"Cuando se atacó a Ucrania, se atacó a toda Europa" Zelensky no viene en visita diplomática: viene a recordarnos que Europa sangra
Esta guerra no es un enfrentamiento lejano: nos implica, nos cuestiona, nos desnuda como continente. Es un espejo donde se refleja nuestra capacidad —o nuestra incapacidad— para defender la vida, la justicia y la dignidad humana
Cuando el presidente Volodímir Zelensky pise suelo español esta semana, no será una visita diplomática más para posar en las fotos y firmar acuerdos. No. Será —y tenemos que entenderlo así— un grito desgarrador, un campanazo urgente, un llamado a despertar de un continente que parece haber normalizado lo insoportable: que en Europa hay una guerra, y que estamos dejando solo a quien está peleando por todos nosotros.
Porque cuando se atacó a Ucrania, se atacó a toda Europa. Lo que está en juego no es un territorio, ni una frontera, ni un conflicto “regional”: lo que está en juego es la libertad del mundo, la dignidad de los pueblos y el futuro de nuestra convivencia democrática. El afán imperialista de un dictador —sí, un dictador— como Vladímir Putin ha desatado un infierno que ya dura casi cuatro años, con millones de víctimas entre muertos y heridos, con ciudades arrasadas, con familias desgarradas para siempre. Y sigue reclutando, como carne de cañón, a jóvenes de países empobrecidos para enviarlos a matar y morir en una guerra absurda que sólo busca aplastar la libertad de un pueblo que lo único que quiere es vivir en paz.
Europa tiene una guerra en sus entrañas. Y parece que no queramos mirarla.
Esta misma semana, Ucrania ha sufrido ataques masivos en diferentes regiones, con Kiev nuevamente golpeada con saña. Misiles que caen sobre barrios civiles, sobre hogares, sobre hospitales, sobre escuelas. Familias aterradas ante las alarmas y la urgencia de protegerse. Niños que crecen aprendiendo a distinguir el ruido de un dron del ruido de un coche. ¿Cómo podemos vivir tranquilos sabiendo esto? ¿Cómo podemos caminar por nuestras calles en calma sin preguntarnos qué nos está pasando como humanidad?
En este contexto, su visita a España es una interpelación directa. Zelensky no viene a pedir lástima. Viene a recordarnos que la paz no es un derecho garantizado si no la defendemos todos.
El Papa Francisco —que tantas veces ha clamado contra esta guerra injusta— nos advirtió en repetidas ocasiones que “ningún tirano garantiza la paz, porque donde no hay libertad, no puede haber paz verdadera”. Y también nos recuerdó que “la guerra es siempre una derrota radical de la humanidad”. Palabras que hoy suenan más certeras que nunca.
Tenemos que comprender que esta guerra no es un enfrentamiento lejano: nos implica, nos cuestiona, nos desnuda como continente. Es un espejo donde se refleja nuestra capacidad —o nuestra incapacidad— para defender la vida, la justicia y la dignidad humana.
Por eso, la visita de Zelensky es un llamado a tres cosas:
Empatía: sentir el dolor del pueblo ucraniano como propio.
Responsabilidad: entender que la paz se construye con compromiso, no con indiferencia.
Memoria activa: reconocer que la libertad sólo se mantiene si se defiende.
A las puertas del cuarto año de esta guerra maldita, no podemos permitirnos el lujo de la neutralidad.
No podemos vivir como si nada pasara. No podemos mirar hacia otro lado. Porque mientras Ucrania resiste, está defendiendo la libertad de todos. Y mientras Europa no despierte, seguirá perdiendo su alma.
Zelensky viene a recordarnos eso: Que Europa sangra. Que la paz está herida. Y que todavía estamos a tiempo —si queremos— de ser parte de la cura y no del olvido.
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