Jesús: la compasión que cambia el mundo

Jesús: la compasión que cambia el mundo
Jesús: la compasión que cambia el mundo

En este “mundo feliz” para pocos y de terror para muchos, existen también rostros nómades tocados por la Misericordia, pero que no encuentran donde apoyar su cabeza y que están como ovejas sin pastor. Solitarios con vocación comunitaria que gimen por un nuevo parto místico y fraterno de la humanidad.

hace falta una nueva era axial que, asumiendo el bagaje de progreso unilateral de la modernidad, nos ayude a recalcular el destino eco-social humano. Las llamadas “espiritualidades de la compasión”, que han proliferado como hongos en nuestra época, van en este sentido y son una savia que hay que aprovechar.

Desde que el Cristianismo, largamente preparado en un Pueblo y con múltiples afinidades axiales, hace su aparición novedosa en la tierra, ya nunca más la compasión quedará aislada en el místico laboratorio de la interioridad sino que estalla como obra recreadora hacia toda preocupación social y se expande al ritmo de la lógica de Aquel que habita entre nosotros.

Espiritualidades de la compasión

Vivimos una época de desprestigio y desinterés en las grandes estructuras religiosas. Esta marea generalizada de apostasía tiene sus matices y sus causas son diversas, externas e internas, “culpables” o “no culpables”. Profetas de calamidades, de la muerte de Dios y de la Iglesia, no faltan. Son signos de los tiempos que nos invitan a redescubrir la novedad presente del Amor de Dios que cura y eleva, el valor de los nuevos necesitados y los de siempre, el calor de un Pueblo que surca la Historia de Salvación y que transcurre en la misma historia poliédrica de todos los hombres… que tanto nos confunde.

Las religiones están en crisis, pero no el sentido religioso de los seres humanos. El “olfato de sentido” que hace a nuestra condición, nos mueva constantemente a encontrar significado y valor trascendente para nuestras vidas. A diferencia de los demás animales, caemos fácilmente en la desesperación cuando se nos agotan los entretenimientos consumistas -que dejamos que nos invadan- para disimular esta búsqueda esencial.

Por más que la tecnología haya ampliado este horizonte de distracción, tarde o temprano nos encontramos con “la Soledad, que no es la ausencia de los hombres, sino la Presencia de Dios(Madeleine Delbrel). Es el momento crucial entre la Alianza o la idolatría. Es la “opción fundamental” que determina todo lo demás de nuestras vidas y que nuestra libertad profundiza o niega cada día.

En este “mundo feliz” para pocos y de terror para muchos, existen también rostros nómades tocados por la Misericordia, pero que no encuentran donde apoyar su cabeza y que están como ovejas sin pastor. Solitarios con vocación comunitaria que gimen por un nuevo parto místico y fraterno de la humanidad.

Esta multitud de buscadores de la interioridad lamentan que los paradigmas de nuestro tiempo, “sean económicos, políticos o incluso éticos y religiosos, no son relacionales, sino contractuales: relaciones de poder que acaban derivando en el dominio de los que más poder adquieren sobre el resto." (ver "Tiempo de cuidados: Otra forma de estar en el mundo" de Victoria Camps). Anhelan que tiene que haber algo más allá de este mercado global donde todo se compra o se vende y la vida es una feroz competencia para acumular y figurar. Al finalizar la guerra fría, los creyentes del mesianismo mercantil auguraban la paz que traería el comercio global y hoy estamos zambullidos en guerras de países centrales porque las de los pequeños países ya no sacian de beneficios a los mercaderes de armas, contaminación y pobreza.

Necesitamos un espacio de gratuidad y compasión en el que las relaciones, el encuentro y el cuidado fluyan haciendo la existencia más humana. Es aquí donde la evangelización se vuelve imprescindible siempre que sea entendida como el anuncio de la novedad de Cristo, compatible con todo lo bueno que hay bajo el sol y que asume lo humano para reparar sus heridas y llevarlo a la altura de la Misericordia y la convivencia. Hablo de evangelización y no de clericalización, que es el proselitismo interesado y latente en toda religión para manipular conciencias desde un estamento sacralizado y pertrechado con copiosas normas, culpabilizaciones y amenazas eternasen beneficio propio. No olvidemos que la religión establecida, cuando la fosiliza el clero, mata a sus profetas y fue la instigadora oficial de la muerte del Hijo de Dios. Tal vez por esta poderosa enfermedad, Jesús no perdió tiempo organizando instituciones y sus reglamentos, solo tuvo amigos a quienes predicó y dió testimonio de lo esencial para luego enviar al Espíritu Santo que profundizara todo en la historia y así llegar a incluir a la humanidad entera en el Reino de la misericordia divina.

cargando soldado herido

¿Una nueva “era axial”?

Karen Armstrong ha escrito mucho sobre aquel momento de la historia, que muchos autores conocen como “la era axial”, que fue “decisiva para el desarrollo espiritual de la humanidad. Desde más o menos desde el 900 hasta el 200 aC en cuatro regiones distintas vieron la luz las grandes tradiciones mundiales que han continuado nutriendo la humanidad: el confucianismo y taoísmo en China, el hinduismo y budismo en la India, el monoteísmo en Israel y racionalismo filosófico en Grecia. Fue el período de Buda, Sócrates, Confucio y Jeremías, los místicos de las Upanishads, Mencio y Eurípides." (K. Armstrong, La Gran transformación). Todos, sin abandonar completamente las doctrinas y prácticas religiosas tradicionales, pusieron su acento en que la forma de encontrar lo que ellos llamaban «Dios», «Nirvana», «Brahmán» o «el Camino», era vivir una vida compasiva. En realidad, la religión «era» compasión."

“Su objetivo era crear un tipo de ser humano totalmente distinto. Todos los sabios predicaban una espiritualidad de la empatía y la compasión insistían en que la gente debía abandonar su egoísmo y su codicia, su violencia y su crueldad. No sólo estaba mal matar a otros seres humanos, sino que tampoco había que pronunciar palabras hostiles, ni hacer gestos de irritación. Más incluso, casi todos los sabios de la era axial se dieron cuenta de que no se podía limitar la benevolencia a tu propia gente: tu preocupación debía extenderse de algún modo a todo el mundo."

La modernidad y la revolución industrial han protagonizado la gran transformación occidental global. Pero hace falta una nueva era axial que, asumiendo este bagaje de progreso unilateral, nos ayude a recalcular el destino eco-social humano. Las llamadas “espiritualidades de la compasión”, que han proliferado como hongos en nuestra época, van en este sentido y son una savia que hay que aprovechar.

casaldáliga

La compasión novedosa de Jesús

Jesús instala un nuevo proceso histórico. Desde que el Cristianismo, largamente preparado en un Pueblo y con múltiples afinidades axiales, hace su aparición novedosa en la tierra, ya nunca más la compasión quedará aislada en el místico laboratorio de la interioridad sino que estalla como obra recreadora hacia toda preocupación social y se expande al ritmo de la lógica de Aquel que habita entre nosotros. No es una nueva “pata religioso-clerical cómplice”, que sostiene las cosas como están, sino que hace lío para humanizar los sistemas que matan.

La misericordia de Jesús no vuelve al cielo sin antes haber fecundado con sed de justicia este mundo. No parte la caña quebrada ni apaga la mecha humeante, pero es conflictiva como espada de doble filo que penetra hasta lo profundo de la injusticia social humana…para cambiarla a fuerza de poner la otra mejilla una y otra vez. Es el nuevo poder de los débiles, los anawines bíblicos, quienes desde las Bienaventuranzas empujan la mirada humana a buscar la felicidad en las periferias, lejos de las falsas meritocracias egoístas que adoran el becerro de oro.

El héroe compasivo está lejos del estereotipo del guerrero narcisista que se impone con más violencia y destrucción, que fomenta complicadas guerras en nombre de justificaciones altisonantes (la libertad, la religión, la civilización, etc.) pero que solo ocultan ambición y bajos intereses economicistas.

El cristiano está llamado desde la humildad y el amor a transformar el enemigo en amigo. Recomponer desde un amor más grande es llevar a cabo un kintsugi (arte japonés de unión de piezas rotas) que vence la injusticia desde la compasión de Dios y llega hasta el último hombre.

Poliedroyperiferia@gmail.com    Guillermo Jesús Kowalski

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