"¿Alzará la Iglesia su voz crítica? Los cinco ejes temáticos planteados dan pie para hacer cimbrar las estructuras…" Guatemala celebra el COMGUA VI en el contexto de un brutal asedio de las mafias en el poder

Presentación del Congreso Misionero COMGUA VI
Presentación del Congreso Misionero COMGUA VI

"Guatemala vive secuestrada por élites económicas depredadoras que confunden patria con negocio, por una clase política corrupta que usa la democracia como máscara y por un modelo económico extractivista que expulsa campesinos de sus tierras mientras concentra la riqueza en pocas manos"

"Mientras unos pocos gozan del lujo, millones de guatemaltecos sobreviven entre el hambre, la migración forzada y la desprotección social"

"El Congreso Misionero en Zacapa no debe ser un evento más, sino un punto de inflexión. O la Iglesia se sitúa del lado de los empobrecidos, o seguirá siendo cómplice pasiva del sistema que destruye vidas"

"No basta con templos abiertos; se necesitan conciencias despiertas"

La Iglesia en Guatemala celebra el sexto Congreso Misionero, en la ciudad de Zacapa, del 14 al 16 de noviembre, en el contexto de una coyuntura política que se caracteriza por una profunda crisis institucional, provocada por la confrontación entre el gobierno legítimamente electo de Bernardo Arévalo y las estructuras mafiosas enquistadas en el Estado.

Según analistas expertos, permanentes lectores de la realidad, como el periodista Haroldo Shetemul, en un artículo titulado “El Asedio de las Mafias”, publicado en PL el 30 de octubre ofrece una radiografía lúcida de esta disputa: la lucha no es entre partidos o visiones ideológicas, sino entre un intento de recuperar la democracia y un bloque de poder que vive de la corrupción.

Creemos. Crecemos. Contigo

El COMGUA VI, desde una sinodalidad en diálogo con el mundo y desde un profetismo crítico de las estructuras sociales de pecado vigentes históricamente en Guatemala, tendrá que lanzar su voz crítica, como los profetas de ayer y de hoy, y señalar a las comunidades cristianas un camino a seguir para integrarse a las fuerzas sociales que resisten pacíficamente y luchan por un cambio de rumbo en la marcha del país.

Presentación oficial del VI Congreso Misionero Guatemalteco (COMGUA VI) en  Zacapa

Un Estado cooptado y un gobierno acorralado

Shetemul plantea que el Ministerio Público, encabezado por Consuelo Porras y Rafael Curruchiche, actúa como brazo operativo de un entramado criminal. Este “pacto de corruptos” —que incluye sectores del sistema judicial, el Congreso y parte de la élite económica— mantiene una ofensiva permanente contra el presidente Arévalo, intentando desestabilizar su gobierno e impedir cualquier cambio estructural. El Estado no funciona como un espacio de servicio público, sino como un botín capturado por redes que trafican con la justicia, la salud, la contratación pública y la impunidad.

La reciente embestida judicial encabezada por el juez Fredy Orellana —a la que Shetemul califica de “golpe de Estado frustrado”— confirma que la institucionalidad está siendo usada para neutralizar la voluntad popular expresada en las urnas. Aunque la Corte de Constitucionalidad contuvo momentáneamente el golpe, lo hizo por cálculo político, no por convicción democrática. Esa fue una ínfima gota de sentido común y de dosis democrática en la trayectoria de unos magistrados que sirven al stus quo y que sostienen este viejo régimen de corrupción en impunidad.

Un modelo político agotado

El análisis apunta a un problema estructural: la democracia guatemalteca es tutelada, controlada por élites que permiten elecciones solo en la medida en que no amenacen sus intereses. Desde los Acuerdos de Paz de 1996, las viejas estructuras militares y oligárquicas se reconvirtieron en una alianza cívico-militar que mantuvo el control del Estado bajo nuevas formas legales.

En este modelo, los partidos políticos dejaron de ser instrumentos de representación popular y se transformaron en vehículos empresariales. La política, como señala Shetemul, se redujo a la competencia entre grupos de poder por la administración del botín estatal.

El triunfo del Movimiento Semilla en 2023 rompió esa inercia, generando una reacción violenta del sistema. La ofensiva actual es la expresión de esa resistencia mafiosa frente a un intento de reforma democrática.

El presidente de Guatemala obstaculiza la lucha contra la corrupción - The  New York Times

Las tácticas del asedio

El cerco al presidente Arévalo tiene tres frentes principales:

- Judicial: persecución desde el Ministerio Público y jueces aliados para criminalizar funcionarios y disolver Semilla.

- Legislativo: bloqueo sistemático en el Congreso, imposibilitando la aprobación de presupuestos o iniciativas de transparencia.

- Mediático y digital: campañas de desinformación que buscan erosionar su credibilidad y presentar su gobierno como incapaz o ilegítimo.

Estas tácticas replican los patrones de “lawfare” utilizados en otros países de la región: el uso del aparato judicial para destruir adversarios políticos. El objetivo no es destituir de inmediato, sino desgastar, aislar y paralizar la acción gubernamental hasta provocar el colapso o la resignación.

La pasividad presidencial: riesgo y dilema

Shetemul plantea una crítica aguda: Arévalo “juega a la política como si se enfrentara a opositores honorables”. En otras palabras, su estilo conciliador y racional choca con un entorno donde las reglas democráticas han sido sustituidas por la lógica mafiosa del poder.

El dilema del presidente es profundo: si responde con fuerza, puede ser acusado de autoritarismo; si mantiene su mesura, corre el riesgo de que lo destruyan. El liderazgo moral, por sí solo, no basta para desmontar un sistema estructural de impunidad.

Implicaciones para la democracia

La coyuntura guatemalteca tiene implicaciones regionales. La persistencia de estas mafias institucionales revela la fragilidad de las democracias postconflicto y la profundidad del “Estado capturado”.

El hostigamiento a Arévalo no es solo un problema de gobernabilidad, sino un intento deliberado de revertir el mandato popular y restablecer el control absoluto del viejo régimen. La aparente normalidad institucional encubre una lucha por la supervivencia del sistema mafioso.

Si el Ejecutivo no logra construir una alianza social amplia —que incluya sectores populares, estudiantiles, campesinos y urbanos— el proyecto de regeneración democrática podría naufragar. La resistencia ciudadana, que fue decisiva en 2023, debe reinventarse como movimiento cívico permanente, capaz de presionar por reformas judiciales, renovación de las cortes y depuración del Ministerio Público.

El presidente de Guatemala cree que hay condiciones para tener unas  elecciones transparentes

Perspectivas inmediatas

El escenario a corto plazo combina tensión política, judicialización y parálisis legislativa.
Los grupos mafiosos no buscan gobernar, sino impedir que alguien gobierne fuera de su control. Ante esto, el país corre el riesgo de entrar en una fase de crisis constitucional crónica, donde la legalidad se usa como máscara de la arbitrariedad.

Sin embargo, también se abre una ventana de oportunidad: la indignación social frente al descaro de la impunidad puede reactivar una conciencia ciudadana más fuerte que la de 2015. La figura de Arévalo, más allá de sus limitaciones, puede convertirse en un símbolo de resistencia democrática si logra conectar con esa energía social.

Entre el miedo y la esperanza

El artículo de Shetemul resume con precisión la encrucijada nacional: Guatemala enfrenta una ofensiva mafiosa contra la democracia, pero también posee un liderazgo civil dispuesto, al menos simbólicamente, a resistir.

El desafío no es solo político, sino moral y estructural: desmontar el pacto de corrupción que se adueñó del Estado requiere una transformación de fondo en la cultura política, la justicia y la economía.

La coyuntura actual demanda unidad ciudadana, integración de los cuatro pueblos (Maya, Garífuna, Xinka y Mestizo) vigilancia social permanente y acción internacional solidaria. El asedio de las mafias no podrá sostenerse indefinidamente si la ciudadanía recupera su voz y la comunidad internacional actúa con coherencia.
Guatemala vive un momento decisivo: o permite que el crimen siga dictando la política, o inaugura una nueva etapa de reconstrucción democrática.

¿Frente a esa realidad la voz de la Iglesia se hará escuchar desde el COMGUA VI? Solo si es "esperanza que denuncia en la Guatemala del desencanto"

Guatemala llega herida al Sexto Congreso Misionero Nacional. El lema, “Misioneros de esperanza para los pueblos”, resuena como desafío en un país donde la corrupción institucional se volvió sistema, la pobreza se hereda como condena y la violencia se instaló como paisaje cotidiano. Hablar de esperanza desde el COMGUA VI no es ingenuidad piadosa, sino resistencia política: un acto de fe contra la desesperanza organizada.

Ser “misioneros de esperanza” en esta tierra guatemalteca ensangrentada por sus mártires implica más que rezos o discursos: exige denunciar el entramado de poder que roba el futuro.

Guatemala vive secuestrada por élites económicas depredadoras que confunden patria con negocio, por una clase política corrupta que usa la democracia como máscara y por un modelo económico extractivista que expulsa campesinos de sus tierras mientras concentra la riqueza en pocas manos. Mientras unos pocos gozan del lujo, millones de guatemaltecos sobreviven entre el hambre, la migración forzada y la desprotección social.

El país se ha desangrado por ir al Norte para que hoy sus hijos e hijas sean perseguidos. Familias enteras han cruzado fronteras no por aventura, sino por desesperación y hoy son tratadas con odio. Las remesas se han vuelto el verdadero ministerio de economía, mientras los jóvenes se resignan a huir o morir. Frente a esto, el Estado permanece indiferente o aliado con los intereses que perpetúan la desigualdad. En las comunidades empobrecidas, el abandono se llama política pública y la exclusión, destino.

Las cifras que nos muestran que la migración desde Guatemala está  incontenible

Allí donde el poder se desentiende, la Iglesia está llamada a estar presente, no con incienso ni procesiones, sino con compromiso y profecía. ¡Ojalá lo entiendan los participantes al COMGUA VI!

Ser misionero hoy significa acompañar a quienes defienden su tierra del saqueo minero, a las mujeres que claman justicia, a los indígenas que siguen exigiendo inclusión, a los campesinos que siembran esperanza con las manos vacías. No basta con templos abiertos; se necesitan conciencias despiertas.

"La Iglesia no puede predicar esperanza mientras calla ante la injusticia. Las homilías pierden credibilidad cuando no se convierten en denuncia profética"

Pero también la Iglesia, comenzando con sus pastores y su dirigencia laical debe mirarse al espejo. No puede predicar esperanza mientras calla ante la injusticia. Las homilías pierden credibilidad cuando no se convierten en denuncia profética. Los grupos y movimientos laicales pierden su tiempo cuando se muestran aliados de los corruptos y ladrones.

Una Iglesia acomodada se vuelve estéril. Es hora de salir, dejar los despachos y volver a los caminos, de escuchar al pueblo antes que dictarle normas. Es hora de que los grupos y movimientos rompan con sus esquemas de autor referencialidad y se integren a las distintas fuerzas sociales que claman por un país distinto. La misión se juega en las calles, no en los círculos del poder.

En medio de esta oscuridad por la que hoy atraviesa el país, hay rostros que encarnan la verdadera esperanza: catequistas que abren sus casas para evangelizar, religiosas que acompañan a víctimas de violencia, sacerdotes que se atreven a denunciar la corrupción y participar en la resistencia pacífica, comunidades que se organizan y luchan, movimientos laicales que revisan sus estatutos para ser más libres e incidir en la sociedad. Esa Iglesia silenciosa y valiente sostiene el país cuando el Estado lo abandona. Su testimonio grita que la fe no es evasión, sino compromiso encarnado.

La esperanza cristiana en el contexto que vive Guatemala no es un consuelo ingenuo, sino una energía subversiva que desafía la resignación. Orar tiene sentido solo si después se levanta uno a servir al herido del camino, que aquí hay muchos en medio de unos pocos Epulones. Esa espiritualidad encarnada es la que puede rescatar a Guatemala del cinismo que la consume. Ojalá la asuman los participantes al COMGUA VI, comenzando por sus pastores hasta el último de los misioneros laicos.

El Congreso Misionero en Zacapa no debe ser un evento más, sino un punto de inflexión. O la Iglesia se sitúa del lado de los empobrecidos, o seguirá siendo cómplice pasiva del sistema que destruye vidas. Porque la esperanza, en un país herido, no se predica: se construye con justicia, se defiende con valentía y se encarna en gestos concretos.

En una Guatemala donde el poder huele a impunidad y la pobreza a olvido, los verdaderos misioneros de esperanza son quienes se atreven a creer que el amor puede más que la corrupción y la ternura más que el miedo. Su fe denuncia con hechos que la esperanza no es un lujo de los ingenuos, sino la forma más radical de resistencia.

Era real el intento de erradicar la corrupción en Guatemala? – gAZeta

¿La voz de la Iglesia se hará escuchar desde el COMGUA VI? Esta es la pregunta que lanzo a los más de mil participantes de todas las iglesias particulares del país con sus obispos, presbíteros, religiosas, religiosos, laicos y laicas, movimientos seglares, comunidades cristianas y Comunidades Eclesiales de Base.

Los cinco ejes temáticos planteados por los organizadores del COMGUA VI dan pie, si se tiene la libertad de espíritu que tuvo el papa Francisco en sus más de doce años de pontificado, para hacer cimbrar las estructuras de este país y de la Iglesia misma.

Una sinodalidad que define la nueva forma de ser iglesia hacia sí misma y hacia el mundo tendiendo puentes de diálogo, donde prevalece la comunión y participación para la misión entre el pueblo de Dios y los distintos ministerios y carismas.

Un profetismo que recoge lo mejor de la tradición bíblica y de la praxis eclesial de hoy reflejadas en los mártires

Una misionareidad que empuja a estar siempre en camino hacia las periferias del mundo

Un discipulado que reproduce en la historia la conducta de Jesús, cuyo referente máximo es el evangelio

Una inserción en la vida de los pueblos siendo signo de esperanza y aliento para el logro de sus legitimas demandas hacia la iglesia y la sociedad   

GUATEMALA Gran número de personas caminando por la sexta avenida de la Zona  1, de la ciudad de Guatemala, tras la apertura de varios comercios. 📸  LaHora

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