"Hablar de lo más sagrado con los pies en la tierra" Papa Francisco: comunicar para 'todos, todos, todos'

"En esta tercera entrega se resalta el modo cómo comunicaba Bergoglio"
"Siempre con respeto quizás aquí sea el momento de aclarar alguna que otra cosita y poner en contexto, a nuestro pobre y humilde saber y entender, decisiones y expresiones de Francisco"
| Alberto Roselli. Diácono. Periodista
Con la sola intención de compartir lo que podría llamarse un esbozo personal de síntesis de aunque más no sea una parte de lo que nos dejó el pontificado del Papa Francisco, en esta tercera entrega se resalta el modo cómo comunicaba Bergoglio.
Así como en la primera columna se proponía mostrar la renuncia total a sí mismo, a su fama, a lo políticamente correcto para que prevalezca la voluntad de Dios sin medias tintas (“Papa Francisco: costo político”) y en la segunda la confianza de Francisco en la providencia y su decidir en presencia de Dios (“Papa Francisco: palabra rezada”), hoy se pretende hincar el diente en la capacidad y los modos de comunicar del papa argentino.
Siempre con respeto quizás aquí sea el momento de aclarar alguna que otra cosita y poner en contexto, a nuestro pobre y humilde saber y entender, decisiones y expresiones de Francisco.

"Todos, todos, todos"
Lo primero es su famoso “todos, todos, todos” cuestionado por algunos energúmenos sofistas que le reclaman, por ejemplo, su apertura y contraponen que la misa en latín se celebre con clarísimas y específicas condiciones.
O aquellos que apelando a esa repetición de la misma palabra, acusan de incoherente al fallecido pontífice cuando mandó comisariar a movimientos de dudosa espiritualidad y espurias intenciones, o de suprimir al Sodalicio.
Ese “todos, todos, todos” siempre quedó claro que se refería a quienes vienen con sus dolores y necesitan salvar su dignidad o ser valorados como personas y de la actitud que debe tener la Iglesia para respetar la intención de su Fundador, que no pidió ni puso condiciones.
No se refiere a quienes dicen formar parte de esa misma Iglesia y valerse de ella para ser “aduaneros de la gracia” o quienes decidan en nombre de una autoridad manipulada quién es bueno y quién es malo, como si la Iglesia fuese un club privado sólo para elegidos y las “reglas” fuesen más importantes que la tarea: abrazar a todos –servirlos material y espiritualmente- porque todos somos hijos del mismo Dios y por eso, todos tenemos la misma dignidad de seres humanos, se comparta o no la fe.
Y esto por referenciar sólo uno de los tópicos. Claramente quien no entiende es porque no quiere hacerlo y contra la necedad o el interés de poder (el que sea), es poco lo que puede hacerse. La Iglesia es lugar de encuentro, no de sectarismos personalistas. Por eso ellos solos, los sectaristas, se excluyen del “todos, todos, todos”.
Los gestos
Volviendo al eje de hoy, es decir al modo de comunicar del papa Francisco, lo primero no es lo verbal o lo textual.
Lo primero son los gestos, aunque ha conseguido en sus años de pontificado ser clarísimo a la hora de proponer principios que son fáciles de recordar y unívocos, a la hora de comprender.

Sobre estos: “Iglesia, hospital de campaña” o “de puertas abiertas” no solamente es de fácil comprensión sino hasta revolucionario a la hora de volver a los orígenes de la eclesiología.
Los cuatro principios expresados en Evangelii Gaudium (217-237) además de simple comprensión son una clarísima guía para la acción evangelizadora, tarea primera de la Iglesia.
“No balconeen la vida”, a los jóvenes; “no se dejen robar la esperanza”, “cuidemos la casa común”; “tierra techo y trabajo para todos”; “quién soy yo para juzgar?”; “No sean aduaneros de la gracia”, a los ministros; “el dinero debe servir y no gobernar”; “la vida se toma como viene”; “la guerra es un crimen contra la humanidad” y muchas, muchísimas más, muestran la capacidad de sintetizar en expresiones simples, la tarea propia de la Iglesia y por tanto de quienes aceptan con sus riesgos y limitaciones, trabajar por y para hacer presente el Reino en la vida diaria.
El modo
Acerca del modo, propongo un ejercicio: siempre respetando a todos y a modo de marcar la diferencia entre unos y otros sin ningún tipo de valoración moral.
La Doctrina Social de Iglesia, formalizada en la Rerum Novarum de León XIII por lo que y por quien el Papa León XIV eligió su nombre, siempre fue tema central en la vida de la Iglesia aunque discutida o defendida hasta lo ideológico por más uno.
Propongo comparar dos modos de referirse a ella.
Primero la del papa Benedicto XVI, enorme hombre de Dios, lucidísimo teólogo y profundo ejemplo de espiritualidad.
Para eso invito a leer los puntos 5 y 6 de su Encíclica “Caritas in veritate” de 2009, donde aborda el tema desde la encíclica citada y desde Populorum Progressio.
Aquí Benedicto expone de manera magistral acerca de la DSI desde lo teológico y hasta desde lo poético, aunque se trata de una Encíclica, dirigida a todo el mundo.
Y después, entre tanto material de Francisco sobre el tema, propongo ir a su discurso del 23 de octubre del 2021 a los miembros de la fundación “Centesimus annus pro pontífice”.
"Un ejemplo de cómo hablar de lo más sagrado con los pies en la tierra"
Nada más concreto, entendible para quienes tengan estudios teológicos y también básicos. Un ejemplo de cómo hablar de lo más sagrado con los pies en la tierra, aunque para algunos sea falta de solidez teológica. (también a ser una lumbrera doctrinal renunció Francisco para elegir ser un pastor con olor a oveja estando adelante, en medio o detrás del rebaño…esos que no estudiaron teología).

Por eso Francisco insistía en que la “teología se estudia de rodillas”.
Para cerrar, resaltar lo que considero –con respeto- principal: el modo práctico y universal de comunicar del Papa Francisco.
Ante la presencia de hombres de la calle en Roma, comunicó abriendo sanitarios, peluquerías y roperías a la vera de las columnas de San Pedro.
Ante la guerra, comunicó no sólo condenándola, sino enviando ambulancias y atención a las personas concretas de Ucrania y los países de África, y ayuda económica a cientos de postergados… dedicó un cardenal a esa tarea específica.
Ante el desborde de inmigrantes que huyen de regímenes tiránicos y de la pobreza, levantó la voz en contra de la intolerancia, de la responsabilidad de los gobiernos y alojó y consiguió alojamiento y trabajo para no pocos de ellos.
Ante el prejuicio social selectivo y clasista de nuestro tiempo, fue a lavar los pies a presos durante todo su pontificado.
Ante la histórica convicción de que la Iglesia católica es la única válida, se acercó y forjó vínculos y amistades con judíos, evangélicos, musulmanes entre muchos otros, convencido que lo que primero que hay en común en la humanidad.
Y así, quedan muchos hechos concretos por resaltar.
Ojalá que el Señor desde el cielo nos de la gracia de evitar la hipocresía para intelectualizar un pontificado del que sería bueno aprender e imitar, valorando la persona y la personalidad de su sucesor el Papa León, insistente incitador a la unidad y no a la uniformidad.

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