Un funeral que da paz

Acabo de verlo en directo y he de reconocer que me ha gustado. Primero por su sobriedad tanto en la liturgia como en los cantos que lo han acompañado. Segundo porque nos viene bien ver a todo el país reencontrado en el punto focal de un presidente que logró reconciliar a los españoles. Allí estaban los tres presidentes de la democracia además del actual. Allí, los presidentes Urcullo y Mas entre otros representantes de las demás comunidades. Y tercero por la homilía de Rouco que esta vez ha estado a tono con el acto, la persona del difunto y los deseos creo que de la mayoría de los españoles.
El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, ha instado a extraer consecuencias de la vida de Suárez “mirando al bien de España, a su presente y a su futuro”, antes de afirmar: “La concordia fue posible con él; ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas?” . Y añadió:”Buscó y practicó tenaz y generosamente la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar”. E insistía a seguir el ejemplo de Suárez para garantizar la concordia de los españoles “y sus comunidades históricas” y superar las actitudes que “pueden causar” una guerra civil.
Creo que es lo menos que se puede pedir en estos momentos, aunque quizás Rouco se ha pasado un pelín en su última afirmación de peligro de una guerra civil.
Me impresionaba ver a la familia de Suárez concentrada en una oración, dando testimonio de la fe de su padre y de la suya. Parecía como si en un movimiento de moviola regresábamos a un pasado donde fue posible el diálogo. Supongo que después todos retronarán a sus batallitas preelectorales, soberanistas, jurídicas y cicateras, como la del ministro Montoro, negando a Cáritas que hay niños pobres en este país. Tampoco me pareció de recibo la presencia de Obiang, el sanguinario presidente de Guinea. Cosas de la política. Pero en conjunto esta imagen nos da paz. A creyentes e increyentes. Quizás porque por encima de las diferencias se ha producido como un paréntesis ante el impacto siempre inspirador de la muerte de un ser humano grande, y porque el marco de una catedral, el rito, la música y el silencio pueden hacer reflexionar y entrar en otra dimensión a cualquiera. Es un hecho, toda España, al menos durante una hora, estaba allí.