Grupos poderosos, financiados desde rincones remotos de Estados Unidos, pusieron carta blanca a algunos medios y a algunos responsables políticos para ganar la guerra del relato global, con el inestimable apoyo (con o sin conocimiento de causa) de las jerarquías eclesiásticas de sus países. También, en España
Es preciso que la jerarquía eclesiástica de nuestro país se dé cuenta de que, si no rompe definitivamente con estos grupúsculos, estará condenando a la Iglesia a volver a la trinchera que algunos no quisieron cerrar, la trinchera del odio al migrante, al pobre, al que trata de incluir a todos. La Iglesia de Francisco, y también la de Prevost