"Tanto o más equipada que el hombre para ejercer los ministerios en la Iglesia de Dios" La mujer se va de la Iglesia

"Sí, la mujer se va de la Iglesia. No puede más. Y además, la echan. La mujer está ya harta. Se siente tratada -maltratada- y precisamente por quienes 'oficialmente' creen, aseguran y argumentan representar a Nuestra Santa Madre la Iglesia"

"La mujer no puede más en la Iglesia. Y tal convicción la expresa, la pregona, la grita y la reza en la actualidad, sobre todo en las ocasiones pre sinodales"

"Y muchos se preguntan, con sencillez y humildad evangélicas: ¿Acaso es pecado adelantarse a los tiempos, también y sobre todo, a los de la Iglesia?"

"Como todo problema por grave que sea, lo arregla el diálogo, el citado papa Francisco no se cansa de hacerlo, con estas recientes palabras: 'Yo siempre dialogo. Con el diálogo se va hacia adelante. Solo no saben dialogar los animales: ellos son puro instinto'"

Sí, la mujer se va de la Iglesia. No puede más. Y además, la echan. La mujer está ya harta. Se siente tratada -maltratada- y precisamente por quienes “oficialmente” creen, aseguran y argumentan representar a Nuestra Santa Madre la Iglesia, aduciendo razones “bíblicas” pretorianas, en consonancia con intereses varoniles sexistas y patriarcales, es decir, machistas, desde sus más profundas e infernales raíces. El Evangelio -ejemplos y palabras de Jesús- no cuenta en la valoración cristiana y humana de la mujer por mujer. Lo referido a la Santísima Virgen es una excusa, pagana en gran parte y proporción exculpatoria.

En la Iglesia, portadora y continuadora de la idea de la mujer como obra de la Creación en igualdad de derechos y deberes con el varón, se llegaron a teologizar y filosofar como “obra” de Dios , comportamientos radicalmente paganos. Teólogos, “Santos Padres”, obispos, clérigos en general y hasta papas recientes, forjaron una Iglesia en la que la figura de la mujer apenas si transcendía los límites de la condición de persona, identificada con la de “pecado”, con sempiterna “gravedad de materia -mortal- según, y conforme con los adoctrinamientos mecidos y remecidos por moralistas ortodoxamente asexuados , al menos de palabra.

"Teólogos, 'Santos Padres', obispos, clérigos en general y hasta papas recientes, forjaron una Iglesia en la que la figura de la mujer apenas si transcendía los límites de la condición de persona, identificada con la de 'pecado'"

La mujer no puede más en la Iglesia. Y tal convicción la expresa, la pregona, la grita y la reza en la actualidad, sobre todo en las ocasiones pre sinodales en las que al menos se les permite intervenir, aunque con las “debidas cautelas”. En muy pocos escarceos de posibles conclusiones no dejan ya de hacerse presentes de alguna manera las aspiraciones de la mujer ”católica, apostólica y romana de toda la vida”, con santos y decididos signos y señales de estar ya a punto de despejárseles algún sendero o “camino”- con letras minúsculas- por los recintos de las responsabilidades eclesiales . Y es que, gracias a la gracia de Dios, y a pesar de los pesares, de los estudios y títulos universitarios logrados en tan buena lid en Ciencias Sagradas por laicos y laicas, con notas similares o superiores a los “episcopables”, la mujer está tanto o más equipada que el hombre para ejercer ministerios en la Iglesia de Dios

"La mujer está tanto o más equipada que el hombre para ejercer ministerios en la Iglesia de Dios"

Mujer concelebrante

¿Y qué decir acerca de la determinación de la mujer teóloga que recientemente con-celebró la Eucaristía en un lugar sagrado del cantón suizo de Zurich y que, convertida en noticia, tanto ha dado, y dará, que hablar y teologizar por esos mundos de Dios? ¿Se considerará tal hecho como una provocación? ¿No se le conferirá valor alguno positivo? ¿Se le tachará oficialmente de “profanación” y sobre la con-celebrante y conocedores del caso caerán inmisericordemente toda clase de anatemas en esta vida y en la otra, contabilizadas en el Código de Derecho Canónico, en los Rituales sagrados, en los manuales de la Sagrada Liturgia, acorazados todos ellos con los “Nihil Obstat” e “Imprimatur” prescritos?

¿Y qué decir acerca de la determinación de la mujer teóloga que recientemente con-celebró la Eucaristía en un lugar sagrado del cantón suizo de Zurich y que, convertida en noticia, tanto ha dado, y dará, que hablar y teologizar por esos mundos de Dios?

¿Qué porcentaje de obispos que pastoreen sobre todo el Misiones y en tierras “vaciadas” -despobladas- de Eucaristía, por falta de vocaciones sacerdotales, estarán conformes con el gesto de nuestra teóloga, aunque la “prudencia” y ciertos “santos” y reverenciales temores les desaconsejen proclamarlo, consentirlos y llevarlos ellos mismos a la práctica, si fuera menester?

¿Qué porcentaje de obispos que pastoreen sobre todo el Misiones y en tierras “vaciadas” -despobladas- de Eucaristía, por falta de vocaciones sacerdotales, estarán conformes con el gesto de nuestra teóloga?

El pueblo-pueblo, mayoritariamente y desde los ambones para litúrgicos de sus intervenciones pre sinodales, piden y exigen la participación de las mujeres también dentro de la Iglesia, y en igualdad de derechos y deberes que el hombre varón. En tal tarea-ministerio, no se privan de tachar de machistas a obispos, teólogos, clérigos y aún a papas, que lo impiden, invocando la carencia de “poderes” en ocasiones, sin más referencias que los que organizaban legalmente la convivencia entre los súbditos del imperio romano, con sus tres tipos de “órdenes” sociales.

Y muchos se preguntan, con sencillez y humildad evangélicas: ¿Acaso es pecado adelantarse a los tiempos -también y sobre todo, a los de la Iglesia-, que llaman con santa insistencia, para que se abran puertas y ventanas por las que el sol de la alegría y de la gracia de Dios irrumpa con veracidad sobre doctrinas y comportamientos misteriosos y con miedos, que se dicen haber sido y seguir estando bautizados?

¿Fue pecador, por adelantarse a los tiempos, Juan XXIII? ¿Lo fue el Vaticano II? ¿Acaso pudo serlo Juan Pablo I, a quien apenas si le dieron tiempo para decir y hacer lo poco que dijo e hizo? ¿Es pecador el “ADELANTADO” por antonomasia, que es y sigue llamándose el papa Francisco, con referencias a su homónimo el de Asís?

¿Acaso es pecado adelantarse a los tiempos? ¿Fue pecador, por adelantarse a los tiempos, Juan XXIII? ¿Lo fue el Vaticano II? ¿Acaso pudo serlo Juan Pablo I? ¿Es pecador el “ADELANTADO” por antonomasia, que es y sigue llamándose el papa Francisco, con referencias a su homónimo el de Asís?

Como todo problema por grave que sea, -también en el caso de la inexplicable discriminación de la mujer en la Iglesia – lo arregla el diálogo, el citado papa Francisco no se cansa de hacerlo, con estas recientes palabras:” Yo siempre dialogo. Con el diálogo se va hacia adelante. Solo no saben dialogar los animales: ellos son puro instinto”.

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