27 mar 2021
Gracias, familia misionera
No se puede engendrar vida sin dar la propia. Los misioneros hemos de “morir” a nuestro país, despedirnos de nuestra familia, dejar nuestra cultura… Es de alguna manera, “morir”, cambiar, ser “otros”, vivir como vive la gente a la que servimos, encarnarnos. Ellos lo han hecho. Adriana como profesora, profesional respetada, Toño como chacrero, miembro de la APAFA y cocinero a turnos, sabio en medicina alternativa… Y sus hijos Obed, Raziel y Magdiel como alumnos, amigos, compañeros de juegos, criadores de perros y gatos… Unos vecinos más de Indiana.
Pero sobre todo, ellos han iluminado y han dado vida por su testimonio como familia; es posible ser una familia cristiana, es posible educar a los hijos como seguidores de Jesús, es posible incluso que Dios llame a una familia completa para ser misioneros, porque nos llama a todos.