Por un modelo eclesial co-decisivo... ¿también para la Iglesia de Roma? León XIV, no lo tienes fácil

Para algunos obispos y laicos la sinodalidad ha de ser necesariamente codecisiva o deliberativa; para nada, solo “escuchante”, tal y como -de hecho- también parecía defender el Papa Francisco
¿Dónde reside la autoridad para tomar decisiones? ¿Sólo en la jerarquía o también en todos los bautizados y bautizadas?
¿Será partidario de una sinodalidad -como defendía Francisco- solo “escuchante” o confirmará la sinodalidad “codecisiva” que viene defendiendo -y practicando- la inmensa mayoría de la iglesia alemana, incluidos todos sus obispos, excepto los cuatro citados más arriba?
Tampoco hay que descartar la posibilidad de una tercera vía que, a veces, creo que es la realmente ensayada por Francisco: defender pública y teóricamente tanto la sinodalidad “escuchante” como el poder de los obispos y, a la vez, no bloquear ni impedir la sinodalidad codecisiva de la Iglesia alemana… Y, supongo, que la de todas aquellas que, libremente, quieran apuntarse a este modo de concebir y ejercer el poder en la Iglesia
¿Será partidario de una sinodalidad -como defendía Francisco- solo “escuchante” o confirmará la sinodalidad “codecisiva” que viene defendiendo -y practicando- la inmensa mayoría de la iglesia alemana, incluidos todos sus obispos, excepto los cuatro citados más arriba?
Tampoco hay que descartar la posibilidad de una tercera vía que, a veces, creo que es la realmente ensayada por Francisco: defender pública y teóricamente tanto la sinodalidad “escuchante” como el poder de los obispos y, a la vez, no bloquear ni impedir la sinodalidad codecisiva de la Iglesia alemana… Y, supongo, que la de todas aquellas que, libremente, quieran apuntarse a este modo de concebir y ejercer el poder en la Iglesia
| Jesús Martínez Gordo publicado en El Diario Vasco 9.VI.2025
“Por mucho que se quiera una Iglesia codecisiva, es la jerarquía la que, en última instancia, toma las decisiones y va a seguir decidiendo. En concreto, nosotros cuatro no estamos dispuestos a que nuestro poder como obispos quede abolido apelando a la necesidad de caminar y decidir todos juntos: obispos, curas y bautizados y bautizadas”. Tal ha venido a ser la respuesta de los obispos de Colonia, Ratisbona, Eichstätt y Passau a la decisión de poner en marcha un Consejo Sinodal que -representante de todos los colectivos de la Iglesia en Alemania- va a tener capacidad para tomar decisiones vinculantes conjuntamente. Es lo que se conoce como sinodalidad codecisiva.
La sinodalidad auténtica -ha declarado el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Colonia- no es parlamentarismo que se afana “en obtener mayorías en el sentido democrático”, sino “escucha” a lo que quiera decir el pueblo de Dios sobre el asunto de que se trate. Luego, nos corresponde a nosotros, los obispos, tomar la decisión que libremente nos parezca mejor. Guste o no, “la jerarquía de la Iglesia no queda suspendida ni abolida”.
Esta firme y clara posición se encuentra en las antípodas de la que mantienen -de manera tan clara y firme, o más- los restantes 23 obispos alemanes, además del llamado Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK). Para estos obispos y laicos la sinodalidad ha de ser necesariamente codecisiva o deliberativa; para nada, solo “escuchante”, tal y como -de hecho- también parecía defender el Papa Francisco. Y digo que “parecía” porque, si bien es cierto que en 2020 rechazó las reformas de la Iglesia basadas únicamente en estándares democráticos, igualmente lo es que en el Sínodo Mundial de 2024 dio por buenas -y ratificó- las decisiones tomadas por mayoría cualificada de dos tercios. Como lo es que, en el cónclave, recientemente celebrado, se haya elegido un nuevo Papa por mayoría, igualmente cualificada.

Por tanto, la pregunta de fondo que atraviesa toda la historia de la Iglesia en lo referente al poder -y no así, a su ejercicio- es ésta: ¿dónde reside la autoridad para tomar decisiones? ¿Sólo en la jerarquía o también en todos los bautizados y bautizadas? La respuesta remite a la diferenciada -y enfrentada- interpretación del pasaje en el que Jesús de Nazaret “edifica” la Iglesia y “entrega” el poder: “Tú eres Pedro y sobre esta ‘piedra’ edificaré mi Iglesia”. Y lo que “ates en la tierra quedará atado en los cielos” (Mt 16, 18-19).
En la interpretación primera y tradicional, lo que Jesús funda en Pedro es la Iglesia y lo que entrega a “toda la Iglesia”, a través de Pedro, es el poder de “atar” y “desatar”. Por tanto, el poder descansa en “toda la Iglesia”, es decir, en todos los bautizados y bautizadas con los sucesores de los apóstoles. Es la interpretación -como digo- primera y tradicional que persiste en las actuales iglesias cristianas ortodoxas, en las de la Reforma luterana y la que era igualmente aceptada, incluso, en las iglesias del norte de África, por ejemplo, en la que presidía Agustín, como obispo de Hipona. Pero no es la que, poco a poco, se va imponiendo en la iglesia de Roma. Para esta iglesia, donde descansan los restos de los apóstoles Pedro y Pablo y centro del imperio, Jesús entrega el poder no a toda la Iglesia, sino a la “iglesia de Roma”.

He aquí una de las claves fundamentales -si no es la clave- para entender la gran mayoría de las divisiones que persisten entre las diferentes iglesias cristianas. Y he aquí la “patata caliente” que -como un guadiana- reaparece en la Iglesia católica y sobre la que el Papa León XIV tendrá que volver a tomar una decisión: ¿será partidario de una sinodalidad -como defendía Francisco- solo “escuchante” o confirmará la sinodalidad “codecisiva” que viene defendiendo -y practicando- la inmensa mayoría de la iglesia alemana, incluidos todos sus obispos, excepto los cuatro citados más arriba?
Sospecho que no habrá que esperar a la Asamblea Eclesial, decidida por Francisco para octubre de 2028, con el fin de afrontar, una vez más, esta cuestión. Mucho antes, entre el 21 y 22 de noviembre de este año, en Fulda (Alemania), los obispos y los católicos del país, votarán los Estatutos del Comité sinodal (o como quiera que pueda llamarse) y en enero de 2026 la iglesia alemana celebrará la sexta y última Asamblea Sinodal. Será entonces cuando sepamos si nos encontramos en el comienzo de algo grande que va a cambiar la Iglesia católica en Alemania y, por extensión, en toda la Iglesia mundial. Y será, a partir de entonces, cuando se inicie una crisis de dimensiones globales, ya sea para bien o para mal.
La crisis que se avecina sea para mal es algo que va a depender de que León XIV defienda -como su predecesor- una sinodalidad solo “escuchante”, dando por buena la apropiación del poder de “toda la Iglesia” únicamente por la jerarquía
Pero que la crisis que se avecina sea para mal es algo que va a depender de que León XIV defienda -como su predecesor- una sinodalidad solo “escuchante”, dando por buena la apropiación del poder de “toda la Iglesia” únicamente por la jerarquía. Y será para bien porque, a diferencia de Francisco, el Papa Prevost se decante a favor de otra codecisiva, como vienen haciendo los alemanes estos últimos años. Queda en sus manos gestionar esta crisis en ciernes. La verdad es que no lo tiene fácil ya que el precio que pagar va a ser alto; tanto en un sentido como en otro.

Pero tampoco hay que descartar la posibilidad de una tercera vía que, a veces, creo que es la realmente ensayada por Francisco: defender pública y teóricamente tanto la sinodalidad “escuchante” como el poder de los obispos y, a la vez, no bloquear ni impedir la sinodalidad codecisiva de la Iglesia alemana… Y, supongo, que la de todas aquellas que, libremente, quieran apuntarse a este modo de concebir y ejercer el poder en la Iglesia.
Si así fuera, creo que la iglesia española (y, con ella, la vasca), visto el perfil de sus actuales obispos, tiene todos los boletos para no formar parte de este colectivo eclesial codecisivo. De nuevo, tiempo al tiempo, aunque, en esta ocasión, ya haya pasado un mes desde la elección de León XIV.
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