El ahora abre al infinito
El tiempo no es oro
El ahora abre al infinito
Ni el tiempo es oro, como dicen los ingleses, ni el tiempo existe en realidad.
Nosotros somos el tiempo, los que le prestamos su densidad, su efectividad, su dolor o alegría.
Más que “un tiempo para cada cosa”, como dice el Eclesiastés, hay un “hombre para cada tiempo”, porque el reloj que funciona es el interior.
Por eso tampoco es fuera, sino dentro, donde hace buen o mal tiempo. Dominado o drogado por su reloj tirano (ganar dinero, tener cosas, éxito y placer o lo que cree que es placer), el hombre de hoy no parece tener tiempo para nada. Su ritmo corre tan apresurado que no deglute la vida, la vida se lo come a él.
Los filósofos aseguran que el tiempo es un ente de razón. Pero basta con echar una ojeada a una aldea de montaña o pueblo perdido de pescadores y comparar su tiempo con el de Wall Street o del Metro de Sol a una hora punta para percibir la diferencia.
El hombre de las redes sociales, el móvil, el ordenador portátil, el lunch, la huida del fin de semana, piensa que está conquistando su vida. El crac de la economía de mercado es como un termómetro de su absurda carrera hasta convertir por ambición el dinero en virtual, en nada.
Respira y conecta con el no tiempo.
Ese instante, ese “ahora” te abre al infinito, dondequiera que estés.
Esa es nuestra naturaleza real, la que permanecerá cuando acabe esta película o apariencia de la vida.
También te puede interesar
El ahora abre al infinito
El tiempo no es oro
¡Feliz Navidad!
Más que nunca, paz
La intuición une, la lógica divide
Mirar es renacer
Pequeñas meditaciones
Diez píldoras de Adviento
Lo último