La esperanza en un destino que acoge lo provisorio Cristo Rey: la Subversión Escatológica de la Misericordia
Cristo Rey del Universo es un manifiesto escatológico radical que desafía las estructuras de poder mundanas basadas en la dominación, el capital y la soberbia. Su trono es la cruz y su corona son espinas, que subvierte todas las lógicas humanas de poder y prestigio. Su Reino derriba los sistemas de exclusión y rehabilita la dignidad de los descartados y sus samaritanos.
Es crítica de los “imperios” de dominación, como el económico, con su "cultura del descarte" donde la ganancia ultraja la dignidad humana, o el político e ideológico, que sacrifica la persona por abstracciones absolutistas. Incluso critica el peligro del "imperio religioso" en el que el prestigio académico teológico y la autoridad clerical usurpan el lugar del Dios Encarnado entre las víctimas.
El acto fundacional de este Reino es la cruz, un escándalo que desafía la lógica mundana. Cristo, el Rey crucificado, no viene a ser servido sino a servir, a solidarizarse con los oprimidos. La cruz se convierte en el acto político definitivo donde Dios, al identificarse con los condenados, derrota la injusticia, el pecado y la muerte, transformando toda opresión en redención.
La solemnidad de Cristo Rey culmina en un acto cósmico de alabanza que desmantela las representaciones falsas de la fe. No es glorificación triunfalista, sino plenitud desde las periferias. Este Reino se realiza en gestos concretos de justicia y compasión, llama a la conversión y la esperanza activa en un mundo más justo y clama hasta el final ¡Ven Señor Jesús!.
El acto fundacional de este Reino es la cruz, un escándalo que desafía la lógica mundana. Cristo, el Rey crucificado, no viene a ser servido sino a servir, a solidarizarse con los oprimidos. La cruz se convierte en el acto político definitivo donde Dios, al identificarse con los condenados, derrota la injusticia, el pecado y la muerte, transformando toda opresión en redención.
La solemnidad de Cristo Rey culmina en un acto cósmico de alabanza que desmantela las representaciones falsas de la fe. No es glorificación triunfalista, sino plenitud desde las periferias. Este Reino se realiza en gestos concretos de justicia y compasión, llama a la conversión y la esperanza activa en un mundo más justo y clama hasta el final ¡Ven Señor Jesús!.
Introducción: Un Reino que Desafía todos los reinos de la tierra
En un mundo marcado por la lógica de la dominación y la soberbia, donde el poder se mide en capital, influencia y seguidores, la solemnidad de Cristo Rey del Universo irrumpe como un manifiesto escatológico radical. Una Utopía que ya ha comenzado a cumplirse en aquellos que lo siguen y traen esperanza verdadera en un mundo injusto hasta los tuétanos.
No es la consagración de un monarca al estilo de este mundo, es la proclamación de un destino final donde “toda dominación y vanidad” serán destruidos (1 Cor 15, 24). Es la fiesta de la paradoja divina: el Rey cuyo trono es la cruz, su corona es de espinas y su cetro es el perdón.
Esta celebración es una crítica profética a todas las construcciones humanas de poder, prestigio y exclusión, y la rehabilitación definitiva de los pobres y humillados de la tierra, que junto con sus samaritanos, son los auténticos ciudadanos de este Reino al revés.
Es preciso desentrañar las implicaciones subversivas de la realeza de Cristo, interpretándola como el horizonte escatológico que juzga y redime la historia. Cristo Rey desmonta los elitismos políticos, económicos, religiosos y culturales, para revelarse, en última instancia, como la “liturgia del universo” que canta el Magníficat de Dios.
La Anatomía de los Reinos de Este Mundo: Elitismo e Idolatría del Poder
Algo que nos ayuda a comprender el Reino de Cristo, es el diagnóstico sobre algunos los “reinos” de pies de barro que Él denuncia. Actualmente vivimos domesticados por un mosaico de sistemas tiránicos de dominación entrelazados:
El Imperio Económico: sistema con una “economía que mata”, excluye mayorías y crea una “cultura del descarte” (Francisco). Su “fundamentalismo financiero” “adora su ídolo, el dinero, y le ofrece sacrificios humanos” (Evangelii Gaudium). La brecha entre una élite opulenta y multitudes sumidas en la pobreza y migraciones no es un accidente, sino el resultado estructural de este reino, que venera la ganancia inmediata de pocos sobre la dignidad de muchos.
El Imperio Político e Ideológico:Las ideologías, de izquierda, derecha o trascendentalistas, suelen construir sus propios absolutos, sacrificando al ser humano concreto en el altar de una utopía abstracta ya sea que esta se encuentre en el futuro (marxismo), en el presente (mercado) o fuera del mundo (budismo) (vb.Catolicismo, V. Balthasar). El filósofo Emmanuel Lévinas nos previno contra la “totalidad” de los sistemas que anulan la singularidad del rostro del Otro por una espera inconsistente, sin tierra prometida ni ná de ná, solo poesía. Los nacionalismos excluyentes, los populismos y los autoritarismos son expresiones políticas de este impulso totalizador que la Realeza de Cristo transforma mediante su Encarnación, Pascua, Ascensión y segunda Venida… Lo más peligroso es el daño que causan con sus intolerancias y moralismos que encorsetan la realidad en sus "ideas geniales" y demonizan al adversario.
El Imperio Religioso:Dentro de la Iglesia existe el peligro de construir un "imperio religioso" basado en una pureza ritual gestionada por el poder clerical, como denuncia Gustavo Gutiérrez. Esta "religiosidad alienante" se desconecta de la justicia y de los pobres, defendiendo doctrinas mientras ignora el sufrimiento humano. Jesús criticó a los fariseos por imponer cargas pesadas sin ayudar, revelando la hipocresía de una fe vacía, aliada del poder y susceptible a abusos. Mientras Jesús pone "lo sagrado" en las personas, el clericalismo las somete al templo, donde puede controlarlas. Esta actitud también puede darse en el ámbito académico-teológico, cuando el conocimiento es medio para legitimar jerarquías intelectuales alejadas de la cruz. La vanidad de buscar títulos y distinciones olvida que: "Uno solo es su Maestro, el Cristo, y el mayor será el servidor" (Mt 23,8). La vocación de la Iglesia es ser una comunidad de siervos, donde la autoridad es servicio y la enseñanza, testimonio que contagia, no de poder que somete.
El Imperio Cultural y Recreativo:El elitismo no es solo económico; también es simbólico. El turismo ostentoso que convierte culturas en zoológicos, el deporte de élite que genera ídolos multimillonarios y las modas que establecen jerarquías de prestigio son micro-reinos donde se juegan dinámicas de inclusión y exclusión. Como escribió Dostoievski en Los hermanos Karamázov, “el hombre, mientras conserve su libertad, se afana sin descanso en inventar ídolos para adorarlos”. Estos ídolos modernos son tan seductores y opresivos como los antiguos.
Frente a esta constelación de poderes que no hace más que reciclarse en el tiempo, la realeza de Cristo no es un poder más que compite, sino la subversión de todo poder humano en la kénosis del Dios hecho hombre, que no vino a ser servido sino a servir y dar la vida (Mt 20,28 y Mc 10,45). Jesús se ha hecho poder de los que “nunca pueden”.
La Subversión de la Cruz: El Rey que Sirve y se Solidariza
El evento fundacional del Reino de Cristo no es una coronación en un palacio, sino la ejecución en una cruz. Este es el scándalon, la locura divina que desmonta toda lógica mundana de gobierno. “Jesús nos revela que Dios es amor, nos revela un estilo divino, que es el servicio, y nos enseña que la plenitud del hombre está en darse a los demás” (Francisco).
Aquí reside el núcleo de la fiesta. Cristo no vino a ser servido, sino a servir (Marcos 10, 45). Su realeza se ejerce a través de la kenosis, el vaciamiento, la solidaridad radical con los que sufren. La teóloga brasileña ecofeminista Ivone Gebara lo explica: el Dios de Jesús es el poder-de-la-relación, no el poder-de-la-dominación. Es el poder que se manifiesta en la compasión (del latín cum-passio, sufrir con), no en la coerción.
Por eso, la cruz no es un accidente trágico, sino el acto político definitivo. En ella, el sistema de injusticia del mundo (Imperio y autoridades religiosas) hace su peor jugada, y Dios la responde con el perdón y la resurrección. En la cruz “Dios se identifica con los condenados de la tierra” (Moltmann). Cristo, el Rey crucificado, es la máxima solidaridad divina con toda víctima de cualquier sistema de opresión. Al vencer el pecado y la muerte, vence toda injusticia que de ellos deriva y representa la totalidad de la humanidad.
El Magníficat Escatológico: La Fiesta de los Pobres como Juicio de los Poderosos
Si la cruz es el acto de fundación, el Magníficat de María es su himno programático y profético. “Derribó a los poderosos de sus tronos y enalteció a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los ricos los despidió vacíos” (Lucas 1,52-53). La solemnidad de Cristo Rey es la celebración de que este canto llega a su plenitud escatológica. No es un simple cambio de roles, sino la instauración de un orden nuevo donde la lógica de la soberbia y la acumulación es abolida.
Este es el “destino escatológico de la humanidad” del que habla la teología. Un destino donde las categorías de prestigio, raza, clase o nacionalidad pierden su poder divisor. San Pablo lo entendió perfectamente: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 28). La fiesta de Cristo Rey es la antítesis de toda discriminación.
Por ello, los pobres son los heraldos naturales de este Reino. Los que no tienen ya nada que perder en los reinos de este mundo, son los que pueden reconocer con autenticidad al Rey que nació en un pesebre. Jon Sobrino lo llama la “hermenéutica de los ojos golpeados”: es desde la realidad de los crucificados de la historia desde donde se comprende mejor al Dios crucificado y resucitado.
Cuando los habitantes de las periferias existenciales aclaman a Cristo Rey, no están legitimando un poder eclesiástico, sino celebrando la caída de los ídolos que los oprimen, incluso de los mercaderes del templo.
Hacia una Liturgia del Universo: Derribando Toda Representación Interesada
La soberanía de Cristo no repite una glorificación abstracta y triunfalista como hace la religión integrista, preocupada por los espacios de poder. Al contrario, se presenta como la "liturgia del universo", un acto cósmico en el que toda la creación, liberada de la corrupción, alaba a su Creador.
Cristo Rey es el juicio sobre todas las representaciones religiosas interesadas y falsas, aquellas que reducen la fe a ritualismo vacío, moralismo superficial o manipulación de conciencias. Es una liturgia que no celebra la pompa de los poderes terrenales, sino que subraya la humillación del Cristo crucificado, cuya realeza es identificarse y servir a los últimos… sin que nadie se pierda.
La santidad a la que nos llama Cristo Rey no es una escapatoria del mundo, sino una inmersión samaritana en sus periferias, denunciando la muerte y proclamando la vida. En palabras de Francisco, esta fiesta es una llamada a una “Iglesia en salida”, que se ensucia las manos en el servicio a los pobres y a los marginados, llevando la luz de un Reino que no es de este mundo, pero que se realiza en los gestos concretos de justicia y compasión.
Conclusión: Esperanza Activa en el Rey crucificado
La solemnidad de Cristo Rey no es un consuelo piadoso para el fin del año litúrgico. Es una llamada urgente a la conversión y una inyección de esperanza activa para los que luchan por un mundo más justo. Nos invita a descreer de los césares de turno, de los gurúes de mercado y de los mesías nacionalistas y xenófobos, para depositar nuestra fe únicamente en Aquel cuyo poder es el amor y cuyo gobierno es el servicio.
Mientras tanto, cada Eucaristía, cada gesto de solidaridad, cada lucha por la dignidad, es un acto de adhesión a este Rey y un anticipo de su Reino sin fin, donde por fin se cumplirá la promesa: “He aquí que yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21, 5). ¡ Ven Señor Jesús !.
poliedroyperiferia@gmail.com
Bibliografía inspiracional:
- Francisco, Papa.Evangelii Gaudium (2013). esencial para entender la crítica del Papa Francisco al "fundamentalismo financiero" y la "economía que mata", elementos claves del diagnóstico sobre el "imperio económico" en el artículo. Refuerza la idea de que la realeza de Cristo subraya la dignidad humana frente a las estructuras de poder y riqueza.
- Gutiérrez, Gustavo.Teología de la liberación: Perspectivas (1971). aborda cómo la fe cristiana debe situarse del lado de los pobres y oprimidos. Obra fundamental para entender la crítica a una Iglesia desconectada de la realidad histórica y de los pobres, que se refleja al tratar el "imperio religioso" y el clericalismo.
- Moltmann, Jürgen.Teología de la esperanza (1964). discute el Reino de Dios y la esperanza escatológica, proporcionando un marco para entender la cruz como el acto político definitivo. Esta obra es clave cuando se habla de la subversión de la cruz y la solidaridad divina con las víctimas de los sistemas opresivos.
- Sobrino, Jon.La cruz de Cristo y los pobres (1993). central en la teología de la liberación, abordando cómo la cruz de Cristo se relaciona con los "crucificados" de la historia. Ayuda a comprendeer cómo los pobres son los verdaderos heraldos del Reino y cómo la hermenéutica de la cruz se forma desde las periferias existenciales.
- Lévinas, Emmanuel.Totalidad e Infinito (1961). crítica filosófica a los sistemas totalizantes, usado para la crítica del "imperio político e ideológico" en el artículo. Su idea de la ética de la alteridad ayuda a comprender cómo las ideologías políticas pueden anular la singularidad del otro, que es un punto clave de la reflexión sobre el Reino de Cristo.
- Gebara, Ivone.El poder-de-la-relación: Reflexiones sobre el Dios de Jesús (2002). su teología ecofeminista integra la idea de que el Dios de Jesús es el poder-de-la-relación y no el poder-de-la-dominación. Su enfoque subraya el poder que se manifiesta en la compasión, esencial para comprender la realeza de Cristo como servicio.
- Dostoievski, Fiódor.Los hermanos Karamázov (1880). aporta una perspectiva literaria y filosófica para entender cómo las sociedades contemporáneas crean nuevos ídolos. Su obra sirve como un soporte para reflexionar sobre la idolatría del poder en diversas formas, incluido el "imperio cultural y recreativo".
- Pablo VI, Papa.Populorum Progressio (1967). aborda los problemas de la injusticia económica y social y la necesidad de una auténtica promoción de los pueblos. La visión de la Iglesia sobre la justicia social refuerza la crítica contra los sistemas económicos opresivos.
- Gálatas 3:28. refuerza la visión escatológica del Reino de Cristo, que derrumba las categorías humanas de raza, clase y género. Es un fundamento bíblico esencial para la propuesta de un orden nuevo donde todas las divisiones sociales son abolidas.
- Casaldáliga, Pedro.Grito de los pobres (1991). inspira la visión profética del artículo sobre la esperanza activa y la lucha por la justicia. Sus escritos son cruciales para comprender la dimensión escatológica del Reino de Cristo como liberador de los oprimidos.