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Entrevista
Salvador Illa, presidente de la Generalitat

Lucía Ramón: "Nadie como ellas entendieron que la salvación es encarnada, pasa por nuestros cuerpos"

"El racismo, el sexismo y otras formas de exclusión son una negación de la creación de Dios"

"Ellas, las discípulas, no solo le siguieron por los caminos durante su ministerio público, también le acompañaron en sus momentos más trágicos"

"La discriminación de la mujer interpela nuestra aceptación pasiva de la injusticia que supone para la mitad de la humanidad el tener menos oportunidades de vida y de desarrollo por razón de sexo"

"Ellas, que vivieron la experiencia de ser tratadas por Jesús como iguales, nos impulsan a transformar la Iglesia y la sociedad hasta que la igualdad de oportunidades y derechos sea costumbre"

"Gracias, mujeres, por ser las primeras en proclamar la Resurrección" | @nakedpastor

(cristianismeijusticia).- En estos días de Pascua volvemos a los relatos originarios que dan cuenta de la experiencia fundacional de la fe cristiana y los encontramos llenos de discípulas. Mujeres cristianas, amigas de Jesús, que le amaron y le cuidaron hasta el final. Ellas no solo le siguieron por los caminos durante su ministerio público, también le acompañaron en sus momentos más trágicos, al pie de la Cruz, y se atrevieron a desafiar al miedo y la vergüenza pública para amortajarlo.

En una luminosa mañana de primavera María Magdalena, María de Santiago y Salomé caminan hacia el huerto donde reposa el cuerpo de Jesús para ungirlo con sus manos gastadas por los trabajos “serviles” e invisibles de mujeres. Cuántas veces los encuentros de las mujeres con Jesús pasan por la mediación del cuerpo: nutrir, alimentar, dar de beber, lavar, acariciar, sanar y buscar la sanación. Nadie como ellas entendió que la salvación es encarnada, pasa por nuestros cuerpos.

Como muchos otros días se ponen en marcha para seguirle incluso hasta la muerte… Ellas están acostumbradas a soportar el dolor y a encararlo. Caminan decididas a dar el último adiós al maestro, aquel que no temió tocarlas con delicadeza y ternura para restaurar su dignidad herida y sanarlas de todas sus dolencias y que las aceptó como discípulas… Aquel que tantas veces se dejó tocar por ellas y agradeció sus caricias.

Mujeres en la Resurrección

“¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16,3). La pregunta no las detiene, caminan esperando contra toda esperanza. A menudo las mujeres confían en la vida hasta en las peores circunstancias. No caen en la parálisis ni se dejan atenazar por el miedo y la tristeza cuando parece que todo está perdido. La piedra del sepulcro se interpone entre ellas y el Cristo, aquel que con su Espíritu dilató los horizontes de su vida y su esperanza.

“¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16,3). La pregunta de aquellas mujeres y su anhelo de vida siguen vigentes. Nicole Fischer-Duchamp, responsable del proyecto Cartas Vivas del Consejo Mundial de Iglesias, rememora así el camino recorrido por aquellas mujeres conectándolo con nuestra experiencia: “Totalmente conscientes de ese inamovible obstáculo que las esperaba, las mujeres inician un caminar lleno de esperanza, dispuestas a luchar por la vida, inspiradas por su visión de la comunidad de fe, una iglesia sin exclusiones, fiel, profética, acogedora. La historia de este recorrido se ha repetido muchas veces desde aquella primera mañana de Pascua. Una y otra vez las mujeres han emprendido el camino hacia la muerte, la piedra, la resurrección”.

Como ellas, las mujeres cristianas de todo el mundo hemos iniciado este año una revuelta de las mujeres en la Iglesia, un movimiento en el que resuena ese anhelo de vida, de justicia y de dignidad de las primeras discípulas, nuestras madres. Ellas, que vivieron la experiencia de ser tratadas por Jesús como iguales, nos impulsan a transformar la Iglesia y la sociedad hasta que la igualdad de oportunidades y derechos sea costumbre.

Teresa Pascual: "Me llegan los lloros entrecortados de las hijas de Fátima, madre de 8 hijos, que se esta muriendo en el hospital"

A principios de los noventa, el programa del Consejo Mundial de las Iglesias Cartas Vivas promovió las visitas de equipos ecuménicos a 330 iglesias, 68 consejos nacionales y unos 650 grupos de mujeres para conocer su realidad, alentar su trabajo, y fomentar la solidaridad y el compromiso de las iglesias con ellas. Este programa potenció enormemente la toma de conciencia y la reflexión comunitaria en el ámbito de las iglesias miembros del Consejo Mundial.

Significó el fortalecimiento de proyectos y redes de mujeres y en solidaridad con ellas en todos los ámbitos a través del movimiento ecuménico. Nada de esa envergadura se ha realizado nunca en la Iglesia Católica. Quizás es el momento de hacerlo. Cuando tantas mujeres en el mundo consideran que la Iglesia ha sido y es un obstáculo para la afirmación de la dignidad de las mujeres y sus derechos y para su reconocimiento, cuando la piedra del machismo sigue aplastando a tantas mujeres en la Iglesia, no podemos quedarnos paralizados por la comodidad, el egoísmo o el cansancio. Nos jugamos la credibilidad del Evangelio.

La opresión de las mujeres no es simplemente un asunto sociológico, es también una cuestión teológica, eclesiológica y ecuménica. Tiene que ver con la acogida y el desarrollo del reino de Dios en y entre nosotros. A la luz del Dios de Jesucristo, que nos ha creado tanto a hombres como a mujeres a su imagen, y nos muestra una nueva visión de la humanidad y de las relaciones humanas que la Iglesia está llamada a encarnar, la discriminación de la mujer interpela nuestra aceptación pasiva de la injusticia que supone para la mitad de la humanidad el tener menos oportunidades de vida y de desarrollo por razón de sexo.

"Cuando tantas mujeres en el mundo consideran que la Iglesia ha sido y es un obstáculo para la afirmación de la dignidad de las mujeres y sus derechos y para su reconocimiento, cuando la piedra del machismo sigue aplastando a tantas mujeres en la Iglesia, no podemos quedarnos paralizados por la comodidad, el egoísmo o el cansancio"

Esta discriminación desafía a una Iglesia que ha sido llamada por Jesús a un ministerio de la reconciliación y la profecía. Un ministerio destinado a capacitar, compartir y curar, y a denunciar cualquier forma de opresión que atente contra la dignidad de las personas, también en sus propias estructuras, enseñanzas y prácticas, con el fin de hacer realidad una Iglesia transformada y renovada por la acogida del Reinado de Dios. Una Iglesia en la que participen plenamente tanto hombres como mujeres en todos los ámbitos. Una comunidad regida por relaciones de amor y amistad, y no según el modelo del amo y el esclavo. Una Iglesia en la que se reconozcan y se afirmen las vocaciones de las mujeres llamadas por el Espíritu a la teología y el magisterio, al liderazgo y acompañamiento espiritual y a los diversos ministerios.

Finalmente, es una cuestión ecuménica porque existe una estrecha relación entre la búsqueda de la unidad y la lucha contra la discriminación en la Iglesia y en la sociedad. La unidad querida por Dios para su Iglesia no puede ser únicamente doctrinal. Ello, aunque necesario, no es suficiente. El racismo, el sexismo y otras formas de exclusión son una negación de la creación de Dios y de la redención realizada en Jesucristo. Estas realidades están en contra de la voluntad de Dios y dañan tanto a la Iglesia como las divisiones doctrinales. La búsqueda de la unidad visible de la Iglesia pasa también por derribar todos los muros de la exclusión (Ef 1,14-21). Están en juego el reino de Dios y su justicia.

El cartel de CEDIA Mujer. Cáritas Madrid | Ana Agüi

Os propongo un texto para la reflexión de alguien que vivió intensamente la experiencia de las Cartas Vivas. Es un poema de Irja Askola, pastora de la Iglesia Luterana de Finlandia y Secretaria del Decenio Ecuménico por el Consejo de Iglesias de Europa. Podéis leerlo despacio después de proclamar Jn 20,11-18. Dejad libre la imaginación y los sentidos… Dejad que el texto resuene dentro… ¿Qué os sugiere? ¿qué acciones concretas os inspira?

El camino recorrido por las mujeres

Iban caminando al amanecer

tristeza en el alma

aromas en sus cestas

en medio de su desconsuelo

encontraron fuerzas para actuar

mirra y aloe y bálsamo en sus manos.

En medio de la paralizante realidad

avanzaban

solas en su dolor

juntas en su caminar.

El dolor de los yazidíes | @sergicamara

Las encontramos en nuestro camino

mujeres de ciudades y de aldeas

en cocinas y salones parroquiales

que llevan tristeza en el alma,

pero aromas de vida en sus cestas,

que se afligen, sirven y atienden, cada una en su lugar

pero también avanzan

encontrándose en el camino

cruzándose

en el sendero del huerto de la Pascua

mujeres que, a pesar de todo,

se levantan al amanecer

se lanzan a la vida.

Pero la piedra

la gran piedra

que separa a las mujeres de su amado

que les impide hacer

lo que consideran natural, necesario, imprescindible

… pero el perfume de los aromas es fuerte

y la necesidad de transformar

sus emociones en acción

es evidente.

5 panes y 2 peces

Y la piedra

ocupaba su espíritu.

Se hacía más y más grande

y casi las vencía la aflicción.

Somos demasiado débiles, demasiado pequeñas, demasiado pocas…

El olor de la impotencia y el desamparo

se hacía más fuerte que el perfume de los aromas

y dominaba su espontánea convicción

¿Caminamos en vano?

¿Hemos de tirar nuestros aromas?

¿No es mejor abandonar, y tratar solo de olvidar…?

Las encontramos en nuestro camino

mujeres en conferencias y reuniones

en oficinas y en huertos

cuyo entusiasmo se ha desecado

cuyo compromiso ha sido aniquilado.

Ven la piedra

y solo la piedra.

Han vuelto sobre sus pasos

algunas manos sangraban

la piedra era demasiado pesada,

demasiado resistente, demasiado dura.

Fotograma del film sobre Hildegarda von Bingen

La mañana está llegando al huerto

los rayos del sol naciente iluminan el horizonte

narcisos, azafrán, jazmines,

la vida celebrada en todos sus colores.

Alivia el dolor la belleza

nuevos despertares confortan la tristeza.

Los pasos lentos y el silencio se transforman en

risa y alborozo por el descubrimiento.

¡Venid a ver!

¿Ya lo encontrasteis?

¡Mirad aquí, y aquí

qué gran eclosión!

Encontramos muchos signos de esperanza en nuestro camino

nuevos despertares, renovación y profunda transformación.

Encontramos iglesias, conventos y monasterios

escuelas de teología, consejos y sínodos

donde la fidelidad al Evangelio ha puesto al descubierto

talentos ocultos y ocultos dolores

y donde la fidelidad a la tradición

ha abierto a las mujeres puertas olvidadas.

Sister Corita Kent | Corita Art Center

Quedamos impresionados e impresionadas por los innumerables ministerios ejercidos por las mujeres a las que se reconoce cabalmente

y por la fortaleza y los dones de las mujeres.

Encontramos mujeres y hombres

en albergues y ollas populares

en campamentos de refugiados y centros de orientación

que están aprendiendo a deletrear

en su lucha cotidiana

la palabra “solidaridad”.

Y la piedra fue removida

y el azafrán estaba floreciendo

y el perfume del día era esperanza y alegría.

Las cestas en sus manos, las buenas nuevas en sus corazones

las mujeres apresuraron el regreso

tanto tenían que compartir…

la realidad que cambia la vida

debe comunicarse, difundirse, celebrarse.

Refugiados protegidos por un corredor humanitario

Llenas de vida, plenas

las mujeres corren todo el camino de regreso

rápidos pasos en la escalera,

sin aliento, golpean

a la puerta del aposento alto

ansiosas por compartir todo lo que han visto.

Los discípulos

que habían permanecido encerrados

y sin saber aún

qué había sucedido, qué estaba sucediendo

sólo abrieron la puerta, no su mente.

“Historias sin fundamento…

no les creemos”.

¡Qué golpe!

Quedarse sin aliento ya no era algo físico;

estaban sin aliento en lo profundo de su ser.

No podían creer

que los hombres no creyeran algo

que era tan cierto.

Las lágrimas de tristeza del amanecer se volvieron

lágrimas de rechazo y frustración.

Llorar en tiempos de coronavirus

Y las encontramos en nuestro camino

mujeres en sus ligas y en sus clubes

en encuentros de oración y en escuelas teológicas

en consejos y corredores parroquiales

mujeres que llevan consigo una herida

a quienes un dirigente de la Iglesia les dijo

“Son demasiado emotivas, exageran,

son insoportables”.

Mujeres avergonzadas de sus talentos

porque la jerarquía de la Iglesia les ha dicho

que no saben lo suficiente

que no son teológicamente correctas

y que no acaban de comprender.

Mujeres que perdieron parte de su personalidad

porque un sacerdote les dijo:

“Lo que vieron

no es cierto

y lo que sienten

no es correcto”.

Mujeres que dejaron de florecer

porque nadie cree

lo que les ha sucedido.

Julia Esquivel, profetisa y mística

Pero Pedro se puso en pie

dejó la habitación

¿y si las mujeres tenían razón?

Creencia e incredulidad

esperanza y desesperanza

curiosidad y confusión

todo mezclado

y en el fondo de su espíritu los celos perturbadores:

si las mujeres tenían razón

¿por qué yo no estuve también allí

como primer testigo?

Llega al huerto

y mira.

Ve, siente, sabe ahora

lo que las mujeres querían compartir con él.

Ve con sus propios ojos

que la piedra está removida.

Huele el aroma de las flores

la promesa de nuevos amaneceres

la vida lo saluda en los narcisos.

Sarah Coakley

El sabe

que lo perdí

lo he recuperado

y sin embargo

ya nada es lo mismo

ya no hay sendero, sino todo el prado

ya no hay puertas cerradas, sino estancias abiertas

ya no hay final, sino vida para siempre.

Encontramos a esos hombres en nuestro camino

hombres que querían ver

lo que nosotras las mujeres habíamos descubierto

que compartían la alegría de nuestros hallazgos

que no tenían miedo de nuestras lágrimas

que no se pusieron a la defensiva

cuando reencontramos nuestra fuerza y comenzamos a florecer.

Encontramos hombres en el aposento alto

que estaban cansados y sedientos del perfume de la vida.

Pero también encontramos quienes nos ignoraron, nos culparon.

MISTICISMO 1

Encontramos hombres en el huerto

asombrados por todo lo que veían.

Encontramos hombres

que caminaban con nosotras, que se unieron a nosotras

que querían saber más que se atrevían a preguntar antes de responder

a escuchar antes de enseñar

que corrían el riesgo

de sentir y creer que todo eso era cierto.

Y en el huerto esa mañana de Pascua

María presenció la aparición de Jesús.

Tan solícito como antes

se acercó, y suavemente

comenzó a preguntar

“Mujer ¿por qué lloras?”

En el huerto

encontró a Dios

cuya primera pregunta después de la resurrección

se dirigió a una mujer

afligida en su corazón

sollozante y adolorida.

Resurrección

¡En el momento más profundo del cristianismo

en las primeras horas de la resurrección

hay lugar para una pregunta

hay interés

hay atención para una mujer

que solloza!

Y las encontramos en nuestro camino

números infinitos de mujeres

que estaban sollozando.

Pero nadie les preguntaba por qué lloraban

ni siquiera la Iglesia

que había prometido

imitar a Jesús.

Encontramos a esas mujeres

en oficinas y en albergues de la Iglesia

en hogares y en encuentros de cristianos

mujeres cuyo dolor está oculto, y sin embargo es tan real

mujeres invisibles, olvidadas, ignoradas

mujeres supervivientes

Manifestación en Tegucigalpa

y aquellas cuya historia sigue siendo la de víctimas

mujeres cuyas heridas fueron causadas por un hombre de su iglesia

y cuyo sufrimiento

se justifica por su lealtad a la iglesia

y cuyos labios siguen apretados

por consejo de un pastor.

Encontramos a esas mujeres

en cada país y en cada iglesia.

Y comprendimos que

la violencia contra las mujeres

existe en medio de nosotros mismos.

Y en el huerto

María, Salomé y Juana

Pedro y los demás

recuerdan, comienzan a recordar

y saben

Tenemos que dejar el huerto.

No podemos rendir culto a un sepulcro vacío.

El Señor resucitado ya está camino a Galilea

esperándonos con la promesa

llamándonos a actuar…

La ex-monja Doris Reisinger

Y los encontramos en nuestro camino

mujeres y hombres

que saben

que es hora de actuar

las cestas llenas de narcisos y azafrán

los corazones llenos de entusiasmo y visiones

que cantan la canción de la vida

recordando a quienes se fueron antes que nosotros

celebrando a quienes caminan con nosotros

bendiciendo a quienes vendrán después de nosotros

contando una y otra vez

la historia de la piedra ya removida.

Presentación de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia

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