El sentido de la vida de Jesús frente a la felicidad enlatada del paradigma tecnocrático

El sentido de la vida de Jesús frente a la felicidad enlatada del paradigma tecnocrático
El sentido de la vida de Jesús frente a la felicidad enlatada del paradigma tecnocrático guille

basta leer la milenaria Doctrina Social de la Iglesia actualizada, para poder ver-juzgar-actuar como cristianos y no como ovejas de un rebaño cuidada por lobos que nos formatean diariamente con lo que tenemos que pensar, decir y hacer…para su conveniencia. La DSI se lee poco y mal, se tienen más en cuenta la opinión interesada de la prensa con la que más coincidamos, que una lectura y comprensión atenta de lo que propone.

La felicidad es la engañapichanga de esta estructura hegemónica y antinatural...  Uno sería feliz porque no solo se ha comprado todo en el black Friday sino que además consume tal receta de felicidad que vende el mercado...una dicha individualista que no cambie la sociedad, porque el problema soy yo, individuo “que no me adapto”. Esta felicidad es una argucia destinada a convencernos de que la riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso, la salud y la enfermedad son únicamente responsabilidad nuestra y lo que nos falta es “pensamiento positivo” o llegar a tener la mente en blanco como un zombi. Una “fuga mundi” aggiornada y con premios a los sumisos “hombres unimensionales” descriptos por Herbert Marcuse, destinados a la autoexplotación (Byung Chun Han, La sociedad del cansancio).

Las Bienaventuranzas, antes que una propuesta, son la constatación del sufrimiento que todos en mayor o menor medida tenemos (para muchos son mucho mayores). Jesús nos dice que la felicidad está allí, en la “no-felicidad” para los ojos de este mundo tecnocrático y exitista, en sus periferias, la tierra de los nadies. Allí se encarnó para siempre, que no lo encierren en palazzos y templos. Centrando nuestra atención en ellos es como comenzamos a encontrar el sentido de la vida y nos liberamos de las falsas felicidades cómplices del engaño y la violencia.

La felicidad enlatada del paradigma tecnocrático

Nunca han cundido tantas recetas sobre la felicidad y proliferación de medicación psicotrópica (que profundizan las patologías en vez de curarlas) y sin embargo nunca antes ha existido tanta depresión pandémica, soledad y suicidios. Todo esto es exacerbado en las sociedades opulentas, donde los estudios indican índices mucho más altos de suicidios que los más pobres. Aunque tengan unas buenas condiciones de vida y mucho entretenimiento, la vida no vale la pena para muchísimos.

En un mundo donde todo es reducido a mercado, la felicidad es un objeto de consumo más, ubicado generalmente en las estanterías de “autoayuda” y sometida a la ley de la demanda y el marketing. El mercado, mecanismo eficiente para ciertas áreas de la vida económica, se ha convertido en un proyecto de ingeniería social que pretende abarcarlo todo para generar beneficios inmediatos a quienes lo manipulan. (Polanyi, Rendueles, etc.).

De este modo las relaciones competitivas que lo alimentan, desplazan a las relaciones cooperativas que son las constitutivas de lo más humano y vertebrador en una sociedad, al que apunta el mensaje de Jesús, que es para las personas y las sociedades. Pero como decía una gran impulsora del neoliberalismo: “no hay sociedad, sólo individuos”.

Esto ha penetrado en el imaginario social hasta el punto que se lo considera algo natural y racional, cuando en realidad ha ido imponiéndose hegemónicamente por quienes detentan el poder global más allá de la soberanía de los Estados o las organizaciones sociales intermedias.

No estoy inventando nada, ni me inspira el terrorismo setentista, basta leer la milenaria Doctrina Social de la Iglesia (actualizada, obviously), para poder ver-juzgar-actuar como cristianos y no como ovejas de un rebaño cuidada por lobos que nos formatean diariamente con lo que tenemos que pensar, decir y hacer…para su conveniencia. La DSI se lee poco y mal. Cuando aparece un gran fruto de elaboración en alguna encíclica, se tienen más en cuenta la opinión interesada de la prensa con la que más coincidamos, que una lectura y comprensión atenta de lo que propone.

La felicidad es la engañapichanga de esta estructura hegemónica y antinatural.  De este modo uno sería feliz porque no solo se ha comprado todo en el black Friday sino que además consume tal receta de felicidad que vende el mercado y que me hace creer que soy superior “espiritualmente”. ¡Porque este objeto de consumo también está para competir con los demás!

Los absurdos gurúes de la felicidad están por todos lados para vendernos una dicha individualista que no cambie la sociedad, porque el problema soy yo, individuo “que no me adapto”. Esta felicidad es una argucia destinada a convencernos de que la riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso, la salud y la enfermedad son únicamente responsabilidad nuestra y lo que nos falta es “pensamiento positivo” o llegar a tener la mente en blanco como un zombi. Una “fuga mundi” aggiornada y con premios a los sumisos “hombres unimensionales” descriptos por Herbert Marcuse, destinados a la autoexplotación (Byung Chun Han, La sociedad del cansancio).

Si tú no rindes en el trabajo, si no eres lo suficientemente competitivo con los estándares de “triunfo” de la sociedad exitista que vemos en las selfies de este mundo, es tu culpa, pero te podemos ayudar…te prestaremos ayuda psicológica e inyecciones de ambición y postureo social, retiros de psicomotivación  y así daremos una vuelta de tuerca más para exprimirte otra exigua cuota de ilusión antes de descartarte de la cadena social productiva a la tierra definitiva de los nadies, de donde no se sale más. En su libro “Sedados”, James Davies señala como a muchas personas a las que se les prescribe medicación psiquiátrica no padecen problemas biológicamente identificables. Lo que les pasa en realidad es que experimentan las dolorosas consecuencias humanas de las dificultades vitales: rupturas familiares, problemas en el trabajo, infelicidad en las relaciones, baja autoestima. Es un modelo que sitúa el problema únicamente en la persona que lo sufre y en su cerebro…o en su “actitud” para “ser feliz”.

El nuevo opio de los pueblos ya no es la religión, es esta felicidad alienante, garantizada con las herramientas de la revolución digital. Las distopías deshumanizadoras del Mundo feliz (Aldous Huxley) para ricos y de 1984 (George Orwell) para sociedades pobres, han sido superadas ampliamente y con mayor sutileza.  A este respecto, es más que interesante el libro de Edgar Cabanas, “Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas”, donde describe como la industria millonaria de la felicidad, puede moldear a los individuos y entrenarlos con las “competencias” para resistir los sentimientos negativos, auto explotarse controlando sus deseos improductivos y pensamientos derrotistas.

happycracia
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Jesús, el sentido de la vida en las Bienaventuranzas.

No es lo mismo una vida feliz que una vida con sentido. Victor Frankl nos sigue fascinando con su obra “El hombre en la búsqueda del sentido”, elaborada a partir de su experiencia en los campos de concentración y que luego convierte en una terapia muy apreciada en los ámbitos cristianos. En ella explica cómo el origen de las alteraciones psicológicas es la falta de fortaleza de la dimensión espiritual, así como de sentido en la vida.

 Cuando la felicidad no va acompañada del sentido, es una vida relativamente superficial, egocéntrica y narcisista. Pero solo suelen ser felices aquellos cuyas mentes están centradas en un objeto externo que no es su propia felicidad; en la felicidad de los demás, en mejorar la humanidad, en metas que abarquen al otro. Al concentrarse en otra cosa, encuentran la felicidad por el camino. En la propuesta cristiana, la búsqueda del Otro Trascendente pasa por el encuentro y el cuidado con los demás: “tuve hambre y me disteis de comer…” (Mt 25). El proceso de seguimiento del Señor en una comunidad nos debería ayudar a irnos transformando en estos seres capaces de encuentro, compasión y cuidado, claves del sentido de la vida.

Coincidiendo con esto, para muchas espiritualidades, perseguir la felicidad personal es algo totalmente secundario. Se centran en averiguar cómo podían ser útiles a los demás y ayudar a otras personas a que fueran más felices y resolver sus problemas. Creaban vidas que tenían sentido, incluso luchando de forma no violenta contra las injusticias sociales (Ghandi, Luther King, Mandela, etc.)

Jesús nos muestra que la búsqueda del sentido no es una iniciativa filosófica solitaria, como suelen presentarla ni es algo que creamos en nuestro interior y para nosotros. El sentido se encuentra en el interés solidario por los demás, como el Buen Samaritano. Si queremos encontrar sentido en nuestra vida, no podemos encerrarnos en nosotros mismos.

Las Bienaventuranzas, antes que una propuesta, son la constatación del sufrimiento que todos en mayor o menor medida tenemos (para muchos son mucho mayores). Jesús nos dice que la felicidad está allí, en la “no-felicidad” para los ojos de este mundo tecnocrático y exitista, en sus periferias, la tierra de los nadies. Allí se encarnó para siempre, que no lo encierren en palazzos y templos. Centrando nuestra atención en ellos es como comenzamos a encontrar el sentido de la vida y nos liberamos de las falsas felicidades cómplices de un sistema de engaño y violencia.

Termino con la frase de una gran educadora dedicada a educar, a generar sentido, no a burocratizar la enseñanza a costa de docentes multitarea como hacemos actualmente: Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz. María Montessori.

Guillermo Jesús Kowalski                                                                         poliedroyperiferia@gmail.com

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