Manos Unidas refuerza la capacidad de respuesta de más de 5.700 personas ante desastres naturales Frente a la catástrofe, la comunidad de Assam (India) se organiza y resiste

En Assam, al nordeste de India, los ríos son fuente de alimento y de trabajo, pero también arrastran miedo e incertidumbre; ellos marcan el pulso de la vida
Cuando los monzones llegan, los ríos crecen hasta desbordarse. En 2022, las inundaciones que azotaron el país alcanzaron dimensiones devastadoras: más de dos millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares y más de 120 perdieron la vida
Hasta entonces, cada persona afrontaba la emergencia por su cuenta, sin estructuras comunitarias que les permitieran responder juntas…
Hoy, esa realidad empieza a cambiar. Con el apoyo de Manos Unidas y del socio local Guwahati Gana Seva Samiti (GGSS), 13 comunidades, que aglutinan a más de 5.700 personas, han emprendido un camino hacia la resiliencia
Hasta entonces, cada persona afrontaba la emergencia por su cuenta, sin estructuras comunitarias que les permitieran responder juntas…
Hoy, esa realidad empieza a cambiar. Con el apoyo de Manos Unidas y del socio local Guwahati Gana Seva Samiti (GGSS), 13 comunidades, que aglutinan a más de 5.700 personas, han emprendido un camino hacia la resiliencia
(Manos Unidas).- En Assam, al nordeste de India, los ríos son fuente de alimento y de trabajo, pero también arrastran miedo e incertidumbre; ellos marcan el pulso de la vida. En el distrito agrícola de Morigaon, las aldeas se levantan a escasos metros del agua: allí conviven comunidades bengalíes, assamesas, tiwas y bodo, que dependen de la agricultura, la pesca o el ganado para sobrevivir.
Cuando los monzones llegan, los ríos crecen hasta desbordarse. En 2022, las inundaciones que azotaron el país alcanzaron dimensiones devastadoras: más de dos millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares y más de 120 perdieron la vida. En Morigaon, las aguas se llevaron cosechas y casas, dejando tras de sí una pobreza aún más profunda y un futuro incierto. Años después, las familias todavía luchan por reconstruir lo perdido.
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De la fragilidad a la organización
Hasta entonces, cada persona afrontaba la emergencia por su cuenta, sin estructuras comunitarias que les permitieran responder juntas. La vulnerabilidad no estaba solo en la fuerza del agua, sino también en la soledad con la que se vivía cada desastre natural.

Hoy, esa realidad empieza a cambiar. Con el apoyo de Manos Unidas y del socio local Guwahati Gana Seva Samiti (GGSS), 13 comunidades, que aglutinan a más de 5.700 personas, han emprendido un camino hacia la resiliencia. Desde 2023, están trabajando en su organización interna, en la preparación ante desastres y en la coordinación con los departamentos gubernamentales para reducir el impacto de unas inundaciones cada vez más impredecibles por el cambio climático.
Participación activa para resistir
El proyecto, que se enmarca en el ODS 13 (Acción por el clima), busca que las aldeas no solo sobrevivan a la próxima crecida, sino que estén preparadas para afrontarla con menos miedo y más herramientas.
En cada comunidad, se están formando comités regionales compuestos por mujeres, jóvenes y líderes locales, que participan activamente en cada etapa del proyecto: desde la planificación hasta la implementación.
Al tiempo que se restauran pozos y se construyen pequeñas presas para almacenar agua durante la estación seca, se están explorando alternativasde ingresos, como cultivos adaptados al clima y trabajos de artesanía.
Pero, sobre todo, se está cultivando la confianza y el sentido de pertenencia. Porque en Assam, donde la fuerza del agua deshace lo material en cuestión de horas, la organización comunitaria se convierte en la defensa más sólida frente a la catástrofe. Como explica Ramón Álvarez, coordinador de proyectos de Manos Unidas en Asia:
"El conocimiento compartido salva vidas. Cuando una comunidad está organizada, puede reaccionar con rapidez y minimizar el daño"

Primeros logros del proyecto
Este proceso de fortalecimiento comunitario ya está dando sus frutos. Hasta el momento, se han mapeado riesgos junto a los propios habitantes de las aldeas, lo que ha permitido identificar con claridad las zonas más expuestas y las prioridades de actuación. También se ha impartido formación para actuar en caso de emergencia.
La dotación de materiales y equipos de primeros auxilios, unida a los talleres y simulacros realizados, ha dado resultados visibles. «Cuando llegó la primera crecida después del inicio del proyecto, la respuesta fue distinta: más rápida, más organizada y más eficaz. Por primera vez, estas comunidades sintieron que no estaban solas frente al desastre, sino que contaban con una red capaz de sostenerlas», añade Álvarez.
La esperanza como herramienta
Los habitantes de Morigaon no esperan milagros. Saben que las aguas volverán a subir, pero ahora se preparan para enfrentarlas con mayor seguridad, apoyándose unos a otros y reclamando sus derechos frente a las instituciones.
"La resiliencia no significa ausencia de miedo, sino capacidad de respuesta. Y esa fuerza nace de la unión"
En el distrito de Assam, la esperanza ya no es abstracta: se organiza en asambleas, se entrena en simulacros y se cultiva en los campos. Es el poder de la comunidad transformando la vulnerabilidad en resistencia.
Colabora con Manos Unidas y forma parte de esta red de apoyo que ayuda a comunidades vulnerables en todo el mundo a resistir frente al desastre y a construir un futuro más seguro.

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