"¿Qué pasaría si cualquier dirigente de las instituciones públicas dijera que la Iglesia es un nido de abusadores?" El baifo perdido del arzobispo de Oviedo

"Este religioso parece ignorar que existen musulmanes que sí son recíprocos con los cristianos. El Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb, quien en 2019 firmó junto al Papa Francisco el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común en Abu Dabi"
"Sorprende que, habiendo profesado la regla de los hermanos franciscanos y habiéndose convertido en sucesor de los apóstoles a través de la unción del Santo Crisma, se refiera a los musulmanes con desprecio"
"En sus palabras no hace referencia al Cristo que acoge; más bien se percibe una actitud crítica y de confrontación hacia los musulmanes, marcada por un lenguaje peyorativo y la exigencia de “reciprocidad”. Algo que suena más bien a una confrontación política o relación mercantil que al testimonio evangélico que está llamado a dar"
"En sus palabras no hace referencia al Cristo que acoge; más bien se percibe una actitud crítica y de confrontación hacia los musulmanes, marcada por un lenguaje peyorativo y la exigencia de “reciprocidad”. Algo que suena más bien a una confrontación política o relación mercantil que al testimonio evangélico que está llamado a dar"
| Ciro Molina de León
En Canarias se acostumbra a decir que a alguien “se le va el baifo” cuando se despista, se equivoca, se vuelve “loquito” o pierde el norte. Y es esta la expresión que viene a la cabeza al terminar de leer el tuit que el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, escribió sobre los “moritos”.
Este religioso parece ignorar que existen musulmanes que sí son recíprocos con los cristianos, defendiendo su derecho a practicar la fe y condenando cualquier forma de violencia contra ellos. Un ejemplo lo encontramos en el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb, quien en 2019 firmó junto al Papa Francisco el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común en Abu Dabi.
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En dicho texto se defiende explícitamente el respeto mutuo y la paz entre creyentes de diferentes religiones. También en países como Jordania, líderes musulmanes participan activamente en iniciativas de protección de iglesias y en la celebración conjunta de festividades religiosas. [Al final del artículo de opinión te pongo algunos enlaces por si quieres insertarlos]
Lo expresado por fray Jesús Sanz contrasta notablemente con la postura oficial de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que había condenado el veto a actos religiosos islámicos por ser discriminatorio y contrario a los principios constitucionales.
Sorprende que, habiendo profesado la regla de los hermanos franciscanos y habiéndose convertido en sucesor de los apóstoles a través de la unción del Santo Crisma, se refiera a los musulmanes con desprecio. Con ello, renuncia a las virtudes teologales y cardinales, así como a las obras de misericordia recogidas en el catecismo que dice profesar. Más aún, teniendo en cuenta su prolífica formación teológica y el saber estar que se le supone. En cambio, si se le compara con otro franciscano de alto rango, —el cardenal , arzobispo de Boston—, cuya trayectoria pastoral destaca por el diálogo interreligioso, la defensa de los más vulnerables y un lenguaje de acogida, se observa que Sanz prefiere la dirección contraria.
En este punto resulta inevitable recurrir a figuras como el teólogo Albert Nolan. Él defendía una visión profundamente humana y liberadora de Cristo: una palabra viva que agrupa, libera y se convierte en modelo de justicia para los descartados; un Cristo que, lejos de señalar o excluir, abraza y se solidariza con las minorías, desde el respeto y con dignidad. Un enfoque teológico que nacía desde la experiencia real del sufrimiento enraizada en la lucha contra las injusticias y quienes las provocan.

En cambio, la postura del arzobispo Sanz Montes, se aleja radicalmente de esa visión inclusiva. En sus palabras no hace referencia al Cristo que acoge; más bien se percibe una actitud crítica y de confrontación hacia los musulmanes, marcada por un lenguaje peyorativo y la exigencia de “reciprocidad”. Algo que suena más bien a una confrontación política o relación mercantil que al testimonio evangélico que está llamado a dar. Si Nolan encarnaba la coherencia entre la misericordia, la dignidad y la unidad, Sanz transmite un mensaje que contradice esos principios y que, lejos de tender puentes, los dinamita. ¿Qué busca este hombre con estas salidas de tono? ¿A qué Dios predica?
Y es aquí donde es necesario hacer algunas preguntas: ¿Por qué hay personas que insisten en mirar la realidad con un cerebro tan cerrado y quieren inculcarlo a los demás? ¿Por qué quieren marginar al semejante, controlar los pensamientos ajenos e inocular el veneno del odio y del temor? ¿Qué les impide ampliar su mirada, superar sus propios criterios y prejuicios para abrirse a la riqueza de la diversidad que el Creador del Génesis calificó como buena? ¿Por qué sentirse constantemente amenazado, si “quien a Dios tiene nada le falta”?
En cuanto a las palabras de Jesús Sanz, no dejarían de ser la anécdota de un 'loquito', si no tuviera la responsabilidad que ostenta. Sin embargo, proceden de un hombre cuyo criterio es incuestionable para decenas, e incluso, miles de personas. Entonces, se hace necesario hacer un ejercicio de criticismo. Porque lo que escribe o verbaliza podría alimentar el odio hacia un determinado grupo de seres humanos. Y es ese mismo odio, el que alimenta las guerras, ese que necesitan los que carecen de conciencia, los genocidas y sus cómplices.
Olvida el señor arzobispo de Oviedo que la libertad de expresión no se fundamenta en ofender a las personas, sino en hacer valer su dignidad y autonomía. También, por supuesto, en la diversidad de opiniones e, incluso, en aquellas que, a pesar de resultar impopulares no llegan a constituir un delito. Olvida también que el odio y la violencia son el refugio de quienes eligen la barbarie. Que la humanidad comienza cuando somos responsables con el otro, sea católico o musulmán. Y que el mal es la ausencia de la compasión.

¿Qué pasaría si cualquier dirigente de las instituciones públicas dijera que la Iglesia es un nido de abusadores y agresores de niños y niñas? Pondría el grito en el cielo y llamaría a la cruzada contra los impíos.
Por eso, procede que la Conferencia Episcopal desautorice públicamente las palabras del señor Sanz y que le repruebe su actitud. Sencillamente porque ha sido muy irresponsable; porque se puede defender la libertad religiosa para los miles de cristianos perseguidos y asesinados sin necesidad de culpabilizar al islam ni echar leña al fuego; porque él está llamado a comportarse acorde a la dignidad que ostenta. Y si quiere hacer política contra los musulmanes y soliviantar a la masa contra el diferente, puede plantearse la secularización y fichar por algún partido que quiera promover las deportaciones.
No obstante, en su actual condición está llamado a ser un hombre de Dios, a abrir los caminos que están cerrados, a acoger con los brazos de un padre y a poner en práctica la misericordia cristiana. Y, sobre todo, a trabajar en favor de la convivencia y la paz social.
Y, oh Dios, que así sea. No nos escondas tu rostro. Protégenos frente a quienes siembran el odio y pretenden arrastrarnos al abismo.

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