero los preciosos objetos que la generosidad y la abnegación de tantas almas ha acumulado, y la inteligencia de tantos cooperadores ha dispuesto tan ordenadamente, no se desparramarán, permaneciendo como como Museo Misional, como escuela y como libro siempre abierto, aquí donde está el centro verdadero de propulsión y de difusión de todas las Misiones es donde podrán leerlo todos”. 

Tríptico de pinturas religiosas budistas
Tríptico de pinturas religiosas budistas

O sea, Roma locuta, causa finita.  Por suerte, y a pesar del elevado número de piezas que se quedaron en Roma, la mayor parte de las obras cedidas por los agustinos llegaron a Valladolid y se convirtieron en la mayor contribución al ahora conocido como Museo Oriental instalado en el Real Colegio Seminario Agustiniano de esa ciudad.

Y así de fácil fue el nacimiento del Museo Misionero Etnográfico Vaticano, que se formalizó el 12 de noviembre de 1926 mediante la publicación del Motu Proprio “Quoniam tam praeclara”.  Su primera sede fue el Palacio Pontificio de Letrán donde en 300 vitrinas distribuidas en 26 salas y ocupando 6.000 metros cuadrados, se expusieron las 40.000 obras seleccionadas.  El Museo se inauguró el 21 de diciembre de 1927, aunque su fundador, Pío XI, no lo visitó hasta el 20 de diciembre de 1929.  Después de todo, hasta el 11 de febrero de ese año, fecha en que se firmaron los Tratados de Letrán, el papa estaba prisionero en el Vaticano.

Tras numerosos traslados, ocasionados por instalar en el Palacio de Letrán la Vicaría de la Diócesis de Roma, Pablo VI decidió que la colección se instalase dentro de los Museos Vaticanos, donde se encuentra actualmente en la sección denominada Museo Anima Mundi, inaugurada el 18 de octubre de 2019 con las siguientes palabras del papa Francisco: “Pienso que los Museos Vaticanos están llamados a ser una ‘casa habitada’ y con sus puertas abiertas a todos los pueblos del mundo entero.  Todos los que entren aquí deben sentir que en esta casa hay sitio también para ellos, para su pueblo, su tradición, su cultura: los europeos y los indios, los chinos así como los indígenas de la Amazonía o de las selvas del Congo, desde Alaska a los desiertos de Australia o las islas del Pacífico.  Todos los pueblos están aquí, a la sombra de la cúpula de San Pedro, cercanos al corazón de la Iglesia y del papa.  Y esto es posible porque el arte no es algo sin raíces ; el arte brota desde el corazón de los pueblos”.

Vestimenta y adornos de los indios Campa del río Ucayali, en la Amazonía peruana
Vestimenta y adornos de los indios Campa del río Ucayali, en la Amazonía peruana

 Por desgracia, bastantes de las 40.000 piezas de que constaba la colección de objetos que quedaron en Roma y que tan cuidadosamente habían sido inventariados por los diferentes donantes, y debido en parte a los diversos traslados que sufrieron, se han perdido o han desaparecido.  También por desgracia, o más bien por descuido o indiferencia, en las cartelas que acompañan a cada pieza expuesta en el Museo Anima Mundi no aparece el nombre de quien la donó.  Sic transit gloria mundi.

Exposición vaticana
Exposición vaticana

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