Por favor, déjate ser Propósitos para despertar al "mejor yo"

La mente, el “yo” que runrunea dentro de mí, no es mi verdadero yo
No hay varios amores, sino un solo amor. Soy amor, soy una chispa de un globo de fuego que gira sin parar. Cuando tomo conciencia de pertenecer a ese fuego, despierto. Dejo de ser el protagonista del amor para ser simplemente amor.
Solo soy un ser frágil, hecho de tiempo y provisionalidad. Me convendría reírme un poco de mí mismo y de todo
Solo soy un ser frágil, hecho de tiempo y provisionalidad. Me convendría reírme un poco de mí mismo y de todo
| Pedro Miguel Lamet
Ofrezco unos propósitos de verano, que me hago a mí mismo y que se pueden llevar a cabo en cualquier lugar del mundo, con dinero y sin dinero, solos o acompañados, tristes o alegres, con ganas y sin ganas. Solo hace falta una condición previa: estar atento y mirarme un poco desde fuera para verme como realmente soy.
1. No le daré vueltas al coco. La mente, el “yo” que runrunea dentro de mí, no es mi verdadero yo. Es un escarabajo pelotero que se refocila en la negatividad. Pero tampoco conviene luchar con él, porque es peor. Hay que tratarle como a un niño al que se le da la papilla: “Mira, un avión”. Respiraciones, mantras, concentrarse en otra cosa, como un trabajo manual, lectura, peli o paseo, ayudan.
2. Mirar es mirar. No viajar por la vida como turista apresurado tirando fotos a golpe de cicerone. Ser contemplativo es dejarse atrapar por el detalle. Un árbol no es verde, sino muchas tonalidades de verde. Una casa derruida no es solo escombros, sugiere historias. Un paisaje, una flor, ocultan vibraciones infinitas. Mirar no es ver, es dejarse mirar por el misterio de lo que ves.
3. La soledad no es una tragedia, sino una oportunidad. No te compadezcas, respira, no estás en realidad solo. Cierra los ojos. Desde dentro puedes armonizarte con el Todo desde el silencio. No dejes que el yo arruine la presencia que habitas en el ahora.
4. Yo soy. Un “yo soy” que conecta con un Ser interior al que pertenezco. Al decir “yo soy” mientras respiro, conecto con un rescoldo interior que ya soy ahora mismo y que quita todos los miedos, que proceden del pasado (ya no existe) o de adelantarme el futuro (que ignoro cómo va a ser).
5. No pienses. No pensar es bueno, si taladra las capas de la cebolla que somos (estructuras, culpabilidades, recuerdos perturbadores, aversiones encastilladas). ¿Se puede no pensar? A ratos, en el trabajo, cuando se toman decisiones, hace falta pensar, claro. Pero dejar de pensar antes de pensar (con meditación, contemplación, atención en la belleza, arte, silencio, andar conscientes) limpia, lo que permite decidir bien.
6. Sonríe. El auténtico humor distancia de las cosas, las relativiza. Reírme de mí mismo, me despoja del protagonismo: ¿Eres realmente un gran empresario, una chica guapa, un escritor de éxito, un político importante, el centro de tu casa, un pobretón, ese ego centro del universo? Solo soy un ser frágil, hecho de tiempo y provisionalidad. Me convendría reírme un poco de mí mismo y de todo. ¿Soy un loco? No, soy don Quijote. ¿Soy un vagabundo sin éxito? No, soy Charlot. ¿Soy un ser perdido en la terrible sociedad del telediario? No, soy parte de un todo, del que solo veo parte y por eso sonrío.
7. Espera. Al mirar la naturaleza este verano, aunque sea en el parque de la esquina, observo que la flor al morir se vuelve semilla de otra flor, el gorrión, tan chico, es un ser completo con una maravillosa función (estar ahí), la lluvia vuelve al cielo y la misteriosa hormiga sigue su camino. Es, sin que se pueda racionalizar del todo su por qué. Hay muerte, pero no todo acaba en la muerte. Mi intuición y la experiencia cósmica me dicen que soy vida y que nada se pierde. Cuando respiro en este instante, este ahora, soy un ser que espera, soy esperanza en un más que late dentro de mí.
8. Cree. ¿Creer es pertenecer a una religión, cumplir unos mandamientos, unos ritos, unas normas cerradas? No; creer es descubrir “el otro lado” de las cosas, la sugerencia que sugiere el poema, el sabor a más que deja la buena música, el infinito que hay en los ojos de un niño, un beso de amor, un gesto de solidaridad, el último hálito de un muerto, el deje enrojecido de un crepúsculo. Si quieres, no le llames Dios, ni lo ates a ningún código, ni lo relaciones con ningún recuerdo de infancia, y sobre todo, por favor, no le tengas miedo. Desde luego, no se trata de “un tío grande” que te vaya a castigar o premiar como un maestro de escuela desde allí arriba. Entre otras cosas, porque si tú no fueras un “cachito” de Dios, Dios no sería Dios porque no sería infinito. Por definición, no es abarcable. Pero tan cercano e indefinible como la luz de una simple mirada. No se puede probar lo que ya en cierto sentido eres.
9. Ama. ¡Menuda palabra! Desprestigiada, vilipendiada, publicitada, manoseada. Pero razón de nuestra vida, centella universal que nos habita, sentido de todo el fluir, de todos los ríos que van a la mar. “Ama y haz lo que quieras” (San Agustín). No hay varios amores, sino un solo amor. Soy amor, soy una chispa de un globo de fuego que gira sin parar. Cuando tomo conciencia de pertenecer a ese fuego, despierto. Dejo de ser el protagonista del amor para ser simplemente amor. Todos los “amores” de este mundo –materno, filial, conyugal, fraternal, de amistad, de caridad- no son sino el mismo Amor en distintas versiones más o menos gratuitas. Basta que cada día ames algo de verdad y eres libre. Pero sin voluntarismo. Dejando que tu fuego participe del gran Fuego que hace girar al mundo y a ti con él.
10. Y, por favor, déjate ser. Este es el mejor propósito. No creas que tienes el timón. Tu única responsabilidad es no hacer caso al “yo pequeño” y dar un solo paso: conectar con lo que ya eres sin saberlo a través de un poco de silencio. “Siéntate en tu cielo interior y deja a la hierba crecer”. “Sé tú mismo y deja que las cosas sucedan”. Es lo contrario de la pasividad. Al ser tú mismo, partícula de amor, y vivirlo, ya estás cambiando el mundo al hacerlo despertar. Jesús solo vino a eso, a enseñarnos que ser hombre es ser amor