El hace proezas con su brazo Inmaculada para derribar a los poderosos y enaltecer a los humildes

Inmaculada para derribar a los poderosos y enaltecer a los humildes
Inmaculada para derribar a los poderosos y enaltecer a los humildes

María cantó  con alegría el reconocimiento de Aquel de quien provienen todos los talentos y también cuál era la lógica por la cual Él da talentos: para “derribar a los poderosos de sus tronos y enaltecer a los humildes, colmar de bienes a los bienaventurados hambrientos y despedir a los ricos epulones con las manos vacías…”(Lc 1,46)

En esta mujer de Pueblo, nombrada nuestra madre al pié de la cruz, nos sentimos comprendidos. Eso se llama"personalidad corporativa", es la que el pueblo reconoce en algunos de los suyos como lo más representativo, lo más esencial de lo que son y lo que aspiran llegar a ser.

María fue Inmaculada para amar, no para regodearse en una característica extraordinaria. Tampoco es una superheroína a lo Marvel, con poderes extraordinarios para combatir el mal. Es humana, plenamente humana, no hace magia. María hace cristianismo, que se teje en la cotidianeidad

Un pedido final: inviten a la María real, al Sínodo. No la que han petrificado en estatuas y devociones domesticadoras. Escuchen a las Inmaculadas del Pueblo, las que sufren por amar, las que lo representan y ya colaboran en su salvación más allá de las instituciones e ideologías.

María, la identidad del pueblo creyente

Desde sus comienzos, el pueblo cristiano reconoció en María un ser especial. Vio en ella una humanidad transformada por el Amor de Dios. Una referencia para esperar y caminar, una compañía para recorrer el camino a la resurrección total. Ésta sí que es una de los nuestros, desde el pesebre a la dura inmigración en Egipto, desde la ternura familiar de Nazareth al sacrificio injusto de su hijo Dios, desde la experiencia de ese dolor a la alegría de la Resurrección que es más fuerte que la indiferencia humana.

Ella creyó contra toda esperanza y terminó constatando que todo aquello que esperaba, se cumplía. Una mujer que leía en la realidad lo que el Dios eterno escribía con hechos cotidianos. Una adelantada de la humanidad propuesta por Dios al ser humano libre. ¡Cómo no amar a alguien tan cercana, tan como nosotros, pero sin esas veleidades egoístas que nos distraen y deshumanizan!

María es la creyente y buena samaritana compasiva sin fisura, no "trabajaba" de "buena", por apariencia, por obligación, por proselitismo, por premio, por postureo. El Pueblo percibe esa transparencia de servidora, de vivir para la Gloria de Dios, que es la salvación de los pobres, asociados por su Hijo en su Cruz.

De allí la devoción a esta mujer preservada de nuestra inhumanidad habitual. En esta mujer de Pueblo, nombrada nuestra madre al pié de la cruz, nos sentimos comprendidos. Eso se llama"personalidad corporativa", es la que el pueblo reconoce en algunos de los suyos como lo más representativo, lo más esencial de lo que son y lo que aspiran llegar a ser. María, como ninguna, representa el sentir del Pueblo.

María es Pueblo en el sentido enunciado por el papa Francisco: "Cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona. Pueblo y persona son términos correlativos. Sin embargo, hoy se pretende reducir las personas a individuos, fácilmente dominables por poderes que miran a intereses espurios". (FT 182) El don de ser Inmaculada está en función de esta pertenencia, no es un hecho individualista y aislado...para ser "adorado" como cosa rara.

madre inmaculada de los pobres

El mérito de María

Inmaculada significa que María fue preservada de las limitaciones inhumanas con las cuales todos nacemos. Esa limitación estructural llamada pecado original fue transformada en Gracia estructural por los méritos de la misión de su Hijo. Por eso Inmaculada no debe leerse como "no pecado" sino como "sí a la Gracia y Misericordia". "No pecar" no es el objetivo de la vida, sino una consecuencia del que ama con el Amor de Dios.

Pero como todo talento que Dios da, no es para un uso egoísta y narcisista sino para ponerlo humildemente al servicio del Amor, al servicio de los demás, de la sociedad, de los vulnerables y descartados. La finalidad del cristianismo no es "portarse bien", ni siquiera "no hacer las cosas mal", sino hacer el bien, poner amor donde no lo hay, paz donde hay guerra, etc., como dice la oración de San Francisco. Eso de "a mi no me corresponde" frente al dolor del prójimo es de fariseos que solo "cumplen", no de Jesús, que lo da todo.

El gran engaño de las concepciones meritocráticas actuales es pensar que todo lo hacemos nosotros y para nosotros. Que no contabilizamos todo lo que hemos recibido de Dios y los demás a lo largo del tiempo, para que sea posible un poco de creatividad en el momento adecuado. Creer en el que "yo me lo gané" es la gran mentira de la época individualista, que hace imposible un Pueblo de hermanos. Los grandes inventos, el gran desarrollo del derecho y del pensamiento no nacieron como repollos. Son fruto del trabajo sobre dones recibidos a lo largo de siglos. El "he aquí la servidora del Señor", es la respuesta adecuada al don, es el verdadero mérito.

María fue Inmaculada para amar, no para regodearse en una característica extraordinaria. Tampoco es una superheroína a lo Marvel, con poderes extraordinarios para combatir el mal. Es humana, plenamente humana, no hace magia. María hace cristianismo, que se teje en la cotidianeidad, ese que se alegra con las cosas sencillas y no está siempre pensando que “recién estará feliz” cuando tenga esto o alcance aquello…como hacemos los demás. Irradia la misericordia de su Hijo a los bienaventurados (y a los que los sirven), para los cuales Él vino.

No somos todos iguales, hay millones de desigualados en este mundo y no podemos comenzar a hablar de “hermanos” si no los sacamos de esa situación. María, tan desigual por su talento único al nacer, se hizo igual al multiplicarlo en lo más íntimo del corazón y la vida de los humanos. En ella descubrimos el buen uso de los talentos para construir un mundo fraterno.

Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes

María cantó humilde y con alegría el reconocimiento de Aquel de quien provienen todos los talentos y cantó también cuál era la lógica por la cual Él da talentos: para “derribar a los poderosos de sus tronos y enaltecer a los humildes, colmar de bienes a los hambrientos y despedir a los ricos con las manos vacías…” (MAGNIFICAT, Lc 1, 46-55).

De este modo se adelantó a su Hijo, el Dios-hombre para los demás, cuando éste proclama las bienaventuranzas: ellas también proclaman el triunfo final de los hambrientos y los que sufren mientras condena a los soberbios y los que viven para sí mismos (Lc 6, 20-26).

Cuando aprenderemos de María que los protagonistas  del Plan de Dios son los tandems bienaventurados-samaritanos; hijo pródigo-Padre misericordioso; auténticos o fariseos...y que el Juicio final es Mt 25, lo que hacemos por el pobre, lo hacemos por Jesús, seamos de la religión, partido político, condición social, raza, etc....que seamos.

derriba a los poderosos

Unirnos a María nos ayuda a esperar en este mundo que se ha cansado de esperar y en su ansiedad noógena, fabrica becerros de oro para ofrecerle culto y sacrificios humanos. La inmediatez del tener, el poder y el placer individual, cierran la perspectiva del Reino de Dios y su Justicia, que quiere incluir a todos los humanos y se toma su tiempo. Los hábitos consumistas, ostentosos, el fomento de privilegios e instituciones que los justifican, el postureo permanente en las redes sociales que nos deja huecos.

María es cercanía en una cultura tan individualista, es interés por quienes a nadie le interesa: los nadie. Su mirada de Madre de Jesús se extiende hasta el último de sus hijos consagrados en la Cruz de su Hijo y junto con esa misma Cruz.

La manipulación de la devoción a María

El sacrilegio es hacer de María un ídolo de resignación ante los sistemas intrínsecamente injustos. Es disfrazarla con imágenes estáticas, amuletos de “buena suerte”, un chirimbolo más de la inmensa cantidad de supersticiones sentimentales para manipular lo divino. Un diseño de piedad domesticadora inculcada por el clericalismo dominante. O un estandarte para hacer perimidas “cruzadas” contra los que nos critican…tantas veces justamente.

Es convertir a María en una distracción piadosa para que el Evangelio se quede quietecito y no interfiera transformando el mundo en otra cosa que no sea una máquina “legal” de acumular riqueza. Si este es un mundo perfecto como creen los pocos que están muy bien, para qué lo vamos a cambiar. Si hay problemas climáticos por el excesivo consumo, ya se inventará algo. Si hay pobres, ya se “derramará” el progreso hacia ellos, como ya lo ha hecho con cuentagotas para que no se quejen. Basta con dar unos mendrugos tecnológicos a los miserables para que se entretengan, y rezar unas oraciones "tradicionales".

Es el papel que los poderosos han asignado a la religión: una pata piadosa de un sistema inhumano que mata.  En el mundo burgués occidental, la religión puede llegar a admitirse como “ornamental”, “de museo”, nunca como sustancial, porque esto implicaría cambios en las estructuras de pecado manejadas por su “mano invisible” del mercado sin límites.

Invitad a María al Sínodo

Propongo que inviten a la María real, al Sínodo. Que la inviten a formar parte real de la Iglesia y no allá arriba en estatuas con coronas de oro y otras chorradas pietistas. Que la admitan casada con sus sacerdotes, falsamente inmaculados con sus celibatos artificiales, signos de fraudulento poder sacral, una estafa que ni los resultados de la pederastia pandémica logra modificar. Decenas de miles de esposas de valientes sacerdotes casados que siguieron el camino de Cristo y recibieron con ellos el escarnio, la maledicencia y el silencio para enterrarlos en vida.

Que la inviten en las explotadas kellis, explotadas mucamas a destajo de la poderosa industria turística. Que inviten en las migrantes que hacen colas interminables para que les den un papel para trabajar legalmente…en trabajos que nadie quiere. Que la inviten en las mujeres golpeadas a quienes ninguna ideología parlanchina protege de verdad. Que la inviten en las miles de monjitas y mujeres de parroquias, usadas y abusadas como esclavas por arrogantes clérigos que no se saben coser un botón porque se creen de una casta superior.

Un pedido final: inviten a la María real, al Sínodo. No la que han petrificado en estatuas y devociones domesticadoras. Escuchen a las Inmaculadas del Pueblo, las que sufren por amar, las que lo representan y ya colaboran en su salvación más allá de las instituciones e ideologías.

poliedroyperiferia@gmail.com

Volver arriba