"El modelo actual dominante, pese a los esfuerzos de Francisco, es el de Nuevos Movimientos" Modelos de Iglesia y abusos de poder, de conciencia e, incluso, sexuales

Estatuas de santos en la plaza de san Pedro
Estatuas de santos en la plaza de san Pedro Rubén Marques

"Cuando se habla de los abusos de poder, de conciencia y sexuales en la Iglesia como un mal sistémico, nos referimos a que un tipo de concepción y de estructura de la Iglesia facilita o propicia estos tipos de abuso"

"¿No será la sinodalidad real, el caminar juntos, como iguales en lo fundamental, el antídoto contra los abusos de todo tipo en la Iglesia?"

Vivimos en un tiempo en el que hemos adquirido una especial sensibilidad para defender a las personas de toda clase de abusos. Esto es bueno; pero tenemos que dar un paso más para descubrir que nada es casual y que cada comportamiento tiene sus causas. En esta dirección va mi reflexión.

El modelo de Iglesia y del ser cristiano tiene mucha influencia en la forma de relación entre las personas y los posibles abusos, mas o menos graves, que puedan originarse. Las formas de relación, las estructuras de poder entre los diversos miembros de la iglesia son históricas y variables, no están fijadas en las Sagradas Escrituras, ninguna tradición las avala como inmutables. La Iglesia debe estar siempre reformándose para ser fiel a su misión. 

Creemos. Crecemos. Contigo

 El Concilio Vaticano II fue un intento de descubrir el papel de la Iglesia, como pueblo de Dios, en el mundo y su contribución en la historia de la salvación siguiendo los pasos de su maestro: Jesús de Nazaret, el Cristo. Fue un abrir las ventanas al mundo exterior siguiendo el modelo de encarnación de Jesús que viene para servir, no para condenar al mundo sino para que el mundo se salve.

Este intento de “aggiornamento” tuvo sus dificultades para salir adelante tanto durante el Concilio  como en los pontificados posteriores. El llamado “espíritu conciliar” pedía unos cambios prácticos en la organización de la Iglesia y, aún, estamos con dolores de parto.

El Concilio no surgió de la nada sino que se alimentó de una nueva teología que había estado anteriormente bajo sospecha y, en ocasiones, censurada y de unos movimientos cristianos muy pegados al ver la realidad de la vida y al querer salvarla. Movimientos de Acción Católica como la JOC o la HOAC, la realidad de los curas obreros o teólogos cercanos a estas sensibilidades cristianas fueron el “humus” de una nueva manera de entender la Iglesia.

Concilio Vaticano II
Concilio Vaticano II

Junto a esta visión de la misión de la Iglesia, están otras visiones que no fueron mayoritarias en el Concilio, pero que, a la larga, marcaron su rumbo en una larga etapa posconciliar. Los llamados Nuevos Movimientos son muy importantes en los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI. Coexisten, en la etapa conciliar y hasta hoy día, dos modelos de Iglesia con diversas características. La teóloga Isabel Gómez Acebo hace esta descripción:

“Los de signo conservador tienen su mirada en el pasado ortodoxo donde encuentran las verdades de toda la vida que les dan tranquilidad frente a la oferta pluriforme del mundo actual. Sienten aprensión por lo nuevo y tachan de relativismo la evolución y los deseos de cambio. Priman la unidad sobre otros conceptos y favorecen una estructura de gobierno autoritaria. En este tipo de asociación pierde fuerza la conciencia individual mientras que se acentúa la persona del líder. El Opus, el Movimiento Catecumenal y Comunión y Liberación son ejemplos paradigmáticos de estos grupos.

Los aperturistas acentúan el compromiso histórico y el cambio de las realidades políticas y económicas que oprimen y coartan las libertades tanto en el mundo como en el seno de la Iglesia. No sienten repugnancia por militar en sindicatos o partidos políticos de todo tipo si creen que desde allí pueden facilitar el fin de situaciones injustas, critican un pasado eclesial que no ha mostrado interés por redimir situaciones de esclavitud y que ha primado la salvación individual del cristiano olvidando las realidades temporales” (GÓMEZ ACEBO, Balance y Perspectivas. Editorial PPC, Madrid 2006, pág. 231-232)

O apostamos por lo identitario y hacemos un entramado cultural que lo refuerce o nos inclinamos por ser levadura en la masa y es, para nosotros, más importante transformar la realidad que guardar lo que algunos consideran permanente

Mantengo esta larga cita porque recoge muy bien lo que está en el fondo de dos modelos de Iglesia. O apostamos por lo identitario y hacemos un entramado cultural que lo refuerce o nos inclinamos por ser levadura en la masa y es, para nosotros, más importante transformar la realidad que guardar lo que algunos consideran permanente. En términos filosóficos: ¿Parménides y Platón o Heráclito?, ¿Me propongo guardar las esencias o considero que la esencia de las cosas consiste en que se van haciendo, en el cambio?

En la etapa posterior al Concilio, se sospechó demasiado de los movimientos cristianos que querían cambiar la Iglesia y el mundo siguiendo el método de ver la realidad, juzgarla a la luz del evangelio y actuar transformando esa realidad. Se les acusó de temporalismo. En cambio, se reforzó en la iglesia a los llamados “Nuevos Movimientos” con una tendencia más conservadora, más enfrentada a los cambios sociales que se iban produciendo, con una lucha cultural, que pretenden llamar la cristiana; pero cargada de  ideología.

Cada uno de estos modelos de ser cristiano, en la Iglesia, lleva consigo una forma de ser, unas fortalezas y unos peligros.

Todos estos nuevos movimientos de signo neoconservador tienen unas características comunes. Haré referencia, de modo especial, a Comunión y Liberación porque lo he estudiado más a fondo.

LuigiGiussani
LuigiGiussani

Una característica común a todos ellos es buscar la seguridad doctrinal o la ortodoxia frente a los cambios, la certeza frente a la búsqueda. En una entrevista que hace Plácido Montenegro al fundador: Luigi Giussani en el año 1989, le pregunta: “Hay quien afirma que ustedes han olvidado que el cristianismo no es afirmación triunfante, sino búsqueda humilde” y esta fue su respuesta: “Yo no logro entender cómo se puede decir que el cristianismo es una búsqueda. Nosotros tenemos a Cristo porque se nos ha dado. Ha venido para darnos certeza, para llevar la certeza hasta nosotros”. Para ellos la forma de seguir a Cristo y ser fiel a su mensaje, de estar en lo cierto,  se nos transmite por alguien que tiene autoridad. Esto llevará a afirmar a uno de sus miembros: Juan Manuel de Prada en el año 2006: “La experiencia de la autoridad surge en nosotros al encontrarnos con una persona cuyo ejemplo suscita en nosotros una inevitable adhesión”

¿Quién debe suscitar nuestra inevitable adhesión, Jesús de Nazaret o el fundador y líder de turno?

Certeza, autoridad, inevitable adhesión al líder, son características de estos movimientos neoconservadores. Búsqueda, autonomía personal, Jesús de Nazaret más maestro que los líderes humanos, son señas de identidad de unos cristianos que buscan ser fieles a lo que van descubriendo. Aperturistas frente a conservadores.

En Milán, donde nace el movimiento de Comunión y Liberación, está el cardenal Colombo que, aunque reconoce que Giussani, fundador de este Movimiento, está dotado de gran inteligencia, le considera muy personalista, pues quiere hacer su obra. También choca con la Conferencia Episcopal Italiana en los primeros momentos posconciliares. El choque con los responsables de Acción Católica lleva a Giussani a separarse de esta organización de la Iglesia y, como nos indica Massimo Camissasca, que hace historia de de CL y está cercano a esta organización, el Cardenal de Milán le atribuye “extremas certezas”. El Consejo Presbiteral de la diócesis de Milán habla de “cerrazón”. En 1972 el Cardenal Colombo, que había recibido una carta de Giussani en la que manifiesta no sentirse querido y “condenado al ostracismo”, le responde que de ella “emana un sentido de extrema seguridad carismática y de amarga polémica”. (Camissasca, M. (2004) Comunión y Liberación (la reanudación 1969-1976) Editorial Encuentro  291-304) 

A partir del año 1976 este Movimiento va introduciéndose en España. Resaltamos los momentos más significativos para su consolidación y crecimiento. Tomo los datos de los historiadores J. A. Gallego y A. Pazos  en su libro: La Iglesia en la España Contemporánea, en Editorial Encuentro (1999): 

Fue muy importante un grupo de seminaristas y su director espiritual: Francisco Fernández Golfín, que les proponía “el mantenimiento de una formación ascética vigorosa y de una concepción del sacerdocio ajena a los compromisos sindicalistas y laboralistas” (p. 299). El grupo perteneciente al movimiento “Nueva Tierra”, que había tenido frecuentes contactos con Giussani, decide en 1985 sumarse a Comunión y Liberación. De este grupo habían sido ordenados ya varios sacerdotes que ocupaban puestos de confianza en los años noventa y que han desempeñado posteriormente puestos de relevancia: Javier Martínez, arzobispo de Granada hasta el año 2023; Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo hasta el 2019, César Augusto Franco, obispo de Segovia hasta el 2024, Julián Carrón, presidente de Comunión y Liberación hasta su renuncia en el año 2021 y Rafael Zornoza, el controvertido obispo de Cádiz.

Julián Carrón
Julián Carrón

Actualmente se están revisando, por parte de la Santa Sede, muchos de los estatutos y formas de organización y liderazgo de estos movimientos neoconservadores en lo eclesial y en lo social. Las formas de liderazgo, el concepto de autoridad y posibles abusos en la dirección de las conciencias  están analizándose.

El modelo actual dominante en la Iglesia, pese a los esfuerzos del Papa Francisco, es el que hemos agrupado bajo la denominación de Nuevos Movimientos. Con Pablo VI, que fue aperturista y estuvo muy cerca de los Movimientos de la Acción Católica Italiana, se comenzó a dar un viraje, se produjo en él una progresiva decepción por la forma de presencia pública de sus militantes, ya que muchos de ellos apoyan a sindicatos y partidos de izquierda y usan, como mediación para trabajar por el Reino de Dios, esas organizaciones no confesionales. Esta decepción le lleva a refugiarse en los nuevos movimientos más defensores de la Iglesia institucional.

Recogiendo las características comunes a cada uno de estos dos grupos en lo referente a la concepción de lo que es la Iglesia, podemos resumirlas así:

Los grupos aperturistas, por la forma de su estructura y su análisis de la realidad hecha entre iguales, facilitan un tipo de Iglesia más propenso a la horizontalidad. Se rompe la dicotomía entre Iglesia docens y la Iglesia discens, entre el que enseña y el que aprende, es dialogal y para que haya verdadero diálogo tiene que haber personas que, en lo fundamental, se consideran iguales. Se concibe a la Iglesia más como pueblo en marcha que como organismo regido por una cabeza. Se resaltan los carismas de cada uno para el avance del conjunto más que las categorías y el puesto de cada miembro. Se pretende que la Iglesia y, también, la sociedad estén en continua reforma y siempre tendiendo a formas más perfectas de organización y fidelidad a sus fines. Se busca una Iglesia que esté al servicio del mundo y con la necesaria referencia al Reino. 

Los grupos neoconservadores intentan que cada miembro interiorice vitalmente lo que otro, con autoridad, ya ha descubierto. El acercamiento a la realidad no se hace entre iguales, sino entre alguien que tiene autoridad moral o institucional y alguien que sigue su guía. Alguien deposita en otro un tesoro preciado y alguien lo recibe yt hace suyo. De aquí va a surgir una Iglesia predominantemente vertical, una Iglesia más como cuerpo místico que como pueblo de Dios en marcha. Una Iglesia que, por su autoridad derivada de la voluntad de Jesucristo que se prolonga en ella, da seguridad y salva. Una Iglesia que debe conservar integro el depósito de la fe y entregarlo en su integridad a sus fieles. Una Iglesia que enseña, porque es interprete legitima de la revelación y la tradición, y otra que aprende y que debe seguir los planteamientos doctrinales y organizativos de los que tienen este poder en la Iglesia.

Cuando se habla de los abusos de poder, de conciencia y sexuales en la Iglesia como un mal sistémico, nos referimos a que un tipo de concepción y de estructura de la Iglesia facilita o propicia estos tipos de abuso.

¿No será la sinodalidad real, el caminar juntos, como iguales en lo fundamental, el antídoto contra los abusos de todo tipo en la Iglesia? 

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